DEBORA

la profetisa Jdg 4:4-5:31.


Débora (heb. Debôrâh, “abeja” o “avispa”). 1. Nodriza de Rebeca, a quien acompañó a Canaán. Más tarde quizá regresó a Harán, y luego siguió a Jacob de vuelta a Canaán, o dejó el hogar de Isaac y se unió a la familia de Jacob después del regreso de éste de Harán, porque al morir la encontramos como miembro de la familia de Jacob en Bet-el; habrí­a sido sumamente anciana en ese tiempo. Fue sepultada al pie de la colina que estaba cerca del pueblo, debajo de una encina, a la que se llamó Alón-bacut, “encina del llanto” (Gen 24:59; 35:8). 2. Profetisa que juzgo a Israel en un lugar llamado “la palmera de Débora”, en la zona montañosa de Efraí­n entre Rama y Betel (Jdg 4:5). Después de la larga opresión del rey de Hazor, Débora llamó a Barac y le encomendó la misión de liberar a Israel del yugo extranjero. Acompañó al ejército a la batalla y más tarde, con Barac, compuso un himno de victoria (Jdg 4:4-10; 5:1-31). Por lo general, este “Canto de Débora”, un magní­fico poema hebreo, es considerado uno de los ejemplos más antiguos de la literatura poética israelita. En su estructura muestra un estrecho paralelismo con los antiguos textos poéticos cananeos de Ugarit. Bib.: W. F. Albright, JPOS 2 (1922):69-86, 284, 285.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

hebreo abeja. Nombre de mujer. 1. Nodriza de Rebeca, mujer de Isaac, sepultada en las inmediaciones de Betel, bajo una encina, que Jacob llamó, por este motivo, †œEncina del Llanto†, Gn 35, 8. 2. Profetisa que ejercí­a como juez en Israel, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraí­m, sentada bajo una palmera, Jc 4, 4-5. En Jc 4, 6-8, se dice que D. incitó al juez Baraq para que reclutase diez mil hombres de los hijos de Neftalí­ y Zabulón y emprendiese una campaña militar contra Sí­sara, que habitaba en Jaróset Hagoin, y era jefe del ejército de Yabí­n, rey de Canaán, en Jasor, bajo cuya opresión estaba el pueblo israelita. El ejército de Sí­sara fue vencido por los israelitas, con quienes estaba D., en el Torrente de Quisón, quienes lo persiguieron hasta Jaróset Hagoin.

Sí­sara huyó hacia la tienda de Yael mujer de Jéber, el quenita, y, cuando el general dormí­a profundamente, Yael tomó una clavija y le traspasó con ella la sien, con lo que murió. De esta manera fue liberado el pueblo de Israel, Jc 4. A raí­z de esta victoria, D. compuso un himno, un canto de victoria, una de las composiciones épicas más antiguas que se leen en las Sagradas Escrituras, Jc 5.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., deverah, abeja).
1. La amada nodriza de Rebeca (Gen 24:59; Gen 35:8), quien la acompañó a Palestina. Se convirtió en parte de la casa de Jacob y murió a una edad muy avanzada (comparar Gen 25:20; Gen 35:8) cerca de Betel. Se dio el nombre †œencina del llanto† al árbol bajo el cual fue enterrada.
2. La cuarta de los jueces de Israel, una profetisa, esposa de Lapidot (Jueces 4-5). Sin embargo, como la mayorí­a de los jueces hebreos, Débora actuaba principalmente como libertadora y lí­der ejecutivo de Israel por nombramiento divino.

Después de la muerte de Ehud, el pueblo volvió a caer en la apostasí­a, lo cual resultó en su sujeción a los cananeos. Entonces surgió Débora, madre en Israel (Jdg 5:7). Llamó a Barac de Neftalí­ y profetizó que una ofensiva desde Tabor atraerí­a al ejército de Sí­sara y Jabí­n a la aniquilación en el llano, incluyendo la muerte de Sí­sara por mano de una mujer (Jdg 4:8-9).

Débora y Barac lograron la primera acción unida de Israel (Jdg 5:14-17) desde la conquista, 175 años antes.

Dios luchó en contra de Sí­sara (Jdg 5:20) con una tormenta providencial (comparar Jdg 5:4) que convirtió el llano en un pantano, inmovilizando los carros de Sí­sara. Fueron cortados en pedazos por la arremetida de la infanterí­a de Israel y luego barridos por un torrente repentino (Jdg 5:21). Sí­sara huyó solo y fue muerto por la mujer Jael en Quedes (Jdg 4:11, Jdg 4:17-22). Jabí­n fue destruido (Jdg 4:24) y la tierra descansó por 40 años (Jdg 5:31), que corresponden al reinado de Ramsés III, el último gran faraón de la vigésima dinastí­a egipcia. Después de la batalla Débora y Barac cantaron el cántico de victoria de Débora (Jdg 5:2-31; comparar v. 7).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(abeja).

– Nodriza de Rebeca: (Gn.24 y 35).

– Profetisa y Juez, Jue.4.

– Cántico de Débora, Jue,S.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Abeja). Nombre de personas del AT.

1. Nodriza de †¢Rebeca, que la acompañó en su viaje para casarse con Isaac (Gen 24:59).

. Juez y profetisa en Israel. Era mujer de Lapidot (Jue 4:4). †œAcostumbraba sentarse bajo la palmera de D., entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraí­n; y los hijos de Israel subí­an a ella a juicio.† (Jue 4:5). Promovió la guerra contra el rey cananeo †¢Jabí­n y su capitán †¢Sí­sara, llamando a †¢Barac para que encabezara al pueblo en esa lucha. éste no quiso ir a menos que D. le acompañara. Ella consintió, advirtiéndole: †œNo será tuya la gloria … porque en mano de mujer venderá Jehová a Sí­sara†. El capitán cananeo fue derrotado y luego muerto por una mujer: †¢Jael (Jue 4:8-21). D. y Barac son autores de una canción donde D. dice: †œme levanté como madre en Israel† (Jue 5:7). Este poema parece que fue escrito para ser cantado antifonalmente (Jue 5:12). Es una de las muestras más antiguas de poesí­a en Israel. Se piensa que influyó en el compositor del Salmo 68.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG JUEZ PROF MUJE MUAT

vet, (Heb., “abeja”). Nombre propio femenino. La Biblia destaca: (a) La nodriza de Rebeca a quien ella acompañó de Aram a Canaán (Gn. 24:59). En su muerte, cerca de Bet-el, fue sepultada con marcadas manifestaciones de afecto, bajo la famosa encina a la que entonces se dio el nombre de Allon-bacut, “la encina del llanto” (Gn. 35:8), 1732 a.C. Estaba en ese tiempo en la casa de Jacob, habiendo muerto ya Rebeca, sin duda alguna, y tení­a como 120 años de edad (Gn. 24:59). Hay algo muy hermoso en esta sencilla consignación, que apenas podrí­a hallarse en nuestras grandes historias de reyes, hombres de estado y guerreros afamados. Estos, en efecto, rara vez se toman la molestia de erigir un monumento a una vida digna pero oscura que se ha pasado en el desempeño de servicios humildes. (b) Profetisa y esposa de Lapidot, que juzgó a los israelitas y habitó bajo una célebre, y acaso, solitaria palmera entre Rama y Bet-el (Jue. 4:4, 5). Cuando los judí­os, especialmente los de las tribus del norte, sufrí­an bajo la tiraní­a de Jabí­n (1296 a.C.), como profetisa se empeñó en levantarlos de su abatimiento, y enviando por Barac lo indujo a atacar a Sí­sara y le prometió la victoria. Barac, sin embargo, rehusó ir a menos que ésta le acompañase, cosa a que Débora accedió; pero le dijo que el éxito de la expedición serí­a imputado a una mujer y no a él. Después de la victoria compuso un espléndido canto triunfal, que se conserva en Jue. 5 y que es una de las páginas más antiguas de la literatura bí­blica.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[012]

Nombre femenino que aparece dos veces en el Antiguo Testamento. Se llamaba así­ la nodriza de Rebeca, la esposa de Isaac (Gen. 24. 59 y 38. 8).

Y también tuvo este nombre la profetia que juzgaba a Israel y transmitió a Baraq la orden divina de luchar contra los cananeos (Jue. 4. 4-11). Después del triunfo entonó un himno de gratitud que es la pieza más bella y tal vez antigua de los textos primitivos con los que se redactó la Escritura (5.2-31).

(Ver Profetas 3).

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(Barac, Yael). Una de de las figuras mas representativas del comienzo de la historia israelita. “Y Débora, mujer profetisa, esposa de Lappidot, juzgaba por entonces a Israel. Ella se sentaba bajo la Palmera de Débora, entre Ramah y Betel, en la montaña de Efraí­n, y los hijos de Israel subí­an a ella para dirimir sus juicios. Y mandó a llamar a Barac*, hijo de Abinoam, de Qades de Neftalí­, y le dijo: ¿Acaso no manda Yahvé, Dios de Israel: Vete y ocupa el monte Tabor…?” (Je 4,4-6). La historia sigue con la batalla contra Sisara, que muere en manos de Yael* (Je 4,7-24) y con el canto de la misma Débora (5,1-31).

(1) La “historia” de Débora. Ella ha tomado la iniciativa, planeando la guerra contra los cananeos. El texto la presenta como Nebi†™ah, mujer profetisa, que habla en nombre de Dios y que juzga, es decir, dirige y salva a los israelitas. Es también Mujer de Lappidot (= Rayos) pero el marido no interviene, de forma que su nombre puede ser simbólico: ella serí­a Mujer del Fulgurante, Esposa del Rayo. El canto la presenta luego como Madre de Israel (Je 5,6) y éste es quizá el nombre que más le conviene. Todo el relato se encuentra lleno de alusiones simbólicas, de forma que puede y quizá debe interpretarse como expresión de un mito antiguo: Débora (la Abeja), Mujer del Fulgurante, juzga a Israel bajo la Pal mera (Signo de la Diosa), precisamente en los dí­as de Samgar, hijo de Anat (Astarté*) (Diosa de la Vida y de la Guerra: Jos 5,4)… Es como si el texto hubiera querido desmitificar un viejo relato de la mujer/diosa salvadora, proyectando sobre Débora, israelita antigua, unos signos sacrales (paganos) de tipo femenino muy intenso. De ese fondo emerge ella, Esposa del cielo tonante, bajo el signo de Diosa de la tierra, convertida en mujer que define el principio de su pueblo. La ley posterior de varones guerreros no ha podido borrar su recuerdo de profetisa/juez/madre del origen de los tiempos. De todas formas, en el fondo de su historia se encuentra también el recuerdo histórico de una batalla decisiva entre israelitas y cananeos, en la llanura de Esdrelón, a los pies del Tabor, por el control de amplias zonas de la tierra cananea.

(2) Cántico. Después del de Marí­a*, hermana de Moisés (Ex 15,1-18), el segundo de los grandes cantos de victoria que la Biblia ha puesto en boca de mujer es el de Débora (Je 5,2-31). Ella aparece como mujer vencedora, que celebra la victoria y libertad que Dios ha concedido al pueblo, a través de Yael*, oponiéndose así­ a las mujeres vencidas, que son la madre y esposas de Sisara que esperan en vano la llegada del guerrero cananeo muerto. En ese contexto, ella dice unas durí­simas palabras: “Desde la ventana, asomada por la celosí­a, grita la madre de Sisara: ¿Por qué tarda en llegar su carro, por qué se retrasan sus carros de guerra? La más sabia de sus damas le responde: Están recogiendo y repartiendo el botí­n, un útero, dos úteros, para cada cabeza de varón (soldado), un botí­n de tela de colores…” (Je 5,28-30). Frente a Yael, que es bendita porque ha realizado la obra de Dios, matando a su enemigo, y frente a Débora, que es la que canta (cf. Je 5,7), este himno evoca, en la ventana de su casa, a la madre de Sisara (cf. Je 5,28), que es sí­mbolo del pueblo derrotado. Mientras Débora canta, ella espera inútilmente la vuelta de su hijo, consolada en vano por la más sabia de sus damas (quizá la esposa principal de Sisara): “¡Estarán repartiendo el botí­n, un útero, dos úteros para cada varón!”. Esta frase es transparente en su crudeza: los soldados vencedores, según costumbre de guerra, deben andar recogiendo y repartiéndose raham, raha- mataim (un útero, dos úteros; es decir, una mujer, dos mujeres) le rosh geber, es decir, para cada cabeza (para cada macho o soldado). Como efecto de una guerra de varones, las mujeres vencidas se convierten en útero o sexo, objeto de pasión de los triunfantes varones, que siguen viendo en ellas una especie de enemigo al que deben vencer y sujetar, en esta guerra de sexos (cf. Dt 21,10-14). En contexto de guerra, la mujer es sólo útero para la pasión del varón; por su parte, el varón guerrero triunfador aparece como puro sexo masculino (geber, en sentido de miembro viril). Sisara y los suyos habí­an querido convertir a las mujeres israelitas en útero para su deseo, en vientre para su semilla. Así­ lo repiten en vano la madre y princesas del héroe derrotado, esperando en la ventana el cortejo de soldados vencedores, con úteros cautivos al estribo de su carro. Pero en contra de esa ley de guerra masculina se habí­a elevado Yael*, a la puerta de su tienda. De la inversión israelita de esa ley trata el canto de Débora (dejando que la estructura de opresión de la mujer-útero se siga aplicando, pero no a las mujeres israelitas, sino a las mujeres vencidas cananeas).

Cf. M. BAL, Death and Dissymetry. The Politics of Coherence in the Book ofJudges, University of Chicago Press 1988; N. K. GOTTWALD, The Tribes ofYahweh, SCM, Londres 1980.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(Abeja).

1. Nodriza de Rebeca. Cuando Rebeca dejó la casa de su padre Betuel para ir a Palestina y casarse con Isaac, Débora la acompañó. (Gé 24:59.) Después de haber servido por años en la casa de Isaac, Débora se instaló en casa de Jacob, tal vez después de la muerte de Rebeca. Unos ciento veinticinco años después de casarse Rebeca e Isaac, murió Débora y la sepultaron bajo un gran árbol en Betel. El nombre que se le dio al árbol (Alón-bacut, que significa †œírbol Macizo del Llanto†) indica cuánto la querí­an Jacob y su familia. (Gé 35:8.)

2. Profetisa de Israel; esposa de Lapidot. (Jue 4:4.) No hay pruebas de que Lapidot y Barac fuesen la misma persona, como algunos han pensado. La relación entre Débora y Barac se debí­a únicamente a su interés común por liberar a Israel de la opresión cananea. Débora moraba bajo una palmera situada en la región montañosa de Efraí­n, entre Ramá y Betel, y †œlos hijos de Israel subí­an a ella para juicio†. (Jue 4:5.)
Jehová se sirvió de Débora para llamar a Barac, de Quedes-neftalí­, y comunicarle que se habí­a propuesto derrotar con 10.000 hombres al enorme ejército del rey cananeo Jabí­n que comandaba Sí­sara. Barac contaba con la promesa de Jehová de dar al enemigo en su mano, pero insistió en la presencia de Débora como representante de Dios —aunque era mujer— mientras él conducí­a las tropas al monte Tabor. Débora estuvo dispuesta a dejar la región segura donde se hallaba y unirse a Barac. Sin embargo, profetizó que †œla cosa de embellecimiento† que coronarí­a la victoria llegarí­a a ser de una mujer. Estas palabras se cumplieron cuando Jael dio muerte a Sí­sara. (Jue 4:6-10, 17-22.)
El dí­a de la victoria, Débora y Barac entonaron juntos una canción. Una porción de la misma está escrita en primera persona, lo que indica que la compuso Débora, al menos en parte. (Jue 5:7.) Entre las mujeres era costumbre celebrar las victorias con canción y baile. (Ex 15:20, 21; Jue 11:34; 1Sa 18:6, 7; Sl 68:11.) Esta canción le da a Jehová todo el crédito y alabanza por la victoria de su pueblo. Además, complementa de manera significativa la narración que le precede, por lo que ambos relatos han de considerarse en conjunto si se quiere tener un cuadro global de lo sucedido. Después de describir el poderí­o y la majestad de Jehová y recordar la condición de Israel antes de la lucha de Barac, la canción encomia a las tribus que respondieron a la llamada y pregunta por las que no lo hicieron. Además, da detalles acerca de la batalla y la derrota de los cananeos, la acción valerosa de Jael al matar a Sí­sara y la desilusión de la madre de Sí­sara, que esperó en vano los despojos y esclavos de Israel procedentes de la esperada victoria de su hijo. (Jue 5.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. deḇôrâ, ‘abeja’). 1. Ama de Rebeca, cuya muerte en Bet-el se registra en Gn. 35.8; el árbol bajo el cual fue sepultada se conocía con el nombre de Alón-bacut, ‘encina (o terebinto) del llanto’.

2. Profetisa que aparece en la lista de los jueces de Israel (ca. 1125 a.C.). Según Jue. 4.4ss ejercía sus funciones “bajo la palmera de Débora”, entre Ramá y Set-el, y allí era consultada por los israelitas de diversas tribus que deseaban resolver sus disputas, fueran estas disputas demasiado complejas para los jueces locales, o disputas intertribales. Por lo tanto, ejercía funciones de juez en el sentido corriente del término, y no en sentido militar. Probablemente fue el renombre de que gozaba debido a su capacidad jurídica y carismática, lo que llevó a los israelitas a consultarla ante los aprietos en que se encontraban bajo la opresión de Sísara. Le ordenó a *Barac que se lanzara a la guerra contra Sísara como jefe supremo de los israelitas, y ante su insistencia accedió a acompañarlo; el resultado fue la decisiva derrota de Sísara en la batalla de Cisón (Jue. 4.15; 5.19ss).

Se la describe (Jue. 4.4) como mujer de Lapidot (lit. ‘antorchas’), y como “madre en Israel” (Jue. 5.7). Se ha argumentado que esta última frase significa “metropoli en Israel” (cf. 2 S. 20.19), y que se trata de una referencia a la ciudad de Daberat (Jos. 21.28; 1 Cr. 6.72), la moderna Deburiyeh, al pie del mte. Tabor en su lado occidental; pero ni el relato ni el poema contienen elementos que nos preparen para la prominencia que súbitamente se le daría en este caso a un lugar tan poco importante.

El canto de Débora (Jue. 5.2–31a) ha sido preservado desde el ss. XII a.C. con su lenguaje prácticamente sin modernización, y por lo tanto constituye uno de los pasajes más arcaicos del AT. Evidentemente fue compuesto a la mañana siguiente de la victoria que celebra, y constituye una fuente importante de información sobre las relaciones entre las tribus en Israel en esa época. Puede dividirse en ocho secciones: un exordio de alabanza (vv. 2–3); la invocación de Yahvéh (4–5); la desolación bajo los opresores (6–8); la convocación de las tribus (9–18); la batalla de Cisón (19–23); la muerte de Sísara (24–27); la descripción de las expectativas de la madre de Sísara mientras espera su regreso (28–30); y el epílogo (31a). La información precisa sobre lo que provocó la derrota de Sísara la obtenemos del cántico, más bien que del relato en prosa que encontramos en el cap(s). 4: un turbión inundó el curso del arroyo Cisón y arrastró los carros de los cananeos (21), provocando la confusión en el ejército y convirtiéndolo en presa fácil de los hombres de Barac.

La gráfica y conmovedora descripción de la madre de Sísara (28ss) confirma para algunos que el cántico fue escrito por una mujer; pero si bien revela una especie de solidaridad, no hay en ella indicios de compasión.

Hay referencias a Débora no sólo en el vv. 12, sino probablemente en el vv. 7 también, donde la palabra heb. qamtı̂, que se repite, puede entenderse no como la primera persona del singular corriente (“me levanté”) sino como una forma arcaica de la segunda persona del singular (“vos os levantasteis”).

Bibliografía. N. de Money, Personajes femeninos de la Biblia, s/f, pp. 95–103; J. M. Lang, Gedeón y los jueces, 1937; L. B. Hobbs, Hijas de Eva, 1974, pp. 71–80.

A. D. H. Mayes, Israel in the Period of the Judges, 1974.

F.F.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Profetisa y jueza, mujer de Lappidot. Dios la dotó con dones proféticos que le merecieron la veneración de las divididas tribus israelitas y obtuvo una gran autoridad sobre ellas. Mostró desde un principio su sabiduría al mediar en los litigios que le eran presentados: “Se sentaba bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraín; y los israelitas subían donde ella en busca de justicia.” (Jc. 4,5). Débora era así una jueza en el sentido corriente de la palabra. En el caso de las otras personas cuya historia se halla en el Libro de los Jueces, parece que se le daba dicho título en calidad de “libertadores y caudillos” del pueblo elegido, sin que se haga mención a las funciones judiciales ordinarias. Fue más bien la confianza que inspiraba Débora en el desempeño de tales funciones la que le permitió promover la liberación de la patria, que sufría en aquella época bajo la opresión de los cananeos.

Aquello que hacía del ejército enemigo una fuerza formidable era en particular los novecientos carros de hierro que poseía. Estaba capitaneado por Sísara, cuyos cuarteles generales estaban en Jaroset Haggoyim, probablemente la actual El-Haritiyeh, entre Haifa y Nazaret, a orillas del Nahr Muquatt’a (torrente de Cisón), en la llanura de Esdrelón. Al ocupar esta posición en el centro del país, a los cananeos les era posible hostigar a las tribus al norte y al sur, dificultando cualquier intento de aunar esfuerzos en una empresa común. El enemigo llevaba “veinte años oprimiendo duramente” a los hijos de Israel, cuando Débora manifestó que la voluntad de Dios era la de liberar a Su pueblo. Dio a conocer el designio divino en primer lugar a Baraq, que vivía en Quédes de Neftalí (en la actualidad Qedeis, una de las ruinas principales en el norte de Galilea. Débora le conminó a que reuniera sus fuerzas y ocupara el Tabor, una montaña situada al este de la llanura de Esdrelón, con un ejército de diez mil hombres, al tiempo que le prometía que Dios pondría en sus manos a Sísara junto con el ejército cananeo. Baraq se avino a cumplir estas instrucciones, pero sólo con la condición de que le acompañara la propia profetisa. Ésta aceptó, prediciéndole sin embargo que la gloria de haber liberado al territorio de Sísara pertenecería a una mujer. La profecía no se refería a Débora misma, sino a Yael, cuya historia se narra en la parte final del capítulo 4. No obstante, Débora compartió la gloria de Baraq. La llamada a la batalla no se dirigió meramente a las tribus norteñas de Neftalí y Zabulón; el “Cántico de Débora” que aparece en el capítulo 5 ensalza a las tribus de Efraín y de Benjamín, en el seno de las cuales había vivido la profetisa, así como a las tribus occidentales de Manasés y de Isacar, por proveer sus contingentes, en tanto que reprueba a las de Rubén, Gad y Aser por su negativa a tomar parte en la contienda. Al parecer las tribus de Judá y Simeón no fueron llamadas a la lucha.

En la batalla del monte Tabor, que señaló un hito en la historia de Israel, Débora desempeñó un papel importante. Fue ella la que indicó el momento de atacar al enemigo, y alentó a Baraq a que descendiera con resolución desde las montañas para luchar en la llanura a pesar de la ventaja de los cananeos en terreno llano gracias a los carros con que contaban sus tropas. Dios cumplió las expectativas que había suscitado a través de la profetisa. Una furiosa tormenta provocó la crecida del torrente de Cisón e hizo del terreno un cenagal desventajoso para los movimientos de los pesados carros de hierro. El pánico se apoderó del ejército de Sísara, y su derrota fue total. El propio general murió a manos de Jael. En el texto sagrado se atribuye el “Cántico de Débora” a Baraq y a la misma Débora. Este antiquísimo poema constituye uno de los documentos más preciados que nos ilustran sobre la historia del período de los Jueces. La fe en el Dios del Sinaí de las tribus, cuya interconexión era todavía precaria, encuentra viva expresión en el cántico, que describe de forma extraordinaria la aflicción del territorio, “hasta que surgió Débora, una madre que surgió en Israel”, y la heroica lucha por la libertad a la que estimuló a sus compatriotas. Una vez liberada, “la tierra descansó durante cuarenta años”. No se nos dice qué papel desempeñó Débora en los asuntos de su nación durante este período de paz, pero es probable que su influencia se viera incrementada por los gloriosos acontecimientos a los que su nombre ha quedado por siempre asociado.

Bibliografía: LAGRANGE, Le livre des Juges (París, 1903); DE HUMMELAUER, Commentarius in libros Judicum et Ruth (París, 1888); PALIS in VIG. Dict. de la Bible, s. v.; VON ORELLI in Realencyk. für prot. Theol., s. v.

Fuente: Reilly, Wendell. “Debbora.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908.
http://www.newadvent.org/cathen/04663a.htm

Traducido por Jordi Giménez Samanes. L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica