BENEDICTUS

término latino que significa bendito. Nombre con que en la liturgia y en el Oficio divino se conoce el Cántico de Zacarí­as, por ser la primera palabra con que comienza el himno en la versión latina, que el evangelista Lucas pone en labios de aquél cuando nació su hijo Juan el Bautista, Precursor de Jesús, Lc 1, 68-79.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Término con el cual se conoce la oración que hizo Zacarí­as cuando vio al niño Jesús en el †¢templo. Se le llama así­ porque en latí­n se lee †œBenedictus Dominus Deus Israel…† (†œBendito el Señor Dios de Israel…† Luc 1:68).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

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Se conoce con esta palabra al cántico del gratitud y alabanza del sacerdote Zacarí­as, cuando nació su hijo Juan el Bautista. Se expresa la alegrí­a de la venida del precursor del Mesí­as y se anuncia que ha llegado la salvación para el pueblo de Israel y para la humanidad entera.

Es un cántico admirable recogido en Lucas 1. 65-78, al igual que los otros del mismo Evangelio: Magní­ficat (Lc.1. 46-56) y Nunc dimittis (Lc. 2. 28-32). Responde al estilo literario y al espí­ritu bí­blico de esta primera parte del Evangelio de Lucas: resonancias cristocéntricas, alusiones a los Profetas, eco de una comunidad cristiana primitiva que se halla expectante ante la figura de Jesús y la referencia al Dios providente.

Tiene dos partes:
– La primera (vs. 68 a 75) es rememorativa y refleja la alabanza a Dios por haber bendecido a su pueblo, por haberle liberado y por la fidelidad divina a la promesa hecha a Abraham, cuyo cumplimiento se inicia con el nacimiento del niño precursor del Mesí­as.

– La segunda es premonitoria (vs. 76-77). Se dirige al niño y le presenta como mensajero del Mesí­as. Con ello se cumplirá la promesa de la visita del Señor.

Ambas partes resaltan, por su resonancia profética, el nuevo estadio de la salvación que se inicia y el cumplimiento de todo lo anunciado por los profetas

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

DJN
 
Con la expresión latina (“bendito”) se designa el cántico que Zacarí­as, lleno del Espí­ritu Santo, pronunciara proféticamente (Lc 1,67) después del nacimiento de Juan el Bautista (Lc 1,68-79). En el se pueden distinguir claramente dos partes. La primera (v. 68.71-75) es un ántico de alabanza a Dios (cf. Lc 1,64) por la liberación de su pueblo de las manos de los enemigos, interpretada con los motivos veterotestamentarios de la liberación de Egipto, paso del Mar Rojo (v. 68.71) y conquista de la tierra por Josué (v. 74-75), siguiendo el concepto deuteronomista de la historia de la salvación, es decir el cumplimiento de la alianza de Dios con Abrahán (v. 72). Está compuesta al estilo de los salmos del AT y del judaí­smo contemporáneo del NT (1QM 14,4-7; salmo de Salomón 2,33-37).

Si se prescinde de los v. 69-70, la primera parte consta de temas expuestos al estilo de versos pareados: Dios “ha visitado y redimido a su pueblo”… y nos ha concedido “la salvación de nuestros enemigos” (v. 68-71); realizando “la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento… a Abrahán” (v. 72-73); para que “libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia…” (v. 73-74). Los v. 69-70 no sólo no respetan el paralelismo, tí­pico de la poesí­a hebrea, sino que con la introducción de la soteriologí­a cristológica del Mesí­as daví­dico, se rebasa la mentalidad del AT que atribuye la salvación únicamente a Dios. Los v. 69-70 han sido, pues, intercalados bien por un autor cristiano anterior a Lucas o, lo más probablemente, por Lucas mismo, como muestra una comparación con otros textos del autor del EvLc y He (cf. v.69b y 1,27.32; 2,4.11: interés lucano por el origen daví­dico de Jesús; He 2,14-41; 13,16-41: el mismo interés aparece en los dos grandes discursos programáticos de He; en v. 70 y He 3,2 se encuentra casi la misma formulación). Fuera de estos versos no aparecen rasgos estilí­sticos propiamente lucanos. La intercalación lucana sirve para corregir la orientación nacionalista del himno y darle un tinte mesiánico, cristológico.

El himno (v. 68.71-75) fue compuesto en hebreo para interpretar el nombre “Juan” (v. 63): “Dios se ha mostrado misericordioso” (v. 71; cf. también v. 78). Un autor desconocido, probablemente perteneciente a grupos bautistas, que compuso la narración acerca de la concepción, nacimiento y misión de Juan el Bautista, de que se ha servido después Lucas (Lc 1,5-25.39-80), echó mano del himno primitivo dedicado a Juan el Bautista (v. 68.71-75) para explicar su nombre: el nacimiento de Juan cual otro Elí­as (v. 16-17) viene interpretado como la intervención misericordiosa de Dios, que trae la salvación a su pueblo (v. 68.71) y se muestra fiel a sus promesas (v. 72-73). Estas prerrogativas propias de Dios, que anunciará Juan, el último de los profetas, se atribuyen en el NT a Jesús, el descendiente mesiánico de David, como trata de advertir san Lucas al añadir los v. 69-70.

El origen del himno primitivo se encuentra con gran probabilidad en “grupos bautistas”, que consideraban a Juan el Bautista como el último de los profetas según la profecí­a de Mal 3,23-24. Que en la segunda mitad del siglo 1 d.C., cuando se compuso el evangelio de Lucas, existí­an “grupos bautistas” que veneraban a Juan, el hijo de Zacarí­as, como “el último de los profetas” y le atribuí­an una misión salví­fica independiente de Jesús, es una opinión difí­cil de refutar, ya que en los evangelios del NT se combate el culto al Bautista (Mt 11,2-6; Jn 1,6-8.15, etc.). De esos cí­rculos bautistas provendrí­a el himno que tal vez celebraba los éxitos iniciales del grupo levita-sacerdotal guiado por Eleazar ben Simón sobre los romanos hacia el año 66 d.C. Esta última opinión es, sin embargo, sólo una conjetura.

La segunda parte del (v. 76-79) podrí­a titularse ántico natalicio a Juan el Bautista, que muestra cierto parecido con los que se encuentran en la literatura helení­stica contemporánea, si bien aquí­ en su forma más rudimentaria, distinguiéndose de ellos por su anuncio profético con matices veterotestamentarios (cf. v. 67). No hay razones para afirmar que en la composición de la segunda parte hayan participado autores distintos. La composición muestra unidad y coherencia literarias. Probablemente no se trata de un himno con existencia anterior, propia e independiente, sino que habrí­a sido compuesto teniendo en cuenta la primera parte, de la que se diferencia por su tono más espiritual, sin acentos nacionalistas. En ella aparece Juan el Bautista como el último de los profetas (v. 76), pero se le dan atribuciones mesiánicas: “dar el conocimiento de la salvación” al pueblo elegido, contribuir al “perdón de los pecados” (v. 77), la “visita del sol que nace de lo Alto” (v. 78), “iluminar a los que viven en tinieblas…” y “guiar… hacia la paz” (v. 78).

El autor del “grupo bautista” que ha añadido estos versos ha dado una pintura de Juan el Bautista con rasgos cuasi meánicos a pesar de no considerarle el Mesí­as, sino el último de los profeta San Lucas ha reinterpretado el himno primitivo añadiendo los v. 69-70 e incluyéndole en el contexto de los “relatos de la Infancia de Jesús. Así­, pues, el Bautista, profeta del Altí­simo, se convierte ahora en precursor del Mesí­as, descendiente de David, e Hijo de Dios (Lc 1,32.35); la palabra “Señor” (v. 76) ya no significa “Jahwe”, sino el “Señor Jesucristo”; la “visita de lo Alto” queda referida a la concepción de Jesús, el Hijo de Dios (1.32-33.35); “el don del conocimiento de la salvación” y “el perdón de los pecados” (v. 77) así­ como la acción de “iluminar” (cf. 4,18; 18,41-43) y el don de “la paz” (cf. 2,14.29) adquieren un significado cristológico profundo. -> Bautista.

Rodrí­guez Ruiz

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

La profecía de Zacarías (Lc. 1.68–79), designada así por la primera palabra en la versión latina, es una de seis visiones (Lc. 1.5–25, 26–38; 2.1–20) y profecías (Lc. 1.46–56; 2.29–35) en el relato de la infancia según Lucas. Se trata de un esquema constante en la profecía hebrea, que consiste en reflexionar sobre revelaciones anteriores o elaborarlas (cf. Sal. 105; Mi. 4.4; Zac. 3.10). En el NT el Apocalipsis de Juan es un mosaico de lenguaje y conceptos del AT. Así también el Bendictus alude a una cantidad de pasajes en los Salmos y en Isaías.

La primera división del pasaje (Lc. 1.68–75), en paralelismos característicos de la poesía judaica, ensalza a Dios por su liberación mesiánica y se regocija por sus resultados. La segunda sección (Lc. 1.76–79) describe el lugar que ocupará Juan en esta portentosa obra de Dios. En el Benedictus la obra del Mesías es principalmente una liberación espiritual. ¿Significa esto que el pensamiento de Zacarías ha cambiado radicalmente a la luz de la interpretación del AT por Cristo y sus apóstoles? No necesariamente. Mientras que la masa de los judíos veía al Mesías como un Redentor político, su papel como Redentor religioso y sacerdotal no estaba ausente en el judaísmo (cf. Test. Judá 21.1–3; Test. Leví 18.2s; Test. Simeón 7.1s; 1QS 9.10s; CD 19.10; 20.1). Seguramente ocuparía un lugar central en los pensamientos de un sacerdote piadoso; por lo tanto, está en consonancia con su personalidad y su trasfondo el que, “lleno del Espíritu Santo”, fuese justamente Zacarías el que diese a conocer esta revelación. (* Anunciación )

E.E.E.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

El Benedictus, que aparece en Lucas 1,68-79, es uno de los tres grandes cánticos en los capítulos iniciales de este Evangelio, siendo los otros dos el Magníficat y el Nunc Dimittis. El Benedictus fue el canto de acción de gracias pronunciado por Zacarías con ocasión del nacimiento de su hijo, San Juan el Bautista. Es judío en su forma, pero cristiano por el sentimiento. La coloración local y el carácter nacionalista de la primera mitad son tan evidentes que Loisy ha conjeturado que existía previamente como un simple salmo, que Zacarías adaptó, siendo su añadidura, afirma, fácilmente discernible. (Revue d’hist. et de lit. relig., mayo-junio 1903, p.289). Sin embargo, hay graves objeciones a esta opinión, y se ha propuesto una teoría contraria según la cual el Benedictus fue compuesto con especial referencia a los nombres de Isabel, Zacarías y Juan; para Isabel, Jusjurandum quod juravit; para Zacarías, Memorari (testamenti sui sancti); y para Juan, Ad faciendam misericordiam.

El cántico se divide naturalmente en dos partes. La primera (versículos 68-75) es un canto de acción de gracias por la realización de las esperanzas mesiánicas de la nación judía; pero se da un tono característicamente cristiano a tal realización. Como antiguamente, en la familia de David, había poder de defender la nación contra sus enemigos, ahora de nuevo aquello de lo que habían estado privados tanto tiempo, y el cual anhelaban, iba a serle restaurado, pero en un sentido más elevado y espiritual. El cuerno es un signo de poder, y el “cuerno de salvación” (v. 69) significaba el poder de liberar o “una poderosa liberación”. Mientras los judíos habían llevado impacientemente el yugo de los romanos, habían suspirado impacientemente por el tiempo en que la casa de David fuese su liberadora. La liberación estaba ahora a la mano, y fue señalada por Zacarías como el cumplimiento del juramento de Dios a Abraham; pero el cumplimiento es descrito como una liberación en aras del poder mundano, sino para que “podamos servirle sin temor en santidad y justicia todos nuestros días”.

La segunda parte del cántico es un discurso de Zacarías a su propio hijo, quien desempeñaría un rol tan importante en el plan de la redención; pues iba a ser un profeta, y predicaría la remisión de los pecados antes de la venida del Oriente, o del Amanecer, desde lo alto. La profecía de que iba a “ir delante del Señor para preparar sus caminos” (v. 76) era por supuesto una alusión a las bien conocidas palabras de Isaías (40,3) que San Juan mismo aplicó luego a su propia misión (Juan 1,23), y que los tres Sinópticos adoptan (Mateo 3,3; Marcos 1,2; Lucas 3,4). Es debido probablemente a la primera parte del cántico, como canto de acción de gracias por la venida del Redentor, por lo que encuentra un sitio apropiado en el oficio de la Iglesia en los laudes cada mañana. Se cree que fue introducido por primera vez por San Benito (Beaume, I, 253). Según Durando, la alusión a la venida de Cristo bajo la figura del sol naciente tuvo también alguna influencia en su adopción. También se usa en varios otros oficios litúrgicos, notablemente en los funerales, en el momento del entierro, cuando las palabras de acción de gracias por la redención son especialmente adecuadas como expresión de la esperanza cristiana.

Fuente: Ward, Bernard. “The Benedictus (Canticle of Zachary).” The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/02473a.htm

Traducido por Francisco Vázquez. rc

Fuente: Enciclopedia Católica