CRITICA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

La crítica del AT puede definirse como un estudio serio y especializado del AT. Generalmente se divide en dos categorías: baja y alta crítica. La crítica baja se relaciona con el texto del AT, su transmisión y condiciones. La crítica alta, por otra parte, se ocupa del estudio de la datación, escritores, lugares y circunstancias de composición como del propósito y naturaleza de cada libro bíblico individual. Popularmente, sin embargo, el término «crítica alta» ha llegado a designar un enfoque del AT que descarta en absoluto su fidelidad y que en el estudio antes mencionado se siente libre para expresar declaraciones que entran en conflicto con la Biblia.

La crítica hostil del AT hizo su aparición durante los primeros siglos de nuestra era, particularmente en aquellos grupos que estaban al margen de la iglesia ortodoxa. Éste fue el caso de algunos grupos gnósticos, y de autores como Marción, Celso, Porfírio y otros. Más tarde, estos fueron hostiles al cristianismo y se opusieron al AT desde un punto de vista pagano. Entre los judíos hubo algunos que atacaron ciertas declaraciones del AT, y uno o dos que negaban los últimos capítulos de Isaías como pertenecientes al profeta.

Spinoza (1632–1677) ha sido designado como el «padre de la Crítica Alta». Él negaba que Moisés fuera el autor del Pentateuco y creía que éste podía haber sido la obra de Esdras. Un estudioso alemán, H.B. Witer (1711), pensaba que había dos relatos paralelos en Génesis, distinguiéndose por el uso de nombres diferentes. Jean Astruc (1753) también usó los nombres divinos como un criterio para identificar los documentos y encontrando en total doce diferentes documentos a través del estudio de Génesis.

El principio del análisis documentario fue adoptado por Eichhorn (1780–83), aunque a diferencia de Astruc, negaba que Moisés fuera el compilador de Génesis. Él designó los documentos J y E según los nombres divinos Jehová y Elohim. La próxima etapa en el desarrollo de esta crítica negativa (negativa porque se opuso a las declaraciones positivas de la Escritura) se funda en la obra de K.D. Ilgen quien creía que E realmente consistía de dos documentos: E1 y E2. El orden era E1, E2, J y D (Deuteronomio). Este arreglo se conoce como la Hipótesis Documentaria Primaria.

Durante el siglo XIX aparecieron otros puntos de vista, siendo el más importante la teoria conocida como la hipótesis suplementaria. Este sostenía que había un documento básico al que se le habían agregado algunas partes.

Una etapa importante en la historia de la hipótesis documentaria se asocia al nombre de Herman Hupfeld (1853) quien, incluso con más claridad que llgen, distinguió entre el primer E y el segundo. Clasificó sus documentos como E o P, E2, J y D, colocando a P (sacerdotal) como el primero y D como el último.

Debido mayormente a la influencia de K.H. Graf (1866), P fue ahora considerado el último documento y J el primero, en el siguiente orden J, E, D, y P. Esta posición fue mantenida en conexión con una teoría particular (conocida como la hipótesis del desarrollo y popularizada por Julius Wellhausen, 1876) acerca del origen de las instituciones religiosas de Israel. Según esta hipótesis del desarrollo, la religión de Israel no fue una revelación especial sino que surgió de los impulsos naturales en el hombre. Los patriarcas no fueron figuras históricas, y el Génesis no fue escrito con la intención de presentar una imagen verdadera de los tiempos patriarcales. No fue hasta la reforma deuteronómica en 622 a.C., bajo Josías que la adoración en un santuario fue instituida. Se llegó a pensar incluso que el sistema levítico era más tardío.

Los defensores de la hipótesis del desarrollo de la religión de Israel también negaron que David fuera el autor de los Salmos que se le atribuyen, así como de la autenticidad de Isaías como escritor o de Daniel como el que escribió el libro. Durante la primera parte del presente siglo, la hipótesis del desarrollo realmente tuvo vigencia. En el presente, sin embargo ha sido descartada en su mayor parte, aunque alguna forma de hipótesis documentaria es sostenida por aquellos que rehúsan la fidelidad de la Biblia. Las razones de por qué la hipótesis del desarrollo ha llegado a ser casi obsoleta en nuestros días se encuentra principalmente en los descubrimientos arqueológicos y en las guerras mundiales que han estremecido el concepto evolucionista del hombre en el que se basa gran parte de esta teoría. La debilidad inherente de esta posición la ha llevado a su declinación.

Bajo la influencia de Hermann Gunkel y Hugo Gressmann surgió una escuela de estudio cuyo propósito fue determinar la situación que originó cada parte de un material del AT, tanto en poesía como en los oráculos o las narrativas. Estas unidades fueron luego clasificadas y categorizadas. Según Martin Noth (1943), los primeros cuatro libros de la Biblia (el Tetrateuco) consisten en una tradición antigua que se remonta a tiempos inmemoriales. La posición de Noth está basada realmente en el trabajo previo de Gunkel y Gressmann. Los puntos de vista de Noth han influenciado a eruditos modernos escandinavos tales como Ivan Engnell, quien afirma que la mayoría del AT fue transmitido oralmente hasta que finalmente fue escrito en el tiempo del exilio. Engnell pone énfasis en la importancia de la transmisión oral.

Los adherentes de la hipótesis documentaría, en su mayor parte tienen, un bajo concepto del texto masorético y su confiabilidad, y a menudo prefieren la Septuaginta. Como un resultado de los descubrimientos de los Documentos del Mar Muerto se ha despertado un gran respeto por el texto masorético. Hubo un tiempo cuando los estudiosos se sintieron lo suficientemente libres como para sugerir algunas enmiendas del texto hebreo del AT. Tal época ha pasado, y en el presente existe una actitud más cauta.

En forma paralela con el movimiento crítico, cuya historia se ha delineado, ha existido también una erudición reverente que ha mirado las Escrituras como autoritativas e infalibles. Los adherentes de este movimiento han producido comentarios valiosos y han publicado una continua serie de estudios bíblicos especializados. Este grupo se ha especializado en un estudio crítico del AT, pero ha estado dispuesto a ser guiado en su investigación por la autoridad de las Escrituras. En este grupo, algunos de los nombres más importantes en el estudio del AT son: E.W. Hengstenberg, K.F. Keil y William Henry Green.

Por supuesto, es imposible predecir cuál será la dirección que tomen los estudios en el campo del AT. Sin lugar a dudas, los descubrimientos de la arqueología han dado un vuelco más conservador a éstos y probablemente es una buena cosa. Los estudiosos del AT necesitan algo más que una estructura. El especialista debe ser un hombre que ha sido regenerado y que posee la capacitación erudita necesaria. Es sobre tales hombres en los que descansa el futuro del verdadero estudio bíblico.

BIBLIOGRAFÍA

E.M. Gray, Old Testament Criticism; Emil G. Kraeling, The Old Testament Since the Reformation; H.J. Kraus, Geschichte der Historischkritischen Erforschung des Alten Testaments; Edward J. Young, Introduction to the Old Testament.

Edward J. Young

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (143). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología