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CATECISMOS LATINOAMERICANOS

CATECISMOS LATINOAMERICANOS

[1957][958]
Especial consideración merece para la Iglesia Católica el mundo latinoamericano. En el vasto imperio del llamado Nuevo Mundo se halla hoy la mitad numérica de los católicos del mundo. Además se trata de una población en crecimiento explosivo, lo que supone que un porcentaje cercano a la mitad de esa población corresponde a la infancia, adolescencia y primera juventud.

A pesar de la uniformidad de lengua básica y oficial, el español, y de las eficaces tendencias a cierta coordinación entre los Obispos y Diócesis de todo el continente, las diversidades culturales y sociales de las poblaciones han hecho imposible la unidad de criterios para ordenar la formación de los cristianos.

Sólo los ataques ideológicos de las confesiones religiosas no formales, como son las sectas, y la similitud de de problemas sociales que afectan a la población creyente, así­ como cierto resurgir de creencias y supersticiones latentes en las minorí­as étnicas ha movido a las autoridades religiosas a buscar algún tipo de apoyo en diversos campos pastorales. El de la formación de catequistas y el de la promoción de material de apoyo para las tareas educadoras de la fe han sido los terrenos aptos para alguna confluencia positiva.

Pero prácticamente cada Diócesis ha seguido las propia directrices en la preparación de textos, en la especificación de los más convenientes para los ámbitos escolares y los que mejor se armonizaban con los parroquiales. Lo más a lo que se ha llegado ha sido a cierto seguimiento de los organismos de confluencia propias de cada nación. Pero siempre ha latido en las iniciativas catequí­sticas cierta tendencia a la autonomí­a organizativa, como no podí­a ser por menos si se tiene en cuenta la diversidad de las circunstancias en los paí­ses y la situación diferente de las poblaciones y de las circunstancias de cada paí­s.

El peso de los recuerdos catequí­sticos históricos, como fueron los grandes catecismos de los tiempos coloniales que todaví­a hoy impresiona a los estudiosos, no fue suficiente para mantener ninguna simpatí­a aglutinante y unificadora, habida cuenta de la disgregación que se dio en los tiempos de las independencias nacionales y la inestabilidad polí­tica que en muchos ambientes presidió todo el siglo XIX y el XX
Los Catecismos Pictográficos producidos en la Nueva España por los Franciscanos y Dominicos para convertir a los nativos, de los que se conocen unos 25 como el de Fray Pedro de Gante realizado entre los años 1525 y 1528, marcaron la pauta para la cristianización de los pueblos indí­genas. Pero los siglos posteriores y la formación de poblaciones multirraciales, nativas, emigrantes y mestizas, fueron cambiando los catecismos en uso. Abrieron las puertas a los traí­dos de la metrópoli y alentaron la redacción y producción de muchos autónomos en los diversos paí­ses.

Lo recordó el Papa Juan Pablo II en sus intervenciones con motivo de su presencia en las conmemoraciones del V Centenario de la cristianización de América: «Testimonio parcial de esa actividad son -en el sólo periodo de 1524 a 1572- las 109 obras de bibliografí­a indí­gena que se conservan, además de otras muchas perdidas o no impresas: se trata de vocabularios, sermones, catecismos, libros de piedad y de otro tipo. Son valiosí­simos aportes culturales de los misioneros, que testimonian su dominio de numerosas lenguas indí­genas, sus conocimientos etnológicos e históricos, botánicos y geográficos, biológicos y astronómicos, adquiridos en función de su misión. Testimonio también de que, después del choque inicial de culturas, la evangelización supo asumir e inspirar las culturas indí­genas». (Puerto Rico. 1993)

En los tiempos posteriores, en medio de la inmensa variedad de catecismos y materiales que se emplean en las iglesias latinoamericanas, se van abriendo paso los criterios de los Obispos en este terreno, para que se huya por igual de un relativismo religioso aliado al subjetivismo de las ocurrencias personales y de un dogmatismo más doctrinario que doctrinal en las tareas educadoras.

En los encuentros de la CELAM de Rí­o de Janeiro (Conferencia Episcopal latinoamericana) de 1955 se daban las siguientes consignas que denotaban a mediados del siglo XX los anhelos del Continente, más que las realidades, en lo que a catecismos se referí­a:

a) La edición y distribución de catecismos, a poder ser de texto único y que tenga en cuenta las exigencias del método cí­clico -intuitivo, conforme a las aportaciones de la moderna pedagogí­a catequí­stica;
b) La organización, con carácter diocesano si es posible o al menos nacional, de Almacenes Catequí­sticos que se encarguen de suministrar a las parroquias todo el material adecuado para la enseñanza y propaganda del Catecismo;
c) La institución del «Dí­a Catequí­stico» o fiesta de la Doctrina Cristiana, que debe celebrarse con la máxima solemnidad y esplendor, para enseñar al pueblo -padres de familia, educadores, etc.- sus obligaciones en esta materia, para lograr ayuda a las obras de catequesis, para hacer propaganda del material catequí­stico, etc.

d) La constitución de Escuelas Catequí­sticas donde ponga especialí­simo interés en la formación de los que, sólidamente preparados y conscientes de su importantí­sima misión han de enseñar luego el Catecismo al pueblo; y donde esto no sea posible, la organización de cursos para preparar catequistas que, además de los sacerdotes y religiosos, puedan ayudar al párroco en la enseñanza del Catecismo;
e) La fundación en todos los Seminarios Mayores, según las disposiciones del Código de Derecho Canónico, de cátedras de Pedagogí­a Catequí­stica, dándoles la importancia relevante que tienen, y procurando que los estudios sean verdaderamente fructuosos. (CELAM . Documento de Rí­o. Nº 57)

El comienzo del siglo XXI reflejó lo poco que, en cuanto a coordinación de lí­neas directrices y documentos de apoyo pastoral, se pudo conseguir. La variedad de circunstancias sociales y la urgencia de otros temas más perentorios: pobreza creciente, compromisos polí­ticos, disminución de agentes de pastoral, rivalidades y disensiones entre paí­ses, hizo imposible superar en este terreno las fronteras nacionales,, ni siquiera para compartir los aciertos grandes que en algunas comunidades nacionales ciertamente se fueron realizando.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa