DOLOR

v. Adversidad, Aflicción, Angustia, Calamidad, Malo, Miseria, Padecimiento, Sufrimiento, Tribulación
Gen 3:16 los d en tus preñeces; con d darás a
Gen 42:38 descender mis canas con d al Seol
Exo 15:14 se apoderará d de la .. de los filisteos
Job 6:10 si me asaltase con d sin dar más tregua
Job 15:20 sus días, el impío es atormentado de d
Job 15:35 concibieron d, dieron a luz iniquidad
Job 33:19 castigado con d .. en todos sus huesos
Psa 16:4 se multiplicarán los d de aquellos que
Psa 31:10 porque mi vida se va gastando de d, y
Psa 32:10 muchos d habrá para el impío; mas el
Psa 41:3 Jehová lo sustentará sobre el lecho del d
Psa 127:2 por demás es .. y que comáis pan de d
Pro 14:13 aun en la risa tendrá d el corazón
Pro 19:13 d es para su padre el hijo necio
Pro 23:29 para quién .. el ay? ¿para quién el d?
Ecc 1:18 molestia; y quien añade ciencia, añade d
Ecc 2:23 porque todos sus días no son sino d
Ecc 5:17 comerá .. con mucho afán y d y miseria
Isa 13:8 d se apoderarán de ellos; tendrán d como
Isa 21:3 por tanto, mis lomos se han llenado de d
Isa 26:18 concebimos, tuvimos d de parto, dimos
Isa 50:11 os vendrá esto; en d seréis sepultados
Isa 51:11 gozo y alegría, y el d y el gemido huirán
Isa 53:3 varón de d, experimentado en quebranto
Isa 53:4 sufrió nuestros d; y nosotros le tuvimos
Isa 66:7 antes que le viniesen d, dio a luz hijo
Jer 8:18 de mi fuerte d, mi corazón desfallece
Jer 13:21 ¿no te darán d como de mujer que está
Jer 20:18 ¿para ver trabajo y d, y que mis días
Jer 30:15 incurable es tu d .. por la grandeza
Lam 1:12 mirad, y ved si hay d como mi d que
Eze 23:33 será llena .. de d por el cáliz de soledad
Hos 13:13 d de mujer que da a luz le vendrán
Mat 24:8 y todo esto será principio de d
Rom 8:22 y a una está con d de parto hasta ahora
Rom 9:2 que tengo .. y continuo d en mi corazón
Gal 4:19 por quienes vuelvo a sufrir d de parto
1Ti 6:10 fe, y fueron traspasados de muchos d
Rev 21:4 ni habrá más llanto ni clamor ni d


(sufrimiento, fí­sico o moral).

El “pecado” es la causa última del dolor y de la muerte: (Rom 5:12).

En la Biblia hay 4 razones por las que tenemos “dolor”.

1- Por “desobediencia”a las leyes de Dios: Es el de la “oveja perdida” y del “hijo pródigo” de Luc.l5. Es como cuando uno se sale de la carretera con el carro, se va a caer en precipicios, a darse golpes contra los árboles, a atropellar a personas en la acera. ¡No lo manda Dios!, somos nosotros los que nos lo provocamos, por no obedecer las Leyes del Senor.

2- Dolor para “purificación o corrección”: Es el que manda Dios a justos y a pecadores, para su purificación, como en Heb 12:5-12, es el que nos manda Dios, como Padre, que corrige a sus hijos. Lo manda Dios, como nos dice en el Canto de Moisés: Yo doy la vida, yo doy la muerte. Yo hiero y yo sano: (Deu 32:39). Y lo manda a través de la carne, del mundo, o del diablo: (como en el caso del justo Job, y de la mujer encorvada de Luc 13:16).

3- “Dolor de Co-redencion”: Es el que proclamaba Pablo en Col 1:24 : Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros, porque suplo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Crsto por su cuerpo, que es la Iglesia. Es el “dolor de redención” que sufrió Jesus y la Virgen. nosotros también podemos ser Corredentores con Cristo, y nuestra “cruz” es el arma mejor para ayudar a nuestros familiares a ir al Cielo.

4- “Dolor de Castigo”: Lo manda Dios para “castigar” nuestros pecados, como en el Diluvio: (Ge.7), en Sodoma: (Ge.19), en las Plagas de Egipto: (Ex.7-12), y en el Nuevo Testamento con el peor de todos castigos, con el Infierno eterno: (Mat 25:31-46).

Estos castigos los manda Dios, directamente, como en las citas anteriores, o a través del demonio, el mundo o la carne: (Ver Deuteronomio 28). e incluso castiga en los hijos y nietos, los pecados de los padres: (Exo 20:5).

5- Dolor de Corazón, por haber pecado y ofendido a Dios: Ver “Arrepentimiento”.

Debemos aceptar los dolores con paciencia y amor, como los mejores regalos de Dios, para purificarnos y corregirnos, y como nuestra mejor arma de Co-rredención, de Col 1:24 : Cristo nos redimió, no con sus milagros, ni con sus sermones maravillosos, sino con su “cruz”, y nuestra “cruz” es nuestra arma para ayudar a nuestros amigos y familiares a ir al Cielo. Debemos aliviar los dolores del vecino siendo “compasivos”: (padecer-con), ayudándole a que comprenda el dolor, a que se “arrepienta” de sus posibles pecados; a quitárselos, ayudándole a ir por los caminos del Senor. ¡y a que lo use!, como su mejor arma de Co-rredención, como el mejor regalo de Dios, y que lo use con el gozo del Senor que esperaba “ardientemente” la hora de su “cruz”: (Luc 22:15, Jua 17:1): DOMINGO
(“dí­a del Senor”, del latí­n: Dominus: Senor; Dominica: Dí­a del Senor): Los primeros cristianos comenzaron a celebrarlo desde el Domingo de Resurrección, como el dí­a grande de la semana, el Dí­a del Senor, el Dí­a de Descanso, sustituyendo al Sábado, que era el Dí­a de la Creación y el de descanso en el Antiguo Testamento, por el Domingo el dí­a de la Nueve Creación y Redención: Así­ en el Nuevo Testamento, los judí­os seguí­an celebrando el Sábado como e1 dí­a de descanso, y por eso Pablo iba a predicar a las sinagogas los sábados: (1Co 11:11, Hec 18:4), pero los cristianos celebraban el Domingo, como el dí­a de descanso: (Hec 20:7, 1Co 16:2).

A la Resurrección, que ocurrió en Domingo: (Mt.28, Mc.16, Lc,24, Jn.20), se unió en la Iglesia también la Fiesta grande de Pentecostés, que ocurrió también en Domingo, y es cuando la Iglesia nació oficialmente para el mundo.

El Concilio de Laodicea, del año 363, decretó oficialmente el Domingo, como el Dí­a del Senor, el Dí­a de Descanso, con obligación seria de atender a la Santa Misa todos los creyentes. Fue ratificado en el Vaticano II
(Constitución sobre la Liturgia, V, 106).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

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En sentido fí­sico es el malestar y sufrimientos por la lesión o el mal funcionamiento de una zona corporal.

En sentido psí­quico sufrimientos por aspectos y causas que perturban la mente y la afectividad.

En el plano moral dolor es la actitud más o menos afectiva de pesar o pena por el mal realizado o sufrido del cual la conciencia se arrepiente.

En el contexto del dolor moral se sitúa el “dolor penitencial”, que es el rechazo del pecado por ser Dios quien es (dolor perfecto llamado contrición) o por temor al castigo o pesar por el premio perdido (dolor imperfecto llamado atrición).

El hombre debe ser educado para el dolor que, si es perfecto, tiene su base en el amor. Pero no siempre se puede llegar a ese dolor, por ejemplo si falla la madurez o la formación. A veces hay que conformarse con el imperfecto que se basa en el temor. (Ver. Penitencia 2.1)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El enigma del dolor

El dolor o sufrimiento es una realidad humana permanente y constatable. Existe el sufrimiento personal, comunitario, histórico, fí­sico, moral… Existe especialmente el dolor de los inocentes. De esa realidad no se puede huir con una nueva teorí­a sobre el dolor. Tampoco se puede superar con el olvido, la huida o la desesperación. El dolor humano, que se encuadra en la perspectiva de la muerte, será siempre un enigma que interpela a la conciencia humana. Pero si Dios es providente, habrá que descubrir en el dolor una pedagogí­a divina.

Las diversas religiones han buscado una solución al dolor ahondando en la trascendencia, en la vida del más allá y también en la súplica a la bondad de Dios y en la reparación de los pecados. De hecho, el dolor, en el contexto de todo cultura religiosa, es una purificación. Pero también se quiere intuir un designio divino que humanamente parece indescifrable. Sólo después de haber experimentado el sufrimiento, Job pudo exclamar “Yo te conocí­a sólo de oí­das, mas ahora te han visto mis ojos” (Job 42,5).

La fe en Cristo crucificado fecundidad del dolor

A la luz de la fe en Cristo, el dolor recobra un significado salví­fico. Cristo no nos ha dado explicación teórica sobre él, pero se ha hecho presente en nuestro caminar histórico asumiendo nuestro dolor en el suyo. La realidad dolorosa sólo se puede afrontar con los criterios de Cristo, con su escala de valores y con sus actitudes hondas de donación “Asumir el propio sufrimiento por amor” (SD 25). Entonces la “humillación” del dolor se convierte en “exaltación” para “gloria de Dios Padre” (Fil 2,5-11). Podemos participar en la pasión y muerte de Jesús, “para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2Cor 4,10).

En el misterio del dolor sólo se puede entrar con la “clave” del misterio pascual. “Para poder percibir la verdadera respuesta al “por qué” del sufrimiento, tenemos que volver nuestra mirada a la revelación del amor divino… en la cruz de Jesucristo” (SD 13). “Mirando” con amor a Cristo crucificado (cfr. Jn 19,37), se aprende a transformar el dolor en donación y la debilidad en fuerza que renueva la creación y la historia. Cuando se sufre con Cristo, “la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad” (2Cor 12,9).

Cooperar con Cristo a la redención del mundo

Cristo, con su redención, asumió el dolor humano, haciéndolo su “complemento” (Col 1,24). Gracias a él, el sufrimiento, transformado en amor, es “una fuente de fuerza para la Iglesia y para la humanidad” (SD 31). A la luz de la fe, “sufrir significa hacerse particularmente receptivos, particularmente abiertos a la acción de las fuerzas salví­ficas de Dios, ofrecidas a la humanidad en Cristo” (SD 23). “Cristo, sufriendo, ha tocado con su cruz las raí­ces mismas del mal las del pecado y las de la muerte” (SD 26). Jesús resucitado es la señal escatológica de la victoria sobre el dolor y la muerte.

Entre los medios de cooperación misionera, hay que acentuar el valor del sufrimiento ofrecido en unión con Cristo. Por este ofrecimiento, “los enfermos se hacen también misioneros” (RMi 78). El sufrimiento tiene el valor de fecundidad apostólica y de “maternidad” eclesial (cfr. Jn 16,21-23; Gal 4,19.26). Por esto, “la Iglesia siente necesidad de recurrir al valor de los sufrimientos humanos para la salvación del mundo” (SD 27).

Referencias Cruz, esperanza, martirio, Misterio pascual, muerte, pasión, Providencia divina, redención, sacrificio, salud-sanidad, unción de los enfermos.

Lectura de documentos SD (todo); DM 7-8; DeV 38-41.

Bibliografí­a M. ANTOLI, El valor educativo del sufrimiento, un aspecto importante para su comprensión Anales Valentinos 22 (1996) 207-222; J.M. CABODEVILLA, La impaciencia de Job. Estudio sobre el sufrimiento humano ( BAC, Madrid, 1967); E. CANONICI, Dolore che salva (Ediz. Porziuncola 1992); C. CARRETTO, Perché Signore?, Il dolore… (Brescia, Morcelliana, 1985); J. ESQUERDA BIFET, La fuerza de la debilidad ( BAC, Madrid, 1993); J. GALOT, Pourquois la souffrance? (Louvain, Sintal, 1984); G. GUTIERREZ, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente (Salamanca, Sí­gueme, 1986); K. KITAMORI, Teologí­a del dolor de Dios (Salamanca, Sí­gueme, 1975); I. LARRAí‘AGA, Del sufrimiento a la paz (Madrid, Paulinas, 1985); J. MOLTMANN, El Dios crucificado (Salamanca, Sí­gueme 1975).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

¿Por qué existe el dolor? ¿Cuál es su origen? La Biblia asocia la existencia del dolor al pecado original, como una consecuencia del mismo (Gén 3,1619). Lo siguió considerando en el A. T. como castigo por los pecados personales o de los antepasados. Pero ésta no es una solución adecuada. Hay sufrimientos de hombres justos cuyo origen no está ni en los pecados propios (que no existen), ni en la culpabilidad ajena (cf. el libro de Job). El sufrimiento y el dolor tienen una función expiatoria y salvadora en el Siervo de Yahvé, cargado con los pecados de los hombres (cf. Is 53). El N. T. no excluye que el dolor sea un castigo por el pecado (Lc 13,1-5; Jn 5,14), pero nos ofrece la única solución al dolor, que, de alguna manera, puede tranquilizar y que se encuentra plenamente justificada en la vida de Jesús. Jesús es el verdadero Siervo de Yahvé, entregado al dolor y a la muerte, como medios obligados para salvar al mundo. Como si la misión de Jesucristo fuera esencialmente sufrir y morir (Mt 16,21; Mc 8,31; Lc 9,22; Jn 18,11). Jesús, pues, redime a los hombres a través del dolor (Mc 10,45; 14,22-25; Lc 22,17-20). El dolor precede a la gloria (Lc 24,26). Los que siguen a Jesús tendrán también que sufrir como El (Mc 8,34-38; 10,38; Lc 9,23-24; 14,27): renuncias (Mt 10,24-42), persecuciones (Mt 10,31; Mc 13,11-13; Jn 12,24; 15,18-21), sufrimientos terribles (Jn 16,20-22). Este dolor, que también, como en Cristo, tiene una fuerza purificadora y redentora y que es como una continuación del dolor de Cristo (2 Cor 1,3-6; Flp 3,10), se tornará también en bienaventuranza y alegrí­a (Mt 5,10-12; Lc 6,22-23; Jn 16,20-23). Se explica, pues, que San Pablo presente el dolor como un don especialí­simo y como un gran honor, ya que, a través de él, el hombre se hace semejante a Jesucristo (2 Cor 4,10; Flp 3,10; Gál 6,14). —> .

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

El dolor es una sensación desagradable como consecuencia de un mal corporal o bien de un estado de profunda infelicidad debida a la imposibilidad de satisfacer las necesidades y las aspiraciones personales, o a la privación de lo que procura placer, o a las desventuras que caen sobre una persona.

El dolor es personal, porque tiene la misma extensión que la corporeidad y es percibido de ese modo (aspectos psicosomáticos). Mueve a mirar cara a cara la propia situación existencial para asentir a ella y asumir con el propio consentimiento libre el destino mortal al que estamos llamados. A lo largo de la existencia el dolor puede tener también un aspecto funcional. Sin embargo, lo que hay que evitar es un dolorismo injustificado, ya que es contrario al proyecto de Dios y es capaz de llevar al individuo hacia formas de grave autodestrucción. El dolor puede conducir a la desesperación, pero puede convertirse también en un lugar privilegiado por la pedagogí­a divina para una profunda comprensión de sí­ mismo y de los demás. Desde el punto de vista filosófico el dolor de los inocentes ha sometido al pensamiento humano a una dura prueba. En la Biblia el dolor es la consecuencia del orgullo del hombre, que no ha reconocido a Dios y ha incurrido en pecado (Gn 3,14). El dolor interpela a la existencia humana: los profetas no pueden comprender la fortuna de los impí­os, y los justos perseguidos se creen olvidados por Dios.

Progresivamente los profetas y los sabios van entrando en el misterio del dolor. Se descubre el valor purificador del sufrimiento y se aprende a recibir en el dolor la revelación de un designio divino: “Ahora te han visto mis ojos” (Job 42,1 -6). En la pasión de Cristo el dolor adquiere un significado absolutamente nuevo. Es el camino real, ya que “la pasión basta por sí­ sola para dar una dirección segura a toda nuestra vida” (Expos. irt 5ymb., a. 3, n. 919). “Para que ningún género de muerte asustase al hombre que vive rectamente, fue oportuno demostrarlo con la cruz de Cristo” (5. Th. III, q. 46, a.4).

Unidos en la experiencia con Cristo, los creyentes se configuran a él (Flp 3,10) y llevan siempre y por todas partes los sufrimientos de Jesús, para que se manifieste en ellos su vida (2 Cor 4, 10).
B. Marra

Bibl.: J. Moltmann, El Dios crucificado, Sí­gueme Salamanca 1975; K. Kitamori, Teologí­a de1 dolor de Dios, Sí­gueme, Salamanca 1975; J M. Cabodevilla, La impaciencia de Job. Estudio sobre el sufrimiento humano, BAC, Madrid 1967; AA.VV.Sufrimiento. vfe cristiana, en Concilium 1 19 (1976).

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Sensación molesta y aflictiva, más o menos intensa, de una parte del cuerpo; también, aflicción y congoja que se padece en el ánimo.
Los humanos han experimentado dolor mental, emocional y fí­sico debido a diferentes causas: trabajo agotador al cultivar el suelo maldecido (Gé 3:17-19; 5:29), injurias (Pr 15:1), insensibilidad de otros a pesar del bien que se les ha mostrado (Ro 9:2), enfermedad y otras adversidades (Job 2:13; 16:6). También han sido causa de dolor situaciones —bien reales o fruto de una visión— que han tenido un impacto pavoroso o aterrador. (Sl 55:3, 4; Isa 21:1-3; Jer 4:19, 20; Eze 30:4, 9; véase también DOLORES DE PARTO.)

†˜No habrá más dolor.†™ Aunque resulta desagradable, la sensación fí­sica de dolor cumple un buen propósito: alertar a una persona del peligro de daño corporal, permitiéndole reaccionar para evitar males mayores. Por lo tanto, el cumplimiento de la promesa de Dios de que †˜no existirá ya más dolor†™ (Rev 21:4) no puede significar que los humanos se harán insensibles al dolor o serán incapaces de experimentarlo. Más bien, el dolor mental, emocional y fí­sico que ha resultado del pecado y la imperfección (Ro 8:21, 22) †˜no será más†™ en el sentido de que se quitarán sus causas (como la enfermedad y la muerte). El que la perfección fí­sica no requiere en sí­ la ausencia absoluta de dolor se ve por el hecho de que aun Jesús, un hombre perfecto, experimentó dolor fí­sico y emocional en su muerte y ante la insensibilidad de aquellos a quienes ministraba. (Mt 26:37; Lu 19:41.) Incluso se predijo que serí­a un †œhombre […] para dolores†. (Isa 53:3.) Al curar a los †œangustiados por diversas dolencias y tormentos† (Mt 4:24), Jesús cargó con los dolores de otros. (Isa 53:4.)

Uso figurado. Las Escrituras se refieren a menudo al dolor en un sentido figurado. Dependiendo del contexto, puede denotar trabajo duro (Pr 5:10) o un temor saludable y respeto sobrecogedor a Jehová Dios. (1Cr 16:30; Sl 96:9; 114:7.) Cuando las aguas, las montañas y la tierra se hallan en estado de agitación, se dice que están en dolor. (Sl 77:16; 97:4; Jer 51:29; Hab 3:10.) Jehová consideró que el infiel reino de Judá tení­a un dolor incurable que lo amenazaba con la muerte. (Jer 30:15.)
Los dolores también pueden estar relacionados con una circunstancia angustiosa. El apóstol Pedro escribió con referencia a Jesucristo: †œDios lo resucitó desatando los dolores de la muerte, porque no era posible que él continuara retenido por ella†. (Hch 2:24.) Si bien es cierto que los muertos no se hallan en estado consciente, la muerte no deja de ser una circunstancia angustiosa y amarga tanto por el dolor que ocasiona antes de consumarse, como por la inactividad e inmovilidad que sufre la persona que la padece. (Compárese con Sl 116:3.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. lupe (luvph, 3077), significa dolor, tanto corporal como mental. Se traduce “dolor” solo en Joh 16:21, del dolor de una mujer al dar a luz. Véanse MOLESTIA, TRISTEZA. 2. odune (ojduvnh, 3601), dolor, un dolor consumidor, angustia, tanto si es corporal como mental. Se usa de esto último en Rom 9:2, del dolor del apóstol por sus hermanos según la carne, los judí­os; y en 1Ti 6:10: Cf. DOLER, Nº 1.¶ 3. ponos (povno”, 4192), denota: (a) labor, esfuerzo (Col 4:13, en los mejores mss.; algunos tienen zelos, celo, traducido “solicitud”); (b) la consecuencia del trabajo, esto es, angustiosa fatiga, sufrimiento, dolor, y que se traduce “dolor” (Rev 16:10,11; 21.4). Véase SOLICITUD.¶ 4. odin (wJdivn, 5604), dolor de parto, relacionado con odino; véase DOLER, Nº 3. Se traduce “dolores” de manera metafórica (Mat 24:8 y Mc 13.8); comparativamente (1Th 5:3; Act 2:24).¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Un sentido especial, independiente del tacto, con sus propios receptores profundamente incrustados en la piel. Su función es protectora; a causa de su destrucción en la lepra, a menudo las personas que padecen esta enfermedad pierden accidentalmente dedos de las manos y de los pies sin notarlo. La calidad del dolor es afectado profundamente en su paso a través del cerebro. La sensibilidad del dolor depende mucho de la memoria y de la anticipación. Las drogas tales como la morfina funcionan eliminando la ansiedad, no el dolor. El dolor no se siente en períodos de tensión emocional cuando no serviría a un propósito útil.

Son contados los casos en que el dolor falla en advertir enfermedades o peligros, o que se sienta agudamente si no es de beneficio. En esto como en otras cosas, la constitución del ser humano no es perfecta; él está sujeto a «vanidad» (cf. Eclesiastés y Ro. 8:20).

El dolor puede ennoblecer (p. ej., Hch. 5:41) o amargar. El cristiano debería pensar en él no, primeramente, como el resultado del pecado, sino como una oportunidad para que Dios muestre su poder (cf. Jn. 9:2) dando la victoria sobre el resentimiento, la frustración, desaliento, etc.

BIBLIOGRAFÍA

V.C. Medvei, The Mental and Physical Effects of Pain; Disabilities and how to live with them; T.J. Hardy, The Gospel of Pain and The Voice from the Valley.

R.E.D. Clark

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (190). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología