DARIO

el persa
Ezr 5:5 que el asunto fuese llevado a D
Ezr 6:1 el rey D dio la orden de buscar en la casa
Hag 1:1 en el año segundo del rey D, en el mes
Zec 1:1 en el octavo mes .. de D vino palabra


Darí­o (heb. y aram. Dâreyâwesh, “dueño [señor]”; Darí­o es la ortografí­a latinizada del equivalente gr. del nombre real de la Persia del AT, D~rayava[h]ush, escrito Dârîyâwush en los textos bab.). Nombre de 3 reyes persas: 2 se mencionan en la Biblia, y uno es el gobernante llamado Darí­o el Medo, todaví­a no identificado con certeza con algún gobernante de los documentos contemporáneos de la antigüedad. 1. Darí­o I Histaspes, o Darí­o el Grande, rey de Persia (522-486 a.C.). Por su padre Histaspes, Darí­o pertenecí­a a la familia aqueménida, a la que también pertenecieron Ciro y su hijo Cambises, aunque éstos eran de otra rama de la misma familia. Cuando Cambises estuvo en Egipto, durante los últimos años de su reinado, cierto Gaumata usurpó el trono pretendiendo ser Esmerdis o Bardiya (el hermano de Cambises), quien habí­a sido asesinado secretamente antes que Cambises saliera para su campaña egipcia (525 a.C.). Cuando Cambises supo de esta usurpación, salió de inmediato para Persia, pero en el camino, estando en Siria, murió (julio del 522 a.C.), como resultado de un accidente o de un suicidio, sin dejar heredero. Darí­o, un primo lejano de Cambises, de inmediato salió para asegurarse el trono para sí­ mismo. Con algunos ayudantes, mató al falso Esmerdis (septiembre del 522 a.C.) y asumió el trono. Sin embargo, tuvo que pelear contra una cantidad de otros pretendientes y rebeldes durante varios meses más antes que finalmente surgiera como el soberano indiscutido del Imperio Persa. Dejó inscripto el relato de sus éxitos en 3 idiomas y escrituras (persa, babilónico y elamita), acompañados por un relieve esculpido, en una elevada pared de roca en el monte Behistún, que está sobre la carretera principal entre Irán e Iraq. Esta inscripción trilingüe de Behistún, copiada por Henry Rawlinson hace más de un siglo, llegó a ser la 1ª clave para el desciframiento de la escritura cuneiforme que se usó en la antigua Asia occidental (figs 22, 43, 51, 152, 415). 152. Darí­o I en su trono (relieve sobre un portal en Persépolis). Darí­o demostró ser un gobernante fuerte y sabio. Fue tolerante hacia las otras religiones y culturas, y promovió el conocimiento, la agricultura, la forestación y la construcción de caminos. También levantó las ciudades de Susa y Persépolis con sus palacios. Sin embargo, hizo una elección muy imprudente al comenzar la guerra contra los griegos, que terminó en la derrota del ejército persa en Maratón (490 a.C.) Esta batalla fue el comienzo de una serie de derrotas que sufrieron los persas bajo los sucesores de Darí­o. Cuando Darí­o llegó al trono, la construcción del templo de Jerusalén habí­a sido suspendida por el falso Esmerdis a causa de las quejas de sus vecinos celosos. Con el cambio de gobierno, los judí­os se animaron, y estimulados por los profetas Hageo y Zacarí­as reiniciaron la construcción. Cuando el asunto fue llevado ante Darí­o por el gobernador Tatnai que habí­a visitado Jerusalén, el rey hizo investigar el caso, y después de descubrir que los judí­os tení­an derecho legal de reconstruir su templo, emitió un decreto que los favoreció aún más que el de Ciro proclamado unos 18 años antes (Ezr 4:24-6:15). Una cantidad de declaraciones y visiones proféticas de Hageo y Zacarí­as están fechadas con los años del reinado de Darí­o (Hag. 1:1, 15; 2:1, 10; Zec 1:1, 7; 7:1). 2. Darí­o el Persa (Neh 12:22). Probablemente Darí­o II (424/23- 405/ 04 a.C.), hijo y sucesor de Artajerjes* I. Las varias listas de oficiales eclesiásticos dadas en el libro de Nehemí­as parecen terminar en el reinado de este 304 rey. Muchos comentadores lo identifican con Darí­o III (336-331 a.C.), derrotado por Alejandro Magno, basándose en la comparación del Jadúa de Josefo con el Jadúa de Neh 12:11 y 22. Sin embargo, tal identificación es muy insegura. Véase Persia. Bib.: FJ-AJ xi.8.4, 5; CBA 3:375. 3. Darí­o el Medo, hijo de Asuero, desconocido bajo ese nombre excepto en Daniel. “Tomó el reino” de Belsasar a la edad de unos 62 años en el tiempo de la conquista de Babilonia por Ciro (539 a.C.), y tuvo por lo menos un año de reinado (Dan_5; 31; 6:28; 9:1). Designó varios gobernadores, e hizo de Daniel uno de sus 3 consejeros más í­ntimos (6:1-3). Engañado por los enemigos de Daniel, proclamó un decreto que el estadista hebreo no podí­a obedecer, por lo que fue forzado a arrojarlo a los leones, y quedó sumamente contento cuando su consejero fue milagrosamente salvado (vs 4-27). Diversos intentos modernos de identificar a este Darí­o dieron origen a varias teorí­as, ninguna de las cuales está libre de dificultades. Una lo identifica con Cambises, el hijo y sucesor de Ciro, quien gobernó con su padre por un tiempo; otro, con Gobryas, el oficial de Ciro, quien realmente tomó la ciudad de Babilonia y pudo haber gobernado el conquistado reino de Babilonia bajo Ciro por un año. Otra explicación, bien plausible, es que Darí­o es otro nombre de Ciajares II, el hijo de Astiages, que de acuerdo con el escritor griego Jenofonte era tí­o y suegro de Ciro, y a quien éste pudo haber retenido temporalmente como rey nominal para agradar a los medos. El hecho de que el registro persa de la caí­da de Babilonia ante Ciro comienza con el reinado de Ciro en Babilonia en forma inmediata, sin un reinado intermedio de Darí­o el Medo, no contradice la narración bí­blica. Evidentemente, Darí­o era reconocido como gobernante en Babilonia por cortesí­a de Ciro, mientras que Ciro realmente habrí­a tenido el poder (Isa 45:1). Era natural que Daniel, en contacto directo con Darí­o, hablara de él como del “rey” y mencionara su “primer año” (Dan 9:1). Parece evidente que debemos considerar el año de ascensión al trono y el 1er año de Darí­o el Medo como coincidentes con el mismo año de Ciro. La falta de evidencias concluyentes acerca de la identidad de Darí­o el Medo no debe llevarnos a dudar de las declaraciones bí­blicas concernientes a este gobernante, porque hallazgos futuros pueden aclarar el problema, como la arqueologí­a ya lo ha hecho con Belsasar,* que habí­a intrigado a historiadores anteriores. Para un estudio completo acerca de este Darí­o, véase CBA 4:841-844.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

nombre de varios soberanos persas. 1. D. I el Grande, rey persa del 521 al 486 a. C. Hijo de Histaspes, noble persa, de la familia real aqueménida. En el 522 a. C., tras la muerte del rey Cambises II, un grupo de magos sacerdotes persas quisieron levantar como rey de Persia a Gaumata, un usurpador que pretendió pasar por Smerdis, ya muerto, hermano de Cambises II. En el 521 a. C., Darí­o venció al usurpador Gaumata y fue rey de Persia. Al inicio de su reinado debió afrontar y sofocar varias rebeliones, sobre todo en Babilonia.

Después se dedicó a organizar el Imperio y lo dividió en veinte satrapí­as o provincias. D. extendió sus territorios hacia el oriente hasta la India, pero no lo pudo hacer al occidente. No consiguió apoderarse de Grecia.

En el año 492 a. C. el ejército persa, comandado por Mardonio, yerno de Darí­o, pasó el estrecho del Bósforo hacia Tracia y no pudo alcanzar Grecia, pues la flota de barcos naufragó frente al monte Athos. En el año 490 a. C., las tropas persas, conducidas por Artafernes, sobrino de Darí­o, y el jefe meda Datis, invadieron Grecia por el norte, siendo vencidas en la batalla de Maratón, con lo que terminó la primera Guerra Médica.

Cuando el soberano aqueménida D. se aprestaba a una nueva incursión por territorio griego, le sobrevino la muerte. Los acontecimientos del reinado de Darí­o I el Grande se encuentran registrados, en tres idiomas, en una piedra imponente, llamada †œinscripción de Behistún†. D. I se distinguió por la tolerancia y el respeto a las creencias y costumbres religiosas de los pueblos conquistados. En el año 538 a. C., Ciro, rey persa, dictó un decreto mediante el cual autorizaba a los judí­os para volver a su tierra y reconstruir la ciudad de Jerusalén y el Templo.

Esta reconstrucción se paralizó por la oposición de los samaritanos y se reanudó cuando el reinado de D. I el Grande, Esd 4, 24; 5, 5-7; en Ecbátana, encontró Darí­o I el decreto del rey Ciro, que autorizaba volver a levantar el Templo y reconstruir al ciudad de Jerusalén, el cual se reproduce en Esd 6, 1-18; Ag 1, 1 y 15; 2, 1 y 10; Za 1, 1 y 7; 7, 1.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Un nombre común para gobernantes medopersas. Darí­o el medo es una figura muy misteriosa que, hasta ahora, sólo aparece en la Biblia (Dan 5:31; Dan 6:1, Dan 6:6, Dan 6:9, Dan 6:25, Dan 6:28; Dan 9:1, Dan 11:1). Es posible que haya sido Gubaru, un oficial en el ejército de Ciro que se convirtió en gobernador de la provincia persa del norte de Babilonia, pero puede ser otro tí­tulo para el mismo Ciro el persa.

Darí­o Histaspes fue el mayor de los gobernantes persas. Bajo su reinado clemente, los judí­os restauraron los muros de la ciudad y reconstruyeron el templo (Ezr 4:5, Ezr 4:24; Ezr 5:5-7; Ezr 6:1-15; Hageo 1:1, 15; 2:10, 18; Zec 1:1, Zec 1:7; Zec 7:1). Sus fuerzas fueron vencidas en la batalla de Maratón, 490 a. de J.C.

Darí­o el persa (Neh 12:22). Este fue o Darí­o Noto o Darí­o Codomano, probablemente éste, el último rey persa.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Véase PERSIA.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

(Persa: rey-señor). Nombre utilizado por varios reyes persas.

1. Darí­o I, el Grande (522-486 a.C.). Sucedió a Cambises II, y éste a Ciro II, el Grande. Desató una amplia campaña de expansión territorial, y llegó hasta la India. Pero en Occidente fracasó frente a los griegos en la famosa batalla de Maratón. Organizó su imperio en siete satrapí­as, y levantó una red de caminos con correos muy eficientes. En tiempos de Esdras, siguiendo la polí­tica establecida por Ciro, ordenó: †œDejad que se haga la obra de esa casa de Dios†, refiriéndose a la reconstrucción del segundo †¢templo (Esd 6:7), obra que fue terminada †œen el segundo año del rey D.† (Age 1:15). No debe ser confundido con Darí­o III, quien fue derrotado por †¢Alejandro Magno en el año 331 a.C.

. Darí­o II (442-404 a.C.). Fue hijo de Artajerjes I. Por razones de cronologí­a, muchos piensan que este D. es el mencionado en Neh 12:22, donde se habla de una cantidad de levitas y sacerdotes enlistados †œhasta el reinado de D. el persa†.

. Darí­o el Medo. El libro de Daniel dice que †œfue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y D. de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años† (Dan 5:30-31). Daniel relata el incidente de la conspiración contra él por sus envidiosos sátrapas, que indujeron a D. a tomar el lugar de Dios, ordenando que durante un tiempo sólo se orara a él. Daniel no hizo caso de eso †œy abiertas las ventanas de su cámara … se arrodillaba tres veces al dí­a, y oraba y daba gracias delante de su Dios† (Dan 6:10), por lo cual fue echado en el pozo de los leones. Pero †œDios envió su ángel† (Dan 6:22) y le salvó. D. lanzó en el foso a los enemigos de Daniel y proclamó la grandeza del †œDios de Daniel† (Dan 6:26). Muchos discuten sobre la identidad de este personaje, pues quien tomó a Babilonia fue †¢Ciro y las descripciones de Daniel coinciden con detalles de su reinado. Aunque persa, fue también rey de los medos. Recuérdese que el uso de la palabra †œDarí­o† señala al cargo (rey-señor).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

[012]

Tres reyes persas relacionados con Israel llevaron este nombre. Darí­o I (522-486) fue quien permitió a los judí­os seguir con la restauración del templo, según habí­a autorizado Ciro (Esdr. 4. 24. y 6.12).

Darí­o III fue vencido en la Batalla de Arbelas el 331, murió a manos de sus allegados y su reino quedó absorbido por Alejandro Magno. A la muerte de Alejandro en Babilonia en el 323, comenzó la época de los Diadocos y todo el Oriente se convirtió en un reino helení­stico regido por la dinastí­a de los Seléucidas, hasta la llegada de los Romanos que lo declararon con Pompeyo provincia romana en el año 63 a. C.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

En el registro bí­blico este nombre se aplica a tres reyes: uno medo y los otros dos persas. Hay quienes opinan que el nombre †œDarí­o† se usó, al menos en el caso de Darí­o el medo, como tí­tulo de realeza y no como nombre personal.

1. Darí­o el medo. Sucedió en el trono al rey caldeo Belsasar cuando las fuerzas de Ciro el persa conquistaron Babilonia. Para aquel entonces Darí­o tení­a unos sesenta y dos años. (Da 5:30, 31.) Más adelante se le identifica como †œel hijo de Asuero de la descendencia de los medos†. (Da 9:1.)
En el ejercicio de su función administrativa, Darí­o nombró 120 sátrapas para servir por todos sus dominios, así­ como tres altos funcionarios que velaban por los intereses del rey controlando a los sátrapas. El propósito principal de esta organización bien pudo haber sido económico, ya que el cobro de las contribuciones y los tributos para las arcas reales era uno de los deberes principales de los sátrapas. (Compárese con Esd 4:13.) Uno de estos tres altos oficiales era Daniel, quien se distinguió tanto sobre los otros funcionarios y sátrapas que Darí­o estaba pensando en hacerle primer ministro. Seguramente por envidia, aunque quizás también por resentimiento, ya que la integridad de Daniel serí­a un impedimento para la corrupción y el soborno, los otros dos funcionarios encumbrados, aliados con los sátrapas, tramaron una trampa legal. †œEntraron en tropel al rey† para que este firmase un edicto con el apoyo de todos los funcionarios gubernamentales de alto rango (sin embargo, a Daniel no se le menciona), prohibiendo que se hiciera †œuna petición a cualquier dios u hombre† aparte de Darí­o durante treinta dí­as. Aquel que violase dicho edicto serí­a arrojado al foso de los leones. En apariencia el decreto pretendí­a consolidar a Darí­o, un extranjero, en su nueva posición como rey, y, a simple vista, era una expresión de lealtad y apoyo por parte de los funcionarios gubernamentales que abogaban por su promulgación. (Da 6:1-3, 6-8.)
Darí­o firmó el decreto y pronto tuvo que encararse a las consecuencias, lo que debió hacerle comprender el propósito velado del edicto. Como Daniel siguió orando a Jehová Dios, se convirtió en el primer transgresor del edicto (compárese con Hch 5:29) y fue arrojado al foso de los leones, a pesar de los sinceros esfuerzos de Darí­o por hallar una manera de evitar el irrevocable estatuto. Darí­o expresó confianza en el poder del Dios de Daniel para protegerle, y después de una noche en vela y ayuno, se apresuró a ir al foso de los leones, alegrándose de encontrar a Daniel vivo e ileso. Luego el rey, en justicia, no solo condenó a los acusadores de Daniel y a sus familias a que fuesen arrojados al foso de los leones, sino que también hizo proclamar por todo el reino que †œen todo dominio de [su] reino, la gente [habí­a] de temblar y temer delante del Dios de Daniel†. (Da 6:9-27.)
Los registros históricos muestran que desde tiempos antiguos se consideraba divinos a los reyes de Mesopotamia y se les rendí­a culto. Muchos comentaristas opinan que la restricción de hacer †˜peticiones†™ enunciada en el edicto de Darí­o tení­a que ver tan solo con asuntos de naturaleza religiosa y que no aplicaba a las solicitudes de tipo general. La existencia de un †œfoso de los leones† en Babilonia ha sido confirmada por las inscripciones antiguas encontradas, inscripciones que muestran que los gobernantes orientales con frecuencia tení­an varias clases de animales salvajes. La obra Soncino Books of the Bible comenta sobre este aspecto: †œSe sabe que los persas heredaron de los reyes asirios la costumbre de tener estos animales en sus parques zoológicos† (edición de A. Cohen, Londres, 1951, †œDaniel, Ezra and Nehemiah†, pág. 49).
Después del capí­tulo 6 de Daniel, la única mención que se hace de Darí­o es con relación a su †œprimer año† de reinado. Fue durante aquel primer año cuando Daniel †˜discernió†™ que la desolación de Judá se limitaba a setenta años y cuando recibió la revelación concerniente a las setenta semanas proféticas y la venida del Mesí­as. (Da 9:1, 2, 24-27.) El ángel que le transmitió a Daniel la visión sobre la rivalidad del †œrey del norte† y el †œrey del sur† también le reveló que antes ya habí­a actuado como fortalecedor y plaza fuerte durante el primer año de Darí­o el medo. (Da 11:1, 6.) Los comentaristas en general han entendido que el ángel rindió este servicio a Darí­o, pero parece más probable que lo rindiese a Miguel, quien, según el versí­culo anterior (Da 10:21), contendí­a al lado de este mensajero angélico en particular. Por lo tanto, habí­a colaboración angélica al contender contra el demonio llamado †˜prí­ncipe de Persia†™, que intentaba frustrar el cumplimiento de los propósitos de Jehová. (Da 10:13, 14.)

La identidad de Darí­o el medo. Todaví­a no se ha hallado ninguna referencia a †œDarí­o el medo† en las inscripciones extrabí­blicas ni le mencionan los historiadores antiguos anteriores a Josefo (historiador judí­o del siglo I E.C.). Este hecho ha dado pábulo a la especulación crí­tica para considerar a Darí­o el medo como un personaje ficticio.
Hay doctos que dicen que poco después de la conquista de Babilonia, Ciro nombró †œrey de Babilonia† a su hijo Cambises (II). Aunque este representaba a Ciro anualmente en la festividad del †œAño Nuevo† que se celebraba en Babilonia, al parecer residí­a en Sippar el resto del tiempo. Una investigación basada en un estudio de textos cuneiformes ha revelado que Cambises no asumió el tí­tulo de †œrey de Babilonia† hasta el 1 de Nisán del año 530 a. E.C., cuando fue hecho corregente de Ciro, quien estaba a la sazón ocupado en la campaña militar que resultarí­a en su muerte. Se ha intentado identificar a Darí­o con Cambises II, pero su edad cuando cayó Babilonia —†œunos sesenta y dos años†— no cuadra con la de Cambises. (Da 5:31.)
La idea de que Darí­o haya sido otro nombre dado al propio Ciro no concuerda con la procedencia de Darí­o, quien era †œmedo† y †œde la descendencia de los medos†, expresión esta última que se emplea con relación a su padre Asuero, de la misma ascendencia. A Ciro se le llama, especí­ficamente, †œpersa†, y aunque su madre pudo haber sido meda —como afirman algunos historiadores—, de acuerdo con el Cilindro de Ciro, su padre fue el persa Cambises I. (Da 9:1; 6:28.)
Otros identifican a Darí­o con un presunto †œtí­o† de Ciro del que habla el historiador griego Jenofonte y a quien da el nombre de †œCiaxares, hijo de Astiages†. Jenofonte cuenta que Ciaxares sucedió en el trono al rey medo Astiages, pero que luego Ciaxares le dio a su sobrino Ciro tanto su hija como todo el reino de Media. (Ciropedia, I, V, 2; VIII, V, 19.) Sin embargo, Heródoto y Ctesias (historiadores griegos más o menos contemporáneos de Jenofonte) no concuerdan con la explicación de Jenofonte; Heródoto (I, 109), en particular, afirma que Astiages carecí­a de descendencia masculina. Por otra parte, en la Crónica de Nabonido se muestra a Ciro alzándose con el reino de los medos gracias a capturar a Astiages. Además, suponer que Darí­o fue Ciaxares II llevarí­a a la suposición de que a Astiages también se le debió conocer por el nombre de Asuero, pues Darí­o el medo fue †œel hijo de Asuero†. (Da 9:1.) Ha de concluirse, pues, que este punto de vista carece de confirmación.

Entonces, ¿quién fue Darí­o el medo?
En fechas más recientes, un buen número de obras de consulta se han inclinado a identificar a Darí­o con Gubaru (a quien, por lo general, se relaciona con el Gobrias mencionado en la Ciropedia de Jenofonte), quien fue gobernador de Babilonia después de la conquista medopersa. Estas son las pruebas que básicamente aducen:
Al referir la caí­da de Babilonia, el antiguo texto cuneiforme conocido como la Crónica de Nabonido dice que Ugbaru, †œgobernador de Gutium, y el ejército de Ciro entraron en Babilonia sin combate†. Luego, después de mencionar que Ciro entró en la ciudad diecisiete dí­as más tarde, la inscripción dice que Gubaru, †œsu gobernador, dispuso (sub)gobernadores en Babilonia†. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente, edición de J. Pritchard, 1966, pág. 241; compárese con Darius the Mede, de J. C. Whitcomb, 1959, pág. 17.) Obsérvese la diferencia entre los nombres Ugbaru y Gubaru. Aunque parecidos, en la escritura cuneiforme el signo de la primera sí­laba del nombre Ugbaru es muy distinto del de Gubaru. La misma inscripción menciona que Ugbaru, el gobernador de Gutium, murió algunas semanas después de la conquista. En cambio, gracias a otros textos cuneiformes se sabe que Gubaru siguió con vida y fue gobernador durante catorce años, no solo de la ciudad de Babilonia, sino de toda la región, así­ como de la †œregión más allá del rí­o†, lo que incluí­a Siria, Fenicia y Palestina, hasta la frontera con Egipto. Por consiguiente, Gubaru gobernó sobre una vasta región que ocupaba toda la extensión de la Media Luna Fértil, prácticamente el mismo territorio que comprendí­a el Imperio babilonio. Se ha de recordar que de Darí­o el medo se dice que fue †œhecho rey sobre el reino de los caldeos† (Da 5:31; 9:1), pero no †œrey de Persia†, pues esta última designación se empleó para aludir al rey Ciro. (Da 10:1; Esd 1:1, 2; 3:7; 4:3.) En conclusión, parece que la región gobernada por Gubaru fue la misma que gobernó Darí­o.
Comoquiera que a Gubaru no se le llama †œDarí­o† en ninguna fuente, se ha apuntado que este nombre debió ser el tí­tulo o nombre real que recibió. A este respecto, W. F. Albright dice: †œMe parece muy probable que fuese Gobrias [Gubaru] el que, estando Ciro ausente en una campaña militar en el oriente, asumiese la dignidad real con el nombre de †˜Darí­o†™, tal vez un antiguo tí­tulo real iraní­†. (Journal of Biblical Literature, 1921, vol. 40, pág. 112, nota 19.) Los expertos que favorecen la identificación de Gubaru con el rey Darí­o salen al paso de la objeción de que las tablillas cuneiformes en ningún lugar dicen que Gubaru fuese †œrey†, indicando que en las tablillas cuneiformes tampoco se dice que Belsasar fuese rey y, sin embargo, el documento cuneiforme conocido como †œRelato persa versificado sobre Nabonido† dice de forma manifiesta que Nabonido †œconfió su reinado† a su hijo.
En un comentario que guarda relación con lo anterior, el profesor Whitcomb indicó que de acuerdo con la Crónica de Nabonido, Gubaru, en calidad de gobernador por designación de Ciro, †œnombró […] (gobernadores de distritos) en Babilonia†, tal como dice Daniel 6:1, 2 acerca de Darí­o: †œColocó sobre el reino a ciento veinte sátrapas†. De hecho, Whitcomb sostiene que por ser Gubaru un gobernador de gobernadores, sus súbditos lo consideraban un rey. (Darius the Mede, págs. 31-33.) Y con referencia a la vasta región sobre la que gobernó Gubaru (Gobrias), la obra History of the Persian Empire (de A. T. Olmstead, 1948, pág. 56) dice: †œSobre esta vasta extensión de tierra fértil, Gubaru gobernó casi como monarca independiente†.
Guiándose por lo susodicho, algunos eruditos opinan que es muy probable que Darí­o el medo fuese en realidad un virrey que reinó sobre los caldeos, pero en calidad de subordinado de Ciro, el monarca supremo del Imperio persa. En la página 71 de History of the Persian Empire, A. T. Olmstead dice: †œEn lo que respecta a su trato con sus súbditos babilonios, Ciro era †˜rey de Babilonia, rey de pueblos†™. Sobre esta base, Ciro insistió en que la antigua lí­nea de monarcas permanecí­a ininterrumpida, y halagó así­ la vanidad de sus súbditos, con lo que conquistó su lealtad. […] Sin embargo, después de la marcha de Ciro, fue el sátrapa Gobrias quien representó la autoridad real†. Los que sostienen que el Darí­o de la Biblia era de hecho ese virrey corroboran lo que en ella se dice de él, que †œrecibió el reino† y que fue †œhecho rey sobre el reino de los caldeos†, lo que prueba que, en efecto, estaba subordinado a una autoridad monárquica superior. (Da 5:31; 9:1; compárese con 7:27, donde se dice que el †œSupremo†, Jehová Dios, dio el reino a †œlos santos†.)
Si bien es cierto que la información que hoy se tiene sobre Gubaru se asemeja en muchos aspectos a la que se tiene de Darí­o y que este bien pudo haber sido un virrey de Ciro, no se puede considerar que dicha información sea determinante. El registro histórico no revela ni la nacionalidad ni el parentesco de Gubaru, por lo que no se puede demostrar que fuese †œmedo† e †œhijo de Asuero†. Tampoco dice que tuviese una autoridad real tan amplia como para hacer una proclama como la que se recoge en Daniel 6:6-9. Además, de lo que dice la Biblia parece deducirse que el reinado de Darí­o sobre Babilonia no tuvo una larga duración y que, a su término, Ciro tomó el trono; de todas formas, también es posible que ambos reinasen a la vez y que Daniel solo hiciese mención del año en el que Darí­o subió al poder en Babilonia. (Da 6:28; 9:1; 2Cr 36:20-23.) Gubaru gobernó durante catorce años.

Por qué es incierta su identificación histórica. Naturalmente, la veracidad del relato bí­blico no depende de que sea confirmado por otras fuentes. Los numerosos casos en que los crí­ticos han calificado de †œno históricos† a personajes y acontecimientos bí­blicos cuya historicidad ha quedado con el tiempo al margen de toda duda deberí­an bastar para que el estudiante de la Palabra de Dios no diese demasiada importancia a esta clase de crí­tica. (Véanse BELSASAR; SARGí“N.) Los cientos de miles de tablillas cuneiformes que se han desenterrado en el Oriente Medio nos ofrecen una historia muy incompleta y llena de lagunas. En cuanto a las otras fuentes, los historiadores antiguos, de cuyos escritos se conservan algunas copias (aunque a menudo incompletas), ha de mencionarse que fueron pocos, en su mayorí­a griegos y distanciados de los acontecimientos del libro de Daniel al menos uno o dos siglos.
Sin embargo, el mismo libro de Daniel nos da una razón mucho más convincente para entender la falta de información concerniente a Darí­o en los registros babilonios. El registro bí­blico muestra que Darí­o colocó a Daniel en una posición encumbrada en el gobierno, con gran disgusto de los otros altos funcionarios. El complot que estos urdieron contra Daniel se frustró y Darí­o ejecutó a los acusadores de Daniel y a sus familias, acción que tal vez le granjeó la enemistad del resto de los funcionarios. La proclama de Darí­o que ordenaba que todos en el reino †˜temieran delante del Dios de Daniel†™ inevitablemente tuvo que causar profundo descontento y resentimiento entre el poderoso clero babilonio. Ya que los escribas, como bien se sabe, estaban bajo la dirección de los funcionarios y del clero, no serí­a de extrañar que posteriormente se alteraran los registros y se eliminara el testimonio concerniente a este rey. Se sabe de otros casos similares en registros históricos de aquellos tiempos.
Por lo tanto, hay que conceder la debida importancia a la forma binaria de gobernación medopersa que menciona la Biblia. (Da 5:28; 8:3, 4, 20.) Aunque la historia seglar concede muchí­sima importancia a Ciro y a los persas, el registro bí­blico muestra que ambos pueblos integraban un sistema de gobierno conjunto y que las leyes continuaron siendo las de †œlos medos y los persas†. (Da 6:8; Est 1:19.) Los medos desempeñaron un papel muy importante en el derrocamiento de Babilonia. (Isa 13:17-19.) Obsérvese también que Jeremí­as (51:11) predijo que los †œreyes [plural] de los medos† estarí­an entre los que atacarí­an Babilonia. Darí­o pudo muy bien haber sido uno de esos reyes.

2. Darí­o Histaspes, llamado también Darí­o el Grande o Darí­o I, rey de Persia. Se le considera uno de los gobernantes sobresalientes del Imperio persa. Darí­o dice de sí­ mismo que era †œel hijo de Histaspes, aqueménida, persa, hijo de un persa, ario, de estirpe aria†. (El Mundo de los Persas, de H. H. von der Osten, pág. 74.) De esta manera, alegaba que su linaje real y el de Ciro el Grande convergí­an en un antepasado común, si bien su rama familiar era diferente de la de Ciro.
Después de la muerte de Cambises II (en 522 a. E.C., cuando regresaba de Egipto), el trono persa fue ocupado durante un breve espacio de tiempo por su hermano Bardiya (o tal vez por un mago llamado Gaumata). Con la ayuda de otros seis nobles persas, Darí­o asesinó al ocupante del trono y lo consiguió para sí­. Su explicación de este acontecimiento se expuso en la inmensa inscripción trilingüe de Behistún, que hizo tallar en peñascos escarpados que daban a la llanura por la que discurrí­a la ruta principal de caravanas de Bagdad a Teherán. Según esta inscripción, Gaumata era un usurpador que se habí­a hecho pasar por el hermano de Cambises, a quien se habí­a dado muerte. La mayorí­a de los eruditos modernos aceptan este relato (en el que Darí­o repite muy a menudo que †œes verdad y no son mentiras†) como básicamente real, aunque algunos creen que Darí­o era un †œgrandí­simo mentiroso† y que los hechos indican que en realidad el verdadero usurpador fue él. Sea como fuere, al llegar al poder, Darí­o tuvo que hacer frente a un imperio en rebelión, y se cree que pasó los dos años siguientes subyugando a los insurrectos por todo el reino. Darí­o conquistó Egipto, que se habí­a librado del yugo persa, alrededor de 519-518 a. E.C. Después extendió los lí­mites del imperio hasta la India, al E., y hasta Tracia y Macedonia, al O. Darí­o también se destacó por su eficiente reorganización de la estructura administrativa en todo el imperio, por la formación de un código de leyes imperial, llamado el †œDecreto de Buenos Reglamentos†, y por haber abierto de nuevo el canal que conectaba el rí­o Nilo de Egipto con el mar Rojo.
Darí­o Histaspes aparece en el registro bí­blico en particular con relación a la reconstrucción del templo de Jerusalén. El fundamento del templo se colocó en 536 a. E.C., pero la obra de reconstrucción se prohibió en 522 a. E.C. y †œcontinuó detenida hasta el segundo año del reinado de Darí­o† (520 a. E.C.). (Esd 4:4, 5, 24.) Durante ese año, los profetas Ageo y Zacarí­as animaron a los judí­os a reanudar la construcción, y el trabajo volvió a emprenderse. (Esd 5:1, 2; Ag 1:1, 14, 15; Zac 1:1.) Esto hizo que Tatenai, el gobernador que representaba los intereses imperiales en la región que estaba al O. del Eufrates, así­ como otros funcionarios, hiciera una investigación y enviara una carta al rey persa Darí­o, en la que le informaba de la obra de construcción, le exponí­a la alegación de los judí­os en cuanto a la legalidad del proyecto y pedí­a que se investigara en los archivos reales si existí­a corroboración escrita de la afirmación que estos hací­an. (Esd 5:3-17.) La declaración judí­a, que contrastaba las acciones del caldeo Nabucodonosor, destructor del templo, con las del persa Ciro, aquel que autorizó su reconstrucción, debió causar una impresión favorable en Darí­o, pues en los primeros años de su reinado habí­a tenido que sofocar dos levantamientos encabezados por insurrectos que decí­an llamarse Nabucodonosor (conocidos por los historiadores como Nabucodonosor III y Nabucodonosor IV). Ambos alegaban ser hijos de Nabonido e intentaban emancipar Babilonia del Imperio persa.
La búsqueda oficial de los registros en los archivos de Ecbátana, la antigua capital de Media, resultó en la localización del documento de Ciro. Darí­o, por lo tanto, envió órdenes al gobernador Tatenai de que él y el resto de los funcionarios no solo se abstuvieran de interferir en la obra del templo, sino que también proveyeran fondos de la †œtesorerí­a real, del impuesto de más allá del Rí­o†, para la construcción, así­ como animales y otras provisiones necesarias para las ofrendas sacrificatorias. Todo el que violase la orden del rey debí­a ser colgado de un madero y su casa, †œconvertida en un excusado público†. (Esd 6:1-12.)
Con esta cooperación oficial y el estí­mulo continuo de los profetas (Zac 7:1; 8:1-9, 20-23), los trabajos del templo continuaron hasta completarse con éxito †œpara el tercer dí­a del mes lunar Adar, es decir, en el año sexto del reinado de Darí­o†. (Esd 6:13-15; para el 6 de marzo de 515 a. E.C.) Ya que según las propias inscripciones de Darí­o, este rey era un adorador devoto de Ahura Mazda, es evidente que su acción, aunque sirvió para que se realizara el propósito de Jehová Dios y sin duda tuvo su dirección, se debió básicamente al respeto que sentí­a por la naturaleza irrevocable de las leyes medopersas y a la polí­tica de tolerancia propia de su gobierno. En varias inscripciones de su época se ha hallado prueba de dicha tolerancia.

Campañas posteriores en Grecia. Hacia el año 500, varias ciudades griegas de Jonia se rebelaron contra la dominación persa, y aunque se reprimió su insurrección, Darí­o determinó castigar a Atenas y a Eretria por haber prestado ayuda a las ciudades rebeldes. Esto llevó a que los persas invadieran Grecia, pero en 490 a. E.C. las fuerzas de Darí­o fueron derrotadas en la batalla de Maratón. Darí­o preparó con sumo cuidado una nueva campaña contra Grecia, pero no pudo llevarla a cabo antes de su muerte, acaecida en 486 a. E.C. Su hijo Jerjes le sucedió.

3. En Nehemí­as 12:22 se encuentra el registro de los cabezas de las casas paternas levitas †œen los dí­as de Eliasib, Joiadá y Johanán y Jadúa […] hasta la gobernación real de Darí­o el persa†. Ya que Eliasib era el sumo sacerdote cuando Nehemí­as regresó a Jerusalén (Ne 3:1), y puesto que para el tiempo de la segunda visita de Nehemí­as a aquella ciudad (después del año trigésimo segundo de Artajerjes [443 a. E.C.]), Joiadá tení­a un hijo casado (Ne 13:28), es probable que el †œDarí­o† mencionado fuese Darí­o Ocos (llamado también Notos), que reinó de 423 a 405 a. E.C.
Una carta hallada entre los papiros de Elefantina, que se cree que datan de los últimos años del siglo V a. E.C., hace referencia a †œJohanán† como el sumo sacerdote de Jerusalén en aquel tiempo.

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. Dāreyāweš; elamita ac., Dariawuš persa antiguo, Darayavauš gr. Dureios.)

1. Darío el medo, hijo de Asuero (Jerjes; Dn. 9.1), recibió el gobierno a la muerte de Belsasar (5.30–31), y fue coronado rey de los caldeos (9.1) a la edad de 62 (5.31). Se le otorgó el título de “rey” (6.6, 9, 25), y los años se calcularon a partir de su reinado (11.1). Nombró 120 gobernadores subalternos bajo tres presidentes, uno de los cuales fue Daniel (6.2), quien prosperó durante su reinado (6.28). Según Jos. (Ant. 10.249), Daniel fue trasladado a Media por Darío.

Como no se menciona por nombre a Darío el medo fuera del libro de Daniel, y las inscripciones cuneiformes contemporáneas no registran ningún rey de Babilonia entre Nabonido (y Belsasar) y el ascenso de Ciro, se ha negado su historicidad, y se considera la narración del AT referente a su reinado como una fusión de tradiciones confusas (H. H. Rowley, Darius the Mede, 1935). Por otra parte, la narración tiene toda la apariencia de ser un escrito histórico genuino, y en ausencia de muchos registros históricos de este período no hay razón para no aceptar la historia.

Se han hecho muchos intentos de relacionar a Darío con personas mencionadas en los textos babilónicos. Las dos hipótesis más razonables equiparan a Darío con (a) Gubaru, (b) * Ciro. Gubaru fue gobernador de Babilonia y de la región allende el río (Éufrates). No hay, sin embargo, pruebas concretas de que fuera medo, que se le llamara rey, de nombre Darío, hijo de Asuero, o que tuviera alrededor de 60 años. A Ciro, que estaba relacionado con los medos, se lo llamó “rey de los medos”, y se sabe que tenía alrededor de 62 años cuando se hizo rey de Babilonia. Según las inscripciones, nombró muchos funcionarios subalternos, y los documentos llevaban la fecha de los años de su reinado. Esta teoría exige que se traduzca Dn. 6.28 “… durante el reinado de Darío, a la verdad durante el reinado de Ciro el persa”, como explicación del autor por el uso de fuentes que utilizaban dos nombres para una misma persona. El punto débil de esta teoría es que en ninguna parte se dice que Ciro sea hijo de Asuero (sólo que este podrá ser un término utilizado únicamente para miembros de la realeza) o de la “simiente de un medo”.

2. Darío I, hijo de Histaspes, que fue rey de Persia y Babilonia, donde sucedio a Cambises (después del desplazamiento de dos usurpadores), y reinó entre 521–486 a.C. Permitió que los judíos que habían retornado reconstruyeran el templo en Jerusalén con Jesúa y Zorababel (Esd. 4.5; Hag. 1.1; Zac. 1.1).

3. Darío II (Notos), que reinó en Persia y Babilonia (423–408 a.C.), llamado “Darío el persa ’ en Neh. 12.22, quizás para distinguirlo de “Darío el medo”. Dado que se menciona al padre de Jadúa, sumo sacerdote, en un papiro de Elefantina ca. 400 a.C., no es necesario suponer que este Jadúa es el sumo sacerdote que se reunió con Alejandro en 332 a.C. y que el Darío que aquí se menciona sea Darío III (Codomano), que reinó entre ca. 336–331 a.C.

Bibliografía. J. Bright, Historia de Israel, l966, pp. 381–388, 428–430, 434–436; A. Lods, Los profetas de Israel y los comienzos del judaísmo, 1958, pp. 153–166; S. Henmann, Historia de Israel. 1979. pp. 413–416.

J. C. Whitcomb, Darius the Mede, 1959; D. J. Wiseman, Notes on Some Problems in the Book of Daniel, 1970, pp. 9–16.

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico