CRITICA DEL NUEVO TESTAMENTO

Este artículo tiene que ver con lo que frecuentemente se conoce como crítica alta para distinguirla de la crítica baja y su relación con el texto griego. El tema de interés de la crítica alta es la paternidad literaria, el tiempo en el que se escribe, la estructura gramatical y el contenido. El estudio de tales materias puede llegar a ser de gran valor para una mejor comprensión de la Escritura, si hay un reconocimiento del hecho que los escritos sagrados son la obra de hombres que emplean formas literarias y modos de expresión de su tiempo, y si al mismo tiempo se recuerda que estos registros son una obra de revelación sobrenatural y que dan evidencia de una supervisión divina en su composición.

  1. Desarrollo de la crítica. El comienzo de la crítica aplicada separadamente a los libros del NT puede observarse en los primeros siglos de la era cristiana, especialmente en los comentarios de Orígenes y Dionisio. No fue sin embargo, hasta fines del siglos XVIII que la crítica se desarrolló con un área de influencia que llegó a abarcar la interpretación del NT como un todo. En este tiempo comenzó una reacción en contra de una ola de racionalismo que había promovido el escepticismo en materia de fe religiosa. Pero por la influencia de la filosofía cartesiana y del concepto de Newton acerca del universo, llevó a producir una actitud mental relajada en cuanto al juicio subjetivo y una disposición desfavorable a creer en la actividad sobrenatural en el mundo. El camino quedó así preparado para mirar a los libros del NT como escritos meramente humanos. El milagro se miraba con sospechas. Se dio por descontado que un fortalecimiento de la cristología y una modificación que concordara con el pensamiento de la iglesia podía discernirse en los escritos del NT. Por consiguiente, se pensó que los libros de fechas más tempranas eran más confiables que aquellos de fechas y fuentes más tardías llegando a desplazar a los mismos evangelios. La cuestión literaria y el tema del «Jesús de la historia» llegaron a ser el centro del interés erudito. Se esperaba que con el descubrimiento del «Jesús real», que se creía había sido un profeta meramente humano llevando una vida sin mancha y enseñanza de la paternidad de Dios, la fraternidad del hombre y la cercanía del reino de los cielos sería suficiente para salvar la fe cristiana de ser sobrepasada por el racionalismo.
  2. La escuela de Tubinga. La primera introducción crítica al NT fue editada en 1804 por Eichhorn, quien ya había escrito una introducción crítica del AT. Pero cerca de un cuarto de siglo más tarde obras de gran importancia comenzaron a aparecer. Su autor, F.C. Baur de Tubinga, llegó a ser el líder de una influyente escuela crítica. Su enfoque de los documentos del NT desde una perspectiva histórica trataban de mostrar el valor de los libros en su sentido original, considerando las circunstancias y motivos de sus escritores; pero al aplicar los principios de la filosofía hegeliana a la interpretación del contenido del NT, llegó a conclusiones extremas y desviadas. Él suponía que la clave para la fecha y carácter de los varios libros estaba en relación al antagonismo entre las escuelas paulistas y petristas. Aquellos que mostraban una clara evidencia de oposición entre las partes eran más antiguos, y aquellos que mostraban una tendencia conciliatoria eran más tardíos. Este método de clasificación condujo a la hipótesis de que Pablo escribió solamente Gálatas, 2 Corintios, y Romanos 1–14. Un número de libros fueron ubicados en el segundo siglo, los escritos de Lucas entre ellos. Los escritos más tardíos fueron considerados tendenciosos y poco dignos de confianza. Hoy día esta hipótesis ha pasado a la historia. Poco se oye acerca de ella. El presente siglo ha sido testigo de la datación de la mayoría, si no de todos los libros dentro de la segunda mitad del primer siglo. Las epístolas que llevan el nombre de Pablo le han sido restauradas a él con la excepción de Efesios y las epístolas pastorales, las cuales aún son cuestionadas por algunos críticos; aunque algunos eruditos sobresalientes, de tendencia conservadora y de otro tipo han dado grandes razones para incluirlas como paulinas. Las investigaciones arqueológicas de Sir William Ramsay, las obras de James Smith, Hobart, y más recientemente F.F. Bruce, han hecho mucho para restaurar la confianza en la autenticidad, unidad e historicidad de los libros de Lucas.

