ARAMEO

lengua semí­tica de los arameos, cuyo alfabeto es de origen fenicio. El a. llegó a ser la lengua internacional del Próximo Oriente, sustituyendo al acádico, se hablaba en Palestina en tiempos de Cristo y hasta mucho después. En ella se escribieron varias partes de las Sagradas escrituras, posiblemente Daniel escribió en a., algunos apartes de Esdras fueron escritas en esta lengua. Como el a. se convirtió en lengua común en Palestina y muchos judí­os no entendí­an el hebreo, se hizo corriente la traducción, en hebreo targum, e interpretación de textos de las Escrituras en la sinagoga, como se lee en Ne 8, 8. En Qumrán se encontraron varias de estas traducciones.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Idioma semita del occidente, muy relacionado con el heb., que desarrolló varios dialectos. Labán usaba el arameo mientras que Jacob usaba el heb. (Gen 31:47). El arameo era el idioma de la diplomacia asiria (2Ki 18:26; Isa 36:11). El arameo y el heb. eran tan diferentes que los ciudadanos de Jerusalén no comprendí­an a aquél. Jer 10:11 está en arameo, una respuesta de los judí­os a sus conquistadores que hablaban arameo y querí­an seducirlos a adorar a í­dolos (también Dan 2:4—Dan 7:28; Ezr 4:8—Ezr 6:18; Ezr 7:12-26). En el AT aparecen algunos nombres de lugares y nombres personales arameos, como Tabrimón (1Ki 15:18) y Hazael (2Ki 8:8 ss.). Hay varias palabras y frases arameas en el NT como son Talita, cumi (Mar 5:41), Efata (Mar 7:34), Elí­, Elí­, Lama sabactani (Mat 27:46; Mar 15:34), Maranatha (1Co 16:22), Abba (Mar 14:36; Rom 8:15; Gal 4:6). Casi se puede decir con seguridad que nuestro Señor habitualmente hablaba arameo y ocasionalmente el gr. y
podí­a leer y hablar en hebreo.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

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Idioma oriental hablado por el pueblo de los arameos. Este pueblo habitaba la parte norte de Palestina y al sur de Siria desde el siglo XII en que parece que surge en la región procedente de Mesopotamia. En la Biblia se le asocia con los grupos nacidos de Tareh, el padre de Abraham, entre los que, a través de Najor, surge Aram. (Gen 22.21.)

Sea lo que sea la leyenda bí­blica, parece que el idioma de este pueblo, lengua semita noroccidenta,l se difundió más que las lenguas cananeas, que habí­a adoptado los israelitas al entrar en la tierra prometida.

Fue probablemente el trasiego de las caravanas comerciales las que contribuyeron a esta influencia. Y la práctica llegó a generalizarse con el trasiego de pueblos impuesto por los Asirios y por los Babilonios en sus conquistas territoriales en torno el siglo VII y VI a. C y con la unificación lograda por los persas. Al volver los israelitas de la Cautivad, la lengua se hizo normal en la población y el hebreo quedó reservado para el culto y, por lo tanto, para los libros sagrados que se conservaban, transcribí­an y transmití­an de esta forma.

Era el lenguaje usual del pueblo en los tiempos de Cristo. El Señor lo habló habitualmente con toda seguridad, al igual que Marí­a y José. Incluso es probable que lo hizo en las diversas formas dialectales existentes: el galileo, el samaritano, el judaico.

Es posible que Jesús conociera también algo el griego común, que dominaba en los colonizadores romanos y en la “Galilea de las naciones”, sobre todo en Cafarnaúm, “la ciudad de Jesús” (Mt. 9.1; Lc. 4.31), ciudad de comerciantes al final de la ruta de las caravanas.

Con toda probabilidad entendió también el sagrado lenguaje hebreo, en el que leyó en ocasiones según consta en la Escritura: Lc. 4 16-20 y Jn. 18.20; Lc. 6.6; Mt. 4. 23; Mt. 13. 53; Mc. 6. 1.6.

Todos estos idiomas se hací­an compatibles con el popular arameo, ante la diversidad de culturas que se interrelacionaban en aquel rincón sometido y colonizado por los romanos.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Antiguo idioma semita relacionado estrechamente con el hebreo y hablado en un principio por los arameos. (Véase ARAM núm. 5.) Sin embargo, con el transcurso del tiempo llegó a abarcar varios dialectos (a algunos de los cuales se les considera idiomas independientes) y tuvo un uso extenso, sobre todo en el SO. de Asia. El arameo se empleó desde el II milenio a. E.C. hasta poco más o menos el año 500 E.C. Es uno de los tres idiomas en los que se escribió originalmente la Biblia. El término hebreo ´Ara·mí­th se emplea cinco veces en el texto bí­blico y se traduce †œen el lenguaje sirí­aco† o †œen el lenguaje arameo†. (2Re 18:26; Isa 36:11; Da 2:4; Esd 4:7 [dos veces].)
En Esdras 4:8 a 6:18 y 7:12-26; Jeremí­as 10:11 y Daniel 2:4b a 7:28 se encuentran ejemplos del arameo bí­blico, llamado antes caldeo. También se utilizan expresiones arameas en otros pasajes de la Biblia, pero el intento de algunos escriturarios de relacionar el origen de palabras hebreas con el arameo se basa en meras conjeturas.
No debe sorprender que en la Biblia se utilicen expresiones arameas, pues los hebreos tuvieron una relación muy dilatada con los arameos y su idioma. Entre las primeras traducciones orales de las Escrituras Hebreas a otros idiomas estuvieron los targumes arameos, aunque no se pusieron en forma escrita hasta varios siglos después de haberse producido la Versión de los Setenta griega, iniciada alrededor de 280 a. E.C.

El idioma. El arameo y el hebreo están comprendidos en la familia noroccidental de idiomas semitas. Aunque el arameo difiere considerablemente del hebreo, es un idioma afí­n a este, cuyo alfabeto consta de las mismas letras con los mismos nombres. Igual que el hebreo, el arameo se escribe de derecha a izquierda y en un principio su escritura era consonántica. No obstante, los masoretas añadieron puntos vocálicos al arameo usado en la Biblia, al igual que hicieron con el hebreo. Al estar en contacto con otros idiomas, el arameo recibió su influencia. En el arameo bí­blico no solo se hallan varios nombres propios de localidades y personas hebreas, acadias y persas, sino que, además, se ve influencia hebrea en los términos religiosos; influencia acadia, en particular en los términos polí­ticos y comerciales, e influencia persa, en los términos relacionados con asuntos polí­ticos y legales.
Además de escribirse como el hebreo, se le parece en las inflexiones verbales, nominales y pronominales. Los verbos tienen dos tiempos: el imperfecto, que denota una acción inconclusa, y el perfecto, que significa una acción completada. En arameo el nombre puede ser, según su número, singular, dual y plural, y tiene dos géneros: masculino y femenino. Se diferencia de otros idiomas semitas en el predominio del sonido vocal a y en otros aspectos, como en ciertas preferencias consonánticas: el empleo de la d por la z y la t por la sch.

Divisiones básicas. Por lo general, el arameo se divide en occidental y oriental, pero, desde un punto de vista histórico, se han reconocido los siguientes cuatro grupos: arameo antiguo, oficial, levantino y oriental. Algunos han indicado que es muy probable que durante el II milenio a. E.C., se hablaran varios dialectos arameos en la Media Luna Fértil, Mesopotamia y sus inmediaciones. En Génesis 31:47 es posible apreciar una diferencia entre las formas primitivas del hebreo y arameo. Jacob y Labán levantaron un montón de piedras como testimonio entre ellos después de reconciliarse. Labán lo llamó †œJegar-sahadutᆝ, en arameo (sirio), mientras que Jacob lo denominó, en hebreo, †œGaleed†, aunque ambas expresiones significan lo mismo, †œMajano de Testimonio†.
Se ha llamado arameo antiguo al idioma de ciertas inscripciones descubiertas en la parte septentrional de Siria que, según parece, datan de los siglos X al VIII a. E.C. Con el tiempo, un nuevo dialecto arameo llegó a ser la lengua franca o idioma internacional auxiliar del Imperio asirio, sustituyendo al acadio en la correspondencia oficial gubernamental con las zonas remotas del imperio. Por el uso que se le dio, a esta forma de arameo se la conoce como †œarameo oficial†, y se siguió utilizando durante la hegemoní­a babilonia (625-539 a. E.C.) y, después, bajo la dominación persa (538-331 a. E.C.). En ese tiempo en particular tuvo un amplio uso, siendo el idioma oficial del gobierno y el comercio en una extensa zona, como lo atestiguan los descubrimientos arqueológicos, puesto que aparece en los registros de tablillas cuneiformes, en ostraca, papiros, sellos, monedas, inscripciones sobre piedra y hallazgos similares. Se han encontrado estos objetos en lugares como Mesopotamia, Persia, Egipto, Anatolia, Arabia septentrional y regiones tan septentrionales como los montes Urales y tan orientales como Afganistán y el Kurdistán. El uso del †œarameo oficial† continuó durante el perí­odo helení­stico (323-30 a. E.C.).
Parece que es este †œarameo oficial† el que se encuentra en los escritos de Esdras, Jeremí­as y Daniel. Las Escrituras también dan testimonio de que el arameo fue la lengua franca de aquellos tiempos. Así­, en el siglo VIII a. E.C., los voceros asignados por el rey Ezequí­as de Judá suplicaron a Rabsaqué, representante del rey asirio Senaquerib: †œHabla, por favor, a tus siervos en el lenguaje sirí­aco [arameo], porque estamos escuchando; y no nos hables en el lenguaje de los judí­os a oí­dos de la gente que está sobre el muro†. (Isa 36:11; 2Re 18:26.) Los funcionarios de Judá entendí­an el arameo o sirio, aunque todo parece indicar que en aquella época la gente común hebrea de Jerusalén no lo comprendí­a.
Algunos años después del regreso de los judí­os del exilio en Babilonia, el sacerdote Esdras leyó el libro de la Ley a los judí­os congregados en Jerusalén y varios levitas se lo fueron explicando al pueblo, tal como dice Nehemí­as 8:8: †œContinuaron leyendo en voz alta del libro, de la ley del Dios verdadero, la cual se exponí­a, y habí­a el ponerle significado; y continuaron dando entendimiento en la lectura†. Esta exposición o interpretación quizás haya supuesto parafrasear el texto hebreo en arameo, posiblemente debido a que los hebreos habí­an adoptado el idioma arameo durante su estancia en Babilonia. No obstante, también debió incluir un comentario del texto, de modo que los judí­os, aun en el caso de que entendieran el hebreo, comprendieran mejor el significado profundo de lo que se estaba leyendo.

¿En qué idioma habló Jesús? Existen bastantes diferencias de opinión respecto a este asunto entre los escriturarios. Sin embargo, el profesor G. Ernest Wright dice en cuanto a los idiomas que se hablaban en Palestina cuando Jesucristo estuvo sobre la Tierra: †œEn las calles de las ciudades más importantes se oirí­a hablar en diversos idiomas. Los más comunes eran, evidentemente, el griego y el arameo, y casi todos, incluso los habitantes de las ciudades †˜modernas†™ u †˜occidentales†™, como Samaria y Cesarea, serí­an capaces de entenderse en ambos, aunque el griego serí­a allí­ el más hablado. Los soldados y funcionarios romanos hablarí­an entre sí­ el latí­n, mientras que los judí­os ortodoxos se entenderí­an en una variedad tardí­a del hebreo, un idioma que, según nuestros conocimientos, no era ni hebreo clásico ni arameo, a pesar de sus semejanzas con ambos†. A continuación, el profesor Wright pasa a comentar sobre el idioma que debió hablar Jesús: †œSe ha discutido mucho en qué lengua se expresarí­a Jesús. No contamos con medio alguno para saber si era capaz de hablar en latí­n o en griego, pero en su predicación al pueblo se servirí­a del arameo o del hebreo popular, fuertemente teñido de aramaí­smo. Cuando Pablo se dirigió al tumulto en el templo, se afirma que lo hizo en hebreo (Hch 21,40). Los investigadores, en general, entienden que se trata del arameo, pero también es muy posible que el idioma hablado por entonces entre los judí­os fuese una forma popular del hebreo†. (Arqueologí­a bí­blica, 1975, págs. 349, 350.)
Cabe la posibilidad de que Jesús y sus primeros discí­pulos —como el apóstol Pedro— hablasen, al menos en ocasiones, el arameo de Galilea, pues la noche de la detención de Jesús le dijeron a Pedro: †œCiertamente tú también eres uno de ellos, porque, de hecho, tu dialecto te denuncia†. (Mt 26:73.) Tal vez hayan hecho este comentario porque en ese momento Pedro se expresó en el arameo galileo, si bien esto no se sabe a ciencia cierta, o porque habló en hebreo con una pronunciación tí­picamente galilea, diferente a la del hebreo hablado en Jerusalén y en el resto de Judea. Algún tiempo antes, cuando Jesús habí­a ido a Nazaret, en Galilea, y habí­a entrado en la sinagoga, después de leer del rollo de Isaí­as, seguramente escrito en hebreo, habí­a dicho: †œHoy se cumple esta escritura que acaban de oí­r†. No hay indicio alguno de que Jesús haya traducido este pasaje al arameo, una prueba de que las personas que estaban presentes en aquella ocasión entendí­an con facilidad el hebreo bí­blico. (Lu 4:16-21.) También es obligado decir que cuando en Hechos 6:1 se hace referencia a un suceso ocurrido poco después del Pentecostés de 33 E.C., se menciona que habí­a en Jerusalén judí­os de habla griega y judí­os de habla hebrea.
El profesor Harris Birkeland (The Language of Jesus, Oslo, 1954, págs. 10, 11) dijo que el hecho de que el arameo fuese la lengua escrita en Palestina durante la época de Jesús no significaba necesariamente que fuese la que hablaba la mayorí­a. Además, el que los papiros de Elefantina, pertenecientes a una colonia judí­a radicada en Egipto, estuviesen escritos en arameo tampoco prueba que fuese el idioma principal o común en su tierra natal, ya que el arameo era, a la sazón, una lengua literaria internacional. Es cierto que las Escrituras Griegas Cristianas contienen un gran número de expresiones arameas, expresiones que hasta el propio Jesús usó, pero, como arguye Birkeland, tal vez Jesús soliera hablar en hebreo común, aunque de vez en cuando empleara expresiones arameas.
Si bien no es demostrable que la gente común no conociera el arameo, como Birkeland afirma, parece que cuando Lucas —médico y hombre culto— dice que Pablo se dirigió a los judí­os en †œel lenguaje hebreo† y que después afirmó haber oí­do una voz del cielo que le habí­a hablado en ese mismo idioma, no se refiere a otra cosa sino a un tipo de hebreo (tal vez no el hebreo antiguo), y no al arameo. (Hch 22:2; 26:14.)
En apoyo de que en el tiempo de Jesús se hablaba en Palestina algún tipo de hebreo, están las referencias antiguas que aducen que en principio el apóstol Mateo escribió su evangelio en ese idioma. Eusebio de Cesarea, por ejemplo (siglos III y IV), dijo que †œel evangelista Mateo escribió su evangelio en lengua hebrea†. (Patrologia Graeca, vol. XXII, col. 941.) En el mismo sentido se expresó Jerónimo (siglos IV y V) en el capí­tulo III de su obra De viris inlustribus (Sobre los hombres ilustres): †œMateo, también conocido como Leví­, que pasó de publicano a ser apóstol, escribió en Judea un evangelio de Cristo primeramente en lengua y caracteres hebreos para provecho de los circuncisos que habí­an creí­do […]. Lo que es más, el texto hebreo se conserva hasta este dí­a en la biblioteca de Cesarea, que con tanto celo ha enriquecido el mártir Pánfilo†. (Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur, edición de E. C. Richardson, Leipzig, 1896, vol. 14, págs. 8, 9.) Por consiguiente, durante su vida humana, Jesús habló un tipo de hebreo propio de su época y un dialecto arameo. (Véase HEBREO II.)

Fuente: Diccionario de la Biblia