BARUC

Jer 32:12 di la carta de venta a B hijo de Nerías
Jer 36:4 llamó Jeremías a B hijo de Nerías
Jer 43:3 sino que B .. te incita contra nosotros
Jer 45:1 palabra que habló .. Jeremías a B hijo de


Baruc (heb. Bârûk, «bendecido [bendito, bienaventurado]»; también aparece en trozos de cerámica inscriptos de Samaria y en impresiones de sellos de Jerusalén). 1. Hombre que trabajó en la construcción del muro de Jerusalén en tiempos de Nehemí­as (Neh 3:20), probablemente el mismo que firmó el pacto con Nehemí­as (Neh 10:6). 2. Habitante postexí­lico de Judá (Neh 11:5). 3. Escriba y estrecho colaborador del profeta Jeremí­as. Era hijo de Nerí­as (Jer 32:12); Josefo afirma que provení­a de una familia eminente. Baruc escribió una serie de profecí­as de amenazas que Jeremí­as le dictó en el 4º año de Joacim, y las leyó públicamente al año siguiente (36:1-20). Los prí­ncipes informaron del hecho al rey, quien, una vez que le fue leido el rollo, lo cortó en pedazos y lo quemó y ordenó que el profeta y su escriba fueran aprisionados. Para escapar de la ira del rey, ambos se escondieron (vs 21-26). Jeremí­as dictó de nuevo las profecí­as, que Baruc volvió a escribir, a las que añadió muchas más (vs 27-32). En relación con la escritura del rollo, Baruc se desanimó tanto que el Señor le envió un mensaje especial de consuelo (45:1-5). Durante el sitio final de Jerusalén, Jeremí­as confió a Baruc la escritura del campo comprado a su tí­o en Anatot (Jer 32:6-16, 43, 44). Baruc viajó con Jeremí­as a Mizpa después de la caí­da de Jerusalén; fue acusado de influir sobre Jeremí­as para que disuadiera al pueblo de ir a Egipto después del asesinato de Gedalí­as; fue obligado por los judí­os, junto con el Profeta, a acompañarlo a ese paí­s (43:1-7); y allí­ termina la historia de su vida. Más tarde, los judí­os lo consideraron el autor de varios libros: el apócrifo Baruc, el seudoepigráfico Apocalipsis de baruc, y otros. Véanse Apócrifos; Seraí­as; Seudoepigráficos. Bib.: FJ-AJ x.9.1.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

bendito. Nombre de varón. 1. Hijo de Zabay. Tras volver del cautiverio en Babilonia, B. es uno de los voluntarios que reconstruyeron la muralla, y reparó desde el íngulo hasta la puerta de la casa del sacerdote Eliasib, Ne 3, 20. 2. Uno de los que firman el acta de compromiso de seguir la ley de Dios, tras el exilio, Ne 10, 7, tal vez el mismo personaje del numeral 1. 2. Uno de los judí­os pobladores de Jerusalén, descendiente de Judá, tras el exilio, hijo de Kol José, Ne 11, 5. 3. Hijo de Neriyí­as, secretario, amanuense, del profeta Jeremí­as, Jr 32; 36; 43; 45; Ba 1, 1. B. es uno de los Profetas Menores, cuyo libro no está en el canon de la Biblia hebrea, pero sí­ aparece en la versión griega Septuaginta, que lo sitúa entre Jeremí­as y las Lamentaciones, así­ como pone aparte la Carta de Jeremí­as; la Vulgata coloca el libro de B. después de Lamentaciones y le agrega la Carta de Jeremí­as. Es uno de los libros deuterocanónicos de la Iglesia católica y la ortodoxa; las iglesias protestantes lo excluyeron de su canon, lo tienen por apócrifo. Los temas del libro de B., así­ como los estilos literarios dan para pensar que se trata de uno de los tantos casos de pseudoepigrafí­a que se encuentran en la Escritura, lo que también dificulta datar el escrito. Es decir, B. es una compilación de varios autores, hecha ca. siglo II d. C., de textos, posiblemente escritos en hebreo, pero que hasta ahora sólo se conocen en griego. Así­, esta obrita se puede dividir en cuatro partes, en cada una de las cuales encontramos un género literario diferente: 1. Introducción histórica, Ba 1, 1-14. 2. Oración penitencial, que comprende la confesión de los pecados de los padres y reconocimiento de la propia culpabilidad, cuyo el castigo divino ha sido el destierro, y una súplica, Ba 1, 15-22; 3, 8. Esta parte es una confesión nacional, como en Esd 9; Ne 9; Sal 106 (105); Dn 9, 4-19. 3. Poema sapiencial, en la lí­nea de Job, Proverbios, Sirácida, en el cual identifica la sabidurí­a con la Ley o Torá, Ba 3, 9; 4, 4. 4. Fragmento profético, inspirado en el Segundo Isaí­as, Is 40, 4; 41, 19; 42, 15-16; 49, 11. En esta parte, B. escribe contra la infidelidad de Israel al Señor, así­ como sobre la esperanza en la restauración de Israel, Ba 4; 5.

Por último la Carta de Jeremí­as, en contra de la idolatrí­a, Ba 6.

De B. se le atribuyen dos apocalipsis uno en griego y otro en sirí­aco, ambos apócrifos.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., barukh, bendito).
1. Hijo de Nerí­as y hermano de Seraí­as (Jer 36:32), de una familia de prí­ncipes. Era el amigo de confianza (Jer 32:12) y secretario (Jer 36:4 ss.) del profeta Jeremí­as.

Jeremí­as dictaba sus profecí­as a Baruc, quien las leí­a al pueblo (cap. 36). Más tarde Baruc volvió a escribir los oráculos del profeta con adiciones (Jer 36:27-32). Después del asesinato de Gedalí­as, los dirigentes lo acusaron de influir indebidamente a Jeremí­as cuando éste urgí­a al pueblo a permanecer en Judá (Jer 43:3), hecho que nos muestra cuán grande influencia se creí­a que Baruc tení­a sobre su señor. Fue llevado a Egipto con Jeremí­as (Jer 43:6). Después, ya no hay registros confiables sobre él.

El alta estima en que se tení­a a Baruc se muestra por el gran número de escritos espurios que le fueron atribuidos.
2. Un hombre que ayudó a Nehemí­as en la reconstrucción de los muros de Jerusalén (Neh 3:20).
3. Un sacerdote que firmó el pacto con Nehemí­as (Neh 10:6).
4. El hijo de Goljoze, descendiente de Fares (Neh 11:5).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Bendito). Nombre de personas del AT.

1. Personaje que colaboró †œcon todo fervor† en la reconstrucción del muro de Jerusalén en tiempos de Nehemí­as (Neh 3:20). Posiblemente el mismo que firmó el †¢Pacto de Nehemí­as (Neh 10:6).

. Padre de Maasí­as, un miembro de la tribu de Judá, de los que regresaron del exilio y quedaron viviendo en Jerusalén (Neh 11:5).

. Escriba, secretario o amanuense del profeta Jeremí­as. Cuando éste va a comprar una heredad dice: †œY di la carta de venta a B. hijo de Nerí­as, hijo de Maasí­as…. y di orden a B. …† (Jer 32:12-13), lo cual indica que estaba a su servicio. Más tarde, Jeremí­as llama a su secretario †œy escribió B. de boca de Jeremí­as, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le habí­a hablado† (Jer 36:4). Se deja constancia de su obediencia: †œY B. hijo de Nerí­as hizo conforme a todas las cosas que le mandó Jeremí­as profeta…† (Jer 36:8). Esto incluí­a que el libro dictado por Jeremí­as fuera leí­do †œen la casa de Jehová, en el aposento de Safán escriba†, lo cual fue comunicado a varios miembros de la corte del rey †¢Joacim, quienes llamaron a B. e hicieron que les leyera el libro. Tras despedirlo, llevaron el documento al rey, que sólo escuchó unos párrafos y luego lo quemó. Joacim mandó a buscar a B. para meterlo preso, así­ como a Jeremí­as †œpero Jehová los escondió† (Jer 36:26). Jeremí­as volvió a dictar a B. el libro con las mismas palabras †œy aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes† (Jer 36:32). Como Jeremí­as recomendaba que no se luchara contra los caldeos, algunos nobles creyeron que esa postura provení­a de B. (†œ… hijo de Nerí­as te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos† [Jer 43:13]). Cuando algunos judí­os deciden huir a Egipto, se llevan también a Jeremí­as y a B. (Jer 43:6). Los muchos sufrimientos hicieron que B. se quejara, por lo cual Dios envió una profecí­a dirigida a él por boca de Jeremí­as en la cual le dice que no buscara grandezas, porque tampoco era agradable para Dios castigar a su pueblo (†œHe aquí­ que yo destruyo a los que edifiqué y arranco a los que plant醝 [Jer 45:15]).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG FUNC HOMB HOAT

vet, (a) Amigo de confianza, amanuense o secretario de Jeremí­as (Jer. 32:12, 36:4) (b) Uno de los que ayudaron a Nehemí­as a reedificar los muros de Jerusalén (Neh. 3:20) (c) Firmante del pacto de guardar la ley (Neh. 10:6) (d) Judaí­ta (Neh. 11:5).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[013]
Fiel colaborador de Jeremí­as, al que copió en el año 603 el libro que el profeta le dictaba estando preso para que lo llevara al rey (Jer. 36.32)

También se le atribuye el libro bí­blico de su nombre, aunque ciertamente es un escrito posterior a los años en que él vivió.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Personaje judí­o al que se le atribuí­a la redacción de un apocalipsis apócrifo. Ver Interpolaciones en los apócrifos.

VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrí­stica, Verbo Divino, Madrid, 1992

Fuente: Diccionario de Patrística

El libro de Baruc es uno de los libros deuterocanónicos, ausentes de la Biblia hebrea. La Biblia griega lo coloca entre Jeremí­as y las Lementaciones, la Vulgata detrás de las Letmentaciones. Se trata de una colección de fragmentos probableblemente del s. II a. C., que nos han 11egado solamente en griego, Se le atribuye a Baruc, discí­pulo de Jeremí­as, hijo de Nerí­as. Contiene una introducción histórica que intenta ambientar el libro en los primeros años del destierro: una plegaria de confesión y de esperanza (1,15-3,8); un poema sapiencial (3,9~ 4,4), que tiende a identificar a la Sabidurí­a divina con la Toráh un discurso de aliento y de confianza pronunciado por Yahveh y por Jerusalén ante los desterrados (~,5~5,9), como respuesta a su oración. La Vulgata incluve en el l ibro (c. 6) un texto llamado Carta de Jeremí­as. Se trata de una disertación apologética contra el culto a los í­dolos. Este último escrito parece ser que debe colocarse entre el 250 y el 120 a.C. El libro de Baruc, partiendo de la constatación de que la rebelión individual y colectiva, el pecado, ha llevado al desastre del destierro, señala el remedio en el retorno sincero a los mandatos del Señor, en la confianza en Dios misericordioso y fiel, en la oración de todos los miembros del pueblo, en la espera y – en el respeto del plan divino.

G. Lorusso

Bibl.: J L, Sicre, Profetismo en Israel Verbo Divino, Estella 1992: L. Alonso Schokel ~ J L. Sicre, Profetas, 11, Madrid 1980, ]30Q] 3401 G. Ravasi, Baruc, en NDTB, l69~ 170

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

SUMARIO: I. Una antologí­a tardí­a. II. Las cuatro páginas del libro. III. La carta de Jeremí­as.

I. UNA ANTOLOGíA TARDíA. Esta obra deuterocanónica, según la técnica de la pseudonimia bastante frecuente en la literatura bí­blica y apócrifa de la época helenista, se coloca bajo el patronazgo de Baruc («Bendito»), el fiel secretario de Jeremí­as (cf Jer 32; 36; 43; 45); así­ se explica su posición en la Biblia católica, detrás de Jeremí­as y de las Lamentaciones. En realidad, se trata de una antologí­a de diversos trozos de redacción tardí­a (probablemente del siglo II a.C.), que han llegado a nosotros solamente en griego. Quizá el salmo penitencial inicial (1,13-3,8) fuera compuesto en hebreo; algunos exegetas piensan que puede suponerse una matriz hebrea o aramea para todas las perí­copas que componen la antologí­a. De cualquier forma, se trata de una cuestión de difí­cil solución.

II. LAS CUATRO PíGINAS DEL LIBRO. Idealmente podemos pensar que el libro de Baruc puede copiarse en cuatro grandes folios; cada uno de ellos recoge una sección de esta antologí­a de géneros literarios diferentes. La primera página comprenderí­a 1,1-14, y es una especie de Prólogo histórico. Se trata de una perí­copa bastante compleja y artificiosa, redactada en un lenguaje cargado de datos históricos. Parece servir de introducción al texto penitencial que viene a continuación. Por primera vez aparece también la idea de una peregrinación anual de la «diáspora» a Jerusalén.

La segunda página de la antologí­a es, por el contrario, una liturgia penitencial (1,15-3,8), un género de enorme éxito en el posexilio, cuando se intentaba, interpretar la tragedia del destierro como la consecuencia de la aplicación por parte de Dios de la teorí­a de la retribución «pecado-castigo». El sufrimiento presente se ve como consecuencia de la participación in solidum en el pecado de los padres (cf Esd 9:6-16; Neh 9:637; Neh 1:5-11; Isa 63:7-64, 11; Sir 36:1-19; Dan 3:26-45; Dan 9:4-19). Las relaciones bastante claras que nuestro texto presenta con Dan 9,4-.19 pueden ser útiles para señalar su fecha de composición. Pero la perí­copa resulta muy cargada, construida en una andadura in crescendo marcada por repeticiones enfáticas y barrocas. El movimiento estructural de la composición es doble, y comprende una confesión de los pecados (1,15-2,10) y una súplica (2,11-3,8). Los temas son los tradicionales: evocación de los pecados pasados, reconocimiento repetido de la propia culpabilidad, recuerdo de los castigos infligidos por la justicia de Dios, súplica y confianza en las promesas divinas.

La tercera página de la antologí­a contiene más bien un himno sapiencial (3,9-4,4). Como Si 24, este himno tiende a identificar la /sabidurí­a divina con la tórah, «el libro de los mandamientos de Dios, la ley que permanece eternamente» (Sir 4:1). Este poema se hizo popular gracias a su uso en la liturgia judí­a del Kippur y en el leccionario cristiano de la vigilia pascual.

La cuarta y última página es una homilí­a profética, inspirada sobre todo en el Segundo Isaí­as (Isa 40:4; Isa 41:19; Isa 42:15-16; Isa 49:11) y relacionada también con los apócrifos Salmos de Salomón (siglo II a.C.). En contra de la infidelidad de Israel que conduce a la catástrofe, surge el Señor fiel, llamado con un tí­tulo bastante extraño en la Biblia: «Eternos» (4,10.14.22.35; 5,2). El horizonte hacia el que se proyecta la homilí­a es el de Jerusalén inmersa en la «magnificencia de la gloria que te viene de Dios» (5,1), en la alegrí­a, en la paz, en la justicia.

III. LA CARTA DE JEREMíAS. La Vulgata añade a esta antologí­a una quinta página, que suele titularse la Carta de Jeremí­as. Se trata de una requisitoria antiidolátrica, cuya atribución a Jeremí­as es fruto de la acostumbrada praxis de la pseudonimia (la referencia a la «carta a los desterrados» de Jer 29). Este escrito parece que ha de colocarse entre el 250 y el 120 a.C. Lejos de la finura del pequeño tratado sobre la idolatrí­a de Sab 13-IS o de la ironí­a de Isa 44:9-20 y de la pasión polémica de Jer 10:3-13, el texto es un escrito apologético bastante sobrecargado, marcado por una especie de estribillo antifonal que, a pesar de sufrir ligeras variantes, se mantiene en este módulo constante: «Por donde se pueden ver que no son dioses. Por tanto, no les tengáis miedo»(vv.14.22.28.39.44. 51.56.64.68).

BIBL.: ALONSO SCHLSKEL L., SICRE DIAZ J.L.,Profetas II, Madrid 1980, 1309-1340; AucusnH F., Baruch und das Buch Jeremia, en «ZAW» 67 (1955) 50-56; LOMBARDI L., Geremia-Baruc, Ed. Paoline, Roma 19832; PENNA A., Baruc, Marietti, Turí­n 1953; WAntencQ B.N., Les priéres de Baruch (1,15-2,19) el de Daniel (9,5-l9), en «Bib» 40 (1959) 463-475; ID, L limité littéraire de Bar 1-III, 8, en Sacra Pagina I, Gembloux 1959, 455-460.

G. Ravasi

P Rossano – G. Ravasi – A, Girlanda, Nuevo Diccionario de Teologí­a Bí­blica, San Pablo, Madrid 1990

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica

(Bendito).

1. Escriba que fue secretario de Jeremí­as. Era hijo de Nerí­as y hermano de Seraya, el comisario ordenador de Sedequí­as que leyó el rollo de Jeremí­as junto al Eufrates. (Jer 32:12; 51:59-64.)
En el cuarto año del rey Jehoiaquim, en 625 a. E.C., Baruc empezó a escribir en un rollo el mensaje profético dictado por Jeremí­as concerniente a la destrucción de Jerusalén. A finales del año siguiente, en 624 a. E.C., Baruc leyó en voz alta el rollo †œa oí­dos de todo el pueblo† en la entrada de la casa de Jehová. Más tarde, una asamblea de prí­ncipes le ordenó que se lo leyese a ellos. Afectados por lo que oyeron y temiendo lo que sucederí­a cuando este mensaje llegase a los oí­dos del rey, instaron a Baruc y a Jeremí­as a esconderse. Al oí­r la denunciación, Jehoiaquim quemó el rollo trozo a trozo y ordenó que llevasen a su presencia a Baruc y a Jeremí­as, †œpero Jehová los mantuvo ocultos†. Luego Baruc escribió otro rollo como el primero, †œde boca de Jeremí­as†, que contení­a †œmuchas otras palabras† proféticas. (Jer 36:1-32.)
Dieciséis años más tarde, en el décimo año de Sedequí­as, solo unos meses antes de que Jerusalén fuese saqueada, Baruc se llevó la escritura de la propiedad que Jeremí­as habí­a comprado a un primo suyo y la metió en una vasija de barro para guardarla en un lugar seguro. (Jer 32:1, 9-16.)
Mientras escribí­a el primer rollo, Baruc se quejó de fatiga. Jehová le advirtió que †˜no siguiera buscando cosas grandes para sí­†™, y le prometió que debido a su fidelidad serí­a protegido y estarí­a seguro †˜en todos los lugares adonde fuese†™. Esto resultó cierto, no solo durante el terrible sitio de Jerusalén, sino después, cuando los judí­os rebeldes le obligaron a él y a Jeremí­as a ir con ellos a Egipto. (Jer 45:1-5; 43:4-7.)

2. Hijo de Zabai; Baruc †œtrabajó con fervor† ayudando a Nehemí­as a reconstruir los muros de Jerusalén. (Ne 3:20.) Es posible que fuera el mismo que el núm. 3.

3. Sacerdote cuyo descendiente, si no él mismo, autenticó el †œarreglo fidedigno† de Nehemí­as. (Ne 9:38; 10:1, 6, 8.) Si fue el propio Baruc quien autenticó el acuerdo, es posible que fuera el mismo que el núm. 2.

4. Padre o antepasado de Maaseya, quien vivió en Jerusalén en tiempos de Nehemí­as. Descendiente de Judá. (Ne 11:4-6.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Ba 1-6
Sumario: 1. Una antologí­a tardí­a. II. Las cuatro páginas del libro. III. La carta de Jeremí­as.
315
1. UNA ANTOLOGIA TARDIA.
Esta obra deuterocanónica, según la técnica de la pseudonimia bastante frecuente en la literatura bí­blica y apócrifa de la época helenista, se coloca bajo el patronazgo de Baruc (†œBendito†), el fiel secretario de Jeremí­as (Jr32; Jr36; Jr43; Jr45); así­ se explica su posición en la Biblia católica, detrás de Jeremí­as y de las Lamentaciones. En realidad, se trata de una antologí­a de diversos trozos de redacción tardí­a (probablemente del siglo II a.C), que han llegado a nosotros solamente en griego. Quizá el salmo penitencial inicial (Ba 1,13-3,8) fuera compuesto en hebreo; algunos exegetas piensan que puede suponerse una matriz hebrea o aramea para todas las perí­copas que componen la antologí­a. De cualquier forma, se trata de una cuestión de difí­cil solución.
316
II. LAS CUATRO PAGINAS DEL LIBRO.
Idealmente podemos pensar que el libro de Baruc puede copiarse en cuatro grandes folios; cada uno de ellos recoge una sección de esta antologí­a de géneros literarios diferentes. La primera página comprenderí­a Ba 1,1-14, y es una especie de prólogo histórico. Sq trata de una perí­copa bastante compleja y artificiosa, redactada en un lenguaje cargado de datos históricos. Parece servir de introducción al texto penitencial que viene a continuación. Por primera vez aparece también la idea de una peregrinación anual de la †œdiáspora† a Jerusalén.
La segunda página de la antologí­a es, por el contrario, una liturgia penitencial(Ba 1,15-3,8), un género de enorme éxito en el posexilio, cuando se intentaba interpretar la tragedia del destierro como la consecuencia de la aplicación por parte de Dios de la teorí­a de la retribución †œpecado-castigo†. El sufrimiento presente se ve como consecuencia de la participación in solidum en el pecado de los padres Esd 9,6-16; Ne 9,6-37; Ne 1,5-11; Is 63,7-64,11; Si 36,1-19; Dn 3,26-45; Dn 9,4-19). Las relaciones bastante claras que nuestro texto presenta con Dn 9,4-19 pueden ser útiles para señalar su fecha de composición. Pero la perí­copa resulta muy cargada, construida en una andadura in crescendo marcada por repeticiones enfáticas y barrocas. El movimiento estructural de la composición es doble, y comprende una confesión de los pecados (Ba 1,15-2,10) y una súplica (Ba 2,11-3,8). Los temas son los tradicionales:
evocación de los pecados pasados, reconocimiento repetido de la propia culpabilidad, recuerdo de los castigos infligidos por la justicia de Dios, súplica y confianza en las promesas divinas.
317 6
La tercera página de la antologí­a contiene más bien un himno sapiencial(Ba 3,9-4,4). Como Si 24, este himno tiende a identificar la sabidurí­a divina con la tórah, †œel libro de los mandamientos de Dios, la ley que permanece eternamente† (Ba 4,1). Este poema se hizo popular gracias a su uso en la liturgia judí­a del Kippury en el leccionario cristiano de la vigilia pascual.
La cuarta y última página es una homilí­a profética, inspirada sobre todo en el Segundo Isaí­as (Is 40,4; Is 41,19; Is 42,15-16; Is 49,11) y relacionada también con los apócrifos Salmos de Salomón (siglo II a.C). En contra de la infidelidad de Israel que conduce a la catástrofe, surge el Señor fiel, llamado con un tí­tulo bastante extraño en la Biblia: †œEterno† (Ba 4,10; Ba 4,14; Ba 4,22; Ba 4,35; Ba 5,2). El horizonte hacia el que se proyecta la homilí­a es el de Jerusalén inmersa en la †œmagnificencia de la gloria que te viene de Dios† (Ba 5,1), en la alegrí­a, en la paz, en la justicia.
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III. LA CARTA DE JEREMIAS.
La Vulgata añade a esta antologí­a una quinta página, que suele titularse la Carta de Jeremí­as. Se trata de una requisitoria antiidolátrica, cuya atribución a Jeremí­as es fruto de la acostumbrada praxis de la pseudonimia (la referencia a la †œcarta a los desterrados† de Jr 29). Este escrito parece que ha de colocarse entre el 250 y el 120 a.C. Lejos de la finura del pequeño tratado sobre la idolatrí­a de Sb 13-15 o de la ironí­a de Is 44,9-20 y de la pasión polémica de Jr 10,3-13, el texto es un escrito apologético bastante sobrecargado, marcado por una especie de estribillo antifonal que, a pesar de sufrir ligeras variantes, se mantiene en este módulo constante: †œPor donde se pueden ver que no son dioses. Por tanto, no les tengáis miedo†(vv. 14.22.28.39.44. 51 .56.64.68).
318
BIBL.: Alonso Schokel L., Sicre Dí­az J.L., ProfetasU, Madrid 1980, 1309-1 340; Augustin F., Baruch und
das Buch Jeremí­a, en †œZAW† 67 (1955) 50-56; Lombardi L., Geremia-Baruc, Ed. Paoline, Roma 19832;
Penna ?., Baruc, Marietti, Turí­n 1953; Wambacq B.N., Les priéresde Baruch (1,15-2,19) etde Daniel (9,5-
19), en †œBib†40 (1959)463-475; Id. L†™unité littéraire de Bar 1-111, 8, en Sacra Pagina 1, Gembloux 1959, 455-
460.
G. Ravasi
319

Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica

(heb. bārûḵ, ‘bendito’).

2. Sacerdote, hijo de Zabai, que ayudó a Nehemías en la obra de reedificación (Neh. 3.20) y como testigo de un pacto (10.6).

3. Hijo de Colhoze, de Judea, padre de Maasías (Neh. 11.5).

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

(Hebreo, Barûkh, Bendecido, Bendito; Septuaginta, Barouch).

Discípulo de Jeremías y autor tradicional del libro deutero-canónico que lleva su nombre. Era hijo de Neriyías (Jer. 32,12.16; 36,4.8.32; Bar. 1,1) y probablemente hermano de Saraías, principal chambelán del rey Sedecías (Jer. 32,12; 51,59; Bar. 1,1). Después de que Nabucodonosor (559. a.C.) saqueó el Templo de Jerusalén, Baruc escribió, bajo el dictado de Jeremías, el oráculo de ese gran profeta, prediciendo el regreso de los babilonios, y, a riesgo de su vida, lo leyó a los judíos. También escribió la segunda y más extensa edición de las profecías de Jeremías después de que éste fue quemado por el enfurecido rey Joaquín (Jer. 36). Permaneció fiel a las enseñanzas e ideales del gran profeta durante toda su vida, aunque a veces pareció sucumbir al desaliento y tal vez incluso a la ambición personal (cf. Jer. 45). Estuvo con Jeremías en el último sitio de Jerusalén y estuvo presente cuando Jeremías compró la propiedad heredada de sus antepasados en Anatot (Jer. 32). Después de la caída de la Ciudad Santa y la ruina del Templo (588 a.C.), Baruc probablemente vivió durante un tiempo con Jeremías en Masfat. Sus enemigos le acusaron de haber influenciado al profeta para que aconsejara a los judíos que permanecieran en Judá en lugar de bajar a Egipto (Jer. 43), donde, según una tradición hebrea preservada por San Jerónimo (en Is. 30,6.7), ambos murieron antes de que Nabucodonosor invadiera el país. No obstante, esa tradición se contradice con la información hallada en el capítulo inicial de la profecía de Baruc, donde se dice que Baruc escribió su libro en Babilonia y que lo leyó públicamente cinco años después del incendio de la Ciudad Santa; y que aparentemente, los judíos cautivos lo enviaron a Jerusalén con vasos sagrados y regalos destinados al servicio sacrificial en el Templo de Yahveh. Estos datos confligen con varias tradiciones, tanto judías como cristianas, las cuales quizás contienen alguna parte de verdad pero que no nos permiten determinar, con ninguna probabilidad, la fecha, recorrido o la forma en la que murió Baruc.

En la Biblia católica la “Profecía de Baruc” consta de seis capítulos, el último de los cuales lleva el título tan especial de “Epístola de Jeremías” y no pertenece al libro propiamente dicho. La profecía comienza con una introducción histórica (1,1-14), estableciendo primero (v. 1-2) que el libro fue escrito por Baruc en Babilonia cinco años después de que Jerusalén fue quemada por los caldeos, y lo siguiente que cuenta (v. 3-14) es que fue leída en una asamblea del Rey Jeconías y otros exiliados babilonios, a los que produjo efectos muy beneficiosos. La primera sección en el cuerpo del libro (1,15; 3,8) contiene una doble confesión de los pecados que condujeron al exilio (1,15 – 2,25; 2,6-13) junto con una oración para que Dios al fin perdonase a su pueblo (2,14; 3,8). Mientras que la sección siguiente tiene mucho en común con el Libro de Daniel (Dan 9,4-19), la segunda sección de Baruc (3,9; 4,4) se asemeja cercanamente a los pasajes de Job 28 y 38. Es un bello panegírico sobre la Sabiduría Divina que no se halla en ningún otro lugar excepto en la Ley dada a Israel. Solamente bajo la apariencia de la Ley ha aparecido la Sabiduría en la tierra y se ha hecho accesible al hombre; dejemos, por lo tanto, que Israel demuestre su fe nuevamente a la Ley.

La última sección del Libro de Baruc se extiende desde 4,5 al 5,9. Se compone de cuatro odas, cada una de las cuales comienza con la expresión, “Ánimo, pueblo mío” (4,5.21.27.30) y de un salmo estrechamente relacionado con el undécimo de los salmos apócrifos de Salomón (4,36; 5,9). El capítulo 6 tiene como un apéndice a la totalidad del libro “La Epístola de Jeremías” enviada por ese profeta a “aquellos que iban a ser llevados cautivos a Babilonia” por Nabucodonosor. Por sus pecados serían llevados a Babilonia y permanecerían allí “durante largo tiempo, incluso hasta siete generaciones”. En esa ciudad pagana serían testigos del impresionante culto rendido a “dioses de oro, plata, piedra y madera”, pero que no se debían someterse a ellos. Tales dioses, se argumenta de varias maneras, son impotentes y obras perecederas de la mano del hombre; no pueden hacer bien ni mal; por lo tanto, no son dioses en absoluto.

Es cierto que este sexto capítulo de Baruc es realmente distinto del resto de la obra. No sólo su título especial, “La Epístola de Jeremías”, sino también su estilo y contenido prueban claramente que es un escrito totalmente independiente de la profecía de Baruc. De nuevo, mientras algunos manuscritos griegos que tienen a Baruc no tienen la epístola, otros, entre los mejores, la tienen separada del libro de Baruc e inmediatamente antes de las Lamentaciones de Jeremías. El hecho de que el capítulo 6 de Baruc lleve el titulo de “Epístola de Jeremías” ha sido, y es todavía a los ojos de muchos, una razón decisiva para sostener la opinión tradicional de que el gran profeta es su autor. También se insiste en que la vívida y precisa descripción del espléndido pero infame culto a los dioses babilonios en Baruc 6 aporta a la autoría tradicional, ya que Jer. 13,5.6 probablemente habla de un doble viaje de Jeremías al Éufrates. Finalmente se afirma que un cierto número de hebraísmos se pueden rastrear al punto original hebreo en la misma dirección. En oposición a este punto de vista tradicional, la mayoría de los críticos contemporáneos argumentan que el estilo griego de Baruc 6, prueba que originalmente no fue escrito en hebreo, sino en griego y que, por consiguiente, Jeremías no es el autor de la epístola que se le atribuye. Por ésta y otras razones sugeridas por el estudio del contenido de Baruc 6, piensan que San Jerónimo estuvo decididamente correcto cuando denominó a este escrito pseudepigraphos, esto es, inscrito bajo un nombre falso. Sea como fuese, un importante estudio del canon de la Sagrada Escritura demuestra que, a pesar de las afirmaciones contrarias de los protestantes, Baruc 6 siempre ha sido reconocido por la Iglesia como una obra inspirada.

Respecto al lenguaje original del libro de Baruc propiamente dicho (caps. 1 – 5), una variedad de opiniones prevalecen entre los estudiosos contemporáneos. Naturalmente suficientes, los que simplemente se adhieren al título que atribuye el libro a Baruc, admiten que toda la obra fue originalmente escrita en hebreo. Por el contrario, muchos de los que cuestionan o rechazan la exactitud del título piensan que esta obra fue total o al menos parcialmente escrita en griego. Es bien cierto que los rasgos literarios griegos de varias secciones no apuntan con igual fuerza a un original hebreo. Aún así, difícilmente podemos dudar que la totalidad del propio libro de Baruc en su forma griega existente parece una traducción. La evidencia lingüística es confirmada también por las siguientes consideraciones:

  • Es muy probable que Teodosión (finales del siglo II d.C.) tradujese el Libro de Baruc de un original hebreo.
  • Existen varias notas marginales del texto Siro-Hexaplar afirmando que algunas palabras en el griego “no se encuentran en el hebreo”.
  • Baruc 1,14 dice que el libro se había redactado para ser leído públicamente en el Templo; por lo tanto, debe haber sido escrito en hebreo para tal propósito.

Aparte de esta unidad respecto a su lenguaje original, Baruc presenta una cierta unidad en el punto asunto-materia, por eso la mayoría de los que sostienen que toda la obra fue primitivamente escrita en hebreo admiten también su unidad de composición. Sin embargo, en el libro de Baruc hay muchos rastros del proceso compilatorio donde las varias partes fueron aparentemente reunidas. Ciertamente es muy grande la diferencia literaria entre 1 – 3,8 por un lado y 3,9 – 5 por el otro, y tomada junto con la manera abrupta con que se introduce el panegírico de la Sabiduría (3,9), sugiere una diferencia respecto al original. Las dos confesiones de los pecados que condujeron al exilio en 1,15; 3,8 son colocadas lado a lado sin ninguna transición natural. Son considerables las diferencias literarias entre 3,9 – 4,4 y 4,5 – 5,9, y al comienzo de la tercera sección en el 4,5 no es menos abrupta que la de la segunda en el 3,9. De nuevo, la introducción histórica parece haber sido escrita como prefacio sólo a 1,15 – 2,5. En vista de éstos y otros hechos, los críticos contemporáneos generalmente creen que la obra es producto de un proceso compilatorio, y que su unidad se debe al editor final que reunió los diferentes documentos, los cuales, obviamente se refieren al exilio. Tal método de composición literaria no entra necesariamente en conflicto con la autoría tradicional del Libro de Baruc. Muchos de los escritores sagrados de la Biblia fueron compiladores y Baruc puede y debe ser nombrado entre ellos, de acuerdo con los estudiosos católicos que admiten el carácter compilatorio de la obra adscrita a él. Los católicos basan su opinión principalmente en tres puntos:

  • El libro es atribuido a Baruc por su título;
  • Siempre se la ha considerado obra de Baruc por tradición;
  • Su contenido no presenta nada que pudiera ser posterior a la época de Baruc o que pudiese ser considerado ajeno al estilo y manera de ese fiel discípulo y secretario de Jeremías.

En contra de esta opinión, los no católicos argumentan:

  • Que su base esencial es simplemente el título del libro;
  • Que el título mismo no está en armonía con el contenido histórico y literario de la obra; y
  • Que ese contenido, cuando es imparcialmente analizado, apuntan a un compilador muy posterior a Baruc; de hecho, algunos de ellos llegan tan lejos como a atribuir la composición del libro a un escritor que vivió 70 años d.C.

Los católicos fácilmente refutan esta última fecha para el Libro de Baruc: pero no se deshacen fácilmente de las dificultades que han aparecido contra su propia atribución de todo la obra a Baruc. Generalmente, los estudiosos católicos consideran sus respuestas como suficientes. Sin embargo, si alguno las juzgara inadecuadas y por lo tanto, considerase el libro de Baruc obra de algún escritor posterior, el inspirado carácter del libro aún permanecería, con tal que este último editor sea considerado como inspirado en su trabajo de compilación. El Concilio de Trento declaró que el libro de Baruc es un escrito “sagrado y canónico”; un estudio cuidadoso del canon de la Biblia demuestra que tiene tanto o más derecho a ser considerado “inspirado por Dios” como cualquier otro libro de la Sagrada Escritura. Su interpretación al latín en nuestra Vulgata se remonta a la antigua versión latina anterior a San Jerónimo y es tolerablemente literal del texto griego.

Fuente: Gigot, Francis. «Baruch.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/02319c.htm

Traducido por Alicia Fernández Jarrín. L H M

Fuente: Enciclopedia Católica