DIDAJE
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Didajé (en griego, ‘enseñanza’), es probablemente el primer catecismo un tanto sistemático y pastoral que se conoce en la Historia de la Iglesia cristiana.
1. Datos del texto
Es difícil datar con seguridad su año de composición, pero puede estar escrito hacia el año 70 (antes de Mateo y Lucas y, desde luego, antes que Juan). Hay quien lo retrasa hasta mediados del siglo II, pero cobra peso la tesis de llevarlo al siglo I.
El subtítulo que lleva, «doctrina de los doce apóstoles», deja bien clara la intencionalidad del redactor, que era ordenar las enseñanzas de los Doce y transmitirlas de forma coherente con una intención didáctica o cetequética. El lugar de composición parece Siria, sin que sea seguro. El documento fue desconocido hasta el año 1873, año en que fue descubierto por el metropolitano griego de Nicomedia, Mns. Filoteo Briennios, en la Biblioteca del Monasterio del Sto. Sepulcro de Constantinopla. Lo estudió, relacionó, lo comentó y, en 1883, lo publicó para conocimiento cristiano.
3. Valor Su valor, no sólo por su contenido, sino por el tiempo en que surge, es impresionante
3.1. Valor histórico Es un primer intento de organizar por escrito unas enseñanzas conformes al mensaje cristiano y un plan ordenado, En esto reside su importancia histórica como primer catecismo de una comunidad cristiana, que luego será complementando más doctrinalmente cuando vengan los grandes Padres del siglo IV
Por otra parte, el hecho de contener variedad de perspectivas hace a este documento de una importancia singular.
– Hay aspectos morales (los dos caminos) que implican actitudes vitales;
– hay aspectos litúrgicos (Bautismo, oración-ayuno, Eucaristía)
– hay aspectos eclesiales (usos de los profetas y doctores y existencia de obispos y diáconos),
– Hay un reclamo escatológico (preparación a la venida de Señor Jesús).
3.2. Valor catequético
Todo ello hace posible a la Didajé el convertirse en una verdadera guía para los que quieren profundizar la verdad cristiana y un excelente plan de preparación de los conversos para los que se dedican a instruirlos, informarlos y alentarlos en el camino de la fe.
Las normas sobre el culto litúrgico reflejan su antigüedad y el sentido espiritual que era propio de aquellos primeros cristianos. Contiene oraciones eucarísticas, cánones e invocaciones, que son las más antiguas que se conocen sobre el bautismo y la Eucaristía.
El hecho de recoger el Padrenuestro y la invitación a la oración acercan a este catecismo también a la categoría de «manual de piedad».
No es extraño que en algunas comunidades primitivas este texto claro, ordenado y hermoso, se considerara como libro santo y se le catalogara como perteneciente al canon bíblico.
Es el mejor documento que nos queda del siglo I (tal vez de inicios del II) para conocer la ordenación de la doctrina desarrollada para nuevos conversos.
4. Sentido modélico
Aunque el manuscrito descubierto era una copia de otro manuscrito anterior hecha el año 1056 por un tal León copista, recogía con casi seguridad el texto primitivo. Y en éste quedaba clara la intención que regía en su redacción y en su conservación estaba preparado para edificación de la comunidad en la que se elaboraba.
4.1. Ejemplo de catequesis
En el fondo existe un intento, muy primitivo todavía, de hacer una presentación sistemática, y en forma de resumen, de «La Doctrina del Señor a las naciones por medios de los Doce Apóstoles», que es el título ampliado que acompañó al breve de Didajé o Enseñanza.
Con todo es interesante contrastar que en el desarrollo de las ideas no se alude para nada a los Apóstoles.
Ello hace sospechar a mucho que la referencia a los Apóstoles en el título es una añadidura de copistas posteriores.
En todo caso, el valor de la Didajé está en ser un compendio doctrinal y moral y no un relato al estilo de los Evangelios canónicos, o también de los apócrifos, que se inician al tiempo en que la Didajé se compone. Se explican los preceptos morales y se dan instrucciones y exhortaciones.
4.2. Alcance catecumenal En la catequesis de los tiempos actuales se desentierra con cierto interés el sentido del catecumenado. La Didajé es un texto, casi con toda seguridad, orientado a ser guía de educación de la fe.
No es suficiente para un catecumenado actual. Pero con ella se puede resaltar lo importante que es la sistematización y la orientación vital e la doctrina cristiana.
Primero, puede servir de modelo para los que se inician en la fe, sobre todo si lo hace desde la madurez de edad y la libertad de elección.
Pero también sirve de ejemplo a las personas maduras que, de cuando en cuando en su vida, revisan sus actitudes y creencias y actualizan su fe.
La Didajé es un modelo hermoso que, a su venerable antigüedad, añade su intuición, el reflejo de su profundo amor a la verdad, y el latido del corazón de Cristo en ella.
No es extraño que en diversas comunidades cristianas primitivas se la llegara a valorar como libro inspirado y figurara en los libros canónicos y litúrgicos. Por eso ha sido hasta nuestros días un libro de permanente actualidad, un mensaje de esperanza, un modelo de catequesis de fraternidad.
2. Estructura y estilo
La estructura de la Didajé es sencilla y se vertebra en torno a cuatro centros de referencia.
1. La teoría de los dos caminos difundida en ámbitos judaicos (Caps. 1 a 6)
2. La sección litúrgica que habla de Bautismo, ayuno, oración y Eucaristía. (Caps 7 a 10)
3. La parte disciplinar en que se habla de los ministerios y de los deberes de la comunidad a su respecto. (Caps 11-15)
4. La conclusión escatológica (Cap. 16) 2.1 Esquema de la Didajé
1) Los dos caminos
Son el de la vida y el de la muerte, el de la paz y el de la alegría. (Cap. 1) Están relacionados con los mandamientos del Señor. (Cap. 2) no mataras, no calumniarás, no tener palabra falsa, decir la verdad.
Y ellos nos hará posible huir de todo mal: ira, envidia, fornicación. (Cap 3)
Implican el vivir con los buenos, el honrar al que anuncia la verdad
Respetar los bienes, educar de la mano a los hijos odiar la hipocresía (Cap 4)
Huir del camino de la muerte: asesinatos, adulterio, hechicería, envidia. (Cap. 5) Y ante todo y sobre todo vigilar y llevar el yugo del Señor (Cap. 6) 2) La celebración litúrgica El Bautismo se hace en el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu (Cap 7) Para ellos se ayuda y se dice Padre nuestro, que estás en los cielos… (Cap. 8) Y dar gracias a Dios sobre el pan y decir «Te damos gracias Padre…»× (Cap. 9)
Después de haber saciado seguir con gracia y decir «Ven Señor Jesús». (Cap. 10) 3) La vida eclesial
Supone que los apóstoles y profetas enseñan el Evangelio (Cap. 11)
Practican la hospitalidad con los peregrinos y el trabajo fiel (Cap. 12) Exige dar pan a los profetas y doctores que iluminan en la comunidad (Cap. 13) La reunión dominical es necesaria para ofrecer las plegarias a Dios (Cap. 13) Allí los obispos y diáconos ofrecen su ministerio y corrigen a los hermanos (Cap. 15) 4) Final escatológico
Todo ello nos ayuda espera la venida del Señor, con vigilancia y amor.
Evitando a los corruptores de las ovejas, que son lobos ante de la prueba
Y el Señor castigará el mal y los resucitarán y verán al Señor (Cap. 16) 2.2. La parte moral y litúrgica
La de los dos caminos se armoniza con el mismo mensaje que Juan atribuyó al Señor (Mt. 7. 13-14 y Lc. 13.24)
2.2.1 La sección litúrgica.
Ofrece una primitiva presentación de la importancia atribuida al Bautismo como signo de conversión y penitencia. Por eso se presenta unido al ayuno.
Además, la vida cristiana se fortalece con la celebración eucarística, en el contexto de un banquete ritual, en el cual la fraternidad sobresale por encima del simple rito.
En las fórmulas presentadas se resalta la acción de gracias y un tipo de bendiciones de interesante inspiración judaica, lo que hace pensar en comunidades muy vinculadas con los judíos de la Diáspora.
2.2.2. Parte disciplinar y eclesial.
Vuelve la atención a los que ejercen ministerios en la comunidad: los doctores, los profetas, los vigilantes o epíscopos, los diáconos y los apóstoles.
2.2.3. El epílogo escatológico
Lleva la atención al Señor que vendrá y a la vida que nos aguarda en unión con él. Es una hermosa culminación homilética, evangélica y catequética
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
(-> eucaristía). Libro básico de los comienzos del cristianismo. Como su nombre indica (Didajé o Doctrina del Señor por medio de los Doce Apóstoles), no es un evangelio o un discurso de sabiduría, sino un manual práctico de comportamiento eclesial. Debió de surgir en el mismo entorno de Siria donde se había fijado el texto actual del evangelio de Mateo*, pero algunos años más tarde (hacia el 100 d.C.), con una inspiración convergente. La Didajé constituye el primero y más significativo de los escritos extracanónico que tratan de los ministerios cristianos. No es un evangelio, sino un ritual, que refleja la actividad y experiencia de una iglesia que ha sido en gran parte rural, y que ha estado formada por pequeñas comunidades que reciben la visita y dirección de carismáticos itinerantes (como en la Iglesia primitiva de Galilea*); de esa forma se sitúa en el paso que va de las comunidades domésticas a las iglesias más extensas, de las aldeas a las ciudades. Es un texto arcaico: recoge elementos de la antigua misión cristiana en Galilea y Siria. Pero, al mismo tiempo, es renovador, pues refleja las nuevas tendencias y formas de una iglesia que se está volviendo institución organizada en las ciudades del imperio. Su testimonio es importante para la historia posterior: estamos pasando del plano mesiánico (dominante en Mc y Mt) al orden sacral (que triunfará más tarde en el conjunto de la cristiandad). Los ministerios comunitarios de la palabra y fraternidad tenderán a convertirse en poderes sacrales, propios de algunos elegidos, según el ejemplo de los sacerdotes y levitas de Israel, iniciándose así un camino de clericalización del evangelio, que se refleja en las sucesivas redacciones del texto, que vincula y distingue dos tipos o grupos de personas: (a) Por un lado están los itinerantes, apóstoles* y/o profetas, que lo han dejado todo para ponerse al servicio de la misión de Jesús. Unos y otros se definen por su movilidad: son voluntarios del evangelio, enviados por Jesús o las iglesias (apóstoles); hablan con autoridad, por experiencia, pero dependen de la aceptación de las comunidades (profetas). La Didajé los vincula expresamente (cf. 11,3-6). Ellos pueden dar gracias (¿di rigir la eucaristía?) cuando quieran (10,7) y su palabra, inspirada por el Señor, no puede ser juzgada por la comunidad que los recibe (11,2.7.11). No pueden desligarse de Jesús; por eso es falso el profeta que enseña una doctrina distinta (11,2) o que vive a costa de la comunidad, (b) Por otro lado están las comunidades o iglesias sedentarias, que se reúnen en una determinada casa o aldea y que pueden, y deben, ser animadas por los itinerantes que las visitan y dirigen de una forma carismática. Pero, al mismo tiempo, ellas poseen cierta autonomía y pueden defenderse contra los falsos profetas que dicen, pero no hacen lo que dicen, viviendo del evangelio en vez de servir al evangelio. Se complementan así las dos autoridades: los itinerantes expresan el misterio de Jesús con sus palabras; los sedentarios reflejan el amor de Cristo en su amor comunitario. Al principio, los apóstoles/profetas habían sido itinerantes, carismáticos supracomunitarios (fundadores), y por eso se les mantenía en veneración, aunque la comunidad podía rechazarlos si no cumplían lo que decían. Pero en un momento dado los itinerantes han tendido a vincularse de manera estable con una comunidad, de manera que se inicia un nuevo tipo de ministerio dentro de ella. De esa manera, las mismas comunidades sedentarias van formando estructuras y formas de vinculación según el evangelio. En ese momento fascinante del paso de las viejas comunidades como las de Galilea a las nuevas iglesias establecidas, en la línea de la misión helenista*, se sitúa la Didajé. Cf. J. P. Audet, La Didaché. Instrnctions des Apotres, Gabalda, París 1958; S. Giet, L†™Enigme de ia Didaché, Ophrys, París 1970.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra
†œEl documento más importante de la era postapostólica y la más antigua fuente de legislación eclesiástica que poseemos† (Quasten). Fue publicada en 1883 por el metropolitano griego de Nicomedia, Filoteo Bryennios, de un códice de 1057 perteneciente al patriarcado de Jerusalén.
Datación: Audet la ha datado entre el 50 y el 70, mientras que Adam la sitúa entre el 70 y el 90. Quasten, pese a situar su compilación entre el 100 y el 150, no niega la posibilidad de que se escribiera en el s. I. Nuestra opinión, al igual que la expresada por J. A. T. Robinson, es que la Didajé es un escrito muy antiguo que pudo incluso ser redactado antes de la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70 d. C. Esta antigüedad explicaría, al menos en parte, el que fuera considerada por algunos un escrito canónico. En cuanto al lugar de redacción, los más posibles son Siria y Palestina.
Estructura: Dividida en 16 capítulos, hasta el diez la obra tiene un contenido litúrgico, y desde ese capítulo al quince va referida a la disciplina eclesial. El último capítulo está dedicado a la Segunda Venida de Cristo.
Teología: El bautismo es descrito en la Didajé en su forma de inmersión en agua corriente. Con todo, en esta obra se contiene la primera referencia al bautismo de infusión que, no obstante, sólo se practicaba en caso de necesidad. El bautismo también parece estar limitado sólo a los adultos a los que se administraba el sacramento durante la vigilia pascual. Sólo los bautizados podían participar de la Eucaristía, que se celebraba los domingos, tras la confesión de los pecados que, seguramente, era litúrgica y colectiva. La Eucaristía es considerada el sacrificio del que habla Malaquías 1,10, si bien tal afirmación — como ha señalado la teóloga católica Sharon Burns — no implica un contenido sacrificial de la celebración sino la creencia de que la alabanza y la oración están sustituyendo a todo tipo de sacrificios. No existe ninguna indicación de un episcopado monárquico ni tampoco se menciona a los presbíteros. Los dirigentes de las comunidades son denominados obispos (en su sentido etimológico de supervisor) y diáconos. Asimismo los profetas siguen disfrutando de relevancia en medio de la comunidad cristiana. La escatología tiene una enorme importancia para la Didajé, que señala la aparición de falsos profetas y del anticristo como situaciones anteriores a la Parusía.
VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrística, Verbo Divino, Madrid, 1992
Fuente: Diccionario de Patrística
Con el nombre de Didajé (enseñanza) o Enseñanza de los doce apóstoles se nos ha transmitido uno de los primerísimos textos de la literatura patrística. La fama de que gozó en la antigüedad se refleja en las alusiones presentes en otras obras de diversos autores (Pastor de Hermas, Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio, Atanasio…).
Este escrito se presenta como recopilación de diversas fuentes reunidas por un anónimo judeocristiano y dirigida a un grupo de fieles de lengua griega procedentes del paganismo; una colección de instrucciones y de prácticas de la Iglesia primitiva, hecha por uno de aquellos ministros itinerantes del evangelio, de los que nos habla la misma Didajé (c. 11, 3-6)» (J P. Audet).
El lugar de origen de esta recopilación parece que fue Siria occidental (Antioquía) presumiblemente en los últimos decenios del siglo 1.
La obra se puede subdividir en cuatro partes que contienen respectivamente exhortaciones morales (cc. 1 -6), litúrgicas (cc. 7- lO), disciplinares (cc.11-15) y una parte escatológica (c. 16), A propósito de las instrucciones morales hay que subrayar la afinidad literaria que existe entre el tema de los «dos caminos» y el Manual de disciplina de Oumrán. El carácter de las reflexiones morales recuerda manifiestamente la tradición judía. En la Didajé se pone de relieve la observancia de la Ley ante la cual todos son libres. Le corresponde a cada uno elegir el camino del bien o del mal. Se reconoce de esta manera el poder de discreción que tiene cada uno e, introduciendo la distinción entre lo «necesario» y lo «posible», se deja a salvo la libertad cristiana del yugo de la necesidad (u Si puedes llevar por entero el yugo del Señor, serás perfecto; si no, haz lo que puedas», Did., 6).
Las instrucciones litúrgicas (bautismo, ayuno, oraciones) Y en particular las plegarias eucarísticas (cc. 9- lO) se inspiran en las bendiciones judías pronunciadas en el contexto de la cena. Finalmente, las indicaciones disciplinares sobre apóstoles, profetas y doctores constituyen un precioso desarrollo sobre la situación de los ministerios en la Iglesia primitiva. En el testimonio que ofrece la Didajé, los obispos y los diáconos son escogidos por la comunidad y tienen encargos prácticos. Sin embargo, pueden asumir el puesto de maestros y de profetas en la liturgia (cf. Did. 15). La Didajé atestigua de este modo el paso de una fase de la evangelización realizada por profetas y por maestros itinerantes a una fase de organización interna de la comunidad, dotada permanentemente de obispos y de diáconos.
Así pues, este texto encierra un incalculable valor histórico por las cuestiones que trata y por el tiempo en que se sitúa.
L. Padovese
Bibl.: W Rordorf Didajé en DPAC, 1, 594595; J P. Audet, La Didaché. Instructions des Apostoles, París 1958.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
(DOCTRINA DE LOS DOCE APOSTOLES)
Un tratado muy corto que algunos Padres consideraban como muy cercano a las Sagradas Escrituras. Bryennio, metropolitano ortodoxo griego de Nicomedia, lo redescubrió en 1873 en el mismo códice de donde, en 1865, él había copiado el texto completo de las Epístolas de San Clemente. El título en el manuscrito es Didache kyriou dia ton dodeka apostolon ethesin, pero antes de este título aparece el encabezamiento Didache ton dodeka apostolon. La vieja traducción latina de los cc. I-V, encontrada por el Dr. J. Schlecht en 1900, tiene el título más largo, omite “doce”, e incorpora la rúbrica De doctrinâ Apostolorum. Por conveniencia el contenido puede ser dividido en tres partes: la primera es los “Dos Caminos”, el Camino de la Vida y el Camino de la Muerte; la segunda parte es un rituale que trata sobre el bautismo, el ayuno y la Sagrada Comunión; la tercera habla del ministerio. La obra supone conocimientos doctrinales previos, y no imparte ninguno nuevo.
Eusebio menciona el Didajé después de los libros de la Escritura (Hist. Ecl., III.25.4): “Que se pongan entre los apócrifos los escritos de los Hechos de Pablo, el llamado Pastor y el Apocalipsis de Pedro, y junto a éstos la epístola conocida como de Epístola de Bernabé, y los que son llamados Enseñanza de los Apóstoles, y también….el Apocalipsis de Juan, si se considera conveniente…” San Atanasio y Rufino añaden la “Enseñanza” a los sapienciales y otros libros deuterocanónicos. (Rufino le da el curioso título alternativo de «Judicium Petri».) Tiene un lugar semejante en las listas de San Nicéforo, el Pseudo-Anastasio y el Pseudo-Atanasio (Sumario). El Pseudo-Cipriano «Adversus Aleatores» lo cita por su nombre. Las citaciones no reconocidas son muy comunes, aunque de menor certeza. Los “Dos Caminos” aparece en Bernabé, cc. XVIII-XX, algunas veces palabra por palabra, otras veces con añadidos, desarticulado, o resumido y Bernabé, IV,9 es copia de la Didajé, XVI,2-3, o inversamente. Hermas, San Ireneo, Clemente de Alejandría y Orígenes parecen haber usado la obra, también fue usada en Occidente por San Optato y en el «Gesta apud Zenophilum». La “Didascalia Apostolorum” se basa en la Didajé. Las ordenanzas de la Iglesia Apostólica han usado una parte y las Constituciones Apostólicas han incorporado la Didascalia. Hay ecos en San Justino, Taciano, Teófilo, Cipriano y Lactancio.
Contenido
- 1 Contenido
- 1.1 Primera Parte
- 1.2 Segunda Parte
- 1.3 Tercera Parte
- 2 Fuentes
- 3 Fecha
Contenido
Primera Parte
El Camino de la Vida es el amor de Dios y de nuestro prójimo, de éste último sólo se habla por extenso. Primero encontramos la Regla de Oro en la forma negativa. (cf. El texto “Occidental” de Hechos 15,19.29). Luego encontramos extractos cortos del Sermón de la Montaña, junto con un pasaje curioso sobre dar y recibir, que es citado con variaciones por Hermas (Mand., II, 4-6). El texto latino omite c. I, 3-6 y c. II, 1, y estas secciones no tienen paralelo en Bernabé; por lo que se consideran añadidas posteriormente y Hermas y el presente texto de la Didajé podrían haber usado una fuente común, o bien Hermas podría ser el original. El segundo capítulo contiene los Mandamientos contra el asesinato, el adulterio, el robo, la codicia y el falso testimonio—en este orden—y recomendaciones adicionales que dependen de éstos. En el c. III se nos dice como un vicio lleva a otro: la ira al asesinato, la concupiscencia al adulterio, etc. Esta sección tiene cierta similitud con el Talmud Babilónico. El capítulo entero es ignorado en Bernabé. En el capítulo IV se agrega un cierto número de preceptos, y termina así: “Este es el Camino de la Vida.” El Camino de la Muerte es sólo una lista de vicios a evitarse (V). El capítulo VI exhorta a mantenernos en el camino de esta Enseñanza: “Si tú eres capaz de soportar el yugo completo del Señor, serás perfecto; pero si no eres capaz, haz lo que seas capaz. Referente a la comida, soporta lo que seas capaz, pero evita rigurosamente las cosas ofrecidas a los ídolos, porque es el servicio de dioses muertos.” Muchos toman esta frase como una recomendación de abstenerse de comer carne, tal como algunos interpretan Rom. 14,2. Pero el “déjelo comer verduras” de San Pablo es una expresión hiperbólica como 1 Cor. 8,13: “Por tanto, si un alimento causa escándalo a mi hermano, nunca comeré carne para no dar escándalo a mi hermano”, y no apoya la noción de vegetarianismo en la Iglesia primitiva. La Didajé se está refiriendo a las carnes judías. La versión latina sustituye el capítulo VI con un cierre similar, omitiendo toda referencia a carnes y a “idolothyta”, y concluye con per d. n. j. C… in sæcula sæculorum, Amén. Este es el fin de la traducción. Vemos que el traductor vivió en una época en la que la idolatría ya había desaparecido, y en la que el resto de la Didajé estaba obsoleta. El no tenía ninguna razón para omitir el cap. I, 3-6, sino porque probablemente ya no estaba en su copia.
Segunda Parte
Los capítulos VII-X, comienza con una enseñanza sobre el bautismo, que debe ser conferido “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, en agua viva, si se puede; si no, en agua fría o incluso caliente. El bautizado y, si posible, el que bautiza y otras personas deben ayunar previamente por uno o dos días. Si el agua es insuficiente para la inmersión, se debe echar agua tres veces sobre la cabeza. Bigg dijo que esto demostraba una fecha tardía; sin embargo, parece una concesión natural para países calientes y áridos, cuando el bautismo no se celebraba todavía exclusivamente en Pascua y Pentecostés y en iglesias, donde no faltarían una “columbethra]] y una fuente de agua. Los ayunos no deberían ser en lunes y en jueves “como el de los hipócritas” (es decir, los judíos), sino los miércoles y viernes (VIII). Tampoco deben los cristianos orar con los hipócritas, sino que deberán decir el Padre Nuestro tres veces al día. El texto de la oración no es exactamente el de San Mateo, y se da con la doxología “porque tuyo es el poder y la gloria por siempre.”, mientras que todos los manuscritos de San Mateo, con pocas excepciones, tienen esta interpolación con “el reino y el poder” etc.
El capítulo IX dice así: “Referente a la Eucaristía, da gracias de esta manera: ‘Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David tu siervo, la que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo; a Ti la gloria por los siglos’. Luego sobre el trozo de pan: Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento, que nos diste a conocer por medio de Jesús Tu Hijo. A Ti la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida Tu Iglesia de los confines de la tierra en Tu reino, porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por siempre. Que nadie coma ni beba de vuestra comida de acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues sobre esto dijo el Señor: No deis lo que es santo a los perros.” Estas son claramente las oraciones después de la Consagración y antes de la Comunión.
El c. X da una fórmula, un poco más larga, de acción de gracias después de la Comunión en la que se hace mención del “alimento y bebida espiritual y de la vida eterna por medio de tu Hijo.” Después de una doxología, como anteriormente, viene la extraordinaria exclamación: “Has que venga la gracia, y deja que pase este mundo. Hosanna al Hijo de David. Si alguien es santo déjalo venir; si no lo es, déjalo que se arrepienta. Maranatha. Amén.” Nos sólo se nos recuerda el Hosanna y Sancta sanctis de las liturgias, sino también de Apoc. 22,17-20, y 1 Cor. 16,22. En estas oraciones encontramos una profunda reverencia, y el efecto de la Eucaristía para la vida eterna, a pesar de que no se menciona en particular la Presencia Real. Clemente de Alejandría hace eco de las palabras de acción de gracias para el cáliz: “Quis div”, 29: “Es Él [Cristo] Quien ha vertido el vino, la sangre de la viña de David, sobre nuestras almas heridas”; y por Orígenes, “En I Judic”, Hom. VI: “Antes de que estemos embriagados con la sangre de la verdadera viña, la cual asciende de la raíz de David.” La mención del cáliz antes que el pan está de acuerdo con San Lucas 22,17-19, en el texto “Occidental” (que omite el versículo 20), y que es aparentemente parte de una bendición judía del vino y del pan, rito con el cual las oraciones en el cap. IX tienen mucha afinidad.
Tercera Parte
La tercera parte habla primeramente de maestros o doctores (didaskaloi) en general. Estos deben ser recibidos si enseñan la antedicha doctrina; y si añaden la justicia y el conocimiento del Señor, deben ser recibidos de la misma manera que al Señor. Todo apóstol debe de ser recibido como se recibe al Señor, y él puede quedarse un día o dos, pero si se queda tres, es un falso profeta. Cuando se vaya, no debe llevar nada consigo excepto pan. Si pide dinero, es un falso profeta. De la misma manera con el orden de profetas: juzgarlos cuando ellos hablan en el espíritu es un pecado imperdonable; pero deben de ser conocidos por su moralidad. Si buscan ganancia, deben ser rechazados. Deben ser recibidos todos los viajeros que vengan en el nombre del Señor, pero solamente por dos o tres días; y ellos deben de ejercer su oficio, si tienen uno, o por lo menos no deben estar ociosos. Cualquiera que no trabaje es un “Christemporos”—-alguien que realiza una ganancia utilizando el nombre de Cristo. “Los maestros y los profetas se merecen su sustento. Se le darán las primicias a los profetas, “pues ellos son vuestros sumos sacerdotes; pero si no hay profetas, dad las primicias a los pobres.” El partir del Pan y la Acción de Gracias (Eucaristía) es el domingo, “después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro, y aquellos que estén en desacuerdo deben de asentir, porque esta es la oblación limpia profetizada por Malaquías, 1, 11.14. “Elegíos obispos y diáconos dignos del Señor… porque también ellos os sirven a vosotros en el ministerio de los profetas y maestros.” Nótese que es para el sacrificio que se ordenarán obispos y diáconos. El último capitulo (XVI) exhorta a vigilar y narra los signos del fin del mundo.
Fuentes
Muchos críticos sostienen que los “Dos Caminos” es más antigua que el resto de la Didajé, y que es originalmente una obra judía, destinada a la instrucción de los prosélitos. Es probable el uso de los Oráculos Sibilinos y otras fuentes griegas, y la concordancia del cap. II con el Talmud puede ser cierta; pero por otra lado Funk ha demostrado que (aparte del admitidamente cristiano cap. I, 3-6, y de citas ocasionales del Nuevo Testamento) el Antiguo Testamento no se cita directamente con mucha frecuencia, sino de los Evangelios. Bartlet sugiere que la fuente es una catequesis oral judía. Sin embargo, nos sorprende el uso de tal material en alguien que llama a los judíos “los hipócritas”, y en el vehementemente anti-judío Bernabé todavía más. Toda la base de esta teoría se destruye por el hecho de que el resto de la obra, caps. VII-XVI, a pesar de tener un tema totalmente cristiano, tienen una igualmente sorprendente semejanza con el Talmud en los caps. IX y X. Sin duda debemos considerar que el autor vivió en la época del cristianismo primitivo cuando la influencia del judaísmo era todavía importante en la Iglesia. Él advierte a los cristianos de no ayunar con los judíos o rezar con ellos; a pesar de que, los dos ayunos y los tres períodos de oración están modelados en la costumbre judía; asimismo, los profetas sustituyen al sumo sacerdote.
Fecha
Existen otros signos de una fecha temprana: la sencillez del rito bautismal, que aparentemente no está precedido ni por exorcismos ni por la admisión formal al catecumenado; la sencillez de la Eucaristía, comparada con la elaborada oración cuasi-Eucarística en Clemente, 1 Cor. 59-61; el permiso a los profetas de improvisar sus acciones de gracia eucarísticas; la inmediata expectativa de la segunda venida. Dado que ya encontramos que el domingo cristiano ha substituido al sábado judío como el día de asamblea en Hch. 20,7 y 1 Cor. 16,2, y llamado el día del Señor (Ap. 1,10), no hay dificultad en suponer que el cambio paralelo y consecuente de los ayunos de los miércoles y los viernes debe de haber ocurrido en una época igualmente temprana, por lo menos en ciertos lugares. Pero el punto central es el ministerio, de una naturaleza doble: (1) local e (2) itinerante.
1. Los ministros locales son los obispos y los diáconos, como en San Pablo (Fil. 1,1 y San Clemente. No se menciona a los presbíteros y los obispos son claramente presbíteros-obispos, como en Hechos 20 y en las epístolas pastorales de San Pablo. Pero cuando San Ignacio escribió en el año 107, o lo más tarde en el 117, los tres órdenes de obispos, presbíteros y diáconos ya eran considerados necesarios para la Iglesia en Siria, Asia Menor y Roma. Si bien es probable que en tiempos de San Clemente no hubiera todavía un obispo jerárquico de Corinto, este estado de cosas no podía durar mucho tiempo en una Iglesia importante. Sobre esta base, por consiguiente, la Didajé debe situarse en el siglo I u otro en algún atraso de la vida de la Iglesia. El ministerio itinerante es todavía más arcaico. En el siglo II la profecía era sólo un carisma y no un ministerio, excepto entre los Montanistas.
2. Ni Clemente ni Ignacio mencionan en sus escritos a los ministros itinerantes. Los tres órdenes son apóstoles, profetas y maestros, como en 1 Cor. 12,28 ss.: “Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como doctores (maestros); luego, los milagros; luego, el don de curaciones, de ayudas, de gobierno, diversidad de lenguas, interpretación de lengus. ¿Acaso son todos apóstoles? O ¿todos profetas? ¿Todos maestros?” La Didajé coloca a los maestros debajo de los apóstoles y profetas, las dos órdenes que San Pablo considera como los cimientos de la Iglesia (Ef. 2:20).
San Pablo aplica el vocablo apóstol no solamente a los Doce, sino también a sí mismo, a Bernabé y a sus parientes, Andrónico y Junía, quienes se habían convertido antes que él, y a una clase de predicadores de primera categoría. Pero los apóstoles debían “haber visto al Señor” y recibido un don especial. No hay ningún caso en las Sagradas Escrituras o en la literatura antigua de la existencia de un orden llamado apóstoles después de la Era Apostólica. No tenemos derecho a asumir la existencia de un orden de apóstoles en el siglo II, que no vieron a Cristo en persona, por el mero hecho de reforzar una fecha de origen preconcebida de la Didajé. Puesto que en esta obra la visita de un apóstol o de un pretendido apóstol se considera como un evento probable, nosotros no podemos fijar la fecha de escritura del libro más tarde que alrededor del año 80. El lapso de tiempo sería entre el año 65 y el 80. Harnack lo sitúa entre los años 131 y 160, afirmando que Bernabé y la Didajé, independientemente, emplean una forma cristianizada de los “Dos Caminos” judío, mientras que Did. XVI, cita a Bernabé—una hipótesis algo indirecta. El sitúa a Bernabé en el 131 y a la Didajé más tarde. Aquellos que fijan la fecha de Bernabé en el reinado de Vespasiano (69-79) hacen que la Didajé sea la que toma prestado en los caps. I-V y XVI. Algunos, siguiendo a Funk, sitúan a Bernabé en el reinado de Nerva (96-98). La opinión más común es la que sitúa la Didajé antes del año 100. Bartlet concuerda con Ehrhard en que los años 80-90 es la década más probable. Sabatier, Minasi, Jacquier y otros prefieren una fecha aún antes del 70.
En cuanto al lugar de composición, algunos sugieren a Egipto, ya que piensan que la “Epístola de Bernabé” fue escrita allí. Sin embargo, el maíz sobre las montañas no parea con Egipto, aunque podría ser una oración traída de Palestina. No existe ningún material para ni siquiera hacer una conjetura al respecto.
Bibliografía: Un fragmento latino de los Dos Caminos fue publicado en 1723 por PEZ en Thesaurus Anecdotorum, IV. La primera edición griega es Didajé ton dodeka apostolon ek tou Hierosolymitikou Cheirographou noun proton ekdedomene meta prolegomenon kai semeioseon. . . Hypo philotheou Brouenniou, metropolitou Nikomedeias. En Konstantinoupolei (1883). El Manuscrito fue reproducido en fototipo en la fina edición de HARRIS, La Enseñanza de los Apóstoles, recién editado con texto en facsímil y un comentario (Baltimore y Londres, 1887). La versión latina fue publicada por SCHLECHT, primero en un folleto, luego en una edición mayor con el griego y notas (Friburgo im Br., 1900-1901). Ha aparecido un gran número de ediciones a partir del girego, mayormente con traducciones: DE ROMESTIN (Oxford, 1884); SPENCE (Londres, 1885); HITCHCOCK Y BROWN (Nueva York 1884-5); FITZGERALD (Nueva York, 1884); ORRIS (Nueva York 1884); SCHAFF (Nueva York, 1884-9); también por SABATIER (París, 1885); JACQUIER (Lyons, 1881); MINASI (Roma, 1891). Fue incluido en HILGENFELD, Nov. Test. extra canonem receptum (1884), fasc. IV, y en las ediciones de los Padres Apostólicos por LIGHTFOOT-HARMER (con traducción al inglés 1891-3-8), GEBHARDT, HARNACK Y ZAHN (Leipzig, 1900), FUNK (Tübingen, 1901′, y VIZZINI (Roma, 1902). Se reclama atención especial para lo siguiente: TAYLOR, La Enseñanza de los Doce Apóstoles, con Ilustraciones del Talmud (Cambridge, 1908); IDEM, Un Ensayo sobre la Teología del Didajé (Cambridge, 1889); IDEM en Revista de Filología, XVIII, XIX, XXI, y en Revista de Estudios Teológicos (Oct., 1906); BARTLET en HASTINGS, Dicc. de la Biblia (extra vol., 1904); HARNACK, Die Lehre der zwölf Apostel (larger ed., Leipzig, 1884) y Die Apostellehre and die jüdischen zwei Wege (ed. menor, Leipzig, 1886 y 1896); IDEM, Gesch. der altchr. Litt., I, 86 y II (Chronol., I), 428; FUNK, Doctrina XII Apostolorum (Tübingen, 1887); y la introducción a su edición de los Padres Apostólicos, supra; IDEM en Tüb. Theol. Quartalschr., LXVI, LXVIII, LXIX LXXVI, LXXIX (1884-86-87-94-97); mucha de la materia de estos artículos aparece republicada por FUNK en su Kirchengeschichtliche Abhandlungen, (Paderborn, 1899), II. Entre otra materia también SAVI, La Dottrina dei XII Ap., ricerche critiche sull’ origine del testo (Roma, 1893); y en Studi e docum. di storia e diritto (1892), XIII; HENNECKE, Die Grundschrift der Didajé und ihre Recensionen in Zeitschr. für N.-T. Wiss. (1901), II; KOCH, Die Did. bei Cyprian, ibid. (1907), VIII; CHIAPPELLI, Studi di antica letteratura cristiana (Turin 1887); LADEUZE en Rev. d’hist. eccl. (Lovaina, 1901), II. Sobre el ministerio en el Didajé, vea RÉVILLE (Prot.) Origines de l’Episcopat (Paris, 1894); MICHIELS (Cath.), Origine de l’Episc. (Louvain, 1900). Sobre el bautismo, BIGG en Rev. de Estudios Teológicos (julio, 1904), v. Dr. Bigg (ibid., VI, abril, 1905) sitúa el Didajé en el siglo IV. Sobre el dicho (Did., i, 6), «Deja que las limosnas suden en tus manos, hasta que sepas a quien darlas”, vea TAYLOR en Rev. de Filol., XIX (igual que arriba); TURNER en Rev. de Est. Teol. (julio, 1906), VII. Sobre la relación del Didajé a la Didascalia Apostolorum y a las Ap. Constitutions, vea también FUNK, Die Ap. Const. (Rottenburg, 1891) y su Didasc. et Const. Apost. (Paderborn, 1906). HOLZHEY, Die Abhängigkeit der Syr. Didask. von der Didajé (Munich, 1898). Esta lista es sólo una excerpta de la enorme literatura desde 1884. Bibliografía hasta 1895 en CHEVALIER, Topo-bibliographie; resúmenes en SCHLECHT, loc. cit., hasta 1900; en EHRHARD, Altchr. Litt., hasta 1900; en BARDENHEWER, Gesch. der altchr. Litt., hasta 1902.
Fuente: Chapman, John. «Didache.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908.
http://www.newadvent.org/cathen/04779a.htm
Traducido por Edgar J. Pereira Deshon. L H M
Fuente: Enciclopedia Católica