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CAPITALISMO

CAPITALISMO

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Sistema social que consiste en defender la propiedad privada y la libertad de poseer sin otra limitación que los derechos naturales de los otros. En sí­ mismo el capitalismo no es malo (propiedad y libertad), pero puede convertirse en sistema abusivo si no asume el derecho ajeno y por lo tanto las fronteras en el derecho de posesión.

Por eso el capitalismo salvaje, abusivo en cuanto limita de hecho o de derecho las posesiones de otros (individuos, colectividades o paí­ses) es tan contrario al Evangelio como puede serlo el socialismo coaccionador (prohibición de propiedad particular) o el comunismo materialista que es igualitarismo irreal.

En el mundo moderno, en el que tanto se enfrentan los sistemas sociales, el educador de una conciencia recta debe huir por igual de las utopí­as socialistas, sobre todo si se basan en el materialismo dialéctico y en la lucha de clases del proletariado, y del liberalismo económico a ultranza que promulga el derecho «de usar y de abusar» de los propios bienes.

Habrá de insistir que la recta razón y la prudencia gubernativa deben ser las rectoras de la sociedad equilibrada y de la propiedad privada en ella. La justicia social, como la personal, exige el respeto a los derechos personales, pero entendidos como regulados y compatibles con todos los derechos de los demás miembros de la sociedad.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Origen histórico y evolución capitalismo y neocapitalismo

Originariamente, el «capitalismo» indica un sistema económico en el que prevalece la función del «capital» en la producción, por encima de otros medios de producción (trabajo…) y por encima de la persona o de la sociedad. Se concreta ordinariamente en la «empresa» de tipo «capitalista» que tiende principalmente a la eficacia de la producción, prescindiendo de la responsabilidad del trabajador, aunque asegurándole un «salario» justo. El trabajo tiene sólo valor de mercancí­a. Lo que cuenta es el rendimiento. El capitalismo propugna la propiedad privada a ultranza, la plena libertad de producción y de mercado, la libertad de contratación sin intervención estatal ni sindical.
El capitalismo ha ido evolucionando, especialmente desde las primeras teorí­as sobre la economí­a (s. XVIII A. Smith). Ha tenido fuerte oposición de parte del «marxismo» (que acentúa el colectivismo por encima de la propiedad privada). También se le han opuesto pensadores (no sólo cristianos) que reclaman la atención a los derechos fundamentales de la persona, si olvidar el bien común. Con ello se ha llegado (en el siglo XX) a un cierto neocapitalismo con influjo del liberalismo (capitalismo liberal) y a la aceptación de cierta intervención del Estado e incluso de los sindicatos obreros, tendiendo a una sociedad de consumo (superproducción, publicidad de los productos, demanda, salarios altos, consumo y bienestar como objetivo…).

En el estado actual de su evolución, el capitalismo liberal ha favorecido la modernización de las maquinarias, la facilidad en los intercambios y mercados internacionales, el reconocimiento de algunos derechos humanos. No obstante, quedan en pie los resultados siempre muy negativos de una injusta distribución de los bienes a nivel local y universal, así­ como la acción económica indiscriminada en paí­ses que, siendo ricos en materias primas, tienen multitudes inmensas sumidas en un miseria permanente y creciente. «Los mecanismos de mercado… conllevan el riesgo de una «idolatrí­a» del mercado, que ignora la existencia de bienes que, por su naturaleza, no son ni pueden ser simples mercancí­as» (CA 40).

En la actualidad, habrá que distinguir el capitalismo propiamente ideológico (descrito en las lí­neas precedentes), del capitalismo práctico, que busca directamente la eficacia en el campo industrial, comercial y económico, también debido a la competencia de otras empresas y Estados. Si se busca la tecnologí­a en todos sus aspectos, con tal que se respeten los derechos de la persona y de la sociedad (el bien común), no se tratarí­a propiamente del capitalismo ideológico. Pero hay que evitar caer en la hegemoní­a de un sistema, que asume la producción sin tener en cuenta el bien de la persona, de la familia y de la solidaridad universal entre los pueblos.

Doctrina social de la Iglesia y concepto de hombre

La doctrina social de la Iglesia ha quedado expuesta especialmente en el decurso de un siglo «Rerum novarum» (León XIII, 1891), «Centesimus annus» (Juan Pablo II, 1991). Las numerosas encí­clicas sociales de este siglo han indicado una lí­nea de solidaridad que proteje tanto a la persona como al bien común, sin aminorar los bienes provenientes de una sana producción (cfr. SRS 41). El camino de la Iglesia es el hombre en toda su integridad, inmanente y trascendente. La Iglesia admite una economí­a libre, siempre que se respeten los valores fundamentales del hombre, que son también de orden moral.

Lo que cuenta es el concepto de hombre, como persona y como miembro de la familia humana, en todos sus pueblos y culturas. «La finalidad fundamental de esta producción no es el mero incremento de los productos, ni el beneficio, ni el poder, sino el servicio del hombre, del hombre integral, teniendo en cuanta sus necesidades materiales y sus exigencias intelectuales, morales, espirituales y religiosas; de todo hombre, decimos, de todo grupo de hombres, sin distinción de raza o continente… El desarrollo debe permanecer bajo el control del hombre» (GS 64-65). La Iglesia colabora, respetando las opciones legí­timas, en suscitar «una sociedad basada en el trabajo libre, en la empresa y en la participación» (CA 35).

Referencias Doctrina social de la Iglesia, economí­a, justicia social, liberalismo, marxismo, polí­tica, trabajo.

Lectura de documentos GS 64-66; encí­clicas sociales en general
(v. doctrina social de la Iglesia); SRS 21-22, 41; CA 30-43.

Bibliografí­a J. M. ABAD BUIL, Juicio crí­tico sobre el capitalismo ( BAC, Madrid, 1979; G. BIANCHI, R. SALVI, Capitalismo, en Diccionario de sociologí­a (Madrid, Paulinas, 1986) 215-224; A. COTTA, El capitalismo (Barcelona, Oikos-Tau, 1980); A. GALINDO, Moral socioeconómica ( BAC, Madrid, 1996) cap. XII; O. Von NELL BREUNING, El capitalismo. Examen crí­tico (Barcelona, Herder, 1980; A. UTZ, Neoliberalismo y neomarxismo (Barcelona 1977).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización