CORINTIOS/AS

Corintios/as (gr. korí­nthios). Habitantes de la ciudad de Corinto* (Act 18:8; 2Co 6:11). Corintios, Epí­stolas a los. Sus tí­tulos más antiguos son sencillamente “A los corintios 1” y “A los corintios 2”. I. Autor y Ambientación. Por las evidencias internas y externas, las epí­stolas a los corintios proceden, sin lugar a dudas, de la pluma del apóstol Pablo. La 1ª se escribió en Efeso (1Co 16:8), probablemente en la primavera (hemisferio norte) del 57 d.C.; la 2ª en Macedonia (2Co 2:13), sin duda en el verano del mismo año. Durante su 2º viaje misionero, Pablo trabajó en Corinto por 1 1/2 año (c 51-52 d.C.) y allí­ fundó una iglesia floreciente (Act 18:1-11). En su 3er viaje misionero dedicó 3 años a la ciudad de Efeso y a la provincia romana de Asia (c 54-57 d.C.). Después de la partida del apóstol, surgieron en Corinto muchos problemas doctrinales y prácticos, que le llegaron en forma de noticias a Efeso, tal vez traí­das primero por Apolo, un cristiano elocuente y erudito que habí­a trabajado fervientemente para apoyar a esa iglesia (Act 18:24-19:1; cf 1Co 16:12). Además, los miembros de la familia o de la casa de Cloé, que pertenecí­an a la iglesia de Corinto, vinieron con algunas noticias desconcertantes acerca del estado de las cosas en la iglesia (1:11). Con la llegada de Estéfanas, Fortunato y Acaico llegaron informaciones adicionales (16:17, 18), quienes tal vez también trajeron la carta de que habla Pablo en 7:1, en la que la iglesia le pedí­a su opinión sobre ciertos temas. Prácticas inmorales estaban corrompiendo la iglesia y destruyendo su vida y su vitalidad; también se enseñaban doctrinas heréticas. Pablo escribió una carta, que no se conservó, amonestando a los corintios para que cambiaran su escandalosa conducta y para disciplinar a los culpables (5:9, 11). De la lectura de 2Co 2:1, 12:14 y 13:1 algunos infieren que él les hizo una breve visita durante el tiempo que trabajó en Efeso, visita que resultó en una experiencia dolorosa y frustrante. No obstante les envió a Timoteo (1Co 4:17; 16:10), tal vez como portador de lo que hoy 251 llamamos 1ª a los Corintios (en realidad, su 2ª carta). En esta carta promete visitarlos, esperando salir de Efeso después de Pentecostés (16:8). Sin embargo, un acontecimiento inesperado, el alboroto dirigido por Demetrio, el platero, lo obligó a salir de la ciudad de Asia antes de lo que pensaba (Act 19:21-20:3). Pablo habí­a enviado también a Tito a Corinto -en un esfuerzo adicional para resolver la situación de la iglesia-, antes de su propia llegada. Tito se debí­a unir al apóstol en Troas (2 Co. 2:13), pero como no lo hizo, Pablo decidió seguir a Macedonia. Allí­ Tito le comunicó la alegre noticia de que la Iglesia de Corinto habí­a respondido de corazón a las amonestaciones y estaba completamente arrepentida (2 Co. 7:5-7). Por ello, con alegrí­a y felicitaciones, Pablo escribió la carta que ahora conocemos como 2ª a los Corintios. II. Primera Epí­stola. Es objetiva y práctica, cuidadosamente organizada y de tono mesurado. Contiene una firme reprensión de las irregularidades que se habí­an introducido en la iglesia, e instrucciones acerca de los puntos de fe y práctica que la congregación deseaba ver aclarados. El autor advierte contra el espí­ritu de división que habí­a surgido, denuncia la inmoralidad (especialmente un caso de incesto) y reprueba a los cristianos por acudir a los tribunales seculares para resolver sus pleitos. La instrucción que ofrece tiene relación con las relaciones matrimoniales apropiadas, la carne sacrificada a los í­dolos, el decoro en el culto público, la observancia adecuada de la Cena del Señor, los dones espirituales -particularmente el don de lenguas- y la resurrección. La epí­stola se puede dividir en 2 partes: 1. Problemas de disciplina eclesiástica. 2. Instrucciones doctrinales. Después de una breve introducción (1:1-9), Pablo trata de los partidos que habí­an surgido en la iglesia (1:10-4:21). Profesando lealtad a Pablo o a Apolos, o a Pedro o a Cristo, estos partidos ya habí­an dividido dolorosamente a la joven iglesia, la que corrí­a peligro de desintegrarse. Los que les habí­an proclamado el evangelio eran sencillamente siervos de Jesús, y sólo él debí­a ser exaltado, honrado y seguido. En el cp 5 Pablo reprende las irregularidades morales entre cristianos, y en particular el vergonzoso caso de incesto. En el cp 6 amonesta a los miembros de la iglesia a resolver sus diferencias entre ellos en vez de llevarlos a los tribunales. El cp 7 trata acerca de las relaciones y las responsabilidades matrimoniales, inclusive los problemas que surgen en un hogar en el que uno de los esposos no está en la iglesia. En los cps 8:1-11:1 Pablo responde a preguntas acerca del comer carnes ofrecidas en sacrificio a los í­dolos y que se sirven en fiestas a las cuales han sido invitados los cristianos. Aunque niega que los í­dolos de alguna manera afecten la comida, enfatiza la importancia suprema de no hacer nada, aunque sea correcto en sí­ mismo, que pueda afectar la conciencia de otro cristiano y poner así­ en peligro la salvación de su alma. Las mujeres deben usar velo en la iglesia (11:2-16). La Cena del Señor no debe ser una ocasión para fiestas bulliciosas, sino celebrada con solemnidad y discernimiento (1Co 11:17-34). Se deben reconocer y honrar los dones del Espí­ritu (cp 12), pero aun éstos son de menor importancia que el espí­ritu de amor entre los hermanos (cp 13). El don de lenguas, especí­ficamente, debe ejercerse “decentemente y con orden” (cp 14). La resurrección de los justos y el don de la inmortalidad son garantizados por la resurrección de nuestro Señor (cp 15). En el capí­tulo final, Pablo menciona sus planes para el futuro -la ofrenda para los pobres, su propia intención de visitar Corinto, su pedido de que acepten a Timoteo- y la decisión de Apolos de permanecer en Efeso (16:1-12). La carta finaliza con una serie de exhortaciones y saludos (vs 13-24). III. Segunda Epí­stola. Es mayormente subjetiva y personal, y refleja la ansiedad de Pablo por la iglesia de Corinto, y su gozo por su arrepentimiento y reforma. Expresa gratitud y aprecio por la recepción plena de su epí­stola previa, y repasa algunos de los problemas que trató en ella. En la sección final, que se ocupa con severidad inusitada de una pequeña minorí­a que aparentemente persistí­a en oponerse a sus consejos, el apóstol presenta las pruebas de su autoridad apostólica y vindica su forma de actuar al tratar con la iglesia de Corinto. La epí­stola se puede dividir en 3 partes principales. Después de la introducción (1:1-11), Pablo repasa su reciente relación con la iglesia (1:12-7:16). Explica por qué no pudo llevar adelante su plan original de visitarlos (1:12-2:4), aconseja restaurar el compañerismo con el ofensor arrepentido (2:5-11) y expresa gozo por el sincero arrepentimiento de los corintios (vs 12-17). Otra vez vindica su apostolado, que algunos habí­an desafiado, y exalta a los apóstoles como embajadores de Cristo (3:1-6:10). Apela a los corintios para que vivan pí­amente, y otra vez expresa su gozo por la cálida respuesta a sus amonestaciones anteriores (6:11-7:16). En los cps 8 y 9, la 2ª sección principal, Pablo hace arreglos para completar la ofrenda para los pobres de Jerusalén, designa a Tito para ocuparse de ella y 252 apela a la generosidad de los corintios. En los cps 10-13, la 3ª sección, parecerí­a que vuelve su atención a la minorí­a rebelde que todaví­a rehúsa humillarse y arrepentirse. Otra vez defiende su apostolado (cp 10), y hace una distinción entre los apóstoles falsos y los verdaderos (11:1-12:18). En 12:19-13:10 hace una apelación final a los no arrepentidos, y concluye con algunas amonestaciones finales y los saludos (13:11-14; véase CBA 6:651-654, 817-821).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico