CATAT

Catat (heb. Qattâth, tal vez «pequeño/a»). Pueblo en el territorio de Zabulón (Jos 19:15), identificado por algunos con Quitrón* (Jdg 1:30) y por otros con Carta* (Jos 21: 34). Es posible identificarlo con Khirbet Qotêina, a unos 4 km al noroeste de Meguido. Cautiverio. Traducción de varios términos hebreos con ligeras diferencias de significado que designan: 1. Estado de restricción o confinamiento, sea literal o figurado. 2. Traslado a un paí­s extranjero. En el AT, shebî y shebûth tienen un rango más amplio de significación, incluyendo el exilio a un paí­s extranjero, mientras que gôlâh y gâlûth se usan exclusivamente en este último sentido, particularmente con referencia al cautiverio asirio del reino del norte, Israel, y al cautiverio babilónico del reino del sur, Judá. En el NT se usa el gr. aijmalí‡sí­a, aijmalí‡téuí‡, aijmalí‡tí­zí‡, aijmálí‡tos («cautividad [cautiverio]», «ser hecho cautivo», «cautivo»), metoikesí­a («deportación»), metoikí­zí‡ («trasladar», «transportar») y paroikí­a («extranjerí­a», «peregrinación» [Act 13:17; 1Pe 1:17]). La mayorí­a de los términos hebreos y griegos tiene una connotación de «exilio». I. Cautiverio asirio de las 10 tribus. Asiria fue la 1ª nación de la antigüedad en practicar la deportación en masa de los pueblos conquistados -o por lo menos a sus hombres más destacados-, a regiones remotas como medio para evitar revueltas en las tierras avasalladas (fig 49). Después de un siglo de pagos intermitentes de tributos a Asiria, el reino del norte, Israel, se derrumbó y finalmente cayó bajo los golpes sucesivos y crecientes de los reyes Tiglat-pileser III (745-727 a.C.), Salmanasar V (727-722 a.C.) y Sargón II (722-705 a.C.). Tiglat-pileser, probablemente en su campaña del 733/32, ocupó la mayor parte de Galilea y Galaad y deportó a los habitantes de esas regiones al este (2Ki 16:5-9; 15:27-29). Al mismo tiempo, posiblemente habiendo hecho arreglos para asesinar al rey Peka de Israel, puso a Oseas sobre el trono como rey vasallo de Asiria, exigiéndole un tributo muy pesado por ese privilegio (c 732-722 a.C.). En su desesperación, Oseas selló una alianza con Egipto contra Asiria; como resultado, Salmanasar,* que habí­a sucedido a Tiglat-pileser, invadió Israel, sitió Samaria* y tomó la ciudad después de 3 años, probablemente el último año de su reinado (18:10;723/22 a.C.), pues queda cierta inseguridad con respecto a cuándo cayó Samaria, capital del reino del norte, si antes o después de la muerte de Salmanasar. La mayorí­a de los habitantes que quedaron fueron deportados a Mesopotamia y a Media, y se trajeron colonos de otras tierras conquistadas para reemplazarlos (17:5, 6, 18). La mezcla de los israelitas que quedaron con esos extranjeros dio por resultado la raza samaritano (vs 19-41). No se sabe con certeza hasta qué punto y por cuánto tiempo mantuvieron su identidad los exiliados del reino del norte, aunque escritores bí­blicos posteriores mencionan ocasionalmente las 12 tribus (véase Ezr 6:17; 8:35; Act 26:7). Véase Sargón. II. Cautiverio babilónico de Judá. Los intentos de Sargón II (722-705 a.C.) y de Senaquerib (705-681 a.C.) de subyugar a Judá no tuvieron éxito. El primero conquistó una pequeña región costera de Judá. En 2 invasiones -la 1ª en el 701 y la 2ª algo de 10 años más tarde- Senaquerib dominó la región entera excepto la ciudad de Jerusalén, que fue salvada por intervención divina (2Ki 18:13-19:37). Grandemente reducida en tamaño, Judá permaneció independiente por casi otro siglo, hasta la invasión de Nabucodonosor (605 a.C.). Recientemente victorioso sobre los restos del poder asirio, Nabucodonosor capturó Jerusalén ese año, saqueó el templo y llevó a algunos miembros de la familia real y de la nobleza en cautiverio a Babilonia (2Ch 36:3-7; Dan 1:1-3). Dejó a Joacim como rey vasallo sujeto a Babilonia, pero cuando éste se rebeló, Nabucodonosor envió un ejército que saqueó la tierra (2Ki 24:1, 2) y deportó a 3.023 judí­os a Babilonia (Jer 52:28). Hacia fines del 598 a.C. los caldeos aparentemente 220 entraron de nuevo en Jerusalén, ataron con cadenas a Joacim para deportarlo y se apoderaron de más tesoros del templo (2Ch 36:6, 7). Joacim murió en Jerusalén, no mucho después de la derrota, quizá por accidente o maltrato de los soldados (Jer 22:18, 19). Lo sucedió en el trono su hijo Joaquí­n (2Ki 24:8, 9) que reinó sólo 3 meses antes que Nabucodonosor volviera en persona (597 a.C.) y lo llevara a Babilonia, junto con 7.000 soldados, 1.000 artesanos hábiles y el resto del tesoro del templo (2Ki 24:10-16), en el trono dejó a Sedequí­as, tí­o de Joaquí­n. Poco inclinado a seguir el curso de acción recomendado por Jeremí­as, Sedequí­as se dejó arrastrar por la marea cambiante de la opinión popular, y como resaltado fue un gobernante débil y vacilante. Este defecto de carácter lo perdió e hizo que la desolación total de Jerusalén fuera un hecho inevitable. Por un tiempo permaneció sometido a Babilonia; en el 4º año de su reinado hizo un viaje a la capital caldea quizá para renovar su promesa de lealtad (Jer 51:59). Pero más tarde habrí­a negociado una alianza con naciones vecinas para sacudir el yugo babilónico (27:1-3, 12-22; 28:1, 2): previendo una invasión de Palestina por Nabucodonosor, pactó con el rey de Egipto (Psamético II) su ayuda para este caso (37:6-10). Con el tiempo y como era de esperar, las fuerzas babilónicas regresaron, pusieron sitio a Jerusalén (aproximadamente el 15 de enero del 588 a.C.) y entraron en ella 30 meses más tarde (aproximadamente el 19 de julio del 586 a.C.; 2Ki 25:1, 2, Jer 39:2). La ciudad fue saqueada sistemáticamente, sus muros derribados y, un mes más tarde, incendiada totalmente (Jer 39:8). Sedequí­as y la mayorí­a de sus súbditos fueron transportados a Babilonia, y sólo quedaron unos pocos habitantes de las clases más pobres en todo Judá (vs 9, 10). Sobre este remanente, Nabucodonosor puso como gobernador a Gedalí­as, pero un realista fanático llamado Ismael mató al gobernador, a sus auxiliares y a la guarnición caldea (41:1-3). Temeroso de la represalia, los judí­os remanentes huyeron a Egipto bajo la dirección de Johanán, y se establecieron allí­ (43:5-7). Jerusalén y Judea quedaron desoladas y despobladas por unos 50 años, hasta que unos 50.000 exiliados regresaron bajo las órdenes de Zorobabel.* Véanse Ciro; Cronologí­a. Cautividad. Véase Cautiverio. Caverna. Véase Cueva. Cayado. Traducción de varias palabras hebreas que se pueden verter como «báculo», «bordón», «vara» y «palo»; y del gr. rhábdos, «cayado», «palo», «estaca», «cetro». En la antigüedad, los viajeros llevaban cayados consigo (cf Gen 32:10; Mar 6:8; «bordón», RVR) para apoyarse y para defenderse de los ladrones y de los animales salvajes; a veces se usaban como armas (2Sa 23:21, «palo», RVR), y los ancianos los empleaban para apoyarse (Zec 8:4; Heb 11:21; «bordón», RVR). Una «vara» (heb. matteh) serví­a para trillar ciertos granos (ls. 28:27); la expresión «el sustento del pan» (literalmente «el cayado [vara] del pan»; Lev 26:26; Eze 4:16; 5:16; etc.), sin duda se refiere al hecho de que el pan es el principal alimento. Judá, el reino del sur, dependió militarmente de Egipto en sus últimos dí­as para defenderse de sus enemigos, pero esa nación era sólo «una caña [cayado] frágil» que no podí­a sostener a nadie (ls. 36:6; cf 2Ki 18:21; Eze 26:9). Véanse Mazo; Vara.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Zabulón en la repartición de la tierra (Jos 19:15).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano