CAIN

Gen 4:1-25.
Heb 11:4 Abel .. más excelente sacrificio que C
1Jo 3:12 no como C, que era del maligno y
Jud 1:11 porque han seguido el camino de C, y se


Caí­n (heb. Qayin [1], comúnmente «trabajador [artí­fice]» o «lanza» [según Gen 4:1, «adquisición (posesión)»]; gr. KáVn; ha-Qayin [2], «el herrero [forjador; lancero]»; Qâyin y ha-qênî [3], que también aparecen en inscripciones sudar). 1. Hijo mayor de Adán y Eva, hermano y asesino de Abel.* Agricultor de oficio, ofreció un sacrificio del producto de sus campos. Cuando Dios rechazó su ofrenda y aceptó la de su hermano, se puso celoso y lo mató (Gen 4:1-16). El NT indica una causa ética para el rechazo: Abel era justo (Mat 23:35), mientras que los caminos de Caí­n eran malos (Jud_11); Juan dice que era del maligno y que «mató a su hermano… porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas» (1 Joh 3:12). El autor de Heb 11:4 implica que la falta de fe fue la razón del rechazo de la ofrenda de Caí­n. Como castigo por su crimen, fue obligado a vivir como exiliado; para su protección o como signo de protección contra la venganza de la sangre de su hermano, se le puso una señal cuya 188 naturaleza desconocemos (Gen 4:15, 16). 2. Pueblo en las montañas de Judá (Jos 15:57), ahora llamado Khirbet Yaqîn, a unos 5 km al sudeste de Hebrón. 3. Nombre de una tribu (Num 24:21, 22, BJ y DHH); también se los llama quenitas, qenitas, quineos, quineceos, cainitas, ceneceos o ceneos* (Jdg 4:11; «Caí­n», BJ).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

hebreo qanah, adquirir. Primer hijo de los primeros padres, Adán y Eva. C. fue pastor nómada, a diferencia de su hermano Abel, agricultor, Gn 4, 1 ss. Ambos hermanos ofrecen sus primicias a Yahvéh, pero sólo el sacrificio de Abel es aceptado, y el de C. rechazado, Hb 11, 4. Este, lleno de envidia, †œal ser del Maligno†, según 1 Jn 3, 12, mata a su hermano y recibe la maldición de Yahvéh que lo condena a vagar y errar en la tierra.

Yahvéh le pone una señal para que nadie lo mate pues únicamente Dios lo juzgarí­a, Gn 4, 11. Después de esta maldición, C. †œse estableció en el paí­s de Nod, al oriente de Edén†, Gn 4, 16, un sitio desconocido, donde fundó una ciudad a la que llamó Henoc, como se llamaba su hijo, y se le considera el primer constructor de una ciudad, Gn 4, 17. De C. proceden los pastores, los músicos y los forjadores de metales. Sobre los falsos doctores, se dice en Judas 2, que se han ido por el camino de C.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

1. El primer hijo de Adán y Eva, y labrador de oficio. Como una ofrenda a Dios, él llevó algunos de los frutos de la tierra, mientras su hermano llevó un animal para sacrificio (Génesis 4). Enojado porque su ofrenda no fue recibida (Heb 11:4 muestra que le faltó una correcta disposición hacia Dios), asesinó a su hermano. Añadió a su culpa delante de Dios, negando el hecho y no dando evidencia de arrepentimiento. Huyó a la tierra de Nod y allí­ construyó una ciudad, convirtiéndose en el progenitor de una lí­nea que incluí­a a Jabal.
2. El progenitor de los queneos (Num 24:22). En la RVA un nombre tribal; la RVR-1960 prefiere el ceneo (ver también Jdg 4:11).

Ver QUENEOS.

Caí­n (Lugar).

) (heb., kayin, herrero).
Una ciudad en Judá (Jos 15:57).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Herrero). Hijo mayor de Adán y Eva. Originalmente su nombre fue escogido porque se parecí­a a la palabra qanah, que significa †œganar† (Gen 4:1), pero parece que finalmente el término quedó como †œherrero†, lo cual se relaciona con uno de sus descendientes, †œTubal-caí­n, artí­fice de toda obra de bronce y de hierro† (Gen 4:22). C. y Abel trajeron ofrendas a Dios, que se agradó de la de Abel y no de la de C. El relato de Génesis no explica la causa para la reacción divina, pero en Hebreos se nos dice que †œpor la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que C.† (Heb 11:4).

Juan dice que C. †œera del maligno†. Y en cuanto a Abel, escribe: †œ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas† (1Jn 3:12). Tras matar a Abel, C. fue condenado a labrar con pocos resultados la tierra y a andar †œerrante y extranjero† (Gen 4:12), y se puso una †œseñal en C., para que no lo matase cualquiera que le hallara† (Gen 4:15), y se fue a habitar †œen tierra de Nod [errante]† (Gen 4:16). Finalmente se casó, y edificó luego una ciudad a la cual puso el nombre de su hijo †¢Enoc. La epí­stola de Judas, hablando de †œhombres impí­os, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios†, los pone como que †œhan seguido el camino de C.† (Jud 1:4, Jud 1:111).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG HOMB HOAT

vet, = «obrero», «artesano», «adquisición». Caí­n fue el primogénito de Adán y Eva, agricultor y primer homicida (Gn. 4:1). Cometió su crimen a pesar de las amonestaciones de Dios y despreció la misericordia y la corrección divinas (Gn. 4:6-9). Desde el asesinato de su hermano Abel anduvo errante y fue separado del pueblo (Gn. 4:16). Caí­n se retiró a la tierra de Nod, al oriente del paraí­so (He. 11:4; 1 Jn. 3:12). Tuvo hijos, entre ellos Enoc (Gn. 4:16). Dios puso una señal a Caí­n para que nadie lo matase, pero se desconoce en qué consistí­a dicha señal.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[011]

Figura Bí­blica que refleja la envidia y la maldad, al matar a su hermano Abel (Gn. 4. 1-16). Fue el nombre del hijo malo de Adán, que por su maldad desagradó a Dios y fue padre de parte del género humano.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(-> Abel, pecado, sacrificio, sangre). Caí­n y Abel son hijos de Adán-Eva, que han sido ya expulsados del paraí­so (naturaleza virgen y fecunda, que fructifica por sí­ misma) y empiezan a distinguirse por sus trabajos productivos: Caí­n (Engendrado de Yahvé) es agricultor: cultiva los productos de la tierra. Significativamente, conforme al viejo ideal del nomadismo, el agricultor es malo, frente al pastor que es bueno. Abel (Soplo Débil) es pastor de ganado menor (ovejas/cabras): no es cazador que lucha contra las fieras y animales del campo, sino domesticador, dedicado a la doma de animales. El antagonismo de oficios o trabajos puede reflejar la primera lucha social de agricultores y pastores, con la victoria final (injusta y violenta) de los agricultores.

(1) Los primeros sacrificios. Esa guerra se expresa por los sacrificios animales, entendidos como evocación sangrienta del misterio de la vida. Ciertamente, muchos israelitas del tiempo en que se escribe este relato (entre los siglos VIII y VI a.C.) se habí­an vuelto sedentarios, expertos en agricultura. Sin embargo, su ofrenda religiosa más perfecta era la vida y sangre de animales. Así­ presenta la Biblia los primeros sacrificios. Dios no habí­a permitido aún que los hombres maten animales (cf. Gn 1,28-31), cosa que sólo hará en Gn 8, con Noé; pero Abel los mata, anticipando aquello que repetirán siglo tras siglo los sacerdotes de Jerusalén. Dios no habí­a pedido a los hombres ningún sacrificio sangriento, sino fidelidad a su llamada; pero ellos sacrifican expresando su rivalidad con gestos religiosos, como si quisieran comprar (conseguir) el favor de Dios. Caí­n eleva una minjá, obsequio vegetal (¿de trigo y vino?), al Dios del campo; de esa forma reconoce su dependencia religiosa y expresa el sentido de su vida sobre el mundo. Por su parte, Abel presenta el sacrificio de los primogénitos del rebaño, quemando sobre el altar la grasa de las ovejas/cabras, reconociendo así­ el poderí­o de Dios sobre la vida. De esa forma, los dos hermanos expresan e inauguran los dos tipos de culto: uno vegetal y otro animal, uno de agricultores y otro de pastores. Pues bien, sin saber por qué, el texto afirma que Dios aceptó la ofrenda de Abel, no la de Caí­n, aunque la razón parece clara en perspectiva de historia de las religiones: al Dios de oriente le agradaban los corderos/cabritos, la grasa que se quema en su honor sobre el altar, como indicará Gn 8,15-22; también la teologí­a oficial israelita prefiere los sacrificios animales, como indica el ritual del Leví­tico. De todas formas, el texto no ha querido ni podido desarrollar las causas de la preferencia de Dios por los sacrificios animales, ni la razón de la división humana (Caí­n y Abel). Abel parece pací­fico, quizá porque descarga su agresividad en los animales: las ovejas/cabras que sacrifica y quema sobre el altar le sirven de terapia (chivo expiatorio); ellas le pacifican, y no necesita descargar su furor contra el hermano. Caí­n es violento aunque (o quizá porque) su religión se centra en ofrendas vegetales.

(2) Destino y señal del asesino. Conforme al relato de Gn 4,15-16, Caí­n acepta la responsabilidad del asesinato de su hermano y confiesa su culpa, descubriendo que ha roto el equilibrio de la vida. De esa manera se condena a sí­ mismo, antes de ser condenado por otros. Estos son los tres rasgos que definen su destino, según Gn 4,13-14. (a) Es asesino ante sí­ mismo: «Grande es mi culpa para ser soportada». De esta forma expresa el horror por el asesinato, que se manifiesta en forma de miedo interior y remordimiento, como un tipo de esquizofrenia o división que el asesino ya no puede soportar, (b) Es asesino ante Dios: «Hoy me echas de la tierra y habré de esconderme de tu presencia». La ruptura interior se expresa como alejamiento ante Dios: el asesino es un hombre que se esconde y separa de las fuentes de la vida, de las que se siente expulsado por aquello que ha hecho, (c) Asesino ante los hombres: «Andaré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me encuentre, me matará». La ruptura interior y la lejaní­a respecto a Dios se traduce en forma de rechazo social: el asesino no tiene ni patria ni derechos, de manera que carece de protección, quedando a merced de la venganza de cualquiera que le encuentre. De esa forma, este mundo que podrí­a haber sido para el hombre una casa compartida, en la que habita en cercaní­a de Dios y en comunión con los demás, se ha convertido para Caí­n (para todos los caí­nes) en lugar de ruptura interior, de rechazo de Dios y de miedo social. Una vez que se ha encendido, el poder de la violencia se propaga: una sangre clama por más sangre, en un gesto de talión infinito que puede llevar a la muerte de todos los hombres.

(3) Vivir siendo asesinos, detener la violencia. Para detener la espiral de la violencia, Dios coloca una señal de protección en la frente de Caí­n: «Lc respondió Yahvé: En verdad, cualquiera que mate a Caí­n será castigado siete veces. Entonces Yahvé puso una señal a Caí­n, para que no lo matara cualquiera que lo encontrase» (Gn 4,15). El relato supone que todos los hombres posteriores son hijos de Caí­n, supervivientes de una historia de pecado, hijos de asesinos perdonados. La historia concreta de los hombres empieza, según eso, con un asesinato que, en contra de los mitos religiosos de muchas culturas, se define y resuelve con dos afirmaciones sorprendentes y complementarias. (a) El triunfador es culpable. En general, los mitos suelen presentar la historia de un modo invertido: declaran culpables a los asesinados y glorifican a los asesinos triunfadores, que son los creadores de la historia. En contra de eso, nuestro pasaje ha declarado, en nombre de Dios, que Abel es inocente; por el contrario, Caí­n, el triunfador, es el culpable. De esa forma, el texto no rechaza, sino que afirma la culpa de los vencedores, de ma ñera que los vencidos no pueden aparecer como chivos* expiatorios de la sociedad, (b) El perdón es posible, los asesinos pueden vivir. Nuestro texto sabe que la solución del asesinato no es que haya otro asesinato, según la ley del talión, que manda matar a los asesinos (cf. Gn 9,6), sino un tipo de perdón anterior. Si el primer asesino hubiera sido asesinado, según el talión, no habrí­a podido existir vida sobre el mundo. La historia de los hombres comienza con un asesinato y un perdón originario.

Cf. L. Alonso Schokel, ¿Dónde está tu hermano? Textos de fraternidad en el libro del Génesis, Verbo Divino, Estella 1990; S. Croatto, Exilio y sobrevivencia. Tradiciones contracidturales en el Pentateuco. Comentario de G11 4-11, Lumen, Buenos Aires 1997.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(Algo Producido).
El primer niño nacido en la Tierra de la pareja humana original, Adán y Eva.
Después del nacimiento de Caí­n, Eva dijo: †œHe producido un hombre con la ayuda de Jehovᆝ. (Gé 4:1.) ¿Significaban estas palabras que Eva pensaba que podí­a ser la mujer predicha que producirí­a la descendencia por medio de la que vendrí­a la liberación? (Gé 3:15.) Si ese fue el caso, estaba muy equivocada. Sin embargo, tení­a razón para decir que Caí­n habí­a sido producido †œcon la ayuda de Jehovᆝ porque Dios no les habí­a retirado la facultad de reproducción y porque, cuando la juzgó, le dijo que †˜darí­a a luz hijos†™, aunque con dolores de parto. (Gé 3:16.)
Caí­n se hizo cultivador del suelo, y †œal cabo de algún tiempo†, tanto él como Abel, su hermano más joven, le presentaron ofrendas a Jehová, pues sintieron la necesidad de ganarse el favor divino. Sin embargo, Dios †œno miraba con ningún favor† la ofrenda de Caí­n, compuesta de †œalgunos frutos del suelo†. (Gé 4:2-5; compárese con Nú 16:15; Am 5:22.) Aunque se ha señalado que el registro no especifica que la ofrenda de Caí­n fuese de los frutos más selectos, mientras que sí­ dice que la de Abel era de los †œprimogénitos de su rebaño, aun sus trozos grasos†, el problema no radicaba en la calidad de los productos que Caí­n ofreció. Más bien, como se registra en Hebreos 11:4, la ofrenda de Caí­n carecí­a de la motivación de la fe, que fue lo que hizo aceptable el sacrificio de Abel. El que Dios no viera la ofrenda de Caí­n con favor pudo haberse debido también a que era incruenta, mientras que la de Abel representaba una vida derramada.
No se especifica cómo se hizo la distinción entre la ofrenda aprobada y la que no lo era, pero debió ser evidente tanto para Caí­n como para Abel. Jehová, que lee el corazón del hombre (1Sa 16:7; Sl 139:1-6), conocí­a la actitud incorrecta de Caí­n, que se manifestó con claridad una vez fue rechazado su sacrificio. Entonces empezó a mostrar abiertamente las †œobras de la carne†, entre ellas, †˜enemistades, contiendas, celos y arrebatos de cólera†™. (Gál 5:19, 20.) Jehová mostró a este hombre resentido que podí­a ensalzarse si sencillamente se dirigí­a a hacer lo bueno. Pudo haberse humillado y haber imitado el ejemplo aprobado de su hermano, pero prefirió pasar por alto el consejo divino de lograr dominar el deseo pecaminoso que †˜estaba agazapado a la entrada†™ deseando con vehemencia someterle. (Gé 4:6, 7; compárese con Snt 1:14, 15.) Este proceder irrespetuoso fue la †œsenda de Caí­n†. (Jud 11.)
Más tarde, Caí­n le dijo a su hermano: †œVamos allá al campo†. (Gé 4:8.) (Aunque estas palabras no figuran en el texto masorético, varios manuscritos hebreos tienen en este punto el signo de omisión, y sí­ se encuentran en el Pentateuco Samaritano, la Versión de los Setenta, la Versión Peshitta siriaca y algunos textos latinos antiguos.) Caí­n atacó a Abel en el campo y lo mató, de modo que llegó a ser el primer asesino humano. Como tal, se podí­a decir que †œse originó del inicuo†, el †œpadre† de los homicidas y de la mentira. (1Jn 3:12; Jn 8:44.) La respuesta endurecida de Caí­n a la pregunta de Jehová de dónde estaba Abel fue otra prueba de su actitud; no fue esta una expresión de arrepentimiento ni remordimiento, sino más bien una réplica mentirosa: †œNo sé. ¿Soy yo el guardián de mi hermano?†. (Gé 4:9.)
La sentencia de destierro del suelo que Dios impuso a Caí­n significó su expulsión de las cercaní­as del jardí­n de Edén, y la maldición que ya existí­a sobre la tierra se incrementarí­a en su caso, de tal modo que la tierra no responderí­a a su cultivo. Caí­n se lamentó por la severidad de su castigo y expresó su inquietud ante la posibilidad de que se vengase el asesinato de Abel, pero ni aun entonces manifestó arrepentimiento sincero. Jehová †œestableció una señal para Caí­n† con el fin de evitar que lo matasen, aunque no se dice si esta señal o marca estaba de alguna manera sobre su persona. La †œseñal† probablemente era el mismo decreto solemne de Dios, que los demás conocí­an y respetaban. (Gé 4:10-15; compárese con el vs. 24, donde Lamec se refiere a este decreto.)
Caí­n fue desterrado a †œla tierra de la Condición de Fugitivo, al este de Edén†, y se llevó consigo a su esposa, una hija de Adán y Eva de quien no se dice el nombre. (Gé 4:16, 17; compárese con 5:4, también con el ejemplo posterior del matrimonio de Abrahán con su media hermana Sara, Gé 20:12.) Después del nacimiento de su hijo Enoc, Caí­n †œse ocupó en edificar una ciudad†, a la que llamó por el nombre de su hijo. Es posible que tal ciudad solo haya sido un pueblo fortificado, según los conceptos actuales, y no se dice cuándo se terminó. El registro bí­blico menciona a parte de los descendientes de Caí­n, algunos de los cuales se distinguieron por la crí­a nómada de ganado, tocar instrumentos musicales y el forjado de herramientas de metal, así­ como por practicar la poligamia y por su violencia. (Gé 4:17-24.) La lí­nea de Caí­n terminó con el diluvio global del dí­a de Noé.

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. qayin). 1. Hijo mayor de Adán y Eva (Gn. 4.1), en el momento de cuyo nacimiento Eva dijo, “he adquirido (qānı̂ṯı̂) varón”. Ya que es improbable que este relato haya sido originalmente expresado en heb., no es posible hacer juicios sobre la validez del juego de palabras, y no puede llegarse a ninguna conclusión sobre la base de aparentes etimologías del nombre. Caín fue agricultor (Gn. 4.2), a diferencia de *Abel, que fue pastor, y porque “era del maligno” (ek tou ponērou, 1 Jn. 3.12) y no estando en armonía con Dios (He. 11.4), su ofrenda (minḥâ) fue rechazada (Gn. 4.3–7) y terminó matando a su hermano (Gn. 4.8). Dios lo castigó determinando que fuese errante, tal vez nómada, en la tierra de *Nod (Gn. 4.9–16), y para protegerlo, a fin de que él mismo no fuese muerto, Dios dispuso una “señal” (˒ôṯ, ‘señal, marca’, cf. Gn. 9.12–13) “para” (le) él. La naturaleza de dicha “señal” se desconoce. Caín fue padre de *Enoc. Se han trazado paralelos entre el conflicto de Caín y Abel y otros que aparecen en la literatura sumeria, en la que se relatan disputas relativas al mérito relativo de las actividades agrícola y ganadera, pero en ninguna de las que se conoce el agricultor mata al ganadero, y una disputa de esta naturaleza probablemente no hace sino reflejar la situación histórica en la Mesopotamia a partir del período prehistórico tardío en adelante. (* Nómadas)

Bibliografía. °S. N. Kramer, La historia empieza en Sumer, 1973; S. Schultz, Habla el Antiguo Testamento, 1976, pp. 14–15; G. von Rad, El libro de Génesis, 1977, pp 124ss; G. Báez Camargo, Comentario arqueológico de la Biblia, 1979, pp. 27; L. Alonso Schökel y otros, “Génesis”, Los libros sagrados, 1970, pp. 32–33; E. H. Maly, “Génesis”, Comentario bíblico “San Jerónimo”, t(t). I, 1971, pp. 75–76.

S. N. Kramer, “Sumerian Literature and the Bible”, en Analecta Biblica 12, 1959, pp. 192; History Begins at Sumer, 1958, pp. 164–166, 185–192; C. J. Gadd, Teachers and Students in the Oldest Schools, 1956, pp. 39ss; S. H. Hooke, ”Cain and Abel”, en The Siege Perilous, 1956, pp. 66ss.

2. Nombre de una ciudad, escrito con el artículo (haqqayin), en el S del territorio asignado a Judá (Jos. 15.57), y que probablemente deba considerarse como el actual Jirbet Yaqin al SE de Hebrón. Véase A. Alt, Palāstina-jahrhbuch 22, 1926, pp. 76–77.

T.C.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Primogénito de Adán y Eva. Su nombre deriva, según Génesis 4,1, de la raíz qanah, adquirir, nombre que le dio su madre al nacer debido a las palabras que ella pronunció: “he adquirido un varón por el favor de Yahveh.” No se puede alegar ninguna objeción seria contra esta derivación. El Libro del Génesis, interesado en esta parte en el origen de las diferentes ocupaciones de los hombres, nos dice que Caín se convirtió en agricultor mientras su hermano Abel cuidaba los rebaños. Ambos ofrecieron al Señor un sacrificio, reconociendo así, de un modo análogo al prescrito luego en la ley, el poder soberano del Creador. Caín ofreció de los frutos de tierra; Abel de “los primogénitos de su rebaño y de la grasa de los mismos.” Por algún medio no indicado en el texto sagrado, quizás, como se ha pensado, por alguna señal como el fuego que consumió la ofrenda de Gedeón (Jc. 6,21) o el de Elías (1 Rey. 18,38), Dios manifestó a los hermanos que Abel y su sacrificio le eran gratos y que, al contrario, rechazaba a Caín y su ofrenda. No nos dicen la razón de esta preferencia. Entre las conjeturas sobre el asunto, una ha tenido mayor preferencia entre los comentaristas, es aquella que incorpora las palabras de Dios a Caín, en el versículo 7 de la Versión de los Setenta: “Si ofreces bien pero divides mal, ¿no has cometido pecado?” Esto implica que Caín cometió la falta de presentar a Dios regalos imperfectos, reservando para sí mismo la mejor parte de los productos de la tierra. Sin embargo, San Agustín, que estaba bajo la influencia de la Septuaginta, entendió la división de otra manera. Caín, nos dice, le dio una parte de sus bienes a Dios, pero no le dio su corazón (Ciudad de Dios, XV.7). Esto está de acuerdo con la causa que más se asigna para la preferencia de Dios. La continuación de la historia nos muestra la mala disposición del corazón de Caín. San Juan dice que Caín mató a Abel porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas (1 Jn. 3,12), y leemos en Hebreos que “por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más excelente que Caín” (Heb. 11,4).

Caín se encoleriza por el rechazo Divino. En Gen. 4,6-7 encontramos el reproche y la advertencia de Dios: “¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.”. El pecado es aquí representado bajo la figura de una bestia salvaje, que se agacha a la puerta del corazón, lista para destrozar a su víctima. Caín pudo resistirse a la tentación pero no lo hizo y la historia de la Biblia continúa relatando el terrible crimen nacido de su ira y sus celos: mata a Abel. Preguntado por el Señor acerca del paradero de su hermano, contesta insolentemente que no lo sabe. Para vengar la sangre de Abel, Dios pronuncia una maldición contra el primer homicida. El texto hebreo de la maldición puede traducirse como “maldito seas, por este suelo que abrió su boca para recibir la sangre de tu hermano”, o también «Maldito seas lejos de este suelo…, etc.” La primera traducción refiere la frase a las palabras que siguen a continuación: “Aunque labres el suelo, no te dará más su fuerza”, es decir, su fruto; la segunda, al destierro relatado después. Este destierro del país dónde sus padres vivieron y donde, como sabemos por los pasajes que siguen a éste, Dios continuó manifestando su presencia de un modo especial, se menciona como “salir de la presencia de Yahveh” (v. 16).

El país del destierro de Caín, dónde viviría como un vagabundo, errante, se llama en hebreo la tierra de Nod y se dice que estaba al oriente de Edén. Como no sabemos donde estaba Edén, no se puede determinar la localización de Nod. El castigo le pareció a Caín mayor de lo que podría soportar; en respuesta a sus palabras, expresando el temor de que pudieran matarle, Dios le dio una promesa de protección especial para su vida, y le puso una señal. No se nos da indicación sobre la naturaleza de esta señal. El único hecho que expresa la Biblia sobre la vida posterior de Caín es la fundación de una ciudad, llamada Henoc, tras un hijo de ese nombre. Una gran cantidad de autores encuentran que esta tradición, que hace de Caín el primer constructor de una ciudad, no es compatible con la historia antes relatada, qué, dicen ellos, se entiende mejor como el relato popular del origen de las tribus nómadas del desierto. Si no añadimos a la historia del autor del Génesis elementos de los que el parece haber estado inconsciente, no hay razón para suponer que estaba equivocado al considerar las palabras de la maldición como consistentes con la “construcción” de una ciudad por Caín. Los comentaristas conservadores tienen probablemente razón en su juicio de que esta “ciudad» de Caín no fue de magnitud notable o importante.

Fuente: Reilly, Wendell. «Cain.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908.
http://www.newadvent.org/cathen/03142b.htm

Traducido por Quique Sancho. L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica