La crítica formal (del alemán Formgeschichte, «historia de las formas») es un método de acercamiento que se ha aplicado por igual a la literatura bíblica y a la no bíblica. Dentro de la Biblia ha sido aplicado a ambos Testamentos (por ejemplo, en el AT al Pentateuco y al Salterio), pero preeminentemente a los Evangelios. Es un esfuerzo por ir más atrás de los evangelios escritos y sus fuentes literarias a la etapa oral de la tradición de los Evangelios, y a ejemplificar y examinar las diversas «formas» o tipos de historias, declaraciones, etc., representadas en la tradición oral.
El pionero de este método fue Martin Dibelius, cuyo Die Formgeschichte des Evangeliums apareció en 1919, seguido por el estudio independiente de Rudolf Bultmann, Die Geschichte der Synoptischen Tradition.
- Clasificación. La división principal en la clasificación de las formas del material de los Evangelios es narración y dichos. La narración ha sido subdividida en (a) historias con un pronunciamiento, (b) historias de milagros, (c) historias acerca de Jesús; los dichos se subdividen en (a) dichos de sabiduría, (b) dichos proféticos y apocalípticos, (c) pronunciamientos legislativos y reglas de comunidad, (d) dichos introducidos por un «Yo», y (e) parábolas.
Las historias con pronunciamiento (como Vincent Taylor los llama) participan del carácter tanto de las narraciones como de los dichos. En ellas, una situación en particular da lugar a un dicho intencionado de Jesús (un «apoftegmata», en la terminología de Bultmann), en favor del cual se recordaba y registraba el incidente. Frecuentemente la situación es controversial; algo de lo que Jesús o sus discípulos han hecho es objeto de crítica, y Jesús replica a la crítica con un pronunciamiento decisivo, por ejemplo, «El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo» (Mr. 2:27). Dibelius llamó a este tipo de relatos «paradigmas» porque servían como ilustraciones en la predicación cristiana de los primeros tiempos.
Las historias con un pronunciamiento a veces se sobreponen con otra de las subdivisiones, por ejemplo, el incidente del paralítico de Capernaum (Mr. 2:1–12) es una historia con pronunciamiento porque provoca el dicho «el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados» (Mr. 2:10); pero se podría clasificar como una historia de milagro, más específicamente una historia de sanidad. Las historias de sanidades se pueden reconocer con prontitud; en todo el mundo siguen un formato recurrente que enfatiza la incurabilidad de la enfermedad, el carácter completo de la curación y el efecto sobre los espectadores. Pero el hecho de que una historia reproduce esta forma estereotipada nada nos dice de su historicidad. Hay que recordar esto no solamente en las sanidades y las demás historias de milagros, sino también en las demás historias «acerca de Jesús» (como el bautismo, la tentación, la transfiguración, las apariciones después de su resurrección) llamadas a veces «mitos» o «leyendas». El dar estas designaciones a las historias del Evangelio puede oscurecer el hecho de que la crítica de las formas hace un juicio acerca de las formas, no de la substancia.
Del mismo modo, la clasificación de los dichos de Jesús según la forma arroja poca luz sobre su autenticidad; mucho más depende del punto de vista particular sobre la persona de Jesús que tiene el crítico formal.
- Estructura. Muchos críticos formistas consideran que la tradición sinóptica está formada por incidentes y dichos no relacionados, que han sido entretejidos como relato continuado por medio de resúmenes editoriales desprovistos de un valor histórico independiente. (Sin embargo, se concede que el relato de la pasión existía como un registro continuo desde los primeros días, siendo repetido en cada cena eucarística, según 1 Co. 11:26). Pero Charles Harold Dodd («The Framework of the Gospel Narrative», ExpT 43, 1931–32, 396ss.) mostró que los «resúmenes editoriales» en otras partes en Marcos, al juntarse constituyen un bosquejo separado de la historia del Evangelio, comparable con los bosquejos que se pueden reconstruir a partir de los discursos de Hechos y de los pasajes de las Epístolas.
III. Marco existencial. Además, muchos críticos formistas explican los diversos elementos de los Evangelios como que han surgido de situaciones en la experiencia de la iglesia primitiva; por ejemplo, la comisión de Mt. 10:1ss. refleja los métodos adoptados por los cristianos judíos que predicaron el Evangelio a través de Palestina entre los años 30 y 66, o los incidentes controversiales reflejan las disputas entre los legalistas y los grupos liberales en la iglesia primitiva en Palestina, o entre los judíos cristianos y los no cristianos. Pero, ¿por qué entonces no se llevó a cabo esta práctica en una forma más extensa y útil? ¿Por qué no dejó una huella más clara en los evangelios la cuestión de la circuncisión que tanto abundó en el debate cristiano en los alrededores del año 50 d.C.?
En realidad, los primeros cristianos hicieron una clara distinción entre los pronunciamientos verdaderos de Jesús y los juicios que ellos sustentaban acerca de puntos en discusión (cf. 7:10, 12, 25). Después de todo, durante tres o cuatro décadas después del año 30 d.C. muchas personas podían todavía recordar lo que Jesús había dicho y habrían protestado en contra de la atribución de puntos de vista que él no habría expresado. Hay justicia en la observación de Vincent Taylor: «Si los críticos formistas tienen razón, los discípulos deben de haber sido trasladados al cielo inmediatamente después de la resurrección» (The Formation of the Gospel Tradition, Londres, 1933, p. 41). Esta consideración tiene validez fuera y dentro de la iglesia: un punto fuerte de la predicación apostólica de los primeros tiempos es la apelación que se hacía al conocimiento que los oyentes tenían de la historia de Jesús (Hch. 2:22; 10:36).
Sin duda, un marco existencial en la iglesia primitiva—en la predicación, en las reuniones de comunión, en los debates—explica por qué muchos de los dichos e incidentes que aparecen en los evangelios fueron escritos. Cuando surgía una cuestión sobre el divorcio, por ejemplo, o el pago de impuestos del templo, era natural recordar lo que Jesús había dicho al respecto; pero ese marco existencial en la iglesia primitiva no excluye la existencia de un marco existencial previo en la vida de Jesús mismo.
- Conclusión. Las posiciones radicales a las que parece conducir la crítica formal son las posiciones de ciertos críticos formistas y no necesariamente las de la crítica formal. La crítica formal es de valor no solamente porque proporciona una nueva clasificación para el estudio del material de nuestros Evangelios, sino también porque subraya (a) lo inadecuado de la hipótesis documentaria sola como explicación de la composición de los evangelios, (b) la tendencia universal en la antigüedad a estereotipar las formas en que se daba la instrucción religiosa, y (c) el hecho de que ningún estrato de la tradición de los Evangelios reconoce a otro Jesús que no sea el Mesías, el Hijo de Dios.
BIBLIOGRAFÍA
Martin Dibelius, From Tradition To Gospel; F.C. Grant, ed., Form Criticism; R.H. Lightfoot, History and Interpretation in the Gospels; E.B. Redlich, Form Criticism; E.F. Scott, The Validity of the Gospel Record; Vincent Taylor, The Formation of the Gospel Tradition.
Frederick Fyvie Bruce
ExpT The Expository Times
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (147). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología