AMOR, FIESTAS DE

La Biblia no dice cómo eran estas fiestas de amor ni indica con cuánta frecuencia se celebraban. (Jud 12.) Ni el Señor Jesucristo ni sus apóstoles mandaron celebrarlas, y es obvio que no se deben considerar como algo obligatorio o de carácter permanente. Se ha dicho que eran ocasiones en las que los cristianos más ricos celebraban banquetes e invitaban a sus compañeros creyentes pobres. Así­, todos juntos —huérfanos, viudas, hermanos acomodados y los de escasos recursos— participaban de una comida abundante en un ambiente de hermandad cristiana.
Tertuliano, escritor cristiano de los siglos II y III, describe las fiestas de amor y dice que antes de reclinarse a la mesa, los participantes ofrecí­an una oración a Dios. Comí­an y bebí­an con moderación, solo lo suficiente para satisfacer su hambre y su sed, pues recordaban que debí­an adorar a Dios incluso de noche. Su conversación denotaba que sabí­an que el Señor estaba escuchando. Cada uno cantaba un cántico, y la fiesta terminaba con oración. (Apologí­a contra los gentiles, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1947, cap. XXXIX, págs. 103, 104.)
De la palabra que se usa para designarlas —a·gá·pe— se desprende que originalmente se celebraban con buena intención. Esta es la misma palabra griega empleada con referencia a la forma de amor más elevada: amor basado en principios, la clase de amor que la Biblia dice que †œDios es†. (1Jn 4:8.) En Gálatas 5:22 se dice que este amor es un fruto del espí­ritu y en 1 Corintios 13:4-7 se describe con todo detalle.

No era la Conmemoración de la Cena del Señor. No parece haber ninguna base para relacionar aquellas fiestas con la Conmemoración de la Cena del Señor, como han hecho algunos, que incluso han llegado a matizar que las fiestas de amor solí­an celebrarse antes o después de la Conmemoración. Esta última era una observancia anual que tení­a lugar el dí­a 14 del mes lunar de Nisán, mientras que parece ser que las fiestas de amor se celebraban con cierta frecuencia, y no necesariamente en una fecha fija. Después de condenar ciertos excesos relacionados con la Conmemoración, pues habí­a quienes se llevaban la cena al lugar donde se celebraba la Cena del Señor, el apóstol Pablo dijo: †œCiertamente ustedes sí­ tienen casas para comer y beber, ¿verdad? […] Si alguno tiene hambre, que coma en su casa†. (1Co 11:22, 34.) Es obvio que habí­a que observar esta ocasión con seriedad, meditar en su significado y no dedicarse a comer y beber en el mismo lugar de su celebración.
Las fiestas de amor tampoco tienen que ver con la alusión que se hace en Hechos 2:42, 46 y 20:7 a †œtomar comidas† (†œel partimiento del pan†, Val). En aquel tiempo el pan solí­a hacerse en forma de tortas delgadas, y cuando se hací­a sin levadura, era crujiente. Por ello, no se acostumbraba a cortar el pan, sino a partirlo, lo que dio origen a la expresión †œel partimiento del pan† para referirse, por lo general, al acto de compartir una comida cualquiera. (Hch 2:46, Val; compárese con NM.)

Uso indebido. Las fiestas de amor llegaron a ser objeto de diversos abusos por parte de los que no tení­an el punto de vista espiritual apropiado, así­ que, como ni el Señor Jesucristo ni sus apóstoles mandaron que se celebraran, sino que solo eran una costumbre, con el tiempo dejaron de celebrarse. Las palabras de Judas indican que algunos se juntaban en estas ocasiones con malos motivos: †œEstos son las rocas escondidas bajo agua en sus fiestas de amor mientras banquetean con ustedes, pastores que se apacientan a sí­ mismos sin temor†. (Jud 12.) Pedro también hizo referencia a que dentro de la congregación cristiana se infiltrarí­an malhechores y otros que enseñarí­an doctrinas falsas. Dijo: †œEllos consideran un placer el vivir lujosamente durante el dí­a. Son manchas y tachas, que se entregan con desenfrenado deleite a sus enseñanzas engañosas mientras banquetean junto con ustedes†. (2Pe 2:13.) En vista de que siempre, incluso en la actualidad, los cristianos han disfrutado de compañerismo agradable y se han ayudado unos a otros materialmente cuando ha estado dentro de sus posibilidades, no hay ninguna razón para restablecer las fiestas de amor como una costumbre en la congregación cristiana. (Snt 1:27; 2:15.)

Fuente: Diccionario de la Biblia