CIELO, CIELOS

tip, ESCA CIEN

ver, MILENIO

vet, La Biblia distingue: (a) El cielo atmosférico por encima de nuestras cabezas, dentro del que se mueven las nubes del cielo y las aves del cielo (Gn. 1:20; 7:11; 8:2; 27:28; 2 S. 21:10; Sal. 147:8; Lm. 4:19; Dn. 7:13, etc.). (b) El cielo sideral por encima de la atmósfera, donde se hallan los planetas y las estrellas (Gn. 1:14-17; 15:5; Ez. 32:7-8). Es el inmenso espacio del que los sabios no hacen otra cosa que atisbar sus inmensas dimensiones, y al que hace alusión el primer versí­culo de la Biblia. La expresión los cielos y la tierra significa de hecho el universo entero (Gn. 1:1; 14:19; 24:3; Jer. 23:24; Mt. 5:18). Para destacar aún más esta inmensidad, las Escrituras hablan de “los cielos de los cielos” (Dt. 10:14; 1 R. 8:27). Se ha pretendido, con frecuencia, que los israelitas se hací­an (en común con los pueblos de la antigüedad) una representación burda de la cosmologí­a. Para ellos el cielo hubiera sido una bóveda fija y sólida (firmamento), donde las estrellas estarí­an clavadas como clavos, y donde ventanas abiertas de lugar en lugar darí­an paso a la lluvia y a la nieve. Señalaremos en primer lugar que firmamento (en latí­n “firmare”: afirmar) es un error de traducción de la Vulgata. El término hebreo “raqia” significa una extensión inconsistente (Gn. 1:6) y es Aristóteles y los antiguos los que se imaginaban el cielo como esfera sólida. El hecho de que Job dijera “las columnas del cielo tiemblan, y se espantan a su reprensión” (Jb. 26:11) puede bien tomarse como lenguaje figurado y poético. Igualmente con 2 S. 22:8: “se conmovieron los fundamentos de los cielos… porque se indignó él”. Job dice en otro lugar: “El remueve la tierra de su lugar, y hace temblar sus columnas” (Jb. 9:6), pero al mismo tiempo declara: “El extiende el norte sobre vací­o, cuelga la tierra sobre nada” (Jb. 26:7). Unos pocos pasajes hablan de “las ventanas de los cielos” (Gn. 7:11; 8:2; Is. 24:18; Mal. 3:10), término fácil de comprender para quien haya visto abatirse las inmensas trombas de agua en los paí­ses del sur y de los trópicos. Esto dicho, uno se queda asombrado ante la sobriedad y la exactitud de las descripciones bí­blicas, sobre todo cuando se comparan con los pueriles errores y las burdas leyendas admitidas por las más preclaras inteligencias de la antigüedad, y ello incluso en siglos relativamente cercanos a los nuestros. Después del milenio (véase MILENIO), los cielos y la tierra actuales serán destruidos por fuego para dar lugar a los nuevos cielos y a la nueva tierra, “en los cuales mora la justicia” (Ap. 11; 21:1; 2 P. 3:7, 10-13). (c) El cielo espiritual. Ya en otra dimensión, en un mundo bien distinto del de las nubes y de las estrellas, se halla la morada del bienaventurado Dios y de Sus ángeles. Pablo parece darle el nombre de tercer cielo, o paraí­so (2 Co. 12:2, 4). Allí­ se manifiesta de una manera directa la presencia del Señor (Gn. 28:17; Sal. 80:15 a; Is. 66:1; Mt. 5:12, 16, 45, 48; 23:9); es la habitación de los ángeles (Mt. 24:36; 28:2; Mr. 13:32; Lc. 22:43). Cristo descendió del cielo (Jn. 3:13), y allí­ volvió a subir, por encima de todos los cielos (Hch. 1:11; Ef. 4:10). En el mismo cielo, intercede en favor de los creyentes (He. 8:24; Ro. 8:34), y de allí­ volverá para juzgar a los vivos y a los muertos (Mt. 24:30; 1 Ts. 4:16). Es también en el cielo que el Señor nos prepara un lugar (Jn. 14:1-3). De una manera particular, Juan nos da una visión le la morada de gloria, de la belleza, de la santidad, y de la dicha en perfección (Ap. 21-22). Todos los que han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero verán a Dios cara a cara, le adorarán, y reinarán por los siglos de los siglos (Ap. 7:14; 22:3-5, 14). Bibliografí­a: Koestler, A.: “The Sleepwalkers” (A History of Man’s Changing Vision of the Universe) (Penguin Books 1964- 1982); Lewis, C. S.: “The Discarded Image” (Cambridge University Press 1976); Bounds, E. M.: “El cielo, un lugar, una ciudad, un hogar” (Clí­e, Terrassa, 1983); Lacueva, F.: “Escatologí­a II” (Clí­e, Terrassa, 1983), Pentecost, J. D.: “Eventos del Porvenir” (Libertador, Maracaibo, 1977); Zoller, J. E.: “El Cielo” (Clí­e, Terrassa, 1975).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado