CARNAVAL

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Tiempo de dos a cuatro dí­as que precede a la cuaresma. El nombre le viene ya de la Edad Media. Se comenzó con fiestas populares, rayanas en las orgí­as, de alguna forma toleradas por la autoridad, pero eco de celebraciones paganas y de supersticiones y mitologí­as.

Se identificó con la «despedida de la comida de carne», prohibida, o restringida, durante el tiempo siguiente.

Es muy posible que su origen tuviera que ver con las fiestas romanas de «las bacanales», mantenidas en diversas tradiciones populares de Europa. Siempre tuvo carácter profano y sensual, aprovechando sus promotores, sobre todo en los siglos XVIII y en XIX, para excesos y abusos, bajo la cobertura de máscaras y disfraces que daban colorido y anonimato a los desórdenes.

En los tiempos presentes la idea licenciosa que subyace es que en «carnaval hay que aprovechar». Se tiñe de formas materialistas y hedonistas. En consecuencia, es preciso formar la conciencia cristiana de los jóvenes sobre los abusos que tales festividades implican.

La gula, la embriaguez, la violencia o la lujuria, muchas veces acompañan estas tradiciones y las definen éticamente

Cada carnaval es una fiesta. Las fiestas triunfan siempre porque el hombre por naturaleza es un ser festivo y diversivo. Hay que saberle entender como lo que es.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa