ALEJANDRIA

Alejandrí­a (gr. Alexandrí­a; el NT tiene las formas Alexandréus, “de Alejandrí­a”, y Alexandrí­nos, “alejandrina”). La ciudad más grande del Egipto helení­stico. Fue fundada por Alejandro Magno en el 332/331 a.C., sobre la costa noroeste del Delta (a unos 24 km al oeste de la boca Canópica del Nilo) en una franja de tierra de unos 3 km de ancho que se encontraba entre el Mar Mediterráneo y el Lago Mareotis. Se conectaba con la isla Faros (famosa por su faro) mediante un terraplén. Es difí­cil hacer una reconstrucción del trazado de la ciudad antigua, porque no existen ruinas de los edificios antiguos, y la ciudad actual de Iskanderîyeh está sobre los escombros de la ciudad anterior. No se sabe si Alejandro tení­a planes de hacerla capital de Egipto, pero Tolomeo I trasladó la capital de Menfis a Alejandrí­a muy poco después de afirmarse como gobernante de Egipto. La ciudad, totalmente helení­stica, se hizo famosa por sus templos, teatros y otros edificios magní­ficos, y por el palacio real (llegó a ser el centro de la ciencia y la cultura helení­sticas). Pero su edificio más famoso fue el Museo -que, con el tiempo, se convirtió en una gran universidad- y la Biblioteca, que tal vez contení­a centenares de miles de rollos (libros). La traducción griega del AT hebreo, la LXX, fue realizada o por lo menos comenzada en Alejandrí­a. Mapa XX, C-4. En tiempos romanos, Alejandrí­a era la 2ª ciudad del imperio y la ciudad más importante del Oriente. Tení­a gran significación económica al ser el principal puerto proveedor de granos para Roma. De los 3 barcos que usó Pablo para llegar a Roma (c 60/61 d.C.), posiblemente 2 fueron barcos cerealeros procedentes de Alejandrí­a (Act 27:6; 28:11). Nada se sabe sobre su número de habitantes en tiempos romanos, pero las estimaciones varí­an desde 600.000 hasta una cantidad mucho mayor, pero quizá la cifra menor sea la más probable. La ciudad estaba dividida en 5 distritos, de los cuales el del noreste estaba ocupado por los judí­os, quienes gozaban de privilegios especiales y viví­an bajo su propio etnarca como administrador (quizás sea una exageración de Filón la cifra de 1.000.000 de judí­os). Estos judí­os, junto con los “libertos” y los de Cirene, tení­an una sinagoga en Jerusalén cuyos miembros participaron en la acusación contra Esteban (6:9). Es probable que las enseñanzas de Juan el Bautista llegaran a Alejandrí­a y conquistaran seguidores. En el NT se menciona por lo menos uno de tales conversos: Apolos (Act 8:24-28). Una tradición cuenta que el cristianismo llegó a Alejandrí­a por medio de Marcos. Siglos más tarde, Alejandrí­a fue una famosa sede de la filosofí­a cristiana: el hogar de Clemente de Alejandrí­a (c 150-c 220 d.C.) y de Orí­genes (c 185-c 254 d.C.). En esta ciudad los eruditos cristianos desarrollaron el método alegórico de interpretación de la Biblia. Véase Alegorí­a. Bib.: H. I. Bell, JEA 13 (1927):171-184; FJ-AJ xix.5.2; FJ-GJ ii.18.7.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

ciudad fundada por Alejandro Magno en 332 a. C., en el Bajo Egipto, al oeste del delta del Nilo. Ciudad cosmopolita, puerto comercial y centro de irradiación cultural de la Antigüedad. Tras la muerte de Alejandro Magno, los reyes tolomeos de Egipto la hicieron capital y sede real. Los tres primeros reyes de esta dinastí­a de los lágidas la convirtieron en centro de la cultura helénica. Tolomeo I Sóter promovió el arte, la ciencia, creó la biblioteca alejandrina y el museo al cual acudí­an los filósofos, literatos y matemáticos de la época. Famosa por el faro, situado frente a la ciudad en la isla de Faros, construido por Tolomeo Filadelfo, una de las siete maravillas del mundo. En el año 30 a. C., tras el suicidio de Cleopatra, última reina de Egipto, y su amante romano Marco Antonio, quienes habí­an sido vencidos en la batalla de Actium por Octavio, A. pasó a ser parte del imperio romano., a partir del siglo II d. C., es uno de los centros de la erudición cristiana. Fue conquistada en el 642 por los árabes. Debido a que en A. viví­an muchos judí­os, los cuales tení­an allí­ su sinagoga Hch 6, 9, y hablaban griego, se hizo necesaria la versión del AT en esta lengua, que se llevó a cabo en la época de Tolomeo II Filadelfo, la cual se conoce como versión alejandrina, de los Setenta o Septuaginta, como lo dice el historiador Josefo. En tiempos del apóstol Pablo, habí­a un judí­o originario de A. quien estuvo en Efeso y Corinto predicando Hch 18, 24 y 19, 1. Judí­os alejandrinos participaron en la discusión contra el diácono Esteban, el cual fue arrestado y llevado al Consejo de Ancianos, como se narra en Hch 6, 8-15 y 7, 1 ss.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Fundada por Alejandro Magno, 332 a. de J.C., fue sucesivamente la capital ptolomea, romana y cristiana del Bajo Egipto. Sus ensenadas eran adecuadas tanto para el comercio como para la guerra y era el puerto principal de granos para Roma. Alejandrí­a era también un importante centro cultural; su universidad (copia de la gran escuela en Atenas) era renombrada en matemáticas, astronomí­a, medicina y poesí­a. La biblioteca de Alejandrí­a llegó a ser la más grande del mundo con 400.000 a 900.000 libros y rollos.

La población de Alejandrí­a incluí­a judí­os, griegos y egipcios. Allí­ los judí­os prosperaron y la consideraban su metrópolis. Fue en Alejandrí­a que se tradujo el AT al gr. en el siglo III a. de J.C., conocida como la Septuaginta. Esta llegó a ser la Biblia popular de los judí­os de la Dispersión, usada generalmente por los escritores del NT. La influencia de la filosofí­a alejandrina en el pensamiento del NT es debatible, pero su impacto sobre estudios teológicos posteriores en la iglesia cristiana fue grande.

Según la tradición, Marcos el evangelista llevó el evangelio a Alejandrí­a y estableció allí­ la primera iglesia. Desde esta ciudad el cristianismo se extendió por Egipto y los paí­ses circundantes. Se estableció allí­ una escuela teológica en el siglo II; Clemente y Origenes fueron maestros famosos, pioneros en erudición bí­blica y filosofí­a cristiana.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Alejandro Magno fundó la ciudad de Alejandrí­a en el sitio de Rakotis, Una pequeña villa egipica en costa nordoeste del delta egipico cerca de la Alejandrí­a de más éxito entre las muchas que Alejandro estableciera portodo el Cercano Oriente. La Alenjandrí­a egipcia tení­a 6 kms. de largo, construida con calles que se cruzaban en ángulos rectos. Columnatas adornaban sus calles principales. A fin de preservar lo mejor de la cultura helení­stica, Alejandro animó a los griegos a radicarse allí­. La poblací­on de la ciudad, sin embargo, continuó teniendo un substrato egipcio, y pocos años más tarde un numeroso e influyente elemento judí­o se instaló en el sector noreste. Esta mezcla de griegos, judí­os y egipcios hizo de Alejandrí­a la ciudad más cosmopolita del mundo antiguo.
Localizada en un estrecho istmo entre el mar Mediterráneo y el lago Mareotis, Alejandí­a llegó a ser en poco tiempo un puerto principal del Mediterráneo. A los 30 años de su fundación (332 a. de.J.C.) llegó a ser la capital tolemaica de Egipto (304–30 a. de J.C. ). Al mismo tiempo, Alejandrí­a sirvió como centro literario y clentí­fico del mundo griego.
Tolomeo I (Soter) no sólo hizo del Alejandrí­a su capital, sino que también estableció una biblioteca y un museo el la ciudad. Bajo su sucesor, Tolomeo II (Filadelfo) la biblioteca se amplió y Alejandrí­a fue el centro educativo sin rival en el Oriente. Una leyenda afirma que Tolomeo Filadelfo fue quien hizo los arreglos para la traducción del Antiguo Testamento agriego. Aunque la iniciativa fue tomada probablemente por la comunidad judí­a de Alejandrí­a, es también cierto que las escrituras judas se incorporaron a la gran biblioteca de Alejandra.
Muchos de los grandes nombres de la antigüedad estuvieron asociados con la biblioteca de Alejandrí­a. Su primer bibliotecario fue Zenodato de Efeso quien hizo una especialización: la clasificación de poesí­a. Calí­maco, poeta, clasificó, arregló y rotuló una biblioteca que catalogaba a cientos de miles de manuscritos. Eratóstenes, Estrabón, Hisparco, Arquí­medes y Euclides se encuentran entre los eruditos que usaron sus servcios. La biblioteca, que se dice tení­a 750.000 volúmenes, fue destruida durante el sitio de Alejandrí­a por César.
Tolomeo II (Filadelfo) empleó a un notable arquitecto, Sostrato de Onido, para que construyera un faro en una isla cerca de la costa de Alejandrí­a. El Faro, como fue llamado, hace gala de una variedad de diseños arquitectónicos y ha sido catalogado como una de las maravillas del mundo antiguo. El nivel más bajo tení­a la forma de un rectángulo, el segundo nivel de un octásgono, y el nivel superior de un cí­rculo con un chorro de luz amplificado por un espejo que enviaba sus destellos hacia el mar. Sus 136 mts. de altura lo hacen comparable en tamaño a un rascacielos de 36 pisos de tiempos modernos.
Otra hazaña de ingenierí­a fue el heptastadión, una calzada que uní­a la isla con Alejandrí­a. La calzada, construida por Tolomeo Soter o por Tolomeo Filadelfo, formaba dos puertos: uno orientado hacia el oriente, principalmente usado por las pequeñas naves egipcias; y el puerto occidental, más grande, que llevaba el nombre Eunostos, el cual estaba protegido por un muelle. Aquí­ las embarcaciones de todo el mundo mediterráneo traí­an sus mercaderí­as a Alejandrí­a.
Uno de los edificios más bellos del mundo antiguo fue el Serapeum, construido en Alejandrí­a por Tolomeo Soter. El Serapeum fue construido para albergar la estutua de un dios de Sinope que los egipcios llamaban Osiris—Apis o Serapis. Eventualmente, el templo fue llenado con estatuas y otras obras de arte, y tení­a una biblioteca de trescientos mil manuscritos propios. El Serapeum fue destruido por Teófilo, patriarca de Alejandrí­a durante el reinado de Teodosio II. Teófilo era intolerante con la naturaleza pagana del Serapeum ya que se creí­a un guardián del cristianismo verdadero. La biblioteca fue quemada por otro reformador religioso, †™Anur ibnel– †™Asi, el comandante árabe bajo el califa Omar (641 d. de J.C. ). La leyenda cuenta que se le rogó a Omar que no destruyera la biblioteca, a lo que él replicó:
Si estos escritos de los griegos están de acuerdo con el libro de Dios, son innecesarios y no hay necesidad de preservarlos, si están en desacuerdo son perniciosos y deben ser destruidos. Losm volúmenes de papel y pergamino fueron entonces distribuidos a los 4.000 baños públicos se la ciudad, y de dice que sirvieron de combustible para calendar dichos baños por 6 meses.
Después del perí­odo tolemaico, Alejandrí­a tuvo una azarosa historia. En el 48 a. de J.C. , César desembarcó sus tropas, 4.000 en total, en la famosa isla:
Yo inmediataente embarqué algunas tropas y las desembarqué en Pharos. La isla de Pharos da su nombre al faro, un gran milagro de ingenierí­a y en tamaño. Yaciendo opuesto a Alejandrí­a, forma un lado del puerto y los primeros monarcas la habí­an conectado con la ciudad por medio de una calzada angosta. El canal (del puerto) es tan angosto que alguien que controle Pharos puede cerrar el puerto a la navegación de cualquier parte. Esta perspectiva alarmante me decidió†¦ a desembarcar las tropes en la isla, movimiento que nos asegura el positivo arribo de comida y refuerzos, los cuales han sido ordenados por las provincias vecinas (Commentaries, traducción de Warrington).
Aunque César destruyó la gran biblioteca alejandrina, Marco Antonio la reconstruyó y le dio a Cleopatra 200,000 volúmenes, los cuales trajo desde Pérgamo. La biblioteca allí­ habí­a sido construida por Eumenes II en el 197 a. de J.C.
Después de la derrota de Cleopatra en la batalla de Accio (31 a. de J.C. ), Alejandrí­a cayó ante Octavio, quien más tarde sirvió como emperdaor romano Augusto. Egipto fue colocado bajo control romano y estuvo sujeto a un prefecto romano.
Con la desintegración del poder romano en el Oriente, Alejandrí­a cayó bajo manos de Cosroes de Persia, 619 d. de J.C. Sin embargo, el poder persa duró muy poco. El Islam estaba en marcha y †™Amr ibn el–†™Asi tomó la ciudad en nombre de Omar en 641 d. de J.C. Los conquistadiores musulmanes cambiaron su capital a El Cairo, en la cabecera del delta y Alejandrí­a decayó en importancia. Al tiempo de la conquista, Aljandí­a tenia una población de 300.000 habitantes que fue decreciendo progresivamente has que a principios del siglo XIX sólo habí­a unas 12.000 personas allí­. Durante el siglo XIV el canal del rí­o Nilo se obstruyó con los aluviones y esto aceleró la declinación de Alejandrí­a. El canal se abrió nuevamente bajo Mahoma Alí­ en el siglo XIX, y hoy la ciudad ha crecido hasta tener una población de un millón y sirve una vez más como el puerto principal de Egipto.
BIBLIOGRAFIA: A. Weigall, †œThe Alexandria of Antony†, Wonders of the Past, II, 1924, págs. 477–90. E. M. Forster, Pharos and Pharillon, New York: Alfred A. Knopf, 1962.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Ciudad en el delta del Nilo. No es mencionada en el AT porque fue fundada por †¢Alejandro Magno, siguiendo el diseño de su arquitecto Dinócrates, alrededor del 332 a.C., es decir, durante el perí­odo intertestamentario. En el NT se alude a la existencia de una sinagoga de alejandrinos (Hch 6:9), algunos de cuyos miembros disputaron con †¢Esteban. También se nos dice que †¢Apolos era de A. (Hch 18:24) y que Pablo viajó en barcos de origen alejandrino (Hch 27:6; Hch 28:11).

Tras la muerte de Alejandro, surgió en Egipto la dinastí­a de los Ptolomeos, que dio gran impulso a la ciudad, la cual en cien años se convirtió en la más grande del mundo. Con el advenimiento de los romanos, quedó como capital administrativa de Egipto dentro del Imperio. Es tradición que el evangelio fue llevado a A. por San Marcos en el año 45 d.C. Josefo dice que en A. habitaron judí­os desde los tiempos de Alejandro Magno. Se sabe que llegaron a constituir una parte importante de la población. La mezcla de culturas, especialmente egipcia, griega, romana y judí­a creó un ambiente de tolerancia religiosa. Pero hubo revueltas judí­as causadas por problemas relacionados con el asunto de la ciudadaní­a romana.
pueblos conquistados, con excepción de los griegos, tení­an que pagar impuestos. Los judí­os querí­an tener el mismo privilegio que los griegos, a lo cual éstos se negaron. Esto creó entre esas dos comunidades una rivalidad que condujo a enfrentamientos armados. En tiempos de Calí­gula los judí­os de A. fueron perseguidos, con cierta colaboración del gobernador romano local. Pero a la muerte del emperador se rebelaron, consiguiendo apoyo de otros judí­os en Egipto y Palestina, cayendo con furia sobre la población griega. Es posible que estos conflictos motivaran la salida de Apolos de A. hacia éfeso, en donde conoció a †¢Aquila y †¢Priscila, que †œle tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios† (Hch 18:26).
delegación de los judí­os alejandrinos fue enviada a Roma en el año 46 d.C. para dirimir el conflicto, siendo uno de los miembros el famoso filósofo Filón de A. Este erudito es el más alto representante del intento que hizo la comunidad judí­a alejandrina de armonizar la filosofí­a griega con los conceptos del judaí­smo. Filón escribió muchos libros, varios de los cuales fueron conservados por cristianos y judí­os por tratarse, entre otras cosas, de exposiciones del Pentateuco. Las obras de Filón están influenciadas por la †¢Septuaginta, la cual, precisamente, fue la primera traducción de la Biblia al griego, hecha en los años 185-244 a.C. en la ciudad de A.
fama de A. era grande mayormente por su vida cultural. La dinastí­a de los Ptolomeos fundó en ella instituciones de educación e investigación. Habí­a allí­ un museo, con una biblioteca que fue la más grande de la antigüedad. Esto condujo a que en los principios del cristianismo A. desempeñara un papel muy importante, llegando a reconocérsele como una de las cuatro grandes †œsedes†, juntamente con Antioquí­a, Jerusalén y Roma. En A. se fundó †œLa Escuela de Alejandrí­a†, una institución de educación superior del siglo II d.C., entre cuyos lí­deres estuvieron Clemente y Orí­genes.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CIUD Ciudad construida por Alejandro Magno para que fuera la capital de su imperio occidental. Fundada en el año 332 a.C., fue acabada por los Ptolomeos, que aumentaron su riqueza y esplendor. Llegó a ser muy populosa y eminentemente comercial y cultural. Famosa era su biblioteca. Fue allí­ que se llevó a cabo la traducción de la Septuaginta (LXX), el Antiguo Testamento en griego. Se identifica con la moderna ciudad del mismo nombre, en la costa mediterránea de Egipto. Aparece en el NT como lugar de nacimiento de Apolos, compañero de Pablo (Hch. 18:24); y como puerto de matrí­cula de naves (Hch. 27:6; 28:11). La tradición afirma que fue Marcos el primero en introducir el cristianismo en Alejandrí­a.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

La ciudad más importante de Egipto y afamada metrópoli en el tiempo de Jesús y sus apóstoles. La moderna Alejandrí­a (cuyo nombre árabe es Al-Iskandariyya) se alza sobre el mismo lugar que la ciudad antigua. En la actualidad es un puerto de mar, aunque carece del esplendor de otro tiempo.
Alejandrí­a recibió su nombre de Alejandro Magno, quien ordenó su construcción en el año 332 a. E.C. Con el tiempo se convirtió en la ciudad más importante de Egipto, y bajo los tolomeos, los reyes helénicos de Egipto, llegó a ser la capital del paí­s. Como tal permaneció cuando la conquistó Roma en el año 30 a. E.C. A partir de entonces, sirvió de centro administrativo de Egipto durante las épocas romana y bizantina, hasta la conquista árabe en el siglo VII a. E.C.
Durante mucho tiempo los judí­os habí­an constituido una parte considerable de la población de Alejandrí­a, que en su apogeo contó con unos 500.000 habitantes. Muchos de los judí­os eran descendientes de aquellos que habí­an huido a Egipto después de la caí­da de Jerusalén en 607 a. E.C. Para el tiempo de Tiberio se decí­a que constituí­an aproximadamente una tercera parte de la población total de la ciudad. Viví­an en una sección o barrio llamado Regio Judæorum, y se les permití­a tener sus propias leyes y su gobernador o alabarca.
Fue en Alejandrí­a donde se hizo la primera traducción de las Escrituras Hebreas: la Versión de los Setenta griega, realizada por judí­os alejandrinos, que debieron comenzarla durante el reinado de Tolomeo II Filadelfo (285-246 a. E.C.).
Son muy escasas las referencias que se hacen en la Biblia a Alejandrí­a. Entre los que disputaron con Esteban antes de su juicio, habí­a algunos †œalejandrinos†, es decir, judí­os de Alejandrí­a. Fue la ciudad natal del elocuente Apolos. Además, de ella salieron dos de los barcos en los que Pablo viajó a Roma como prisionero, seguramente buques de la gran flota alejandrina cargados de grano, que hací­an la travesí­a por el Mediterráneo hasta Puteoli (Italia), aunque en ocasiones iban costeando por los puertos de Asia Menor. (Hch 6:9; 18:24; 27:6; 28:11.)

[Mapa en la página 83]
(Véase la publicación para ver el texto completo)

ALEJANDRíA (ANTIGUA)

Mar Mediterráneo
ISLA DE FAROS
Faro
Heptastadion
Museo y biblioteca
Canal

Lago Mareotis

Fuente: Diccionario de la Biblia

I. La ciudad

a. Ubicación

Gran puerto marítimo en la costa NO del delta egipcio, sobre el angosto istmo entre el mar y el lago Mareotis. Fue fundada en 332 a.C. por Alejandro (Magno) de Macedonia, quien le puso su nombre. Su única predecesora en el lugar fue una pequeña colonia egipcia, Rakotis, que fue absorbida por la parte occidental de la nueva ciudad; en el habla nativa de los egipcios (ejemplificada por el copto siglos más tarde), el nombre Rakotis se extendió a Alejandría. Aparentemente la ciudad se trazó según un plano en “cuadrículas”, con calles entrecruzadas e insulae o manzanas; pero como los restos de la antigua ciudad están sepultados bajo su sucesora moderna de manera inextricable toda reconstrucción de su planificación y de la ubicación de sus grandes edificios debe basarse en buena medida en referencias literarias nada precisas por sí solas, por lo que no puede ser exacta. No fue sino en la época de Tolomeo II (ca. 285–246 a.C.) cuando Alejandría alcanzó los niveles de esplendor arquitectónico que la hicieron tan famosa en las descripciones de los escritores posteriores. Entre la costa y la isla de Faro había una calzada elevada de conexión, el “Heptastadion” (‘siete estadios’, 1.300 m de largo), que dividía el fondeadero en un puerto occidental y otro oriental o gran puerto, cuya entrada estaba dominada por la torre luminosa de Faro. También contenía el puerto real y estaba flanqueado por el palacio real al E. Al S de la línea de la costa, extendiéndose a todo lo largo por detrás y hasta el lago Mareotis, se encontraba la ciudad.

b. Población

Desde el principio Alejandría fue una ciudad sumamente cosmopolita. Además de sus ciudadanos griegos y de numerosos inmigrantes pobres de Grecia, había una comunidad judía considerable (cf. posteriormente, Hch. 6.9; 18.24) que estaba gobernada por su propio etnarca, y vivía en su propio barrio (aunque no estuvo restringida a él hasta 38 d.C.) y una población egipcia nativa bastante numerosa, especialmente en el distrito de Rakotis en el O. En Rakotis estaba el Serapeum, templo de la deidad egipcio-helénica Serapis, culto que Tolomeo I promovió especialmente, tal vez para que sirviera de vínculo común a griegos y egipcios (Sir. H. I. Bell).

c. El papel de la ciudad

Políticamente Alejandría se convirtió en capital de Egipto bajo los *Tolomeos, reyes grecomacedónicos de Egipto ca. 323–30 a.C. Bajo los primeros y enérgicos reyes de esta línea se convirtió en la ciudad helénica principal de sus días. Alejandría continuó siendo la capital administrativa de Egipto hasta la época imperarial romana y la bizantina. Fue el centro bancario de todo Egipto, una activa ciudad manufacturera (telas, vidrio, papiro, etc.) y un puerto pujante. Allí se hacía el trasbordo de los productos exóticos de Arabia, la India y el E, y desde allí zarpaban, en los tiempos de los romanos, los grandes barcos graneros de Alejandría (cf. Hch. 27.6; 28.11) a fin de proporcionar trigo barato para los plebeyos romanos. Finalmente, Alejandría se convirtió rápidamente en excelente centro de estudios, y siguió siéndolo por mucho tiempo. Al reinado de Tolomeo I (323–285 a.C.) o de Tolomeo II (285–246 a.C.) pertenece la fundación del “museo”, en el que los sabios investigaban y enseñaban las artes y las ciencias, y la biblioteca, que llegó a contener millares de obras sobre docenas de miles de rollos de papiro.

II. Judaísmo y cristianismo

La gran comunidad judía de Alejandría estaba concentrada en la zona oriental, pero con centros de culto en todos los rincones de la ciudad (Filón, Legatio ad Gaium 132). Una sinagoga muy famosa, magníficamente instalada, era tan grande que debían usarse banderas para indicar el amén (TB Sukkah 51b, citado en BC, 1, pp. 152s). Pero además, Alejandría fue el centro intelectual y literario de la dispersión. Fue allí que se produjo el AT griego, la Septuaginta (* Filón), y allí surgieron obras tales como el Libro de la Sabiduría (* Filón) con sus modificaciones platónicas de las categorías del AT y su interés helénico en la cosmología y la inmortalidad. Fue la ciudad del fecundo *Filón, quizás el primer erudito de consideración que utilizó los materiales bíblicos como datos filosóficos—aunque “su objeto no es investigar sino armonizar” (Bigg, pp. 32)—y el primer exponente importante de la exégesis alegórica de la Escritura. Cualesquiera hayan sido los deméritos del ensayo de síntesis de Atenas y Jerusalén por los judíos de Alejandría (y algunos de ellos pueden considerarse enormidades), los documentos literarios que nos quedan dan testimonio de su energía intelectual, su interés misionero, y, a pesar de las audaces desviaciones de las formulaciones tradicionales, una gran seriedad en lo referente a las Escrituras. Estas características tuvieron considerable influencia indirecta sobre el cristianismo griego primitivo. Resulta significativo que el elocuente predicador viajero *Apolos, que se convirtió en una importante figura de la iglesia apostólica, fuera un judío alejandrino “poderoso en las Escrituras” (Hch. 18.24). Se ha relacionado la Epístola a los Hebreos (debido al uso de terminología muy apreciada por los alejandrinos, y su modo característico de usar el AT) si no necesariamente con él por lo menos con un fondo alejandrino; lo mismo ha ocurrido, con menos fundamentos, con otros libros del NT (cf. J. N. Sanders, The Fourth Gospel in the Early Church, 1943; S. G. F. Brandon, The Fall of Jerusalem and the Christian Church, 1951). Pero aparte de tradiciones poco confiables sobre los medios de que se valió el evangelista Marcos (que pueden relacionarse directamente con la recepción que tuvo su evangelio en Alejandría) el origen y la historia de la época primitiva de la iglesia de Alejandría permanecen completamente ocultos (* África).

Se ha sugerido que el judaísmo alejandrino había filosofado hasta tal punto sobre la esperanza mesiánica, que el primer período de predicación cristiana tardó mucho en producir frutos allí. Los testimonios existentes son insuficientes para probar esta hipótesis. Es indudable, sin embargo, que cuando se analiza plenamente el cristianismo alejandrino, se pone de manifiesto que fue heredero del judaísmo de Alejandría. El celo misionero, la apologética filosófica, la exégesis alegórica, la aplicación al comentario bíblico y la pasión por la síntesis intelectual que a veces causa estragos en la doctrina, son comunes a ambos. Alguna vía de comunicación, actualmente poco clara, une a Filón con Clemente de Alejandría; pero no sería una conjetura demasiado audaz afirmar que dicha vía pasa por la conversión a Cristo de un considerable número de judíos o sus adherentes en Alejandría durante el período apolstólico o subapostólico.

Bibliografía.°DBA; J. Daniélou, Nueva historia de la iglesia, t(t). I, 1964, pp. 165ss.

Para el fondo histórico y cultural corriente relativo a Alejandría, tolemaica y bizantina, véanse respectivamente CAH, 7, 1928, cap(s). IV, sec. vii, pp. 142–148, cap(s). VIII-IX, pp. 249–311, e ibid., 12, 1939, cap(s). XIV, sec. i, pp. 476–492. Útil y compacto, con referencia a las reliquias existentes, es E. Breccia, Alexandrea ad Aegyptum, A Guide…, 1922. Una descripción popular y amena de la historia y el estilo de vida en la antigua Alejandría es H. T. Davis, Alexandria, the Golden City, 2 t(t). 1957. Un estudio excelente del paganismo, el judaísmo y el advenimiento y triunfo del cristianismo en Egipto en general, y tamb. en Alejandría, lo proporciona Sir Harold Idris Bell, Cults and Creeds in Graeco-Roman Egypt, 1953. Sobre Alejandría y el cristianismo, véase tamb. J. M. Creed en S. R. K. Glanville (eds.), The Legacy of Egypt, 1942, pp. 300–316; A. F. Shore en J. R. Harris (eds.), The Legacy of Egypt 2, 1971, pp. 390–398; C. Bigg, The Christian Platonists of Alexandria 2, 1913; J. E. L. Oulton y H. Chadwick, Alexandrian Christianity, 1954; L. W. Barnard, “St Mark and Alexandria”, HTR 57, 1964, pp. 145–150.

A.F.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Importante puerto de mar de Egipto, sobre la orilla izquierda del Nilo. Fue fundada por Alejandro el Grande para reemplazar al pequeño distrito municipal llamado Racondah o Rakhotis, en 331 a.C. Los ptolomeos, sucesores de Alejandro en el trono de Egipto, pronto la convirtieron en la metrópoli intelectual y comercial del mundo. César, que la visitó en 46 a.C., se la dejó a la reina Cleopatra, pero cuando Octavio entró allí, en el 30 a.C., transformó al reino egipcio en una provincia romana. Alejandría continuó próspera bajo el dominio romano pero declinó un poco bajo el de Constantinopla.

Cuando, después del tratado de octubre de 642, los bizantinos la abandonaron a Amru, los invasores árabes aceleraron su decadencia debido a la impaciencia de los conquistadores por construir un nuevo pueblo, El Cairo, y transferir allí el gobierno de Egipto, en lo sucesivo, una provincia musulmana. La ruina fue grande bajo los árabes, pero fue peor bajo el dominio turco, cuando las victorias de Selim en 1517 subyugaron el valle del Nilo. El 2 de julio de 1798 Napoleón I (Bonaparte) no encontró más que 7,000 habitantes en el pueblo. Desde entonces, gracias a los esfuerzos de Mehemet Ali y a los grandes eventos políticos y comerciales del siglo XIX, la ciudad de Alejandría, ha vuelto a ser, una vez más, el primer puerto del Mediterráneo oriental.

El evangelista San Marcos trajo a Alejandría el cristianismo, el cual fue hecho ilustre por un linaje de sabios doctores como Panteno, Clemente de Alejandría y Orígenes; fue gobernada por una serie de grandes obispos entre los que se debe mencionar a San Atanasio y Cirilo. Bajo Dióscoro, sucesor de Cirilo, apareció el eutiquianismo, en el que la población nativa vio un excelente medio para librarse de los bizantinos. Su celo por esta herejía transformó al pueblo en un campo de batalla donde se vertió sangre más de una vez durante los siglos V, VI y VII. Finalmente la iglesia patriarcal de San Marcos se encontró dividida en dos comunidades: los coptos nativos ceñidos al error, y los griegos extranjeros fieles a la ortodoxia. Después de la conquista árabe, el patriarcado griego permaneció vacante durante muchos años; en tiempos de los emperadores bizantinos y bajo los sultanes otomanos sus titulares fueron obligados a vivir habitualmente en Constantinopla. Por otro lado, el patriarcado copto se transfirió a El Cairo y vio a la mayoría de sus discípulos volverse musulmanes. Hoy, debido a su importancia comercial, Alejandría posee dentro de sus murallas todas las lenguas y razas cristianas: coptos, griegos, latinos, armenios, maronitas, sirios, caldeos y protestantes.

(1) los coptos, una pequeña comunidad, están divididos en monofisitas y católicos; el jefe del primero es el Patriarca de Alejandría y reside en El Cairo; el jefe de los últimos también es Patriarca de Alejandría desde el Papa León XIII que creó este título a favor del Monseñor Macario, el 19 junio de 1899.

(2) Los griegos también forman dos grupos, los llamados ortodoxos y los melquitas. Los ortodoxos, separados de Roma, están dividido en dos facciones que difieren en idioma y origen y viven en enemistad: a un lado, los helenofones, muchos de los cuales son nativos del reino griego; el otro, los arabofones, sujetos a los Quedives o nativos de Siria; todos ellos tienen un patriarca de lengua y raza griega cuya residencia oficial está en el pueblo, cerca de la iglesia de San Sabas. Los melquitas, unidos a Roma, son nativos de Egipto y Siria; están bajo el Patriarca de Alejandría, Antioquía, Jerusalén y todo el Oriente, pero, como el prelado reside en Damasco, son gobernados por un obispo que es vicario del patriarcado.

(3) Los latinos no tienen patriarca. Un patriarcado latino fue creado por los cruzados que tomaron Alejandría en 1202 y en 1367; pero este patriarcado, establecido residencialmente de 1859 a 1866, vino a ser meramente nominal. Ahora bien, existe nada más que un vicariato apostólico; el vicario, un miembro de los Frailes Menores de San Francisco tiene bajo su dirección, especialmente a los europeos de colonias extranjeras.

(4) Los armenios están divididos en gregorianos y católicos; los últimos tienen al Obispo de Alejandría, que reside en El Cairo; los gregorianos están sujetos a un simple vartabet.

(5) Los maronitas cuyo número está aumentando diariamente, desean constituir una diócesis. Mientras tanto son gobernados por sacerdotes designados por el Patriarca del Líbano.

(6) A los católicos sirios de Alejandría y El Cairo, se les concede un chorepiscopi que reside en la última ciudad.

(7) Todavía menos numerosos, los Caldeos Unidos no poseen ninguna organización especial.

(8) Los protestantes están representados en Alejandría por numerosas sectas; la Iglesia Anglicana tiene una comunidad desde mediados del siglo XIX y una escuela; la Iglesia Libre Escocesa tiene una iglesia desde 1867 y una escuela; la Iglesia Evangélica de Alemania, establecida en el pueblo desde 1857, abrió una iglesia en 1866 y una pequeña escuela. Pero éstas son para los residentes extranjeros; la misión de la Iglesia Presbiteriana Unida de los Estados Unidos tiene una iglesia y dos escuelas para los coptos (aproximadamente 100 miembros). Es más, la mayoría de las misiones protestantes que trabajan entre los coptos de Egipto Superior tienen puestos u hospedajes en Alejandría.

Debemos decir lo mismo de cada orden religiosa de los misioneros católicos en Egipto. Algunas de estas órdenes tienen establecimientos escolásticos. Los jesuitas dirigen la universidad de San Francisco Javier. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas dirigen una universidad a la que está unida una escuela de artes y oficios. Tienen también clases gratuitas y diferentes colegios en varias partes de la ciudad. La educación de muchachas jóvenes, es dirigida por diferentes congregaciones religiosas, como las Hermanas de Caridad, las Hermanas de la Madre de Dios y las Hermanas de la Liberación.

Fuente: Pargoire, Jules. “Alexandria.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/01299d.htm

Traducido por José Luis Anastasio. L H M

Fuente: Enciclopedia Católica