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ANTIOQUIA DE SIRIA

ANTIOQUIA DE SIRIA

Antioquí­a de Siria estaba situada en las riberas del rí­o Orontes, como a 24 Kms. del mar Mediterráneo, y es importante en la historia intertestamentaria y la del Nuevo Testamento. El nombre moderno que lleva es Antakya, Turquí­a. Fue fundad por
Seleuco Nicator (Seleuco el primero) cerca de 300 a. de J.C., se le llamó así­ en honor de su padre Antí­oco. Estaba en la ruta que iba del mar Mediterráneo a Mesopotamia y Arabia, y era llamada la «puerta del oriente». Fue engrandecida y embellecida por varios reyes, y después que llegó a ser capital de la provincia Romana de Siria, varios de los emperadores contribuyeron a su embellecimiento. Tení­a una gran biblioteca y escuela, y cuando Roma se hizo poderosa era llamada la «reina del Oriente». Pronto vino a ser la tercera ciudad en importancia en el Imperio
Romano, Roma primera y Alejandrí­a segunda.
De 115 a 588 d. de J.C., un perí­odo de casi 500 años, sufrió grandemente por terremotos, y por lo menos siete pueblos cercanos fueron destruidos. También sufrió guerras, y fue saqueada por lo menos 15 veces. Las más importantes para nuestra consideración fueron la subyugación por el rey persa, 540 d. de J.C.; por los sarracenos 638 d. de J.C.; por los turcos 1084 d. de J.C.; por las cruzadas, 1098 d. de J.C., que fue cuando vino a ser la capital del principado cristiano.
Aunque no estaba al lado del mar, su situación era tan favorable que pronto llegó a ser un gran centro comercial. Su población era cosmopolita; estaba compuesta de sirios, griegos, judí­os, romanos y de grupos pequeños de otras naciones. Estas condiciones hicieron a sus habitantes turbulentos, vigorosos y agresivos; era el lugar apropiado para comenzar algo nuevo. Se hicieron notorios por su gran habilidad comercial, asimismo como por el libertinaje en los placeres en que ellos participaban. La ciudad no perdió su importancia hasta que la conquista árabe restauró a Damasco al primer lugar entre las ciudades sirias. Hoy no es muy importante; tiene como 30.385 habitantes, y desde 1939 ha pertenecido a Turquí­a. Antioquí­a llegó a ser la cuna de las misiones cristianas. Durante el tiempo de Crisóstomo se dice que como la mitad de sus 200.000 habitantes eran cristianos. Jerusalén ha sido llamada la primera capital, o el lugar del cual se extendió todo el movimiento; Antioquí­a fue la segunda capital o lugar de donde fueron promovidas las misiones entre los gentiles; Efeso, la capital de la cual toda el Asia Menor fue evangelizada. Esta posición central en la extensión del cristianismo le dio un lugar importante en la literatura cristiana primitiva, y especialmente en el libro de los Hechos, como se verá enseguida.
Nicolás, un prosélito de Antioquí­a, fue hecho diácono, Hechos 6:5.
Los cristianos, huyendo de la persecución en Jerusalén, establecieron el cristianismo allí­, Hechos 11:19-27.
La iglesia de Antioquí­a mandó una ofrenda a Jerusalén por medio de Pablo y de Bernabé, Hechos 11:27-30; y Juan Marcos volvió con ellos, Hechos 12:25. Fue el centro de donde Pablo hizo su gran trabajo misionero, Hechos 13:2;
14:26; 18:22-23.
De aquí­ Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén y consiguieron el apoyo de los judí­os para su trabajo entre los gentiles, Hechos 15.
Aquí­ Pablo y Pedro tuvieron una discusión sobre doctrina, Gálatas 2:11 y siguientes.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

Antioquía en el Orontes, hoy Antakya en el SE de Turquía, unos 500 km al N de Jerusalén, fue fundada ca. 300 a.C. por Seleuco I Nicátor después de su victoria contra Antígono en Iso (310 a.C.). Era la más famosa de dieciséis Antioquías fundadas por Seleuco en honor de su padre. Edificada al pie del mte. Silpio, daba sobre el río navegable Orontes y contaba con un puerto marítimo, el Seleucia Pieria. Si bien la población de Antioquía fue siempre heterogénea, Josefo dice que los Seléucidas alentaron a los judíos a emigrar hacia allí en grandes cantidades, y les dieron plenos derechos ciudadanos. (Ant. 12. 119).

Antioquía cayó ante Pompeyo en 64 a.C., y él la convirtió en ciudad libre. Llegó a ser la capital de la provincia romana de Siria, y fue la tercera ciudad del imperio. Los Seléucidas y los romanos levantaron magníficos templos y otros edificios.

Ya bajo los Seléucidas sus habitantes adquirieron reputación por su energía, su insolencia y su inestabilidad, condiciones que se manifestaron en una serie de revueltas contra el dominio romano. No obstante, Antioquía era renombrada por su cultura, habiendo sido elogiada en este sentido por nada menos que Cicerón (Pro Archia 4). Cerca de la ciudad se encontraban los renombrados bosquecillos de Dafne, y un santuario dedicado a Apolo, cuyos ritos orgiásticos se realizaban en nombre de la religión. A pesar de su mal tono moral, la vida en Antioquía a comienzos de la era cristiana era rica y variada.

Aparte de Jerusalén misma, ninguna otra ciudad estuvo tan íntimamente relacionada con los comienzos del cristianismo. Nicolás, uno de los siete “diáconos” de Hch. 6.5, era de Antioquía, y había sido anteriormente un gentil convertido al judaísmo. Durante la persecución que siguió a la muerte de Esteban, algunos de los discípulos llegaron hasta Antioquía en el N (Hch. 11.19), les predicaron a los judíos. Posteriormente otros levaron el cristianismo a la población griega, y cuando se produjeron numerosas conversiones la iglesia de Jerusalén mandó a Bernabé a Antioquía. Después de estudiar la situación este fue a Tarso y trajo consigo a Saulo. Allí ambos enseñaron durante un año entero. Allí, también, los discípulos fueron llamados “cristianos” por primera vez (Hch. 11.26).

El carácter esforzado de los cristianos en Antioquía se deja ver en la forma en que enviaron limosnas a la iglesia madre en Jerusalén en ocasión de una gran hambre (Hch. 11.27–30). No era más que justo que la ciudad en la que se fundó la primera iglesia gentil, y donde a los cristianos se les diera, tal vez con sentido sarcástico, su nombre característico, fuera la cuna de las misiones cristianas extranjeras (Hch. 13.1–3). Pablo y Bernabé partieron desde el puerto marítimo de Antioquía con destino a Chipre. Este primer viaje al Asia Menor concluyó cuando Pablo y Bernabé volvieron a Antioquía e informaron a la iglesia reunida.

Algunos de los que se refugiaron allí a causa de la persecución iniciada tras la muerte de Esteban, habían tomado la iniciativa de predicarles a los gentiles en las mismas condiciones que a los judíos (Hch. 11.20). El problema gentil culminó cuando algunos judíos visitaron Antioquía y proclamaron la necesidad de la circuncisión para los gentiles como requisito previo para hacerse cristianos. Oponiéndose a este principio, la iglesia de Antioquía mandó a Jerusalén una delegación encabezada por Pablo y Bernabé a fin de debatir la cuestión (Hch. 15.1–2).

Bajo la presidencia de Jacobo, la cuestión de si la circuncisión había de ser obligatoria o no para los cristianos gentiles se discutió ampliamente. Pedro ya se había tenido que enfrentar con las dificultades que ofrecían las relaciones entre los judíos y los gentiles en niveles que no fueran los comerciales (Hch. 10.28). Aunque aparentemente era favorable a tales contactos, había sido censurado por la iglesia de Jerusalén por comer en compañía de incircuncisos (Hch. 11.3; cf. Gá. 2.12). Ahora ya reconocía que Dios no había hecho diferencia entre judío y gentil después de Pentecostés.

Después de que Pablo hubo relatado las bendiciones de que habían sido objeto los gentiles, Jacobo expresó la opinión de que a los conversos gentiles sólo se les exigiese que se abstuvieran de sangre, de cosas estraguladas, de la idolatría, y de la inmoralidad. Dichos requisitos fueron incluidos en la carta apostólica a las iglesias de Antioquía y la provincia correspondiente. Pablo regresó a Antioquía como el apóstol reconocido para predicar a los de la incircuncisión (Hch. 15.22–26).

Existen buenas razones a favor del criterio de que *Gálatas fue escrita poco antes del concilio de Jerusalén, posiblemente desde Antioquía. Parecería que el concilio resolvió en principio las cuestiones por las que Pablo tuvo que contender en dicha carta.

Pablo comenzó y terminó su segundo viaje misionero en Antioquía. Esta notable ciudad vio también el comienzo de su tercera visita misionera. Su fervor evangelístico le otorgó a Antioquía un lugar importante en la historia subsiguiente de la iglesia. Las excavaciones arqueológicas en el lugar han puesto al descubierto más de veinte iglesias en ruinas que datan del ss. IV d.C.

Véase G. Downey, Ancient Antioch, 1963.

R.K.H., C.J.H.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico