1. El hijo de Cam (Génesis 9—10), cuyos descendientes ocuparon Canaán y tomaron su nombre de ese país (Gen 9:18, Gen 9:22; Gen 10:6).
2. Canaán fue uno de los nombres antiguos para Palestina (la tierra de los cananeos a quienes los israelitas desalojaron). Las inscripciones egipcias de 1800 a. de J.C. lo usan para la franja costera entre Egipto y Asia Menor. En las cartas de Amarna de 1400 a. de J.C., el nombre se aplica a la costa fenicia. De acuerdo con la Escritura, los cananeos vivían por toda la tierra (Jdg 1:9-10) e incluían a toda la población preisraelita, aun al oriente del Jordán (Gen 12:6; Gen 24:3, Gen 24:37; Jos 3:10). La lengua de Canaán (Isa 19:18) se refiere al grupo de lenguas occidentales semíticas de las cuales el heb., fenicio y moabita eran dialectos. La presencia continua de los cananeos con sus prácticas paganas creó serios problemas religiosos para los israelitas.
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
Canaán era el nombre dado en los primeros escritos bíblicos a la tierra que se extendía desde los montes Taurus hasta la región sur de Gaza y desde el Mediterráneo hasta los valles de los ríos Jordán y Orontes. Las *Cartas de Amarna (siglo XIV a. de J.C. ), mencionan a Canaán por nombre. En su uso posterior, Canaán del norte, al oriente de las montañas del Líbano, se denominó Fenicia y las montañas costeras del sur, ocupadas por los filisteos, llevaron el nombre de Palestina. La sección total del norte de Canaán fue llamada Siria por los griegos, quienes derivaron la palabra de Asiria. Para los siglos IV o V d. de J.C. , toda la parte sur de Canaán fue llamada Palestina, término que continúa siendo usado para describir el territorio combinado de Israel-Jordánia al oeste del río Jordán.
Ubicada al oriente del Mediterráneo, al extremo occidental del área conocida como la Fértil Media Luna, Canaán estaba en las principales rutas de comercio y conquista durante los primeros períodos de la historia del hombre. Las rutas de comercio entre Mesopotamia y Egipto —los dos centros de los primeros logros culturales del hombre— pasaban a través de Canaán, así como los caminos desde Asia Menor a Egipto. Aunque Canaán del sur tenía pocos buenos puertos, las ciudades como *Ugarit, *Biblos, *Tiro y *Sidón brindaron los primeros contactos con los pueblos marítimos del Mediterráneo oriental. Préstamos culturales y adaptación pueden ser trazados arqueológicamente a una fecha bien remota.
Aunque ubicada sobre las vías principales del Cercano Oriente, Canaán también tenía terreno montañoso y áreas aisladas que fueron relativamente ajenas a los eventos de su alrededor. El campo montañoso de Judá y de Efraín (más tarde Samaria) contenía ciudades que podían ser dejadas de lado por los mercaderes y conquistadores de la antigüedad.
I. Comienzos Históricos. Algunos de los primeros remanentes del hombre han sido descubiertos en cuevas cerca del monte Carmelo. Un pueblo conocido como *natufianos (del Wadi en-Natuf donde sus artefactos fueron descubiertos), vivieron más que todo de la caza y de la pesca, pero el descubrimiento de hoces entre su equipo sugiere que habían empezado a cultivar el grano. El esqueleto de un perro en una de sus cuevas es nuestra primera evidencia de la domesticación de animales. Aunque no pueden darse fechas definitivas, han sido hechos descubrimientos similares en Jericó; y carbón de un edificio quemado ha sido sometido a la prueba del carbón-14 la cual da una fecha de 7800 a. de J.C. , con una aproximación de 210 años. En una de las cuevas del monte Carmelo, fue descubierta la cabeza de un buey labrado en hueso, indicando capacidad artística tanto como artes prácticas en este período inicial.
Durante el período entre 5000 y 3000 a. de J.C. , se nota un desarrollo cultural. La gente tendió a radicarse en villas y ciudades y la cerámica se usó consistentemente. Hay aún algunos metales en uso —cobre y oro. Las casas permanentes de Jericó tienen las paredes pintadas de rojo.
II. La Edad de Bronce Media (2100–1500 a. de J.C. ). Los patriarcas bíblicos entraron a Canaán durante la edad media del bronce. La arqueología ha brindado conocimiento concerniente a los pueblos en existencia para ese tiempo, tales como *Meguido, *Bet-sán, *Jericó, *Ai, *Taanac, *Gezer y *Betel. Estas ciudades tenían una cultura que precede a los patriarcas bíblicos por muchos siglos.
Una variedad de pueblos habitaron la Canaán de tiempos patriarcales. El cananeo (Gn. 12:6) hablaba una lengua semítica y era conocido por los griegos desde el tiempo de Homero con el nombre de fenicio. Otro nombre usado para Canaán era †œla tierra de los *amorreos†, de acuerdo con los registros egipcios ca. 1300 a. de J.C. El término fue usado por los primeros babilonios para describir a los semitas occidentales nómadas, que invadieron el valle del Tigris y Eufrates. En *Mari (Tell Hariri) los amorreos establecieron un imperio que se centraba en el área media del Eufrates. Su último rey, ZimriLim fue conquistado por otro amorreo, el famoso *Hamurabi de Babilonia ( ca. 1695 a. de J.C. ). Los amorreos se radicaron al sur de Canaán durante los tiempos patriarcales (véase Gn. 14:7, 13). Algunas veces el término amorreo se usa para referirse a todos los habitantes del área (Gn. 15:16).
Los *heteos fueron un pueblo indoeuropeo cuyo centro estaba a lo largo del río Halys en Asia Menor, en Hatusas (el Boghazkoy moderno). Grupos aislados de heteos estuvieron en Canaán durante el tiempo de los patriarcas (Gn. 23:3–20; 25:9; 10; 26:34; 27:46; 36:2; 49:29; 50:13). Los horeos bíblicos o hurrianos (Gn. 14:6) son conocidos como un pueblo no-semítico que emigró hacia Mesopotamia del norte de su tierra de origen al sur del Cáucaso. Los nombres *horeos son comunes en los registros en Mesopotamia desde ca. 2000 hasta ca. de 1500 a. de J.C. Escribas horeos escribieron miles de tabletas de arcilla en *Nuzi (el moderno Yorgan Tepe, suroeste de Kirkuk). Las Tabletas de Nuzi contienen interesantes paralelos de la adopción, matrimonio y costumbres sociales de los patriarcas bíblicos. Los horeos ocuparon el monte Seir, la región tomada por los descendientes de Esaú y denominada Edom (Gn. 36:8).
Muy poco se sabe concerniente a otros pueblos de Canaán durante los tiempos patriarcales. Los ceneos (Gn. 15:19) aparecen más tarde como herreros en el Wadi Arabah, el área al sureste del Hebrón (Jue. 1:16; 4:11). Los ceneceos son mencionados sólo en Gn. 15:19 y no se sabe nada acerca de ellos. Los cadmoneos (Gn. 15:19) pueden ser una variante de Bene-Kedem (†œhijos del oriente†, Jue. 6:33). Fueron probablemente tribus que habitaban las áreas orientales del desierto y del sureste de Canaán.
Los ferezeos (Gn. 15:20) habitaron el área dada más tarde a Judá (Jue. 1:4, 5). Los refaítas aparecen en Gn. 14:5 como habitantes de Astarot Karnaim. Un valle al sur de Jerusalén lleva su nombre (Jos. 15:8, †œValle de los Gigantes†). El nombre también aparece en las épicas ugaríticas y parece describir al pueblo aborigen que habitaba Canaán. También se les conoce como zuzitas y zom-zomeos (Gn. 14:5; Dt. 2:20). Los gergeseos estuvieron en Canaán hasta el tiempo de la conquista israelita (Dt. 7:1; Jos. 3:10; 24:11). Los jebuseos fueron una tribu cananea que ocupó *Jerusalén (Jebus) hasta el tiempo de David (2 S. 5:8).
Los contactos entre Canaán y Egipto fueron frecuentes durante la edad media del bronce. La pintura de una tumba de *Beni Hasan, Egipto, representa un grupo de semitas que entran a Egipto con el propósito de comerciar. La historia egipcia *Sinuhé cuenta de los viajes de un egipcio a Canaán, quien la describe como una tierra rica en frutos y abundante en ganado. Alrededor de 1720 a. de J.C. , el pueblo de los *hiksos, una raza mezclada con elementos semíticos y horeos, entró a Egipto y al final, estableció allí una dinastía. Cuando, ca. 1550 a. de J.C. , los egipcios expulsaron a los hiksos, Egipto entró en su período imperial y buscó controlar Canaán.
III. La Ultima Edad del Bronce (1500–1200 a. de J.C. ). Fue durante esta última edad del bronce cuando Israel dejó Egipto bajo Moisés y 40 años más tarde conquistó el sur de Canaán. La fecha exacta ha sido tema de considerable especulación, ya que la Biblia no identifica al faraón bajo el cual esto sucedió. Las Cartas de Amarna (siglos XV y XIV a. de J.C. ) indican que el control egipcio de Canaán era débil y que los reyes de las ciudades-estados tenían considerable autonomía. Con el establecimiento del imperio heteo (siglo XIV a. de J.C. ), Canaán actuó como un pequeño estado neutral entre Egipto y los heteos. Después de una batalla entre Ramesés II y los heteos, el río Dog, al norte de Biblos, se acordó como la línea divisoria que separa las esferas de interés de las dos naciones ( ca. 1287 a. de J.C. ). El imperio heteo cayó ca. el año 1200 a. de J.C.
IV. La Primera Edad del Hierro (1200–900 a. de J.C. ). A principios de la edad del hierro, Israel se había establecido en las montañas centrales de Canaán; pero las ciudades fuertemente amuralladas como Jerusalén, Bet-san y Meguido estaban aún en manos de los pueblos cananeos. Los filisteos disputaban el control de las llanuras costeras. Habían intentado la invasión de Egipto desde Creta pero fueron derrotados por Ramesés III ( ca. 1195–1164 a. de J.C. ) y en lugar de esto se radicaron al sur de Palestina. Los cananeos que habían sido desplazados, tanto por los filisteos como por los israelitas, establecieron fuertes estados marítimos en Tiro y Sidón desde los cuales colonizaron las islas del Mediterráneo y del norte de Africa. Hiram de Tiro cooperó tanto con David como con Salomón en sus operaciones de construcción. Con la victoria de David sobre los filisteos (2 S. 5:17–25), el sur de Canaán viene a resplandecer totalmente en la historia. Su historia posterior es la de Israel.
BIBLIOGRAFIA: W. F. Albright, The Archaeology of Palestine, Baltimore, Penguin Books, 1960; From the Stone Age to Christianity, Baltimore, Johns Hopkins Press, 1946. Denis Baly, The Geography of the Bible, New York, Harper and Brothers, 1957. A. G. Barrois, Manual D†™Archeologie Biblique, I and II, Paris, Editions, Auguste Picard, 1939 and 1953. Kathleen Kenyon, Archaeology in the Holy Land, London, Ernest Benn, 1960. Chester C. McCown, The Ladder of Progress in Palestine, New York, Harper and Brothers, 1943. Sabatino Moscati, Ancient Semitic Civilizations, London, Elek Books, 1957. George Adam Smith, Historical Geography of the Holy Land, London, Hodder and Stoughton, 1910.
Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico
La Biblia no da una descripción exacta de los límites de la tierra de Canaán, pero leemos que †œfue el territorio de los cananeos desde †¢Sidón, en dirección a †¢Gerar, hasta †¢Gaza; y en dirección de †¢Sodoma, †¢Gomorra, †¢Adma y Zeboim, hasta Lasa† (Gen 10:19). En Num 34:2-12 se dan unos límites que ponen en el extremo N una línea del mar Grande (Mediterráneo) hasta †¢Hamat; en el S se pone como límite †œel torrente de Egipto†; al E la línea iba bajando desde Hamat, incluía la zona de †¢Damasco y seguía hasta la costa del mar de Cineret ( †¢Mar de Galilea) y el Jordán; y al O el mar Grande. La Transjordania no se incluía en las descripciones que se hacían de Canaán. Fue un territorio que varias tribus quisieron tener antes de pasar a la Tierra Prometida. A veces se dice que el cananeo †œhabita junto al mar, y a la ribera del Jordán† (Num 13:29).
†œC. engendró a Sidón su primogénito, a †¢Het, al †¢jebuseo, al †¢amorreo, al †¢gergeseo, al †¢heveo, al †¢araceo, al †¢sineo, al †¢arvadeo, al †¢zemareo y al †¢hamateo† (Gen 10:15-18). De manera, pues, que había una gran diversidad de pueblos que habitaban aquella tierra. A veces se les llama a todos †œamorreos† (Gen 15:16). C. no llegó nunca a conformar una unidad política sino hasta la llegada de los israelitas y el establecimiento de su reino. Existía una cantidad de ciudades con sus propios reyes. De las principales eran †¢Sidón, †¢Gebal, †¢Meguido, †¢Astarot, †¢Aco, †¢Siquem, †¢Jerusalén y †¢Ascalón. Por las diferencias en los nombres de los reyes en listas que se han encontrado, es fácil apreciar la diversidad de pueblos que invadieron en épocas remotas la tierra de Canaán. En Jos. 12 puede verse una lista de los 31 reyes cananeos que fueron conquistados por los israelitas.
estratégica situación de C. la hizo presa apetecible de distintos imperios a través de la historia, y llegó a ser dominada, entre otros, por los egipcios y los heteos, mientras que, al mismo tiempo, los reyes locales se combatían los unos a los otros. Se calcula que la invasión israelita tuvo lugar aproximadamente en el año 1200 a.C. A su llegada, encontraron ciudades bien edificadas y una cultura más avanzada en muchos aspectos. La arquitectura cananea era superior aun a las estructuras que levantaron luego los israelitas sobre sus ruinas. En los distintos estratos que se han excavado pueden apreciarse palacios y fortalezas muy bien construidas y ornamentadas. Para la construcción del †¢templo, Salomón tuvo que usar técnicos fenicios. Durante mucho tiempo los filisteos poseyeron los secretos de la metalurgia, lo cual les permitió ventajas militares y políticas sobre Israel.
en el momento de la invasión hebrea los cananeos habían comenzado a declinar. Su religión estaba llena de ritos orgiásticos y se practicaban los sacrificios humanos. La deidad principal se llamaba †œEl†, que mantenía su principalía a pesar de que de él se contaban historias absurdas de crueldad. Su hijo, el famoso †œBaal†, era el dios del trueno y la tormenta. Las diosas †¢Aná, †¢Astarté y †¢Asera dominaban el mundo de la fertilidad, el sexo y, al mismo tiempo, de la guerra. En su culto se practicaba la prostitución, tanto de hombres como de mujeres (Deu 9:4-5). El deseo de Abraham de que su hijo no casara con una mujer cananea se debía precisamente a la escasa moralidad de los habitantes de la tierra (Gen 24:3).
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
kena>an (º[‘n»K] , 3667), «Canaán»; kena>anéí† (ynI[
Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento
Un pueblo de habla semítica y su territorio, principalmente en Fenicia. Sus afinidades raciales son en la actualidad inciertas.
I. El nombre
El nombre Canaán (heb. kena˓an), del pueblo y de la tierra, deriva del nombre de su antepasado Canaán o Kna (véase artículo precedente), tanto según Gn. 10.15–18 como según la tradición local cananeo-fenicia en la forma en que fue transmitida por Sancuniatón y conservada por Filón de Biblos. Kna˓(an) es el nombre original de los cananeos-fenicios, que les fue dado tanto en las fuentes griegas como por los mismos fenicios (
II. La extensión de Canaán
Tanto en las Escrituras como en fuentes externas “Canaán” tiene una triple referencia. 1. Fundamentalmente indica el territorio y los habitantes de la franja costera de Siropalestina, especialmente Fenicia propiamente dicha. Esto se indica en el pasaje de Gn. 10.15–19 por su enumeración detallada de Sidón “su primogénito”, el *araceo, el sineo, el zemareo y el hamateo en el valle del Orontes. En forma más específica Nm. 13.29; Jos. 5.1; 11.3; Jue. 1.27ss. indican que los cananeos ocupaban la franja costera, los valles y llanuras, y el valle del Jordán, mientras que los amorreos otros ocupaban las alturas. Es digno de notar la inscripción de Idrimi, rey de Alalak en el
2. “Canaán” o “cananeo” pueden también abarcar, por extensión, la región interior, y por ello, Siriopalestina en general. Así, en Gn. 10.15–19 están incluidos también el heteo, el jebuseo, el amorreo, el heveo y el gergeseo, y se explica que “se dispersaron las familias de los cananeos” (
3. Al término “cananeo” se le puede aplicar el significado más restringido de “mercader, traficante”, siendo que el comercio era una de las ocupaciones más características del cananeo. En las Escrituras esta interpretación puede encontrarse en Job 41.6; Is. 23.8; Ez. l7.4; Sof. 1.11; la palabra kn˓t en Jer. 10.17 se utiliza, incluso, para describir “mercancías o productos comerciables”. Una estela del faraón Amenofis II (
III. Cananeos y amorreos
A la par de los usos específicos, más amplios y restringidos, de las palabras “Canaán”, “cananeo” mencionados arriba, el vocablo *“amorreo(
La teoría documental de la crítica literaria ha ensayado frecuentemente usar estas designaciones superpuestas o dobles, cananeos y amorreos (y otros “pares”), como indicaciones de distinta paternidad literaria (véase,
En el s. XVIII a.C. Amurru forma parte de la Siria en las tablillas de Alalak, mientras que en un documento de Mari se mencionan príncipes amorreos en relación a Hazor en la Palestina misma (
IV. La lengua
Es motivo de mucha discusión la definición de lo que es o lo que no es la lengua “cananea”. Dentro del grupo de idiomas y dialectos semíticos del
V. Historia cananea
La presencia en Palestina de un pueblo de habla semítica en el 3º milenio a.C. está explícitamente comprobada hasta ahora por sólo dos nombres semíticos de lugares en un texto de esa época: Ndi’ que contiene el elemento ˒il(u), ‘dios’, y n..k.., que comienza con ain, ‘vertiente, pozo’, encontrándose ambos nombres en una escena en una tumba egipcia de la 5º/6º dinastía, ca. 2400 a.C.
Sin embargo, el interrogante de si lo antedicho configura una prueba de la presencia de cananeos, y hasta dónde se puede saber cuándo aparecieron en Palestina, son motivo de disensión. Lo cierto es que para el año 2000 a.C. había cananeos y amorreos bien arraigados en la Siropalestina, como también un elemento de habla semítica del NO en Ebla en el N de Siria ya para ca. 2300 a.C.
Durante el 2º milenio a.C., Siropalestina estaba dividida entre una cantidad variable de ciudades-estados cananeas/amorreas. Para los ss. XIX/XVIII a.C. muchos nombres de lugares y de gobernantes se registran en los textos de execración egipcios. En lo tocante a la organización de algunos de los estados independientes en Palestina en este período, llamado patriarcal, véase también A. van Selms, Oudtestamentische Studiën 12, 1958 (Studies on the Book of Genesis), pp. 192–197.
Durante el período 1500–1380 a.C.
Al final del ss. XIII a.C. el dominio de las ciudades-estados cananeas/amorreas, ya decadente, fue completamente destrozado por una serie de trastornos políticos. Los israelitas, comandados por Josué, invadieron el
Mientras tanto, los pueblos del mar registrados en los anales egipcios (incluyendo los filisteos) habían destruido el imperio hitita, y atravesando la Siria y la Palestina, fueron detenidos en la frontera de Egipto por Ramsés III; algunos de ellos, especialmente los *filisteos, se establecieron en la zona costera de Palestina. Finalmente, en el siglo siguiente, o algo más, la penetración aramea se extendió hacia el interior de la Siria, con el resultado de que desde entonces los cananeos dominaban solamente la Fenicia propiamente dicha con sus puertos, y algunos otros principados aislados. Desde el ss. XII a.C. en adelante, los cananeos anteriores de la edad de bronce en sus nuevas y restringidas circunstancias, surgieron como los muy marítimos *fenicios del 1º milenio a.C., con centro en el famoso reino de *Tiro y *Sidón. Sobre la historia de los cananeos, especialmente en su continuación como fenicios, véase Albright, tomo
VI. La cultura cananea
Nuestro conocimiento de la cultura cananea proviene de dos fuentes principales: en primer lugar, la literaria, extraída de los textos babilónicos y cananeos septentrionales descubiertos en *Ugarit (Ras Shamra, en la costa siria) con algunos fragmentos diseminados en otros sitios; y en segundo lugar, la arqueológica, en el sentido de que deriva de objetos y restos excavados en ciudades y cementerios de Siria y Palestina.
a. La sociedad cananea
La mayoría de las ciudades-estados cananeas eran monarquías. El rey tenía amplios poderes para realizar designaciones y conscripción militares, para la apropiación de tierras que luego podía arrendar a cambio de servicios. Tenía también poder para establecer impuestos, incluyendo diezmos, derechos de aduana, impuestos a las propiedades, etc., y autoridad para requerir el trabajo de sus súbditos para obras estatales. Tenemos un fiel reflejo de todo esto en la denuncia de Samuel contra el establecimiento de un reino similar a los de las naciones que rodeaban Israel (1 Sa. 8, ca. 1050 a.C.), y claramente evidenciado en las tablillas de Alalak (ss. XVIII a XV a.C.) y Ugarit (ss. XIV-XIII a.C.) (véase I. Mendelsohn, BASOR 143, 1956, pp. 17–22). Los asuntos militares, religiosos, y económicos estaban bajo la supervisión directa del rey; la reina era un personaje importante a quien apelaban a veces los funcionarios de alto rango; la corte estaba organizada fastuosamente en los estados más grandes como Ugarit (para esto último, cf. A. F. Rainey, The Social Stratification of Ugarit, 1962).
La unidad básica de la sociedad era la familia. Para el período que comprende los ss. XIX a XV a.C., las grandes epopeyas norcananeas provenientes de Ugarit (véase Literatura,
b. Literatura
Esta está representada principalmente por los textos norcananeos de *Ugarit que incluyen largas, pero desordenadas y fragmentarias, secciones de la epopeya de Baal (hazañas y suerte de Baal o Hadad), que se remonta lingüísticamente quizás al año ca. 2000 a.C.; la leyenda de Aqhat (vicisitudes del único hijo del buen rey Danel) quizás de ca. 1800 a.C.; el relato acerca del rey Keret (privado de su familia, consigue nueva esposa virtualmente por conquista, y a la vez se echa encima la ira de los dioses) quizás de alrededor del ss. XVI a.C.; y otros fragmentos. Todas las copias existentes datan de los ss. XIV/XIII a.C. La poesía de alto vuelo de las primitivas epopeyas demuestra claramente el sabor arcaico de buena parte de la poesía hebrea del
c. Religión
Los cananeos tenían un extenso panteón, encabezado por Él. En la práctica eran más prominentes *Baal (‘señor’),
Los templos palestinos incluyen ruinas en Bet-sán, Meguido, Laquis, Siquem, y especialmente Hazor (donde había por lo menos tres), además de los que se encuentran en Siria, en Qatna, Alalak, o Ugarit. Los textos ugaríticos mencionan diversos animales que se sacrificaban a los dioses: vacunos, ovejas (carneros y corderos), y pájaros (incluyendo palomas), además, por supuesto, de libaciones. Huesos de animales excavados en varios sitios de Palestina apoyan esta tesis.
El título de sumo sacerdote (rb khmn) está atestiguado para la religión cananea en Ugarit. El hecho de que las qdšm de los textos ugaríticos fueran prostitutas al servicio del culto es muy posible; de todos modos, las qdšm formaban parte integral de la religión cananea, mientras que estaban prohibidas en Israel (Dt. 23.17–18, etc.). Los sacrificios humanos en la religión cananea del 2º milenio todavía no han sido comprobados con absoluta certeza arqueológicamente, aunque hay indicios de que realmente existían. Está claramente evidenciado por los textos ugaríticos y en los textos egipcios de origen o inspiración semítica que la religión cananea apelaba a lo bestial y material de la naturaleza humana; cf. Albright, Archaeology and Religion of Israel³, 1953, pp. 75–77, 158–159, 197,
Bibliografía. W. F. Albright, Arqueología de Palestina, 1962; R. de Vaux, Historia antigua de Israel, 1975,
A. R. Millard, “The Canaanites”, en
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico
Etimología del Nombre
El hebreo Kenaan, denotando una persona, aparece:
- en el Antiguo Testamento como el nombre de uno de los hijos de Cam;
- en una forma alargada, Kenaaná (B.D., Chanana, Canaana) como el nombre de otras dos personas (1 Crón. 7,10; 2 Crón. 18,10);
- denotando un país, como el nombre de la región de los cananeos o descendientes de Canaán.
En la época en la que los mercaderes fenicios ocupaban un lugar prominente, en especial entre los cananeos, esta palabra (kena’ani), e incluso Canaán (por ejemplo Isaías 23,8), obtuvo el significado de «comerciante», «mercader». Como nombre del país, aparece bajo las formas knnahni kinahni y kinahna, tan temprano como dos siglos antes de Moisés en las cartas cuneiformes de los príncipes sirios y palestinos a los faraones egipcios, halladas en las Tablas de Tell el-Amarna; y más temprano aún en algunas inscripciones egipcias, con la forma Ka-n-‘-na. En las monedas del siglo II a.C., el pueblo fenicio de Laodicea se llama a sí mismo «una madre en Kena’an”. También en la literatura griega queda evidencia de que los fenicios llamaban Chna a cierto antepasado, así como a su país, y incluso en tiempos de San Agustín los campesinos púnicos, vecinos a Hipona, se llamaban a sí mismos Chanani, o sea, cananeos. Si el vocablo es de origen semita, debe derivarse de la raíz Kana, que originalmente significa «bajo», o en sentido figurativo, «pequeño», «humilde», «despreciable», «subyugado». Siguiendo esta derivación en su sentido original, «la tierra de Canaán» ha sido explicada por varios estudiosos como «la tierra baja»—ya sea porque el nombre puede haber significado originalmente sólo la costa plana, o también el país montañoso de Palestina occidental, en oposición a las aún más altas montañas del Líbano y el Hermón. Pero la tradición bíblica parece más bien derivar el nombre del país a partir de un nombre de persona. Ella asume que «la tierra de Canaán» es la «frontera de los cananeos» (Génesis 10,19), o sea, de la raza de Canaán, hijo de Cam, y no parece aconsejable oponer a esto una conjetura tan incierta como la etimología descrita más arriba. A lo menos, puesto que el sentido figurativo del significado de la palabra como sinónimo de esclavo o siervo cuadra muy bien con lo poco que sabemos del nieto de Noé.
Canaán, hijo de Cam
En Génesis 9,18 y 9, 22 Cam aparece como el padre de Canaán, y en la predicción de Noé (9,25-27), Canaán aparece lado a lado con a sus «hermanos» (en el sentido más amplio del término hebreo) Sem y Jafet:
«dijo: ‘¡Maldito sea Canaán! ¡Siervo de siervos sea para sus hermanos!’ Y dijo: ‘¡Bendito sea Yahveh, el Dios de Sem, y sea Canaán esclavo suyo! ¡Haga Dios dilatado a Jafet; habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán esclavo suyo!”
La maldición pronunciada sobre Canaán indudablemente está conectada con el pecado de su padre, Cam (versículo 22). Pero es muy difícil indicar la naturaleza precisa de esa conexión. ¿Tuvo Canaán de algún modo participación en el pecado de su padre? ¿Es por ello que lo que se dijo en el versículo 18 se repite en la historia del pecado, o sea, que Cam era el padre de Canaán? ¿O fue este último afectado por la maldición profética de Noé a causa de los pecados de su posteridad, la cual imitaría la maldad de Cam? Lo cierto es que esa maldición, así como la bendición pronunciada sobre Sem y Jafet, se cumplió totalmente en la posteridad. Los descendientes de Canaán fueron parcialmente aniquilados y parcialmente subyugados por los israelitas, y todas las razas cananeas como tales desaparecieron del escenario de la historia. Algunas personas han tratado de resolver el problema usando los métodos críticos. Se suponía que Gén. 10,20-27 se derivaba de una fuente en la que Canaán había tomado el lugar de su padre, Cam, de modo que se hizo pasar como el tercer hijo de Noé. Es comprensible que en la profecía original apareciera el nombre de Cam, y que los israelitas, al ver cumplirse la profecía, especialmente en la posteridad de Canaán, se la hayan atribuido al hijo; pero ninguna de tales conjeturas tiene fundamentos sólidos.
Igual de incierta es la opinión que representa a Canaán como el menor de los cuatro hijos de Cam, lo cual se basa en Génesis 10,6: “Hijos de Cam: Kus, Misrayim Put y Canaán”. Pero esta lista completa de los descendientes de Noé es, al menos en substancia, etnográfica, y el orden de sucesión es geográfico, por lo tanto una enumeración de tribus que empieza con la más lejana y termina en Palestina. En los versos 16-20, por tanto, se habla sólo de las tribus cananeas, las cuales ocupan el último lugar porque habitan en, o cerca de Palestina. En consecuencia, no se puede concluir de eso que Canaán haya sido el hijo menor de Cam.
La Tierra de Canaán
Con pocas excepciones, los escritores bíblicos parecen indicar con este nombre por lo menos, la totalidad de la Palestina occidental, o Cisjordania. Ese territorio se extiende desde el desierto de Sin en el sur hasta cerca de Rejob y la entrada de Jamat en el norte (Núm. 13,3.18; cf. 22). Una delimitación más cuidadosa de la tierra de Canaán se encuentra en Núm. 34,3-12 y Eze. 47,15-20. Pues aunque el nombre no aparece en Ezequiel, no se puede dudar de la identidad de las fronteras que se describen ahí. En ambos textos la frontera occidental está formada por el Mediterráneo, y la mayor parte de la oriental por el Mar Muerto y el cauce inferior del Jordán.
La frontera sur coincide con la del territorio de Judá (Josué 15,1-4), mientras que Cadés Barnea (Ain Kedis), en la latitud 30º 33′ N, puede tomarse como el punto más meridional. Fue por ello que en tiempos de San Jerónimo (In Ezech, Migne, XXV, 476-478) se situó la frontera norte en el centro o norte de Siria. De ese pasaje de San Jerónimo hasta una fons Daphnis (Dafne, cerca de Antioquía) encontró su camino a la Vulgata (Num 34,11) en vez del pueblo de Ain. A pesar de que algunos de los pueblos fronterizos todavía no se conocen con certeza absoluta, podemos dar por sentado hoy día que la línea divisoria del norte se debe trazar al sur del Líbano y del Hermón, casi en la latitud 33º 18′ N., y que coincide completamente con la frontera norte del país conquistado y habitado por los israelitas, el cual, según numerosas citas, se extendía “desde Dan hasta Berseba”, o “desde la entrada de Jamat hasta el arroyo de Egipto”. La parte norte de la frontera oriental, sin embargo, parece seguir no el curso superior del Jordán, sino el del Rukkad, desde Hasar-Enan (El-Hadr) hasta Ain (Ayun), de modo que aquí toda la parte occidental de Jaulan parece estar incluida en la tierra de Canaán—no así, sin embargo, la tierra de Galaad ni el territorio allende el Jordán, al sur del Jarmuk. Todos los lugares antes citados están en concordancia con esta concepción, y sólo dos veces aparece el nombre del país de Canaán con un sentido más limitado: primero por la costa fenicia (Isaías 23,11), y luego por las tierras bajas de los filisteos (Sofonías 2,5)— ambos en un tiempo cuando únicamente estas regiones costeras estaban aún habitadas por los cananeos. Hemos visto ya cómo ese nombre fue honrado incluso luego en Fenicia misma. En Egipto parece que el nombre del país se utiliza especialmente para referirse a la costa; al mismo tiempo que el nombre de cananeos se aplica a los habitantes de la tierra montañosa que está detrás de aquella. En las Tablas de Tell el-Amarna el país de Kinahhi parece incluir tanto la costa fenicia como las montañas de la Alta Galilea, y probablemente, más hacia el norte, el país de Amurri (Líbano y Anti-Líbano) cf. H. Clauss Zeitschrift des Deutschell Palastinavereins (1907), XXX, 17, 29, 30, 35, 36, 64, 67.
Génesis (10,15-18) enumera una serie de tribus como descendientes de Canaán, muchas de las cuales, y originalmente casi todas, estaban situadas fuera de Palestina propiamente dicha y se extendían hasta el norte de Siria: «Y Canaán engendró a Sidón, su primogénito, y a Het, al jebuseo, al amorreo, al guirgasita, al jivita, al arqueo, al sineo, al arvadeo, al semareo y al jamateo. Más tarde se propagaron las estirpes cananeas». Estas últimas son las tribus que poblaban al Canaán bíblico o la Palestina occidental. «La frontera de los cananeos iba desde Sidón, en dirección de Guerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma y Gomorra, Admá y Seboyim, hasta Lesa». Si podemos identificar a Lesa (V.A. Lasha) con Lesem (Josué 19,47) o Lais (Jueces 18,14), el Dan posterior, la costa desde Sidón a Gaza y Guerar se señala aquí como la frontera occidental de Canaán, y el valle del Jordán desde la Pentápolis a Lais-Dan como la frontera oriental. Pero el Códice Samaritano en su verso 19 trae otra declaración: «Y la frontera del cananeo se extendía desde el río de Egipto hasta el gran río, el Eufrates, y [desde el Eufrates] hasta el mar extremo [u occidental]». Aparentemente, aquí “el cananeo” significa todos los descendientes de Canaán, mencionados en los versos 15-18, de los que al menos los hititas vivían cerca del Éufrates. Es difícil decidir cuál variante es la original. Ambas presentan a los descendientes de Canaán establecidos en la tierra bíblica de Canaán, o sea, lo que más tarde sería la tierra de Israel. Por regla general es a los habitantes pre-israelitas de esta “tierra de Canaán”, considerados en su conjunto, quienes son designados con el nombre común de cananeos; así está en el Pentateuco, sobre todo en las partes atribuidas a la fuente yahvista, como por ejemplo Gn. 12,6; 24,37; 38,2; 50,11. En otros lugares, sin embargo, principalmente en las partes llamadas elohistas, se usa el nombre de amorreos con el mismo sentido general. Muy frecuentemente se distinguen hasta seis o siete, y hasta once, tribus o pueblos diferentes, uno de los cuales en particular lleva el nombre de cananeos. Así por ejemplo en Éxodo 3,8: «…al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los jivitas y de los jebuseos». Reiteradamente (por ej. [[Jos. 3,10) se añade a los guirgasitas, mencionados más arriba (Gén. 10,16); y en Gén. 15,19-21 encontramos a los «los quenitas, los quenizitas, cadmonitas. . . y también a los refaítas»; mientras que en Núm. 14,25,a los amalecitas; en la V.A. Deuteronomio 2,23 y Jo 13,3, a los avitas, y en Jos. 11,21 (y en otros lugares) se habla de los anaquitas, dejando fuera a otras tribus más antiguas, probablemente transjordánicas, como los zuzíes, los emíes, y los joritas (Gn 14,5- 6).
No se sabe nada sobre la mayoría de estas tribus; para los amorreos, consulte el artículo correspondiente. Los hititas fundaron un reino muy poderoso al norte de Siria, pero incierto si sus homónimos del sur de Palestina (Gén. 23,3, 26,34, etc.) tenían algo en común con ellos además del nombre. Sobre los cananeos, en un sentido más estrecho, sabemos que habitaban al oriente y occidente de las montañas, o sea, a lo largo de la costa mediterránea y en el valle del Jordán y de la Arabá, al sur del Mar Muerto (Num 13,30; 14,25; Deut. 1,7; 11,29 ss.; Jos. 5,1; 11,3; 13,3). Es por este nombre que se conoce a los fenicios en Abdías 20; y la mujer sirofenicia de Marcos 7,26 es una mujer cananea en Mateo 15,22. No parece probable que las todas las tribus pre-israelitas permanecieran marcadamente distintas unas de otras. «Existen poderosas razones para creer que en una época primitiva la población de Palestina ya presentaba una mezcla de razas, y que gracias al matrimonio interracial se debilitaron los rasgos divisorios, hasta que eventualmente toda diferencia quedó eliminada. El problema de distinguir entre los grupos que encontraron los hebreos al llegar a Palestina es imposible de solucionar hoy día.» (Morris, Jastrow, Jr. Encyclop. Bibl., I, 642.)
No obstante, no parece muy desproporcionado distinguir (con Hughes Vincent, «Canaán», p. 455) dos grupos principales de tribus: los amorreos en las montañas y los cananeos a lo largo de la costa y el valle del Jordán, y quizás hasta en el valle de Esdrelón (Jos, 17,12-18). Por otro lado, cuando los israelitas llegaron a Canaán, a las órdenes de Josué, encontraron una población mixta: cananeos y amorreos, no unidos políticamente bajo un gobierno común, sino que estaban desplegados en más de treinta pequeños reinos (Jos. 12,7-14), estado de cosas que debió haber hecho la conquista considerablemente más fácil para ellos. Este mismo sistema de dividir en partes pequeñas un país prevalecía ya dos o tres siglos antes, en el tiempo de las Tablas de Tell el-Amarna, escritas en su mayoría por, o a cierto número de estos reyes-ciudades—y aparentemente incluso mucho antes en los días de Abraham (Gén. 14,2.8.18; 20,2). En este aspecto las cartas constituyen una impactante corroboración del relato bíblico. Luego de las campañas de Tutmosis III en el siglo XVI a.C. todos esos pequeños reinos reconocían la supremacía de los faraones egipcios y les pagaban tributo. Posteriormente, sin embargo, pudo haberse vuelto gradualmente más y más nominal, y a pesar de las posteriores campañas de Seti I y Ramsés II contra los hititas, no dejó rastros luego de la conquista de Josué.
Son muy escasos los detalles particulares que da la Biblia sobre los cananeos. A veces leemos acerca de sus ciudades que eran «grandes y con murallas que llegaban al cielo» (Deut. 1,28; Núm. 13,29); de sus “carros de hierro” (Josué 17,16), y repetidamente de sus dioses Baal y Moloc, y de sus diosas Astarté y Asera; de sus altares y columnas de piedra (masseboth), de sus pilares de madera (asherim); en relación con estos altares, de sus sacrificios de infantes y de múltiples formas de perversidad moral; de las abominaciones debido a las cuales (la tierra misma vomitó a sus habitantes” (V.A. Lev. 18,25), las cuales, a pesar de las estrictas prohibiciones de la Ley y las advertencias de los profetas, encontró demasiada imitación dentro del mismo Israel. La mayoría de estos detalles han sido recientemente corroborados y explicados en descubrimientos arqueológicos, especialmente los resultantes de las excavaciones sistemáticas hechas en Palestina por W.H. Flinders Petrie y F.J. Bliss en Tell el-Hesy; por Bliss y M.R.A. Stewart Macalister en Tell Zakariya, Tell es-Safy, y Tell Jedeide; por Macalister en Teil Jezer; por E. Sellin en Thenac; por G. Schumacher en Tell el-Mutesallim — a todos los cuales Sellin añadió en 1907 sus trabajos en la antigua Jericó.
Aún antes de que las tribus que nos fueron presentadas como cananeas en la Biblia penetraran en Palestina (entre 3000 y 2500 a. C), ya debió haber existido una población más antigua, que parcialmente habitaba en cuevas, pero que también habitaban en pequeños “pueblos” rodeados de muros de barro. Este período se caracterizó especialmente por instrumentos de piedra y vasijas muy primitivas. Las tribus cananitas que gradualmente tomaron su lugar procedían del norte y por mucho tiempo estuvieron, si no bajo la supremacía, sin duda bajo la influencia de Babilonia, que Sellin añadió en 1907 con sus trabajos en Jericó. En el s. XV a.C. cuando el país ya estaba políticamente sometido a Egipto, los reyes de los cananeos usaron en su correspondencia, no sólo con los faraones, sino también entre ellos mismos, los caracteres cuneiformes babilonios, y—con la adición de un número de palabras cananeas—el lenguaje de Babilonia también. Macalister (Pal. Expl. fund Quart. Stat. 1905, 323 ss.) y, más recientemente, Sellin (Mitth.und Nach. des Deutschen Palastinavereins, 1907, 70) encontraron alguna escasa evidencia de que los antiguos caracteres fenicios y hebreos ya eran conocidos entonces. Mientras tanto la civilización había avanzado enormemente, como es evidente por el uso del bronce y otros metales, y enseguida el uso del hierro; por la construcción de viviendas, ciudades, puestos, torres y fortalezas; por el creciente número y valor de los objetos de uso doméstico y religioso; por los diseños y montaje de sus santuarios y de sus cuevas funerarias; y por la rica variedad de forma, adornos y pintura de los productos de cerámica—si bien el arte no parece haber llegado a poseer un desarrollo continuo y estable.
Cuando los israelitas (Núm. 13,29; Deut 1,28) hablan con admiración de «grandes ciudades»: la hipérbole es casi tan enorme como cuando dicen «amurallada hasta el cielo». Las ciudades encontradas hasta ahora cubren, cuando mucho, siete u ocho hectáreas (cerca de 19 acres), pero sus fortificaciones son excelentes. Las murallas de Jericó, hechas de ladrillos quemados, tenían una anchura de tres a doce metros, es decir, de aproximadamente 9 a 39 pies (Sellin, op. cit., p. 69). Si los antiguos pobladores ofrecían sus sacrificios en recipientes en forma de plato labrados en la superficie del suelo rocoso, los cananeos tenían sus templos al aire libre, o Bamoth (lugares altos), con altares, pozos sacrificiales, y pilares de roca de siete a nueve pies de alto. En Gazer se encontraron ocho pilares aún de pie, el más pequeño de los cuales (alrededor de 5 ½ pies de alto) m) parece ser el más antiguo y es quizás el emblema real de la deidad. De los Asera, o columnas de madera, únicamente quedan las bases. Hay dos grutas bajo el santuario que deben haber desempeñado algún papel en el culto. Pero el rastro más sobresaliente de la idolatría son los esqueletos de niños—en su mayoría recién nacidos—que fueron sacrificados a la deidad, los cuales se encontraron en Gazer enterrados en bajo el piso del santuario y en otros lugares, especialmente en Meguiddó, en su territorio adyacente. En varias ocasiones los restos de estas víctimas humanas, entre los cuales también había adultos, se hallaron debajo y en los cimientos de las casas y de otras edificaciones. Son una una impresionante ilustración de Josué: «Maldito será delante de Yahveh el hombre que se levante y reconstruya esta ciudad (de Jericó). ¡Sobre su primogénito echará su cimiento y sobre su pequeño colocará las puertas!». El carácter naturalista de esa religión aparece especialmente evidente en las numerosas placas de Astarté, o estatuillas de diversos tipos, y por los omnipresentes emblemas fálicos; entre estos alguna clase de pilares de piedra betílicos, y se hallaron unas pocas cabezas de toro representando a Baal o Moloc. También se han descubierto algunas representaciones de deidades babilónicas, y, aun menos frecuente, imágenes de la mitología egipcia. Las placas de Astarté asimismo denotan inspiración egipcia. En resumen, la civilización cananea parece haber experimentado constantemente la influencia de esas dos naciones. Más aún, en la cerámica, el arte del período egeo-fenicio produjo trabajos característicos desde el inicio del siglo XIV a.C. Por otro lado, el establecimiento de los israelitas en Canaán, a juzgar por los resultados de las excavaciones realizadas, no abrió ningún período nuevo desde el punto de vista arqueológico, de modo que el período cananeo (o sea, los varios períodos semitas de Macalister, Palestine exploration Fund Quarterly Statements, 1907, p. 203) se extiende hasta el siglo VIII o IX a. C.
Sin duda, la sumisión de Canaán no se efectuó tan rápido como algunos capítulos del Libro de Josué nos llevan a creer. En particular, los sitios que son más conocidos por nosotros a través de los descubrimientos recientes, Thenac, Meguiddó y Gazer, están entre los que fueron sometidos por Israel hasta después de un cierto lapso de tiempo (Jos. 17,11-13; Jueces 1,27-29). Gazer todavía estuvo habitado por los cananeos incluso en los días de Salomón (1 Reyes 9,16). Y en ese mismo contexto (20-21) aprendemos que Salomón, a través de un estatuto de trabajos forzados, subyugó “hasta este día” a toda la población cananea de su reino. De ese modo Canaán se había convertido de una vez y por todas en siervo de Sem. Posteriormente, Fenicia, con sus colonias fue conquistada por los romanos, hijos de Jafet, y pronto desapareció del todo de la lista de naciones.
Fuente: Van Kasteren, John Peter. «Cana, Canaanites.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908.
http://www.newadvent.org/cathen/03569b.htm
Traducción: Javier Algara Cossío. L H M.
Fuente: Enciclopedia Católica