III. Crítica de la fuente. En 1835 la crítica sinóptica recibió un ímpetu considerable de la teoría de Lachmann acerca de la prioridad de Marcos, basado en la creencia que Mateo y Lucas estaban cubriendo un terreno común con él, y nunca en contra de Marcos. Muchos eruditos aceptaron que los otros sinópticos usaron el evangelio de Marcos como una fuente. En el transcurso del tiempo, el material que ellos tenían en común, aparte de lo que venía de Marcos, se identificó como derivado de una fuente escrita u oral denominada por la letra Q del alemán Quelle (fuente). Algunos eruditos se inclinaban a identificar ésta con la logia que Papías atribuía al apóstol Mateo. Esta teoría documentaria doble fue más tarde elaborada para llegar a constituir una hipótesis tetradocumentaria para especular con la formación de Mateo y Lucas. Estas fuentes hipotéticas se conocen como M y L respectivamente. La teoría que Marcos existió en una forma anterior, llamada por los criticos Ur Markus, es rechazada por Vincent Taylor. Canon Streeter mantiene la hipótesis de un proto-Lucas, sobre la base de que Q y L se combinaron antes que Lucas se basara en el evangelio de Marcos, y representan una tradición anterior. Las opiniones varían acerca de los méritos de estas teorías.

  1. Juan y Pablo. Al cuarto evangelio comúnmente se le tuvo como de una fecha tardía y de poco valor histórico. Sus ideas representaban la influencia del desarrollo de la teología y concepciones helenísticas de la tradición primitiva. Los críticos generalmente no lo tuvieron como apostólico. La tendencia creciente ha sido fechar el evangelio en la última década del primer siglo, concediendo que él tiene al menos la autoridad apostólica posterior y que las aparentes diferencias entre él y los evangelios sinópticos son más explicables que las que hubo al principio. Los Documentos del Mar Muerto han revelado que ciertas ideas juaninas, que una vez se pensó eran helenísticas, pueden haber estado en vigencia en Palestina cuando Jesús enseñó. La opinión temprana de Dionisio que el autor del cuarto evangelio no pudo haber escrito el apocalipsis, ha persistido, pero incluso R.H. Charles admite alguna relación entre el Apocalipsis y el cuarto evangelio.

El marcado interés en el «Jesús de la historia» ya mencionado tuvo una de sus consecuencias en la reacción contra el paulinismo. Los eruditos liberales mantenían que el Cristo de Pablo era la creación de un escritor que puso muy poca atención al hecho histórico, que se inspiró grandemente en el judaísmo y en las religiones de misterio. Exponentes destacados de estos puntos de vista fueron Wrede y Reitzenstein. Pero muchos eruditos se unieron en la búsqueda de las bases para estas sorprendentes hipótesis, y entre aquellos que ayudaron a vindicar la posición de Pablo de ser un verdadero testigo de Jesús pueden mencionarse a H.A.A. Kennedy, Anderson Scott y J. Gresham Machen.

  1. La escatología y la crítica de las formas. Un libro que hizo historia, publicado en Alemania en 1906, tuvo dos importantes efectos. Fue traducido al inglés bajo el título The Quest of the Historical Jesus. El autor, Albert Schweitzer, analizó el curso de la crítica en el siglo XIX y destacó que el énfasis del evangelio era escatológico. En algunos sentidos los puntos de vista expresados en el libro de Schweitzer están abiertos a grandes objeciones; pero levantó la pregunta del valor apologético del supuesto «Jesús de la historia» y volvió la atención de los eruditos a la enseñanza escatológica de los evangelios.

Algunos años antes, Wrede había publicado una obra titulada El secreto mesiánico en los Evangelios. Su tesis que Marcos había enfatizado una serie de declaraciones mesiánicas basadas en creencias que circularon después de la resurrección encontró una fuerte oposición en Alemania e Inglaterra. Pero fue adoptada por la crítica de la Forma Histórica que alcanzó su prominencia después de la Primera Guerra Mundial, para desacreditar la obra de Marcos sobre la base de la artificialidad. Esta escuela, profesando un desaliento por los resultados de la crítica de las formas, se concentró en el período cuando la tradición comenzó a formarse. Se presumía que esta tradición seguía un patrón familiar procedente de otras clases de tradición. Sobre esta base, Dibelius y Bultmann, entre otros, clasificaron todo el material de los evangelios, dividiéndolo en grupos que variaban según el valor histórico. Poniendo atención a algunas cosas, quizás previamente poco notadas, cometieron grandes errores. Exageraron el período de tiempo entre la ascensión y el tiempo en que se escribieron los primeros libros. Juzgaron mal la extensión y el carácter de la influencia de la vida y del pensamiento de la iglesia sobre la tradición. También dieron un lugar muy destacado a la opinión subjetiva.

Los resultados de esta crítica puede decirse que muchas veces han sido destructivos o negativos. Pero toda la labor erudita en esta dirección no ha sido en vano. El error ha estimulado el estudio fresco para poder refutarlo, y de esta u otra manera se ha hecho algo de valor.

BIBLIOGRAFÍA

Collins, The New Testament Problem; W.F. Howard, The Fourth Gospel in Recent Criticism; E.B. Redlich, Form Criticism; C.H. Dodd, History and the Gospel; J. Gresham Machen, The Origin of Paul’s Religion.

William J. Cameron

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (144). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología