ALIMENTOS

Según el Génesis mientras existió la armoní­a entre el hombre y los animales, y, por supuesto con Dios, aquéllos se alimentaban de hierbas, plantas y frutos de los árboles 1, 29-30, excepto del árbol de la ciencia del bien y del mal 2, 16. Tras la caí­da del hombre, éste fue condenado a ganar el sustento con el sudor de su frente Gn 3, 17. Luego, por la corrupción de la humanidad, vino el castigo del diluvio, después del cual Dios estableció una alianza con Noé y un nuevo orden en el mundo, y puso a disposición del hombre los animales, †œtodo lo que se mueve y tiene vida† servirá para su alimentación Gn 9, 3.

Sin embargo Dios prescribió una serie de restricciones a este respecto.

La primera no comer la carne con la sangre, pues ésta era el alma del animal, Gn 9, 4; y porque toda sangre pertenece a Dios y debe usarse únicamente en los ritos expiatorios en el Templo. El animal empleado para la alimentación debí­a sacrificarse en el Templo o, en caso contrario, degollado y la sangre derramada en la tierra, Lv 3, 17; 7, 26-27; 17, 1014; 19, 26; Dt 12, 15-16; 23-25; 15, 23; 1 S 14, 31-35. No se debí­a cocer el cabrito en la leche de su madre Ex 23, 19; 34, 26; Dt 14, 3-21. Los ® animales están clasificados en puros o limpios e impuros, de suerte que sólo se pueden emplear en la alimentación los primeros Lv 11; Dt 14, 3 21. Además de la lista de animales impuros, lo eran también los que morí­an de muerte natural o matados por otros animales Ex 22, 30; Dt 14, 21; Lv 17, 15; Ez 4, 14. A este respecto, es ejemplo del celo de los judí­os por cumplir con las leyes sobre alimentos, el martirio por apaleamiento que sufrió Eleazar por negarse a comer carne de puerco, animal impuro, Lv 11, 7; Dt 14, 8; en tiempo de Atí­oco IV Epí­fanes, 2 M 6, 18-28; igualmente, los siete hermanos macabeos y su madre fueron sacrificados por la misma causa 2 M 7. Antí­oco V Eupátor les devuelve a los judí­os la libertad religiosa conculcada por su padre y su derecho a la, según la ley de Moisés, 1 M 6, 58-59; 2 M 11, 31.

Dentro de la alimentación de los judí­os estaban la carne de becerro Gn 18,7; de cabrito Jc 6, 19; 13, 15; Tb 2, 11-12; Lc 15, 29; de buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, antí­lope, búfalo, gamuza, Dt 14, 3-8; de pescado Tb 6, 6; Jn 21, 9-13; Mt 14, 15-21; 32-39; Mc 6, 30-34; Lc 9, 1217; Jn 6, 5-15. Vegetales, lentejas, habas, mijo, trigo, espelta, cebada, dátiles, uvas, pasas, higos, frutas, y los productos que preparaban a partir de lo que daba la naturaleza, como harina, pan, polenta, pastas, aceite de olivas, vino, cuajadas, quesos, miel, etc., Gn 25, 34; 27, 28; 2 S 6, 19; 17, 27-37; 1 Cro 16, 3; Ez 4, 9. La tierra prometida es abundante en estos frutos, se le llama †œtierra que mana leche y miel† Ex 3, 9 y 17; Dt 8, 7-10; 11, 10-17; 13, 5; Moisés envió exploradores a Canaán, los cuales, al cabo de cuarenta dí­as, volvieron y le hicieron una relación de los productos que allí­ se daban y que en verdad manaba leche y miel Nm 13; Dt 1, 25.

En los tiempos bí­blicos hubo épocas de hambruna de escasez de a. Abraham debió ir a Egipto por esta causa Gn 12, 10; Isaac fue a Guerar, porque padeció hambre Gn 26, 1; en época de José, igualmente, todos los paí­ses iban a Egipto a comprar granos Gn 41, 57; Jacob mandó a sus hijos a proveerse de él en Egipto Gn 42, 2 ss. En la travesí­a del desierto, Yahvéh alimentó a su pueblo con maná y codornices Ex 16; Nm 11; Dt 8, 3 y 16; Sal 105 (104), 40; Sb 16, 2; 19, 12; cuando los israelitas llegaron a Guilgal, al dí­a siguiente de la pascua, cesó el maná y se alimentaron de lo que producí­a la tierra de Canaán Jos 5, 10-12. En el N. T., también encontramos la mención a una escasez de a., cuando el emperador romano Claudio, predicha por ígabo, situación corroborada por el historiador Josefo, Hch 11, 27-30.

En el N. T. Cristo, hablando sobre puro y lo impuro, dijo que †œno es lo que entra en el boca lo que lo contamina al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina†, es decir, que lo que importa es la pureza moral y no la legal, Mt 15, 10-11; 15, 20; Mc 7, 14-16; 17-23; las prescripciones sobre comidas y bebidas sólo son carnales Hb 9, 6-10. Sin embargo, a medida que crecí­a el cristianismo y penetraba en los pueblos gentiles, se presentaron discusiones y tensiones entre éstos y los judaizantes. El apóstol Pedro tuvo un éxtasis y vio que bajaba del cielo toda clase de animales, y oyó una voz que le decí­a †œsacrifica y come† Hch 10, 9-16; 11, 5-10. Pedro comprendió que las prescripciones sobre los alimentos habí­an quedado abrogadas y que nadie podí­a ser tenido por impuro en razón de lo que comí­a Hch 10, 28. Esto dio origen al concilio de Jerusalén, el cual decidió, inspirado por el Espí­ritu Santo, liberar a los paganos convertidos al cristianismo de las prescripciones judí­as sobre alimentos; pero se les pidió abstenerse de las carnes de animales sacrificados a los í­dolos y de la sangre Hch 15, 10-29. Aunque Pablo, dentro del espí­ritu de lo dicho por Cristo sobre la pureza, la carne que se les sacrifica a los í­dolos en nada se distingue de otra, 1 Co 8, 4-6 y 8; 10, 25-28; Rm 14.

De pesar de que estas cosas se definieron en la asamblea de Jerusalén hubo nuevos intentos judaizantes y gnósticos respecto a los a., sobre lo cual en varias cartas encontramos exhortaciones para que los fieles cristianos no se dejen influir, Col 2, 16 y 20-22; 1 Tm 4, 1-11; Hb 9, 10; 13, 9.

De los a. se derivan en la Escritura muchos simbolismos. En Dt 8 3, ya se dice que †œno sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Yahvéh†, idea a la que se vuelve en Mt 4, 4; Cristo le repite estas palabras al diablo cuando éste en el desierto lo tienta, pidiendo que convierta las piedras en pan, Lc 4, 1-4. En Jn 4, 34, Jesús dice que su alimento es hacer la voluntad del que lo ha enviado.

Las palabras de Yahvéh son más dulces que la ® miel Sal 19 (18) 11; 119 (118), 103. Tal vez el simbolismo más usado es el del ® pan; quien teme al Señor, es alimentado con pan de inteligencia Si 15, 3; Jesús dice que él es †œel pan de vida† Jn 6, 28-58.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(Comida y bebida).

Ayunar es cosa buena, nos ensenan Jesús y su primo San Juan el Bautista, en Mat 3:4 y cap. 4.

La sangre estaba prohibida en el Antiguo Testamento, pero ahora viene Jesús y nos dice que tenemos que comer su carne y beber su sangre. ¡Y lo repite seis veces en Jua 6:48-58! Los judí­os lo entendieron así­, a la letra, y las muchedumbres se marcharon, tomándolo por loco: (Jua 6:60-66), y por ello decidieron matarlo: (Jua 7:1) ¡Y Jesús no les quitó ni una letra de lo dicho! El que quiera que lo coja, el que no, que lo deje: (Jua 6:67-69).

Jesús y los apóstoles rechazaron las leyes del Antiguo Testamento sobre la prohibición de ciertos alimentos: (Mar 7:19, Rom 14:13-23, 1Co 6:13, 1Co 8:7-13, Col 2:16.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, ALIM

ver, COMIDA Cuando eran todaví­a nómadas, los hebreos se alimentaban principalmente de pan y de los productos de sus ganados, como la leche fresca o agria, y en ocasiones carne (Gn. 18:7, 8; Jue. 5:25). También comí­an miel silvestre (Jue. 14:8, 9). Cuando se instalaron en Palestina, complementaron su alimentación con los productos de sus huertos, viñas y campos: lentejas, calabacines, habas, garbanzos, grano tostado (2 S. 17:28), granadas, higos, uvas pasas, aceitunas, etc. (Nm. 13:23; 20:5; Mt. 7:16). El mosto y el vinagre eran bebidas muy usadas. También se comí­a pescado, langostas, volaterí­a y huevos (1 R. 4:23; Neh. 13:16; Mt. 4:18; Lc. 11:12). Las comidas más simples se componí­an de pan y lentejas (Gn. 23:34), o de otros potajes (2 R. 4:38), o de pan y vino (Gn. 14:18), o de grano tostado y vinagre (Rt. 2:14). Abraham festejó a sus huéspedes ofreciéndoles una comida más sustanciosa: mantequilla, leche, tortas de flor de harina, y carne de un becerro (Gn. 18:3-8). La mesa de los ricos y de los grandes ofrecí­a una diversidad mayor de alimentos (1 R. 4:22, 23; Neh. 5:18). (Ver COMIDA)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

(-> comida, vegetarianos, ecologí­a). La Biblia hebrea es en gran parte un libro de comidas, vinculadas de un modo muy concreto a la tierra de Israel, como recuerda (Dt 8,7-8): “Yahvé, tu Dios, te introduce en una tierra buena, tierra en que corren las aguas, manantiales y fuentes que brotan en el valle y la montaña; tierra del trigo y la cebada, de la viña, la higuera y el granado, tierra de olivares y miel (de dátiles)”. Estos siete alimentos constituyen para la memoria israelita la expresión privilegiada de una comida bendecida por Dios.

(1) Lo puro y lo impuro. En el principio, según la Biblia hebrea, todos los alimentos son puros, como suponen tanto Gn 1 como Gn 2. Pero poco después, tras el gran riesgo del diluvio que significa la ruptura del orden anterior, la misma Biblia nos habla de animales puros e impuros (Gn 7,2.8; 8,20), estableciendo de esa forma una distinción que ha sido detallada por Lv 11 y Dt 14,1-21. Como animales puros, es decir, comestibles, se toman aquellos que parecen responder a una lógica unitaria, de manera que su naturaleza es clara y definida (son sólo terrestres o acuáticos…). Entre los impuros se citan aquellos que parecen tener dos naturalezas, como si fueran mezclados. Sea como fuere, se pueden comer los que rumian y tienen pezuña hendida, pero no los que tienen sólo uno de estos rasgos; de los peces sólo se pueden comer los que tienen aletas y escamas… De todas formas, la división de los animales puros e impuros no responde a unos motivos biológicos, sino simbólicos y religiosos que hoy nos resultan difí­ciles de precisar. El más importante de los animales impuros es el cerdo, quizá por haber sido sacrificado a los dioses. Más que por su materialidad, entendida en forma de proteí­nas o calorí­as, en un plano religioso, los alimentos resultan importantes porque son un signo de Dios y sirven para distinguir la realidad, de un modo simbólico, dividiéndola entre aquello que es puro e impuro. Esta distinción se aplica en todos los campos de la realidad, entendida de un modo dual, desde el mismo principio de la Biblia, tal como muestra el árbol del conocimiento “del bien y del mal” (cf. Gn 2-3). En esa misma lí­nea se sitúan los dos chivos*, el expiatorio y el emisario. La halaká o normativa legal sobre alimentos puros e impuros constituye uno de los elementos distintivos del judaismo del tiempo de Jesús, como indica la disputa de Mc 7, donde Jesús afirma que, en sí­ mismos, todos los alimentos son puros (Mc 7,21). Así­ lo ha destacado también Pablo, en su polémica con los judeocristianos, aunque aquí­ el tema no es tanto la distinción de alimentos puros e impuros, sino la de alimentos sacrificados a los í­dolos o no sacrificados (idolocitos*; cf. Rom 14,2-4.21; 1 Cor 8,1-13; Ap 2,14.20).

(2) Carne y sangre (sacrificios*). Según el Génesis, los hombres del principio eran vegetarianos*: dominaban sobre los animales, pero sin matarles (cf. Gn 1,28-30 y 2,19-22). Tras el diluvio, ellos se convierten, por ley de Dios, en dictadores o depredadores de animales, matándolos para alimentarse de ellos. Esa nueva actitud habí­a aparecido ya en el gesto de Abel, que ofrece para Dios los primogénitos y la grasa de los sacrificios (Gn 4,4), pero sólo se confirma y ratifica con el sacrificio* de Noé, que sacrifica a Dios tras el diluvio los primogénitos de los animales puros (cf. Gn 8,20). Dios y el hombre se vinculan por tanto sobre el fundamento de los animales sacrificados, en gesto cultual y alimenticio (cf. Gn 9,2-3). A Dios mismo le agrada el sacrificio de animales y en esa misma lí­nea él concede a los hombres el poder para comerlos, instaurando así­ una nueva ley de alimentación, que sustituye a la vegetariana (paradisí­aca) de Gn 1-2. “Vuestro miedo y terror se impondrá sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos… Todo lo que se mueve y vive os servirá de alimento; yo os lo concedo, lo mismo que las legumbres y plantas verdes. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis… El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios ha sido hecho el hombre” (Gn 9,2-6). (a) Esta es una ley de dominio. El hombre ha dejado de ser rey pací­fico y se convierte en señor-dominador de los animales, a los que Dios mismo pone bajo su poder, es decir, bajo el dominio de sus manos y su boca, de manera que los puede consumir, (b) Es una ley de terror. Los animales viví­an antes en idilio de paz bajo el señorí­o de hombres, compartiendo el mismo suelo, comiendo los mismos frutos, enriqueciéndose con la misma riqueza de su vida. Pues bien, ahora ha surgido la ruptura, de manera que los animales tendrán miedo y terror mora, jat) de los hombres. El señor bueno y protec tor de las fieras (en la lí­nea de la potnia therón, protectora de animales según el mito griego) se ha convertido en destructor, depredador y enemigo de los animales, (c) Esta es una ley de alimentación. El texto supone que hay algo irregular en nuestra historia: el nuevo pacto de vida de Dios (expresado por el arco iris*, amenazante y gozoso, que brilla en la tormenta de las nubes) es signo de la nueva humanidad violenta, dominada por varones que viven matando animales. Por eso, en este contexto, se introduce la ley de la sangre*, en su doble nivel: no comer sangre animal, no derramar sangre humana.

Cf. M. Douglas, Pureza y peligro, Siglo XXI, Madrid 1991; P. Dumoulin, Entre la Matine et VEucharistie, Istituto Biblico, Roma 1994; X. Pikaza, Fiesta del pan, fiesta del vino. Mesa común y eucaristí­a, Verbo Divino, Estella 2000.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

En este término general se incluyen todos los productos animales y vegetales utilizados por el hombre para mantener la vida física de su cuerpo.

I. En el Antiguo Testamento

a. Las épocas más antiguas

Desde el principio (Gn. 1.29–30; 2.16) todas las plantas productoras de semillas (esp. cereales y legumbres, presumiblemente) y los árboles frutales sirvieron de alimento al hombre, y las hortalizas a los animales. La caída trajo aparejada la necesidad de trabajar duramente para producir y recolectar los alimentos (Gn. 3.18, 23; 4.2–3). Evidentemente los alimentos que contenía el arca eran representantivos de los que comúnmente se empleaban en esa época, pero no se dan detalles (Gn. 6.21). Después del diluvio, Dios prometió que la sementera y la siega no cesarían mientras permaneciera la tierra, y que todo lo que tenía vida (además de los vegetales) podía utilizarse como alimento, pero no su sangre (Gn. 8.22–9.4). En la época en que Noé volvió a habitar la tierra después del diluvio por primera vez se comienza a cultivar la vid (y, en consecuencia, hace su aparición la embriaguez) (Gn. 9.20–21).

b. La época patriarcal

En Egipto, Palestina, y Mesopotamia, los cereales y los diferentes tipos de pan constituían el alimento básico a principios del 2º milenio a.C., junto con la leche, la mantequilla, los quesos, el agua, el vino y la cerveza. Indudablemente los patriarcas seminómades se alimentaban principalmente de productos lácteos de su ganado y rebaños, pero también utilizaban el pan (véase la provisión que se le dio a Agar, Gn. 21.14), y a veces cultivaban cereales por temporadas, como hizo Isaac (Gn. 26.12), y posiblemente Jacob (cf. Gn. 37.7), dado que tuvo que comprar grano egp. en época de hambre. (Gn. 42.2, 25s; 43.2; 44.1–2). La sopa de lentejas (“guiso rojo”) probablemente era un plato común en la época en que Esaú vendió su derecho de primogenitura por un plato de potaje (Gn. 25.29–34), como indudablemente lo fue más adelante (p. ej. 2 S. 17.28). A los huéspedes de importancia se les servía becerro engordado acompañado de mantequilla y leche (Gn. 18.6–8). Con esta acción de Abraham podemos comparar las referencias en los textos del N de Canaán provenientes de Ugarit, que mencionan la matanza y la preparación de “un cordero del rebaño”, o “el más lustroso … de los cebones” (ANET, pp. 146, 149, 151). Aunque no era el alimento de todos los días, la carne de los animales cazados en el desierto era popular en la Siropalestina de los patriarcas. A Isaac le gustaba el guisado preparado con la carne de la caza (Gn. 27.3–4), al igual que al egp. Sinué en la época ligeramente anterior (ANET, pp. 20). Los obsequios a dignatarios podían incluir nueces y miel como manjares exquisitos (Gn. 43.11). Las tablillas del ss. XVIII a.C. del palacio de Mari indican que se servían grandes cantidades de miel en los banquetes en honor de visitantes reales, y durante el mismo período el rey Isme-dagán de Asiria envió nueces de pistacho a su hermano que gobernaba en Mari.

Algunas de las principales plantas alimenticias del Antiguo Cercano Oriente.

En Egipto, también, la miel era, por sobre todo, la prerrogativa principal de la realeza y la alta sociedad, pero ocasionalmente también la gustaban sus inferiores. Finalmente, el acto de comer juntos era señal evidente de amistad entre las dos partes ligadas por un acuerdo, p. ej. Isaac y los filisteos en Gn. 26.30, y Jacob y Labán en Gn. 31.54. No hay detalles sobre la comida que José sirvió a sus hermanos en Egipto (Gn. 43.31–34).

c. Israel en Egipto

A pesar de la dureza de la vida que pasaban los israelitas en Egipto, habían disfrutado de una variedad de alimentos que recordaron con nostalgia en la travesía del desierto: pescado en abundancia, pepinos, melones, puerros, cebollas, ajos (Nm. 11.5). Esta lista concuerda muy bien con los alimentos egp. conocidos, especialmente en el delta oriental (zona de Gosén) en el ss. XIII a.C. Es así que al hacer las alabanzas de la región de Ramesés, un escriba hace notar su abundancia de alimentos: cebollas y puerros, siete clases de pescados en sus aguas, y diversas frutas y verduras (ANET, pp. 471; mejor aun, R. A. Caminos, Late-Egyptian Miscellanies, 1954, pp. 74).

d. Los productos alimenticios en Israel

(i)     Alimentos vegetales. Los cereales, el vino y el aceite de oliva eran los tres productos básicos (Dt. 7.13; Neh. 5.11; Os. 2.8). Los cereales principales eran la cebada, el trigo y a veces la escanda, un trigo de inferior calidad; véase Ex. 9.32 (Egipto); Dt. 8.8; e Is. 28.25 (nótese el orden de los cereales). Para la preparación y el horneado el pan, véase * Pan; este alimento básico sirvió como descripción gráfica sumamente apropiada de Cristo mismo, el pan de vida (cf. Jn. 6.33, 35).

La *vid era la segunda productora de alimentos; no solamente de uvas frescas (Nm. 6.3; Dt. 23.24), sino también de pasas (1 S. 25.18; 30.12); de zumo dulce de la uva, o mosto, ˒ası̂s (Is. 49.26; Am. 9.13; Jl. 1.5; 3.18, °bj, °vm “vino nuevo”, av (“vino dulce”); de mosto semifermentado, o vino nuevo (Jue. 9.13; Os. 4.11; Pr. 3.10; etc.); y de vino totalmente fermentado (yayin). A menudo se llamaba a estos jugos rojos de la uva “sangre de uvas” (Gn. 49.11; Dt. 32.14). El *vino, en sus diferentes formas, era la bebida general de la antigua Palestina. Diversos vinos del antiguo Egipto, Palestina (cf. el de Helbón en Ez. 27.18 y los textos as.), y Asia Menor eran muy celebrados en el mundo antiguo. El vinagre (el vino acidificado), diluido con agua, ayudaba a los obreros en los campos a refrescarse (Rut 2.14).

Aparte de ser un término general para las bebidas fermentadas, šēḵār, ‘bebida fuerte’, parece haberse aplicado específicamente a las bebidas fermentadas mediante cereales (p. ej. la cerveza; Herodoto 2.77) o dátiles (ibid. 1. 193), o quizás aun miel. La cerveza era la bebida más popular en Mesopotamia, pero en Palestina se prefería el vino; ambas eran comunes en Egipto, donde se menciona el vino de dátiles y otros tipos de bebidas. Para vino con especias, véase (iv) Condimentos, inf.

El tercer elemento básico, el aceite de oliva, se usaba como alimento y para cocinar. Se mezclaba el *aceite con harina para hornear los diversos tipos de pan y tortas, que también se podían freír en aceite (Ex. 29.2); su uso era universal, cf. la viuda de Sarepta (1 R. 17.12).

Para hortalizas, véanse las secciones b y c, que anteceden, La época patriarcal (lentejas), e Israel en Egipto (Nm. 11.5); las habas, pôl, también se empleaban (2 S. 17.28; Ez. 4.9). Este término también se usó en Egipto a partir del ss. XIII a.C. Entre las frutas, además de las uvas y las aceitunas, ya mencionadas, se encontraban los *higos propiamente dichos, que a veces se prensaban para hacer tortas (cf. Is. 38.21 para un uso medicinal; también se los utilizaba en Ugarit como medicamento, para los caballos), y los higos silvestres, como en Egipto, a los que se les tenía que hacer una muesca para que se hincharan y adquieran el tamaño necesario para que sirvieran para comer (esta era la ocupación de Amós; Am. 7.14). Se comían granadas y se bebía su jugo (Cnt. 8.2). Entre las diversas frutas secas se encontraban la almendra (Jer. 1.11) y el pistacho (véase La época patriarcal, sup.). En Pr. 25.11; Cnt. 2.3, 5; 7.8; 8.5; Jl. 1.12, el término tappûaḥ probablemente significa “manzana”, aunque a menudo se ha cuestionado esta interpretación. Fuera de Egipto y Palestina, hay textos bab. que indican que desde mucho tiempo atrás se conocía la manzana (ḫašḫûru) en Mesopotamia y en el SE de Asia Menor (Purushanda, cerca de la moderna Topada). (Véase tamb. * Árboles.)

(ii)     Productos animales. Entre ellos se encontraban la miel, las grasas y la carne. Se empleaba mucho la miel de abejas silvestres que se encontraba en rocas, árboles, etc. (Dt. 32.13; Jue. 14.8; 1 S. 14.25; 2 S. 17.29). Los escritores del AT no nos dicen si los hebreos (como los egipcios) criaban abejas. La *miel era un manjar muy estimado (Sal. 19.10; Pr. 24.13). Palestina era ciertamente tierra de “leche y miel” (Ex. 3.8): en el ss. XV a.C. el faraón Tutmosis III de Egipto se llevó cientos de potes de miel de Siropalestina como tributo (7ª y 14ª campañas). Véase la descripción embelesada de la riqueza de Palestina en cereales, vino, aceite, miel, frutas, y ganado que hace Sinué, ANET, pp. 19–20.

La leche era otro elemento básico en la alimentación, junto con sus derivados, la mantequilla y el queso. Para la leche, cf. Pr. 27.27; Is. 7.22; Ez. 25.4; la mantequilla, Pr. 30.33; y el queso, véase Job 10.10; 1 S. 17.18; 2 S. 17.29 (como obsequio). A menudo se ofrecía leche al huésped o visitante inesperado, como en el caso de Sísara en Jue. 4.19; 5.25, y como siglos atrás se había hecho con el fugitivo egp. Sinué (ANET, pp. 19).

Sólo ocasionalmente se comía carne, con excepción quizás de los ricos, que pueden haberla consumido regularmente. Como ocurrió con Abraham, se agasajaba a los huéspedes con becerros, cabritos o corderos (cf. Jue. 6.19ss; 2 S. 12.4), los que además constituían obsequios aceptables, ya fueran vivos o aderezados (1 S. 16.20; 25.18). El buey engordado a veces se comía como manjar principesco (Pr. 15.17), al igual que en Egipto (figura en N. M. Davies, Egyptian Paintings, 1955, lám. 4) o Mesopotamia: nótese el caso del funcionario a quien se le encargan los preparativos para un banquete en honor de sus visitantes reales, que informa que hay un buey engordado tan cargado de carne que “cuando se para, la sangre corre hacia sus patas y no puede tenerse en pie …” Los hijos impíos de Elí preferían la carne asada a la hervida (1 S. 2.13–15), y la carne cocida en una olla le sirvió de texto a Ezequiel (24.3–5). Pero no debía guisarse un cabrito en la leche de su madre (Ex. 23.19), quizás porque dicha práctica parece haberse asociado con los sacrificios cananeos, y en consecuencia tendría un sentido similar a “lo sacrificado a ídolos” en la época del NT. En Lv. 11.1–23, 29ss (cf. 41ss) y Dt. 14.3–21 figura una lista de los animales permitidos y los prohibidos como alimento. Además del buey, la oveja, y la cabra, estaba permitido comer siete clases de carne de venado (Dt. 14.5), y todos los demás rumiantes de pezuña hendida. Los *animales que no cumplían con estos requisitos estaban prohibidos como alimento y aparecían como “impuros”, junto con más de una veintena de clases de pájaros. Con respecto a los diversos tipos de pescado, etc., sólo los que tenían aletas y escamas podían comerse. Sólo unos cuantos insectos que se especifican podían servir de alimento (la familia de la langosta). Algunos de los animales prohibidos sencillamente no servían como alimento para el hombre; otros (p. ej. el cerdo) eran peligrosos en un clima cálido; y otros pueden haber estado demasiado identificados con la idolatría practicada en las zonas vecinas. Para pescado, véase la sección c, sup., Israel en Egipto, y * Pez, pescado, pesca.

(iii)     La provisión de alimentos para el palacio de Salomón. En 1 R. 4.7, 22–23, 27–28, vemos que los gobernantes de las doce provincias administrativas tenían a su cargo, durante un mes, la provisión de alimentos para la corte de Salomón: la provisión de un día era de 30 kōr de una flor de harina, 60 kōr de harina, 30 piezas de ganado vacuno, 100 ovejas, además de ciervos y aves, y forraje para los establos reales. También Salomón pagó a Hiram I de Tiro, por su madera y sus obreros, 20.000 kōr de trigo por año, y una cantidad correspondiente de aceite. Esta provisión de alimentos para el palacio era típica de las cortes orientales de la antigüedad, como lo demuestran los registros contables reales de Egipto y Mesopotamia. Al parecer las cortes de Nabucodonosor II de Babilonia y Ciro de Persia eran abastecidas mensualmente por funcionarios de los distritos, en forma similar al sistema que se empleaba en la corte de Salomón; véase R. P. Dougherty, AASOR 5, 1925, pp. 23–31, 40–46. Es de suponer que las provisiones mensuales de Salomón provenían de los impuestos locales en especie (trigo para harina, ganado en pie) que debían pagar los doce distritos, o de una imposición adicional.

No solamente el sistema, sino también la cantidad y la probable distribución de las provisiones de la corte de Salomón puedan compararse con el consumo en otras cortes reales. El personal que prestaba servicios en la corte en el antiguo oriente puede dividirse en tres categorías: primero, el rey, la familia real y todos los principales ministros del reino; segundo, el cuerpo principal de cortesanos y funcionarios subordinados agregados a los “departamentos” de los principales ministros; y tercero, el número (probablemente) mayor aun de empleados domésticos de todas las categorías concebibles. El palacio del Cercano Oriente de la antigüedad no era simplemente una residencia real, sino también el verdadero foco de todo el gobierno central del estado. Hay estadísticas parciales que permiten comparar las prácticas en Egipto y Mesopotamia. En el ss. XVIII a.C. los archivos reales de Mari y Chagar Bazar, en el NO de Mesopotamia, registran la provisión diaria de alimentos para el rey y sus principales funcionarios (o sea, la primera categoría); las cifras son del orden de los cientos de litros (qa) de cereales, pan, miel y jarabes por día, con un promedio de 945 litros diarios en Chagar Bazar para “comida real” (J. Bottéro, Archives Royales de Mari, 7, 1957, pp. 270–273). Cf. las enormes cantidades de cebada solamente se consumían en el palacio de Mari (véase Birot, ibid., 9, 1960, pp. 264–265). También existen relatos similares de la corte egipcia de la 13ª dinastía (en el mismo período). Directamente comparables son los 726 litros (10 ḫar, e.d. bolsas) diarios de harina que se utilizaban para fabricar pan para la corte egp. bajo Setos I (ca. 1300 a.C.) en gira por el Egipto inferior (Spiegelberg, Rechnungen, Zeit Setis’ I, 1896). Entre los preparativos para la llegada de un faraón, a fines del ss. XIII a.C., figuraba la provisión de 9.200 panes (de ocho variedades diferentes), 20.000 bizcochos (de dos tipos), y enormes cantidades de otras viandas (R. A. Caminos, Late-Egyptian Miscellanies, 1954, pp. 198–201). Todas estas cifras también se aplican en buena medida a los consumidores de la “categoría 1” (y posiblemente de la “categoría 2” en el útlimo ejemplo), pero no incluyen los numerosos empleados domésticos (“categoría 3”), p. ej. las 400 siervas del palacio de Mari. Las tablillas de raciones de Babilonia en los años 10 a 35 (595–570 a.C.) de Nabucodonosor II contienen descripciones detalladas de cereales y aceite para los cautivos reales, incluyendo al rey Joaquín de Judá y sus hijos, y numerosos artesanos de Egipto, Filistea, Fenicia, Jonia, Lidia, Cicilia, Elam, Media, y Persia. (Para mayores detalles véase ANET, pp. 308; DOTT, pp. 84–86; la fuente básica es E. F. Weidner, Mélanges R. Dussaud, 2, 1939, pp. 923–935; para un útil fondo histórico, véase W. F. Albright, BA 5, 1942, pp. 49–55).

En el caso de Salomón, si consideramos que el kōr, ‘medida’, equivale a 220 litros (R. B. Y. Scott, BA 22, 1959, pp. 31; cf. * Pesos medidas), sus 30 más 60 kōr diarios de flor de harina equivaldrían a unos 6.600 más 13.200 litros respectivamente, lo que haría un total de 19.800 litros o 594.000 litros como cuota mensual. Si tomamos en cuenta las cifras comparativas mencionadas más arriba, 600 litros diarios corresponderían a Salomón, su familia y sus principales ministros (cf. 726 y 945 litros, en el caso de Egipto y Chagar Bazar, sup.), o sea la “categoría 1”; los otros 6.000 litros de flor de harina corresponderían, quizás, al grupo principal de cortesanos y funcionarios (“categoría 2”), y los 13.200 litros de harina común a la multitud de empleados domésticos (“categoría 3”). Los datos obtenidos en Mari indican que 1 iku de tierra (3.600 m2) producían 1 ugar de grano (1.200 litros). Si el rendimiento de las cosechas de los israelitas se le parecía en alguna medida, y si un litro de cereal producía alrededor de un litro de harina integral, es posible sugerir entonces que la provisión mensual de harina para la corte de Salomón (594.000 litros) sería aproximadamente equivalente al cereal producido por 495 iku de terreno, o sea unas 17.000 áreas. Esto representa una superficie de 1, 7 km2, lo que sin duda no debe haber sido una carga anual imposible para cada uno de los doce distritos administrativos de Israel. En cuanto a los 20.000 kōr anuales de trigo para Hiram, esta cantidad representaría la cosecha de alrededor de 305 iku o 10.600 áreas cada mes, o sea de un campo de 1, 06 km2, lo que nuevamente parecería ser una cantidad razonable.

(iv)     Condimentos y preparación de alimentos.

La preparación de alimentos incluía el horneado de pan y tortas (con o sin levadura), y la preparación de sopas, guisos, y carne asada o hervida (véase sup.). La *sal era un elemento primordial en las comidas (Job. 6.6). Como ya se ha expresado, el compartir una comida simbolizaba acuerdo (Gn. 26.30; 31.54), y las frases “pacto de sal” (Nm. 18.19), o “comemos la sal del palacio” (Esd. 4.14, °vm) eran expresiones del mismo tipo (e. d. que indicaban acuerdo o lealtad). Las *sal para condimentar incluían el eneldo, el comino (Is. 28.25, 27) y el culantro (Ex. 16.31); Nm. 11.7). Un ejemplo de su uso común en la antigüedad es el hallazgo de plantas y semillas en tumbas egp. a partir de la 18ª dinastía y su mención en textos egp. y bab. (cf. L. Keimer, Die Gartenpflanzen im Alten Agypten, 1, 1924, Nº 24, 29–30, pp. 37–38, 40–42 y refs., 147–149).

Existen tablillas grecomicénicas de Creta y Grecia, escritas en el alfabeto “lineal B” de los ss. XV-XIII a.C., en las que aparecen el comino (ku-mi-no), el culantro (ko-ri-a-da-na/do-no) y el sésamo (sa-sa-ma), entre otras especias. Estos nombres (y probablemente algunas de las especias también) se importaban del Cercano Oriente a través del Siropalestina y Chipre, lo que corrobora la antigüedad del uso tanto de las especias como de los nombres en las tierras bíblicas. M. Ventris y J. Chadwick, proporcionan detalles en Documents in Mycenaean Greek, 1956, pp. 131, 135–136, 221–231; y Chadwick, The Decipherment of Linear B, 1958, pp. 64, 120, contiene un breve estudio del tema. En Ugarit se ha comprobado el uso del sésamo en la propia Siria en este mismo período (Gordon, Ugaritic Textbook, 3, 1965, pp. 495, Nº 2.496, como ššmn).

La miel se usaba para hornear (cf. Ex. 16.31), pero no en los sacrificios a Dios (Lv. 2.11), aunque los egipcios la ofrecían a sus dioses. Por textos egipcios y mesopotámicos también se conocen vinos dulces aromatizados (Cnt. 8.2) y cervezas, para lo cual se empleaba miel o hierbas. Con la dudosa frase “prepara las especias” (°bj) en contexto culinario en Ez. 24.10 (con el significado de carne condimentada [?]; cf. °vrv2 “hacer la salsa”), podríamos comparar “carne condimentada” (lit. “endulzada”) en Egipto (ı̓wf snḏm), Gardiner, Ancient Egyptian Onomastica, 2, 1947, pp. 255*-256*, A. 610.

La frase “la clara del huevo” (rı̂r ḥallāmûṯ, °vrv2, Job 6.6 “caldo de malvas” °nc; “jugo de portulaca”, rvmg), empleada como símbolo de algo insípido quizás fuese la savia de alguna legumbre. D. J. Wiseman (The Alalakh Tablets, 1953, pp. 87), al describir las listas de raciones de Alalak del ss. XVIII a.C., hace notar una posible relación entre ḥilimitu, clasificado como cereal, y el sir. ḫallâmûṯ (cf. la forma heb. más arriba); cf. A. R. Millard, Ugarit-Forschungen 1, 1969, pp. 210.

Bibliografía.R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985; M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976.

Para aspectos incidentales modernos, cf. H. Carey, The Art of Syrian Cookery, 1960. Respecto al tema general de los alimentos en la antigüedad, véase R. J. Forbes, Studies in Ancient Technology, 3, 1955, pp. 50–105, y sobre miel y azúcares, Forbes, op. cit., 5, 1957, pp. 78–88, 97s; H. A. Hoffner, Alimenta Hethaeorum, 1974; Reallex-ikon der Assyriologie, 3, 1957–71, pp. 211ss, 302ss, 308ss.

K.A.K.

II. En el Nuevo Testamento

Como la familia típica heb. era principalmente vegetariana, no es sorprendente que las referencias neotestamentarias a los alimentos sean casi exclusivamente de este tipo.

a. Alimentos vegetales

(i) Cereales. El alimento típico del hombre en la Biblia es el pan, que se hacía ya sea con harina de trigo (Mt. 13.33; Lc. 13.21) o de cebada (Jn. 6.9, 13; cf. Jue. 7.13; 2 R. 4.42). Esta última era el ingrediente usual del pan que comía la gente más pobre (cf. Jos. GJ 5.427; y para el costo relativo del trigo y la cebada, Ap. 6.6). El NT da testimonio del método primitivo de utilizar el trigo arrancando las espigas frescas (Lv. 23.14) y de quitar la cáscara frotando con las manos (Dt. 23.25; Mt. 12.1; Mt. 2.23; Mr. 2.23; Lc. 6.1). Cuando esto se realizaba en el campo de otra persona los rabinos lo consideraban como siega y, por lo tanto, se prohibía en el día de reposo (Misná, Shabbath 7.2). Mt. 3.12 = Lc. 3.17; Lc. 22.31 mencionan otros métodos de tratar el trigo. Debemos mencionar especialmente las maṣṣôṯ o tortas sin levadura, las únicas permitidas en los hogares judíos durante los días de la fiesta de la pascua (Ex. 12.19; 13.7, etc.; 1 Co. 5.7s).

(ii) Frutas y aceite. Las huertas producían uvas (Mt. 7.16), de las que proviene el “fruto de la vid” (Mt. 26.29, etc.); y aceitunas, aunque estas últimas (cf. Ro. 11.17ss); Stg. 3.12) nunca se mencionan expresamente como artículo alimentario. Sin embargo, la aceituna producía un aceite de gran utilidad que se empleaba en la preparación de alimentos; y la aceituna misma se preservaba en salmuera. Las aceitunas encurtidas se comían con pan como aperitivo. También podemos mencionar en este contexto una salsa preparada con dátiles, higos, pasas y vinagre llamada arōseṯ que se utilizaba en la comida pascual (Mr. 14.20; Jn. 13.26; en la Misná, Pesaḫim, 2.8; 10.3).

Mt. 7.16 menciona el fruto de la higuera en el mismo contexto que la uva. Ambas eran muy apreciadas en Palestina, mientras que en el otro extremo de la escala social se encontraba el fruto o las vainas del algarrobo que producía las “algarrobas” que el hijo pródigo hubiera querido comer cuando cuidaba los cerdos (Lc. 15.16), aunque en realidad constituían el alimento para dichos animales.

b. Productos animales

(i) *Animales (en el concepto popular). En el mundo judío de la época neotestamentaria las leyes alimentarias se cumplían rigurosamente, especialmente en lo que se refería a la distinción entre animales y aves *limpios e inmundos (Lv. 11.1–23; Dt. 14.4–20; Hch. 10.9ss; el tratado de la Misná denominado ˒Abodah Zarah). La abolición de estas reglas dietéticas es uno de los temas que se destacan en el NT (Mr. 7.18–20; Hch. 15.20, 29; Ro. 14; 1 Co. 8; 10. * Ídolos, Carne ofrecida). Entre los animales limpios se podían comerse (siempre que hubieran sido sacrificados en forma adecuada y se les hubiera sacado toda la sangre, de modo que fueran kosher) podemos mencionar el cabrito (Lc. 15.29) y el becerro (Lc. 15.23), especialmente engordados para ocasiones festivas.

(ii) *Pescado. También los diferentes tipos de pescados estaban clasificados como puros o inmundos de acuerdo con Dt. 14.9s (cf. Lv. 11.9–12). Los relatos de los evangelios familiarizan a los lectores con los nombres de las localidades galileas que formaban el centro de la industria pesquera a orillas del lago. A los primeros discípulos se los conocía como “pescadores” (Mr. 1.16ss y pasajes paralelos). Aparte de la referencia en Lc. 11.11 tenemos la conocida mención de los peces en la alimentación milagrosa de una multitud (Mr. 6.41ss y pasajes paralelos, y Mr. 8.7ss y pasajes paralelos), como así también en las comidas que el Señor resucitado compartió con sus seguidores (Lc. 24.42–43; Jn. 21.9ss). La popularidad del símbolo del pez en las épocas primitivas del cristianismo (cf. el estudio concluyente de F. J. Dölger, , 1928) y el uso del pescado en algunas observancias de la eucaristía en círculos cristianos primitivos probablemente se derivan de estos incidentes en los evangelios.

(iii) Aves. En el NT no se mencionan las aves como artículos alimenticios, excepto en forma general en Hch. 10.12, y lo que puede deducirse de la venta de pajarillos en Mt. 10.29 y Lc. 12.6; pero Lc. 11.12 alude al huevo como alimento.

(iv) Insectos. Entre los insectos comestibles está la langosta que, junto con la miel silvestre, constituía la alimentación de Juan el Bautista en el desierto de Judea (Mt. 3.4; Mr. 1.6).

c. Condimentos

Diversos condimentos se empleaban para aumentar el placer de la comida. El principal era la sal, que tiene la propiedad de añadir sabor a la comida (Job 6.6). Este hecho se convierte en la característica central de ciertas instrucciones éticas en los evangelios (Mt. 5.13; Mr. 9.50; Lc. 14.34) y epístolas (Col. 4.6). Comparar, para el fondo judío del tema, T. W. Manson, The Sayings of Jesus, 1949, pp. 132. La menta, el eneldo, el comino, y la ruda (combinando Mt. 23.23 y Lc. 11.42, que agrega “toda hortaliza”: cf. ExpT 15, 1903–4, pp. 528) continúan la lista de condimentos y *hierbas que se utilizaban para dar sabor a las comidas; y en Mt. 13.31s hay una referencia a la planta de mostaza, cuyas hojas se cortaban y se empleaban para dar sabor. La pequeña semilla de mostaza debía plantarse en los campos, de acuerdo con la costumbre judía, y no en la huerta; y en Palestina la planta podía alcanzar una altura de 3 m. Sobre las diferentes cuestiones relacionadas con el símil de la semilla de mostaza, véase C.-H. Hunzinger, TDNT 7, pp. 287–291 (bibliografía).

Bibliografía.F. Wight, Usos y costumbres de las tierras bíblicas, 1961; H. Kropatschek, E. Tiedtke, G. Braumann, “Comer, comida”, °DTNT, t(t). II, pp. 255–263.

R.P.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

(Del latín, alimonia, alimento, de alere, alimentar)

En el sentido común legal de la palabra, los alimentos son la asignación que por orden de un tribunal un marido paga a su mujer para su mantenimiento mientras ella está viviendo separada de él, o la asignación o provisión que un tribunal ordena que el exmarido pague a la mujer divorciada. Hay dos clases de alimentos, una, los alimentos pendente lite, que es una asignación a la mujer durante un pleito entre ella y su marido, y la otra la asignación o provisión tras el pleito, que se conoce como alimentos permanentes. La jurisdicción exclusiva de las causas matrimoniales en Inglaterra recaía antiguamente en las cortes eclesiásticas. Estos tribunales, no obstante la ley común inglesa, por el que la propiedad de una mujer se convertía en el matrimonio en propiedad de su marido, asignaban a una mujer que era obligada a vivir separada de su marido una parte de la renta de éste para el mantenimiento o alimentos de ella. Al regularse su acción por el derecho canónico, estos tribunales se limitaban a dos clases generales de casos matrimoniales: pleitos por separación (divorcio a mensâ et toro), y pleitos por haberse declarado un matrimonio nulo desde el principio. Los alimentos pendente lite podían concederse en un pleito perteneciente a cualquier clase, pero los alimentos permanentes sólo en un pleito por separación. Pues, al ser accesorios al matrimonio, los alimentos no se concedían en un decreto que declaraba al matrimonio nulo desde su origen.

La falta de pago por el marido le sometía a excomunión, una sentencia del tribunal eclesiástico que el departamento ejecutivo del gobierno civil ejecutaba por medio de su funcionario, el sheriff, a quien se emitía el mandato de excommunicato capiendo, recitando que “potestas regia sacrosanctæ ecclesiæ in querelis suis de esse non debet” (Registrum omnium brevium, 65). Y así se dice que bajo la denominación de estovers, el cobro de alimentos se ejecutaba mediante un mandato de estoveriis habendis. En 1857 se quitó a los tribunales eclesiásticos la jurisdicción en los casos matrimoniales y se estableció el tribunal de divorcio y causas matrimoniales, con facultad de conceder el divorcio absoluto. En ninguno de los estados de los Estados Unidos se ha confiado los casos matrimoniales a tribunales eclesiásticos. Los tribunales en los diversos estados que tienen jurisdicción para conceder alimentos en los casos matrimoniales y las circunstancias en las que pueden concederse han de determinarse a partir de la Constitución, de los estatutos, y de las decisiones de los tribunales de cada estado. Por la antigua ley romana se concedía en favor de un pupilo contra un tutor o procurador infiel un procedimiento en el que el pupilo podía obtener lo que se ha denominado alimentos. En este procedimiento era deber del pretor fijar el carácter y cuantía de los gastos del pupilo, “decernere alimenta”, “y si”, señala Cumin (“Manual de Derecho Civil”, 2ª ed., Londres, 1865, 79) “el tutor comparecía y alegaba falsamente que los medios del pupilo no permitían que se decretaran los alimentos, se le alejaría como suspectus y se le entregaría al Præfectus urbis para su castigo”. El Código Civil del Estado de Luisiana contiene una definición muy amplia de los alimentos como reclamación de sostén. El término se ha usado en la literatura inglesa en el sentido general de sustento. Así, Jeremy Taylor se refiere a los Sacramentos considerándolos como “alimentos espirituales”.Véase el “Nuevo Diccionario Inglés de Principios Históricos” por J.A.H. Murray, Oxford, Nueva York, 1888 s.v. “Alimentos”.

Bibliografía: BLACKSTONE, Commentaries on the Laws of England, I. xv, 441, III, vii, 94 (Filadelfia, 1869); KENT, Commentaries on American Law, Part IV, XXVII, 99 (Filadelfia, 1889); Manby et al. vs. Scott, 1 LEVINZ Rep. 4 (tr. Salkeld); ANON., 2 SHOWER’S Rep. 282; BISHOP, New Commentaries on Marriage, Divorce and Separation (Chicago, 1891), I, § 1386 y nota 1, II, §§ 855, 887, 925; BURN, The Ecclesiastical Law, (9ª ed., Londres, 1842). 508, s.v. Marriage; PHILLIMORE, The Ecclesiastical Law of the Church of England (2ª ed., Londres, 1895), 638, 642; MERRICK, Revised Civil Code of the State of Louisiana (Nueva Orleans, 1900), art. 230; para el derecho escocés, WATSON-BELL, Dictionary and Digest of the Law of Scotland, (Edimburgo, 1890) s.v. Aliment.

Fuente: Sloane, Charles. “Alimony.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/01313a.htm

Traducido por Francisco Vázquez.

Fuente: Enciclopedia Católica