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COFRADIAS

COFRADIAS

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Hermandades de signo religioso, social o convivencial, herederas de las entidades medievales que se formaban en las ciudades para establecer relaciones estrechas entre los asociados. Se denominaron hermandades o fraternidades, no sólo cofradí­as. Y dieron origen más tarde a los gremios, a las corporaciones, a las compañí­as, a los sindicatos. Hoy se alude con este término a los grupos penitenciales, eucarí­sticos o de otros signos piadosos.

Existen en diversos lugares y tienen orientación religiosa. También se usa con referencia a agrupaciones no religiosas, como acontece con las cofradí­as de pescadores y las hermandades de labradores, además de otras profesiones de resonancia histórica o perduración social.

Las cofradí­as religiosas han sido objeto de atención especial por parte de la Iglesia (C.D.C. cánones 298 a 329). Sus manifestaciones piadosas en tiempos litúrgicos: Semana Santa, Corpus Christi, tiempos navideños, etc. tienen gran valor y deben ser cuidadas.

Lo importante es fomentar, recuperando o estableciendo de nueva raí­z, la verdadera dimensión de estas entidades parroquiales o diocesanas. Se deben superar en ellas los aspectos turí­sticos y folclóricos, incluso los meramente estéticos o filantrópicos, y convertirlas en centros de fraternidad, de piedad y de educación cristiana, el triple objetivo inspiró su establecimiento y las ha conservado a lo largo de los siglos.

Si se logra o se potencia esta dimensión, pueden convertirse en plataformas fecundas de formación y de vida cristiana. Para lograrlo hacen falta buenos dirigentes y criterios claros.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El mundo de las cofradí­as es complejo y de plena actualidad. A la hora de analizarlo, desde un punto de vista pastoral, distinguimos diversos niveles.

1. Identidad: ¿qué es y para qué sirve una cofradí­a?
Dentro de la Iglesia, una cofradí­a es una asociación de fieles o bautizados, unidos para hacer el bien y ayudarse en su vida cristiana.

Según el CDC (cc. 298-329) las asociaciones de fieles buscan: – el fomento de una vida más perfecta; – la promoción del culto público; – la promoción de la doctrina cristiana; – las obras de apostolado y de caridad; – la transformación de la sociedad.

Una asociación de fieles trata de llevar a cabo la misión de la Iglesia: comunión, evangelización, celebración y compromiso.

La tipologí­a puede ser: – Pí­a unión: para obras de caridad o piedad. – Hermandad: una pí­a unión organizada como comunidad orgánica. – Cofradia: hermandad para el culto divino y para obras de caridad.

En una cofradí­a, se hace realidad que fe y obras van unidos («a Dios rogando y con mazo dando»); Culto y compromiso unidos; y el claro protagonismo de los fieles laicos.

Titularí­a la misión de una cofradí­a hoy: «Evangelizar desde la memoria para la esperanza».

Las cofradí­as, tradicionalmente, se han centrado en estos campos: – misterios de misión y muerte del Señor; – devociones sacramentales; – piedad mariana; -culto a los difuntos.

2. ¿Qué se pide hoy de una cofradí­a?
Analizemos tres documentos:

a) El primero, de los Obispos del Sur en su escrito sobre «Hermandades y cofradí­as» (octubre 1988): Una cofradí­a es la religión, con sabor a pueblo. – Su fin: culto y apostolado, unidos. -Su identidad: cristiana y eciesial. – Sirven: para ayudar a vivir la fe (no puntualmente, sino permanentemente); son modelos de referencia para la comunidad y, por lo mismo evangelizadoras; conservan tradiciones abriéndolas al futuro. – Peligros que se pueden detectar: desentendimiento general («sólo compromete el pago de la cuota anual); mucho culto y poco compromiso social o coherencia de vida; mucha veneración de las «imágenes estáticas» y poco compromiso con las imágenes vivientes (hombres); mucha importancia a la pasión-muerte del Señor y poco a la resurrección y al sacramento vivo de la Eucaristí­a.

b) Segundo documento, de Iglesia en Castilla (Marzo de 1997): Se pide a las cofradí­as, fomentarlas, no quitarlas, pero desde un discernimiento, sin confundir continente y contenido. – Formar a los cofrades. – Compromiso doble: cultual y apostolado. – Potenciar una espiritualidad de solidaridad: Cristo sufriente sigue vivo en los sufrientes de hoy. – No perder el sentido cristiano de una cofradia, dejándose manipular por otros intereses (económicos, floklóricos, turí­sticos, etc.). – Que tenga actividades y continuidad durante todo el año.

c) Tercer documento; está escrito por A. Amezcua (Cf. «Iglesia en Camino», 15-3-98, pág. 5), quien aboga por una cofradí­a renovada. Diez formas de construir y revitalizar una cofradí­a. Reproducimos casi literalmente lo expresado por este autor:

1. Saber que una cofradí­a tiene los mismos fines que la Iglesia: mostrar el amor de Dios a los hombres, en Jesucristo, y lograr la santidad de todos sus miembros.

2. Las formas de una cofradí­a deben ser sinceras, dignas y sencillas.

3. El amor al prójimo debe ser concreto y real, y no fingido o superficial. Y con gestos concretos, que partan de la misma Cofradí­a o que apoyen otras iniciativas.

4. La cofradí­a debe ayudarnos, en resumen, a renovar nuestro compromiso como «sacerdotes, profetas y reyes».

5. Establecer entre todos, los medios adecuados para la formación de los miembros de la Hermandad.

6. Equilibrar los aspectos interiores con los exteriores de la Hermandad, pues se dan casos, y no pocos, en que todo lo aparente es muy bello, pero en el fondo está vací­o. Hay Cofradí­as con un gran escaparate de imágenes, tronos e insignias, pero su corazón está vací­o de verdadero amor a causa de divisiones, recelos y rencores.

7. Entrar en comunión con las demás asociaciones e instituciones de la Parroquia y de la Diócesis, pues de otro modo las Hennandades quedan aisladas del proceso de crecimiento comunitario, convirtiéndose en una especie de rincón de las tradiciones populares.

8. Cumplir con fidelidad los estatutos, en cuanto a sus cargos, funciones y tareas, sabiendo que las leyes marcan los minimos imprescindibles y el Evangelio los máximos hacia los que se ha de tender: hemos de trabajar desde las nonmas hacia el espiritu con ilusionado tesón.

9. Hacer que la Cofradí­a sea un ámbito de participación creativa y comunitaria, sin protagonismos individualistas, para la búsqueda de objetivos comunes que ilusionen a todos, no sólo en el esplendor externo del «escaparate» sino, sobre todo, en la fecunda organización de la «trastienda», que no se ve pero que es mucho más importante.

10. Poner tanto amor, tanta reciedumbre y tanto tesón que las dificultades no puedan ocultar la luz del amor a Cristo y a Marí­a, en el servicio al prójimo más necesitado y en los lazos de la amistad cofrade. Si el orgullo impide la amistad y los gastos suntuarios la solidaridad, entonces no hay Hermandad posible por mucho que así­ se las llame o tengan siglos de antigüedad.

Raúl Berzosa Martí­nez

Vicente Mª Pedrosa – Jesús Sastre – Raúl Berzosa (Directores), Diccionario de Pastoral y Evangelización, Diccionarios «MC», Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2001

Fuente: Diccionario de Pastoral y Evangelización