CABELLO

v. Cabeza, Pelo
Jdg 16:22 el c de su cabeza comenzó a crecer
2Sa 14:26 se cortaba el c .. pesaba el c de su
Psa 69:4 se han aumentado más que los c de mi
Son 4:1 tus c como manada de cabras que se
Isa 3:24 cabeza rapada en lugar de la .. del c
Mat 5:36 no puedes hacer blanco o .. un solo c
Mat 10:30; Luk 12:7 aun .. c están todos contados
Luk 7:38 y los enjugaba con sus c, y besaba sus
Luk 21:18 pero ni un c de vuestra cabeza perecerá
Joh 11:2; 12:3


Cabello (heb. í‘a’arâh, í‘ê’âr, “cabello” en general; pera’, “cabellera” completa; dallâh, “cabello [cabellera]” que pende; majlâfâh, “trenza”; qewutstsâh, tsîtsit, “bucle”; gr. thrí­x, trí­jinos, “cabello” en general; kome, “cabellera [cabello]”; plégma, “cabello [peinado]” arreglado [trenzado]). Los antiguos a menudo se cortaban el cabello para manifestar dolor extremo (Job 1:20; cf Isa 15:2; Jer 16:6), y por asombro, ira o insulto, a veces se arrancaban mechones de cabello (heb. mârat, “arrancar [quitar]”; Ezr 9:3; Neh 13:25; Isa 50:6). Aparentemente, en tiempos del AT los hebreos lo usaban bastante largo (fig 269), como lo hací­an los asirios; como contraste, los egipcios solí­an afeitarse la cabeza. Los hebreos que tomaban el voto nazareo* no se lo cortaban (Num 6:2, 5): el cabello largo de Sansón era una señal de su voto de nazareo; cuando se lo cortó, rompió su voto, el Señor lo abandonó y perdió su fuerza (Jdg 13:5; 16:17-20). Parece que Absalón tení­a un cabello sumamente hermoso (2Sa 14:25, 26). De acuerdo con Josefo, quienes conducí­an los carros de Salomón lo usaban largo y cada dí­a lo salpicaban con polvo de oro. Los cabellos blancos eran signos de vejez o 183 edad avanzada, y en Dios y/o Jesús sirven para representar la eternidad (Dan 7:9; Rev 1:14). Cristo ilustró el atento cuidado de Dios por nosotros al decir que aún los cabellos de nuestras cabezas están contados (Mat 10:30). Pablo afirma que es una vergüenza para el hombre tenerlo largo, pero que el de la mujer es “honroso”, porque le sirve “en lugar de velo” (1Co 11:14, 15). Advirtió que las mujeres no se deben adornar con peinados ostentosos y otros artificios, sino más bien con un buen carácter y buenas obras (1 Tit 2:9, 10; cf 1Pe 3:3, 4). Véanse Barba; Pelo de cabra. Bib.: FJ-AJ viii.7.3.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

latí­n capillus. Nombre de los pelos de la cabeza. Entre los pueblos gentiles era costumbre raparse los cabellos de la cabeza, cortárselos de diferente forma, hacerse tonsuras, etc.; José se afeitó cuando estaba en Egipto, según se usaba en este paí­s, Gn 41, 14; como se constata en Jr 9, 25; 25, 23; 49, 32. Estas prácticas paganas se llevaban a cabo como señal de duelo, de dolor, Is 15, 2; en ceremonias idolátricas, Ba 6, 30. Estos ritos, por ser de origen pagano, son prohibidos en la Escritura, Lv 19, 27; 21, 5; Dt 14, 1. Sin embargo, en Israel, por influencia de los pueblos vecinos, eran comunes estos usos, a pesar de la prohibición, y raparse o arrancarse los pelos también era señal de penitencia, Jb 1, 20; Esd 9, 3; Is 3, 24; 22, 12; Jr 7, 29; 16, 6; 41, 5; 47, 5; 48, 37; Ez 7, 18; 27, 31; Am 8, 10; Mi 1, 16.

Era corriente que tanto hombres como mujeres llevaran el c. largo como Absalón, hijo del rey David, cuyo c. era tan abundante que se lo cortaba cada año y pesaba doscientos siclos, 2 S 14, 26; esta cabellera de Absalón se le enredó en una encina, tras la batalla con el ejército de David, y fue muerto, 2 S 18, 9-15. Del c. largo en ambos sexos también se habla en Ct 5, 11; Ct 7, 6; el c. se cuidaba con aceite, se perfumaba y se adornaba con cintas, diademas, 2 R 9, 30; Jdt 10, 3; Mt 6, 17; para estos menesteres, desde muy antiguo, se usaban los espejos elaborados en bronce pulido, Ex 38, 8; Jb 37, 18; Is 3, 21. Isaí­as menciona el uso de la peluca de las mujeres de Jerusalén, Is 3, 24. Los levitas, en su consagración, debí­an rasurarse todo el cuerpo para purificarse, Nm 8, 7. Aunque dejar crecer el cabello en forma desordenada era señal de algún voto Nm 6, 5; o de duelo 2 S 19, 25; Ez 24 17, 18; a los sacerdotes les estaba prohibido, debí­an llevar el c. decorosamente, pues sobre el habí­a sido derramado el óleo santo, Lv 10, 6; 21, 10; Ez 44, 20. Al que padecí­a de lepra se le obligaba a llevar la cabellera desgreñada, como una de las señales de padecer de dicha enfermedad y alertar a los demás, pues se consideraba contagiosa, Lv 13, 45. Dentro de los ritos de purificación del leproso se le manda a éste raparse todo el pelo del cuerpo, Lv 14, 8-9. Las mujeres cautivas en la guerra y que se casaran con un israelita debí­an raparse los cabellos Dt 21, 12. El que hací­a voto de nazireo, esto es, consagrado a Yahvéh, no podí­a cortarse el c. durante el tiempo de su voto; una vez cumplido, el nazireo debí­a cortarse el c. y quemarlo, Nm 6, 5 y 18. Sansón fue consagrado a Dios, nazireo, desde el seno materno hasta su muerte y no debí­a cortarse el c. Jc 13, 5; 16, 17; precisamente en el c. residí­a la fuerza de Sansón, la cual perdió al cortárselo Dalila, quien lo traicionó, Jc 16, 19.

En la época apostólica por influencia de la cultura helénica, era unaafrenta para el hombre la cabellera larga, así­ como para la mujer rapársela, y San Pablo, además, da normas sobre cómo deben presentarse a las asambleas, las mujeres con la cabeza cubierta y los hombres descubiertos, 1 Co 11, 1-15.

También se pide a las mujeres el decoro y el pudor en el adorno y en el peinado, 1 Tm 2, 9; 1 P 3, 3.

Las canas del anciano merecen respeto Lv 19, 32; Sb 2, 10; son sí­mbolo de la experiencia M 6, 23; de la prudencia Sb 4, 9; del buen juicio Si 25, 4; son corona de gloria Pr 16, 31; el honor del anciano Pr 20, 29. Con esta imagen del anciano de c. blanco se representa a Dios, Dn 7, 9; Ap 1, 14. ® Pelo.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

El cabello era un distintivo de belleza y a veces hasta de orgullo. El cabello de Absalón le causó la muerte (2Sa 14:26; 2Sa 18:9). El cabello largo de Sansón era un sí­mbolo de su voto como nazareo, y cuando se lo cortaron también perdió su fuerza (Jdg 13:7; Jdg 16:17-20). En tiempos del NT el cabello largo era una marca de distinción entre los sexos, y Pablo dijo que esa distinción debiera continuar, haciendo notar que aun la naturaleza enseña que el cabello largo es deshonroso para el hombre pero honroso para la mujer (1Co 11:14-16). A los judí­os se les prohibió cortarse (estropearse en RVA) las puntas de la barba; de aquí­ la costumbre moderna que los judí­os ortodoxos observan de colocarse candados de oración en los oí­dos. El término cabello también se usa figuradamente (ver Jdg 20:16; 1Sa 14:45; Psa 40:12).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

†¢Pelo.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, COSM LEYE COST

vet, Los egipcios se rasuraban la cabeza, pero se dejaban crecer el cabello en señal de luto. Los asirios lo usaban largo hasta los hombros. Los israelitas varones se lo recortaban para no llevarlo muy largo (Nm. 6:5); pero las mujeres lo usaban bien largo (Cnt. 7:5; 1 Co. 11:15). Se prohibí­a a los sacerdotes rasurarse la cabeza (Lv. 21:5) y a todo israelita afeitarse el entrecejo por luto (Dt. 14:1). El leproso debí­a rasurarse el dí­a de su purificación todo el cabello, así­ como la barba y las cejas (Lv 14:8, 9). La mujer cautiva escogida para esposa de un hebreo y los nazareos al terminar su voto tení­an que rasurarse la cabeza (Dt. 21:12; Nm. 6:18). La forma en que los creyentes llevan el cabello, hombres y mujeres, no es indiferente a Dios (1 Co. 11:14-16; 1 P. 3:3).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

A lo largo de la historia, tanto los hombres como las mujeres por lo general han considerado el cabello como un adorno que realza el atractivo de la persona y, en muchos casos, como una señal de fuerza y juventud. Por esta razón, se ha cuidado con esmero.

Egipcios. Es probable que los egipcios hayan tenido las costumbres más peculiares con respecto al cabello. Los hombres, en especial los sacerdotes y soldados, se afeitaban el cabello y la barba. Heródoto dice que los habitantes del Nilo afeitaban el pelo de los muchachos, y solo les dejaban algunos mechones a los lados y quizás en la parte delantera y trasera de la cabeza. Cuando el joven alcanzaba la madurez, se le quitaban los mechones, sí­mbolo de su juventud. Para los hombres era una señal de duelo o dejadez dejarse crecer el cabello y la barba. Por esta razón José se afeitó antes de ser conducido ante la presencia de Faraón una vez que se le liberó de la prisión. (Gé 41:14.) Sin embargo, en ocasiones los egipcios utilizaban pelucas y barbas postizas. En algunas representaciones de monumentos egipcios se ve a hombres de alto rango con pelo largo y bien cuidado; no es posible distinguir si se trata del pelo propio o de una peluca.
Las egipcias, por el contrario, llevaban su propio pelo, largo y trenzado. En bastantes momias de mujeres egipcias se ha hallado cabello trenzado bien conservado.

Asirios, babilonios, romanos. Los asirios y babilonios solí­an llevar el pelo largo. En los relieves asirios se puede apreciar que los hombres llevaban el cabello bien peinado, con rizos que les llegaban hasta los hombros. Las barbas también eran largas y a veces estaban divididas en dos o tres hileras de rizos. Llevaban el bigote recortado y también rizado. Algunos creen que el cabello tan largo que se ve en los monumentos era en parte un postizo añadido al pelo natural.
Es de suponer que en tiempos antiguos los romanos llevaran barba, pero hacia el siglo III a. E.C. adoptaron la costumbre de afeitarse.

Hebreos. Desde tiempos primitivos los hebreos se dejaron crecer la barba, aunque la mantení­an bien arreglada, y se cortaban el cabello a una medida moderada. Absalón se cortaba el cabello una vez al año, aunque le crecí­a tanto que cuando se lo cortaba, pesaba 200 siclos, o unos 2,3 Kg. (posiblemente debido al uso de aceite o ungüentos). (2Sa 14:25, 26.) La ley de Dios ordenaba a los varones israelitas que no †˜cortasen los mechones de sus lados de modo que quedasen cortos en derredor†™, y que no destruyesen la †œextremidad† de su barba. Este mandato no significaba que no podí­an recortarse el pelo o la barba, sino que se dio para evitar que imitasen prácticas paganas. (Le 19:27; Jer 9:25, 26; 25:23; 49:32.) Descuidar el cabello o la barba, probablemente dejándolos sin recortar y desatendidos, era una señal de duelo. (2Sa 19:24.) En las instrucciones dadas a los sacerdotes por medio del profeta Ezequiel, Dios les ordenó que se cortasen el cabello de la cabeza, pero que no se lo afeitasen, y también les dijo que no deberí­an llevar el cabello suelto cuando desempeñasen sus funciones en el templo. (Eze 44:15, 20.)
Las hebreas cuidaban su cabello y se lo dejaban largo como señal de belleza. (Can 7:5; Jn 11:2.) El que una mujer se cortase el cabello era señal de duelo o aflicción. (Isa 3:24.) En el caso de que un soldado israelita capturase a una mujer virgen de una ciudad enemiga y desease casarse con ella, la mujer primero tení­a que cortarse el cabello, arreglarse las uñas y observar un perí­odo de duelo de un mes de duración por sus padres, que habrí­an muerto en la toma de la ciudad. (Dt 21:10-13; 20:10-14.)
Un factor que el sacerdote tení­a que tener en cuenta en la diagnosis de la lepra era el color y estado del pelo de la parte afectada. (Le 13:1-46.)

Cristianos. Tanto el apóstol Pedro como el apóstol Pablo vieron la necesidad de aconsejar a las mujeres cristianas que no dieran indebida atención a los peinados y adornos, como era costumbre en aquellos dí­as. En vez de eso, se las instó a que centrasen su atención en adornarse con la vestidura incorruptible de un espí­ritu quieto y apacible. (1Pe 3:3, 4; 1Ti 2:9, 10.)
Debido a las costumbres comunes de la época, el apóstol Pablo afirmó que era natural que el hombre tuviera el cabello más corto que la mujer. (Véase NATURALEZA.) Era una vergüenza para una mujer que se la rapara o trasquilara. Dios le habí­a dado el cabello largo †œen lugar de prenda para la cabeza†, pero Pablo explicó que esta cubierta natural, que era una gloria para la mujer, no la excusaba de cubrirse la cabeza con una †œseñal de autoridad† al orar o profetizar en la congregación cristiana. Si aceptaba este hecho y se cubrí­a la cabeza en tales circunstancias, la cristiana demostraba su reconocimiento de la jefatura teocrática y su sujeción cristiana. De este modo glorificaba tanto a su cabeza marital como a Jehová Dios, el Cabeza de todos. (1Co 11:3-16.)

Uso figurado. Job se cortó el cabello como muestra de su desolación por haber perdido a sus hijos y posesiones. (Job 1:20.)
A Ezequiel se le ordenó que se cortase el pelo y la barba, que dividiese los cabellos en tres partes y que utilizara cada parte de una manera que indicarí­a proféticamente las aflicciones que les sobrevendrí­an a los habitantes de Jerusalén cuando Dios ejecutara sus juicios. (Eze 5:1-13.) Arrancarse el pelo o cortárselo también representaba angustia y aflicción (Esd 9:3; Jer 7:29; 48:37; Miq 1:16), y arrancar el cabello de la cabeza o de la cara de otra persona era una forma de deshonrarla, despreciarla o censurarla. (Ne 13:25; Isa 50:6.)
La cantidad de cabellos que hay en la cabeza humana (un promedio aproximado de 100.000) se usó para representar algo numeroso o innumerable. (Sl 40:12; 69:4.) Por otra parte, la delgadez del cabello se empleó en sentido figurado para referirse a la precisión. (Jue 20:16.) La declaración: †˜No perecerá (o caerá) ni un cabello de su cabeza†™, garantiza una total y completa protección y seguridad. (Lu 21:18; 1Sa 14:45; 2Sa 14:11; 1Re 1:52; Hch 27:34.) Algo similar denotaron las palabras de Jesucristo a sus discí­pulos al referirse al cuidado que Dios les dispensaba a ellos: †œLos mismí­simos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados†. (Mt 10:30; Lu 12:7.)
La canicie merecí­a respeto (Pr 16:31; 20:29), y a veces se usaba como sinónimo de edad y sabidurí­a. (Job 15:9, 10; véase CANICIE.) En una visión dada a Daniel se representa a Jehová simbólicamente con cabello blanco, como †œlana limpia†, y se le llama el †œAnciano de Dí­as†. (Da 7:9.) El apóstol Juan vio a Jesucristo, también representado en una visión, con cabellos †œblancos como lana blanca†. (Rev 1:1, 14, 17, 18.)

Pelo de animales. El pelo de cabra se usaba en la confección de ciertas telas. (Ex 26:7.) Juan el Bautista llevaba una prenda de pelo de camello (Mt 3:4; Mr 1:6), que era el tipo de vestido oficial que utilizaban los profetas. (2Re 1:8; compárese con Gé 25:25.) Rebeca colocó pelo de cabra en las manos y cuello de Jacob para simular el pelo de Esaú. (Gé 27:16; véase BARBA.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

A. NOMBRES 1. thrix (qrivx, 2359), denota el cabello o pelo, tanto de animal, como el pelo de camello que serví­a de vestimenta a Juan el Bautista (Mat 3:4; Mc 1.6); o de hombre. Con respecto al cabello del hombre: (a) se usa para significar el más pequeño de los detalles, como ilustración del sumo cuidado y protección que Dios da a sus hijos (Mat 10:30; Luk 12:7; 21.18; Act 27:34); (b) por cuanto los judí­os juraban por el cabello, el Señor utilizó la incapacidad natural de transformar un cabello en blanco o negro como una de las razones por las que debí­an abstenerse de jurar (Mat 5:36); (c) en tanto que el cabello largo es gloria a una mujer (véase B, Nº 2), y llevarlo suelto o mesado es una deshonra, a pesar de ello la mujer que secó los cabellos de Cristo con su cabello (en lugar de la toalla que Simón el fariseo omitió procurar), despreció la vergüenza en su arrepentida devoción al Señor; los esclavos acostumbraban a secar los pies de sus dueños (Luk 7:38,44; véase también Joh 11:2; 12.3; (d) la blancura deslumbrante de la cabeza y del cabello del Hijo del Hombre en la visión de Rev_1 (v. 14) es sugerente de la santidad y sabidurí­a del “Anciano de Dí­as”; (e) el cabello largo de los seres espirituales descritos como langostas en Rev 9:8 es una posible indicación de su sometimiento al jefe de ellos, Satanás (cf.1Co 11:10); (f) a las mujeres cristianas se les exhorta a abstenerse de adornar su cabello para ostentación externa (1Pe 3:3).¶ Nota: El cabello de cabras se usaba en la fabricación de tiendas, como, p.ej., en el caso del oficio de Pablo (Act 18:3); el tejido de cabello de Cilicia, su provincia nativa, era conocido, siendo denominado en el comercio como cilicium. 2. kome (kovmh, 2864), se usa solo del cabello humano, pero en el NT no del ornamental. La palabra se halla en1Co 11:15, donde el contexto muestra que la “cubierta” formada por el cabello largo de la mujer es como un velo, una señal de sometimiento a la autoridad. Esto queda indicado en el pasaje de los vv. 1-10, en los que se expone el principio de autoridad, las cabezas a las que se está sujeto en cada caso particular.¶ B. Verbos 1. keiro (keivrw, 2751) se usa: (a) de esquilar ovejas (Act 8:32 “que trasquila”; (b) en la voz media, cortarse el cabello, raparse (Act 18:18;1Co 11:6, dos veces; cf. xurao, rasurarse; vease RASURAR). Véanse también CORTAR(SE), RAPAR, TRASQ UILAR.¶ 2. komao (komavw, 2863) significa dejar crecer el cabello, llevar el cabello largo, una gloria para la mujer, una deshonra para el hombre, tal como lo enseña la naturaleza, (1Co 11:14,15). Véanse CRECER, DEJAR(SE).¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

La costumbre israelita normal, para ambos sexos, parece haber sido la de dejar crecer el cabello hasta una longitud considerable. La gran cabellera de Absalón se menciona con aparente admiración (2 S. 14.26). Sólo su peso lo obligaba a hacérsela cortar anualmente. La Biblia menciona barberos (Ez. 5.1), pero su función era recortar más bien que cortar completamente el cabello. Pero ya para el período del NT el cabello largo se consideraba “deshonroso” para el hombre (1 Co. 11.14), aunque se trata de una declaración hecha por Pablo a una iglesia griega. Las mujeres, por otra parte, en ambos períodos, llevaban el cabello largo y prácticamente sin cortar. El Talmud menciona peluqueros para mujeres, pero la raíz de la palabra (meḡadde) significa más bien “trenzar” que “cortar”. La calvicie no gustaba, quizá por su posible conexión con la lepra (cf. Lv. 13), y evidentemente la referencia de los jóvenes a la calvicie de Eliseo fue un insulto premeditado. En Egipto, empero, se afeitaban la cabeza y el rostro, y José tuvo que adaptarse a la costumbre (Gn. 41.14). Se admiraba el cabello oscuro en ambos sexos; pero el cabello cano era muy honorable y consiguientemente se lo reverenciaba (* Ancianidad, edad avanzada). Vemos a Dios mismo descripto con “el pelo de su cabeza como lana limpia” (Dn. 7.9; cf. Ap. 1.14). Pero Herodes el Grande aparentemente prefería una apariencia más juvenil, ya que se hizo teñir el cabello cuando empezó a encanecer.

Se trataba el cabello de diferentes maneras. Sansón tenía siete trenzas, y las mujeres frecuentemente se trenzaban o rizaban el cabello. Los soldados que iban a la batalla lo dejaban suelto, pero tenerlo desarreglado era señal de duelo, y mesárselo indicaba temor y pesadumbre. El recorte del cabello tenía que efectuarse en forma especial; los israelitas no debían cortarse el mechón de la frente (Lv. 19.27; cf. °vm), debido a que era un rasgo de ciertos cultos idólatras (cf. Dt. 14.1). Hasta hoy los judíos ortodoxos observan esta costumbre; es posible que los niños pequeños anden con el cabello muy corto, con excepción de los bucles que cuelgan alrededor de las orejas. Ezequiel instruyó a los sacerdotes acerca de su cabello (44.20). Los nazareos tenían que usar el cabello sin recortar mientras durara su voto, y luego afeitarlo completamente. Esto último significaba purificación (Lv. 14.8). Otro caso especial es el de Sansón, en cuyo cabello sin recortar residía el secreto de su fuerza.

Era señal de hospitalidad ungir la cabeza del huésped (Lc. 7.46). Frecuentemente se ungía el cabello en ocasiones festivas (cf. Sal. 45.7). El jurar por el cabello (o la cabeza) era una costumbre que Jesús no aprobaba (Mt. 5.36).

En metáfora y en símil se empleaba el cabello para simbolizar multitud, insignificancia y precisión (Sal. 40.12; Mt. 10.29s; Jue. 20.16).

Bibliografía. F. Wight, Usos y costumbres de las tierras bíblicas, 1961, pp; 100–101; G. Contenau, La vida cotidiana en Babilonia y Asiria, 1958, pp. 76.

L. Köhler, Hebrew Man, trad. ing. 1956, pp. 26ss.

D.F.P.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

La materia de este artículo es tan extensa que no puede haber ningún intento de describir los tipos de peinados en uso sucesiva o simultáneamente en la Iglesia Católica. Se puede formar una idea solo a partir de los textos y monumentos citados; aquí simplemente indicaremos las características principales de los peinados en diferentes épocas y entre las diferentes clases.

Las pinturas en las catacumbas permiten la creencia de que los primeros cristianos se limitaban a seguir la moda de su tiempo. Hacia finales del siglo II, el cabello corto de los hombres y los ondulados bucles de las mujeres eran ensortijados, rizados con hierros y dispuestos en capas, mientras que para las mujeres el cabello trenzado alrededor de la cabeza formaba una diadema alta sobre las cejas. Algunos bucles se reservaban para que cayeran sobre la frente y sobre las sienes. La iconografía religiosa aún ahora continúa de acuerdo con los tipos creados en los inicios del cristianismo. Las imágenes de Cristo retienen el cabello largo partido a la mitad y cayendo sobre los hombros. Las de la Santísima Virgen llevan aún el velo que tapa una porción de las cejas y confina el cuello.

Los orantes, que representan la generalidad de los fieles, tienen el pelo cubierto por un velo integral que cae sobre los hombros. La iconografía bizantina difiere poco de la de las catacumbas respecto al arreglo de la cabeza. Hay mosaicos y marfiles que representan a emperadores, obispos, sacerdotes y los fieles que llevan el pelo de mediana longitud, cortado recto a través de la frente. En ese entonces las mujeres llevaban un tocado redondo que rodeaba la cara. Los emperadores y emperatrices usaban una corona grande y baja, ancha arriba y ornamentada con piedras preciosas cortadas en cabujón (cabochon), y pendientes enjoyados que caían sobre los hombros, como los que pueden verse en los mosaicos de San Vitalis en Rávena y en un gran número de dípticos. El cabello de los patriarcas y obispos era de longitud media y usaban una corona cerrada o una doble tiara. Los bárbaros permitían que su pelo creciera libremente y que cayera sobre los hombros sin restricción. Después de la caída de los merovingios, y mientras los invasores bárbaros se adaptaban más y más al gusto y moda bizantinos en boga, no aceptaron inmediatamente la moda de cortarse el cabello. A Carlomán, el hermano de Carlomagno, se le representa a la edad de catorce años con su cabello largo cayendo en largas trenzas por detrás.

Los concilios reglamentaron el tocado de clérigos y monjes. La “Statuta antiqua Ecclesiae” (can. XLIV) prohibió que se dejaran crecer el pelo o la barba. Un sínodo celebrado por San Patricio (can. VI) en 456 prescribió que los clérigos deberían arreglar su cabello a la manera de los clérigos romanos, y que los que se dejaran crecer el cabello fueran expulsados de la Iglesia (can. X). El Concilio de Agde (506) autorizó al archidiácono a emplear la fuerza para cortar el cabello de los recalcitrantes; el de Braga (572) ordenó que el cabello debiera llevarse corto, dejando ver las orejas; mientras que el Concilio de Toledo (633) denunció a los lectores en Galicia que usaban una pequeña tonsura y permitían que el cabello creciera desmesuradamente; y dos Concilios de Roma (721 y 743) anatematizaron a quienes ignoraran las reglas sobre este asunto. Esta legislación sólo muestra cuan inveterada estaba la costumbre contraria. La insistencia de los concilios se explica fácilmente si recordamos las ridículas fantasías a que se dejaron llevar las sectas heréticas. Ya sea por amor a la mortificación o por el gusto por lo bizarro, vemos, de acuerdo al testimonio de San Jerónimo, monjes barbudos como cabras, y la “Vita Hilarionis” también indica que algunas personas consideraban meritorio cortarse el cabello cada año por Pascua.

En el siglo IX hay más distinción entre hombres libres y esclavos respecto al cabello. De ahí en adelante los esclavos no serían rapados excepto en castigo por ciertas ofensas. Bajo Luis el Debonnaire y Carlos el Calvo el cabello se cortaba en las sienes y en la parte posterior de la cabeza. En el siglo X el cabello cortado a la altura de las orejas caía en forma regular alrededor de la cabeza. A finales del siglo XII el cabello era cortado corto en la parte superior de la cabeza y caía en grandes bucles hacia atrás.

Así que la gente pasaba de una moda a otra, de cabello suave en la parte de arriba y que se levantaba abruptamente en una onda al frente, un mechón de pelo en forma de flama, o el más ordinario nudo en la parte superior. No todos siguieron estas modas, pero las excepciones se consideraban ridículas. Si alguien quiere formarse una idea de los peinados de la época más moderna, encontrará imágenes, estampas y libros que dan tantos ejemplos, que sería inútil intentar su descripción. El clero siguió con una especie de timidez la moda de la peluca, pero, excepto prelados y capellanes de la corte, se abstuvieron de los modelos excesivamente lujosos. Los sacerdotes se contentaron con usar la peluca in folio, o cuadrada, o la peluca á la Sartine. Se dejaban descubierta la parte correspondiente a la tonsura. La decadencia de las órdenes religiosas se ha notado siempre en los peinados. La tonsura desde muy temprano interpuso un obstáculo a estilos fantásticos, pero la tonsura misma era ocasión de muchas combinaciones.

Bibliografía: Información relativa al peinado de los regulares se encuentra en HÉLYOT, Histoire des ordres religieux. Vea también DAREMBERG AND SAGLIO, Dict. des Antiques grecques et lat., s.v. Coma; BAUMEISTER, Denkmäler des klass. Alterthums, I, 615 ss.; KRAUSE, Plotina, oder die Kostüme des Haupthaares bei den Völkern der Alten Welt (Leipzig, 1858); RACINET, Le costume historique (1882).

Fuente: Leclercq, Henri. “Hair (in Christian Antiquity).” The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 20 Dec. 2012
http://www.newadvent.org/cathen/07113a.htm

Traducido por Javier L. Ochoa Medina. lhm

Fuente: Enciclopedia Católica