CUSTODIA
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Objeto metálico en forma de circulo radial, sol, torre, esfera, plataforma ostensiva, que se usa en las procesiones o en las exposiciones para mostrar a los fieles el pan eucarístico y provocar su devoción.
En los actos piadosos de adoración al Santísimo cuerpo de Jesús ha sido tradicional el usar estos expositores para resaltar la «forma sagrada» y exaltar el sacramento (signo sensible).
La tradición ha usado el pan, por ser la especie conservada fuera de la acción sacrificial de la Eucaristía, y no el vino de más difícil mantenimiento.
La piedad y el arte de los orfebres y decoradores se ha desvivido por hacer de la custodia una oportunidad de creatividad: repujados metálicos, esmaltados, engarzados de piedras preciosas y figuras sugestivas, etc. Las hermosas obras de arte conseguidas llenan de orgullo a los museos que conservan esas joyas expresivas. Sobresale en la historia del arte la familia alemana de Harff (Arfé castellanizado). El padre Enrique (1475-1545) hizo las custodias de las Catedrales de León, de Toledo, de Sahagún y de Córdoba. El hijo Antonio (1510-1578) hizo la de Santiago de Compostela. La «custodia» se ha convertido en un símbolo eucarístico de singular singular valor en el pueblo cristiano. .
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Acción de guardar algo con cuidado y vigilancia; persona o escolta encargada de custodiar a un preso.
La ley bíblica más explícita sobre las responsabilidades del custodio se encuentra en Exodo 22:10-13, que trata de los animales que se confían a otra persona. Dice esta ley, que debió basarse en una ley patriarcal anterior (Gé 31:39): †œEn caso de que un hombre diera a su prójimo […] cualquier animal doméstico para que se lo guardara, y este de veras muriera o se lisiara o se lo llevaran cuando nadie estuviera mirando, […] el otro no ha de dar compensación. Pero si en efecto le hubieran sido hurtados, ha de dar compensación al dueño de ellos. Si de hecho fuera desgarrado por una fiera, ha de traerlo como evidencia. Por algo que haya desgarrado una fiera no ha de dar compensación†. (Compárese con Gé 31:39.)
Cuando un pastor se comprometía a guardar o vigilar un rebaño, aceptaba legalmente la custodia de esos animales. Garantizaba al dueño que se les alimentaría y que no serían robados; en caso de que esto ocurriera, pagaría una compensación. Sin embargo, su responsabilidad no era absoluta, pues la ley supracitada absolvía al guardián de responsabilidad si intervenían factores que se escapaban al control humano, como el ataque de bestias salvajes. De todos modos, para que se exonerara al custodio de responsabilidad, tenía que presentar pruebas al dueño, como, por ejemplo, el cuerpo desgarrado del animal. Después de examinar las pruebas, el dueño debía declarar inocente al custodio.
El mismo principio aplicaba en general a cualquier propiedad que se confiaba a otra persona, incluso en lo que tenía que ver con las relaciones familiares. Por ejemplo, se consideraba al hermano mayor el guardián legal de sus hermanos y hermanas menores. Esto ayuda a entender la preocupación del primogénito Rubén por la vida de José cuando los demás hermanos hablaron de matarlo, según se registra en Génesis 37:18-30: †œPor eso dijo: †˜No hiramos mortalmente su alma†™. […] †˜No viertan sangre. […] no pongan sobre él mano violenta†™. Era su propósito librarlo de la mano de ellos a fin de devolverlo a su padre†. Y cuando Rubén descubrió la ausencia de José, fue tal su ansiedad, que †œrasgó sus prendas de vestir† y exclamó: †œÂ¡El niño ha desaparecido! Y yo… ¿adónde realmente he de ir yo?†. Sabía que se le podía considerar responsable de la pérdida de José. Para evitar tal responsabilidad, los hermanos astutamente prepararon una prueba falsa de que una fiera había despedazado a su hermano. Metieron la prenda de vestir de José en sangre de cabra y luego se la presentaron a Jacob, su padre y juez patriarcal, quien absolvió a Rubén de cualquier responsabilidad porque la prueba presentada le llevó a la conclusión de que una fiera había matado a José. (Gé 37:31-33.)
En Gálatas 3:19-25 se hace una aplicación espiritual de los términos †œguardar† y †œcustodia†. Pablo dice que la Ley puso de manifiesto las transgresiones y que †œla Escritura entregó todas las cosas juntas a la custodia del pecado†, pero continúa: †œSin embargo, antes que llegara la fe, estábamos guardados bajo ley, entregados juntos en custodia, esperando la fe que estaba destinada a ser revelada†. Con estas palabras puso de relieve que el Israel natural estaba en custodia espiritual, guardado por la Ley, hasta que llegara la fe en Cristo.
En algunas ocasiones la Biblia emplea el término †œcustodia† con referencia a la detención de una persona. Un ejemplo es el caso del medio israelita que injurió el nombre de Jehová en el campamento de Israel. Después que transgredió la Ley, el relato dice: †œEntonces lo pusieron en custodia hasta que se les hiciera una declaración precisa conforme al dicho de Jehová†. (Le 24:10-16, 23.) Israel no acostumbraba a mantener en custodia a los delincuentes durante mucho tiempo, porque la justicia debía ejecutarse con prontitud. (Jos 7:20, 22-25.) Sin embargo, en este caso, como en el del hombre que violó el sábado (Nú 15:32-36), se esperaba una aclaración de la Ley, pero tan pronto como se conoció el dicho de Jehová al respecto, se ejecutó la sentencia sin dilación. De igual manera, a Pedro y los demás apóstoles se les puso en custodia, aunque injustamente, a la espera de ser juzgados ante el Sanedrín al día siguiente. (Hch 4:3; 5:17, 18.) Las Escrituras también dicen que a Jeremías se le puso en custodia injustamente, pues fue en realidad un encarcelamiento y no una detención para un juicio posterior. (Jer 37:21.)
Fuente: Diccionario de la Biblia
(De ostendere, «mostrar»).
Ostensorium significa, de acuerdo a su etimología, un recipiente diseñado para la exposición más conveniente de algún objeto de piedad. Ambos nombres ostensorio y la palabra afín, custodia (“monstrance”, de monstrare) se aplicaron originalmente a todo tipo de piezas de orfebrería o de platería en las que se empleasen vidrio, cristal, etc. para permitir que los contenidos se distinguieran fácilmente, ya sea que el objeto honrado fuese la Sagrada Hostia en sí o sólo la reliquia de algún santo. El uso moderno, en todo caso, en lo que al idioma español se refiere, ha limitado ambos términos a los vasos destinados a la exposición del Santísimo Sacramento, y es sólo en este sentido que utilizamos aquí las palabras ostensorio y custodia.
Es evidente que la introducción de la custodia debe haber sido posterior a la época en que por primera vez se hizo familiar en la Iglesia la práctica de exponer el Santísimo Sacramento o de llevarlo en procesión. Ésta (como se desprende de los artículos Bendición del Santísimo Sacramento, Fiesta de Corpus Christi y Exposición del Santísimo Sacramento) no se puede asignar a una fecha anterior al siglo XIII. Al mismo tiempo, las constituciones de Lanfranco para los monjes de la Iglesia de Cristo, Canterbury (c. 1070), ordenaban que en la procesión del Domingo de Ramos dos sacerdotes vestidos con albas debían llevar una urna portátil (feretrum) «en la que también se debe depositar el Cuerpo del Señor». Aunque aquí no hay ninguna sugerencia de que la hostia debía ser expuesta a la vista, sino todo lo contrario, todavía nos encontramos con que esta costumbre inglesa llevó, al menos en un caso, a la construcción de una urna decorada elaboradamente para transportar el Santísimo Sacramento en esta ocasión especial. Simón, abad de San Albans (1166-83) le regaló a la abadía una costosa vasija en forma de arca adornada con esmaltes que representaban escenas de la Pasión, la cual sería usada el Domingo de Ramos “para que los fieles vean con qué honor debe ser tratado el Santísimo Cuerpo de Cristo, quien en esta época se ofreció a sí mismo para ser azotado, crucificado y enterrado” (Gesta Abbatum”, Serie de Rollos, I, 191-92). Sin embargo, no se establece ni se puede asumir que ésta era una custodia, en el sentido propio, en la cual se expusiera la hostia para ser vista. Al mismo tiempo, es muy probable que tales custodias en sentido estricto comenzaran a construirse en el siglo XIII, y todavía hay algunas en existencia —por ejemplo, una custodia octagonal en Bari, con las palabras: «Hic Corpus Domini— que pueden muy bien pertenecer a esa fecha.
Cahier, Martin (Mélanges archéologiques, I y VII) y otras autoridades han dibujado un gran número de custodias medievales, y aunque a menudo es difícil distinguir entre simples relicarios y vasos destinados a la exposición del Santísimo Sacramento, se puede trazar una cierta línea de desarrollo en la evolución de estos últimos. El P. Cahier sugiere con alguna probabilidad (Mélanges, VII, 271) que si bien al principio el copón mismo se usaba para transportar el Santísimo Sacramento en procesiones, etc., al principio los lados de la copa del copón se prolongaron con un cilindro de cristal o vidrio, y se sobrepuso la cubierta ordinaria. Este vaso pudo haber servido para cualquier propósito, a saber, ya sea para dar la Comunión o para llevar visiblemente la Hostia en procesión. Sin embargo, pronto la práctica de la exposición se hizo lo suficientemente común para parecer requerir una custodia para ese objeto expreso, y para esto al principio se retuvo el recipiente cilíndrico vertical de cristal, a menudo con soportes de carácter arquitectónico y con obra de tabernáculo, nichos y estatuas. En el cilindro central se colocaba una hostia grande, la cual se mantenía en posición vertical por medio de una luneta construida para tal fin. Todavía hay en existencia muchas custodias medievales de este tipo. Sin embargo, pronto quedó claro que la custodia podría adaptarse mejor al objeto de atraer todas las miradas a la Sagrada Hostia en sí, haciendo la parte transparente del recipiente justo del tamaño requerido, y rodeado de rayos, igual que el sol. Custodias de esta forma, que datan del siglo XV, tampoco son raras, y durante varios cientos de años ésta ha sido por mucho la forma más común en el uso práctico.
Por supuesto, la adopción de las custodias para las procesiones del Santísimo Sacramento fue un proceso gradual, y, si podemos confiar en las miniaturas halladas en los libros litúrgicos de la Edad Media, en tales ocasiones la Sagrada Hostia se llevaba a menudo en un copón cerrado. Un ejemplo temprano de un vaso especial construido para este propósito es un regalo hecho por el arzobispo Robert Courtney, un inglés de nacimiento, (m. 1324), a su catedral de Reims. Él legó con otros ornamentos «una cruz dorada con incrustaciones de piedras preciosas y con un cristal en el centro, en el que se coloca el Cuerpo de Cristo, y es llevado en procesión en la fiesta del Santísimo Sacramento.» En un curioso ejemplo mencionado por Bergner (Handbuchd. Kirch. Kunstaltertümer in Deutschland, 356) un cofre construido en 1205 en Augsburgo para guardar una Hostia milagrosa de la que goteaba sangre, más de un siglo después tenía una abertura en ella para permitir que la Hostia fuese vista. Muy probablemente a veces se adoptó un diseño similar con vasos que eran más estrictamente eucarísticos.
Los primeros inventarios medievales a menudo nos permiten formar una idea de la rápida extensión del uso de custodias. En los inventarios del siglo XIII no se mencionan nunca o casi nunca, pero en el siglo XV se convirtieron en una característica de todas las iglesias más grandes. Así, en la Catedral de San Pablo, en Londres, en 1245 y 1298 no encontramos ninguna mención de algo así como una custodia, pero en 1402 tenemos constancia de “la cruz de cristal para poner el Cuerpo de Cristo y para llevarlo en la Fiesta del Corpus Christi y en Pascua». En Durham se habla de «una hermosa urna ordenada para ser transportada en procesión el día de Corpus Christi, y el llamado “Relicario del Corpus Christi”, todo finamente dorado, una cosa agradable a la vista, y en la altura de dicha urna había una caja cuadrada toda de cristal donde estaba encerrado el Santísimo Sacramento del altar, y se transportaba el mismo día con los sacerdotes» (Ritos de Durham, c. LVI).
Pero en las iglesias inglesas más grandes parece que se mostró una preferencia relacionada sin duda con el ceremonial del sepulcro de Pascua, pues había una forma de custodia que reproducía la figura de Nuestro Señor, y en su pecho tenía la Sagrada Hostia insertada detrás de una puerta de cristal. Este, de todos modos, fue el caso, es decir, en las famosas catedrales de Lincoln, Salisbury y otras. Sin embargo, estas estatuas para la exposición de la Sagrada Eucaristía parecen haber sido de una fecha comparativamente tardía. En el continente, y más particularmente en España, parece que se introdujo la moda en el siglo XVI de construir custodias de tamaño enorme, que tenían seis, siete, o incluso diez pies de altura, y que pesaban cientos de libras. Por supuesto que era necesario que la urna que contenía más inmediatamente el Santísimo Sacramento fuese desmontable, de modo que pudiera ser usado para dar la bendición. La gran custodia de la catedral de Toledo, que tiene más de doce pies de altura, y cuya construcción duró más de cien años, está adornada con 260 estatuillas, una de las más grandes de las cuales se dice que está hecha del oro traído por Colón desde el Nuevo Mundo.
En el lenguaje de los manuales litúrgicos antiguos, a menudo se le llama tabernáculo al ostensorio, y es bajo ese nombre que se provee una bendición especial en el «Pontificale Romanum». También se usan otras varias denominaciones, de las cuales la más común es quizás custodia, aunque este nombre también se aplica especialmente a la especie de píxide transparente en el que se asegura inmediatamente la Sagrada Hostia. En Escocia, antes de la Reforma, a un ostensorio se le llamaba popularmente «eucaristía»; en Inglaterra un “monstre» o «monstral «. El orbe y los rayos de una custodia por lo menos deben ser de plata o plata dorada, y se recomienda que debe estar coronada por una cruz.
Bibliografía: Un excelente capítulo en CORBLET, Histoire du Sacrement de l’Eucharistie, II (Paris, 1882), da un relato general con una descripción de muchos ostensorios famosos. SCHROD en Kirchenlexikon, s.v. Monstranz; RAIBLE, Der Tabenakel einst und jetzt (Friburgo, 1908); THURSTON, Benediction of the Blessed Sacrament en The Month (julio 1901); OTTE, Handbuch der kirchlichen Kunst-Arch ologie, I, (Leipzig, 1883), 208-210; MARTIN AND CAHIER, Mélanges arch ologiques, I, VII (París, 1847-75); REUSSENS, Archéologie chrétienne, II, 334 sqq.; BARBER DE MONTAULT, Les ostensoires du XIVe siècle en Limousin in the Congrès Archéolog. de France, 1879, 555-590. Vea también artículos demasiado numerosos para detallarlos en el Revue de l’Art Chrétien and the Zeitschrift für christliche Kunst, donde se hallarán muchas excelentes reproducciones de custodias medievales.
Fuente: Thurston, Herbert. «Ostensorium (Monstrance).» The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. 24 Mar. 2012
http://www.newadvent.org/cathen/11344a.htm
Traducido por Luz María Hernández Medina.
Fuente: Enciclopedia Católica