EDEN

v. Paraíso
Gen 2:8 Jehová Dios plantó un huerto en E, al
Gen 3:23 y lo sacó Jehová del huerto del E, para
Eze 28:13 en E, en el huerto de Dios estuviste
Eze 36:35 ha venido a ser como huerto del E
Joe 2:3 como el huerto del E será .. delante de él


Edén (heb. ‘Kden, “delicia [placer, deleite]”). 1. Región antediluviana en Oriente donde Dios plantó un jardí­n como lugar para que vivieran Adán y Eva. Entre sus árboles, habí­a 2 especiales: el “árbol de la vida” y el “árbol de la ciencia del bien y del mal”. El fruto del 1o perpetuarí­a la vida del hombre mientras tuviera acceso a él, el 2o fue puesto en el jardí­n para probar su lealtad a Dios. Al abstenerse de tocar el fruto prohibido de este último árbol, el hombre indicaba su disposición a obedecer a su Creador. Sin embargo, como Dios deseaba que el hombre fuera un ser moral libre, le dio la libertad de escoger entre la obediencia y la desobediencia (Gen 2:9, 17). Un rí­o no identificado regaba el jardí­n y se dividí­a en 4 corrientes, de las cuales 3 llevaban el nombre de las regiones por donde corrí­an (vs 10-14). Hasta ahora han sido infructuosos los intentos de ubicar el jardí­n del Edén mediante los nombres de esos rí­os, por cuanto la superficie de la tierra debió haber cambiado mucho su apariencia primitiva con el diluvio, el que habrí­a dejado poco del mundo antediluviano que pudiera reconocerse. Es cierto que los nombres de 2 de esos rí­os, el Hidekel (Tigris) y el Eufrates (Gen 2:14), se han conservado en los 2 rí­os postdiluvianos, pero quizá los 2 poderosos cursos de agua que encontraron los descendientes de Noé (cuando bajaron del monte Ararat al valle de la Mesopotamia) sencillamente les recordara los 2 rí­os antediluvianos, de modo que les dieron a estos rí­os que acababan de descubrir los nombres de aquéllos. En consecuencia, no es posible ubicar la tierra de Edén en el valle de la Mesopotamia sobre la base de los nombres de sus rí­os. Por otro lado, no hay evidencias positivas de que el jardí­n no estuviera ubicado allí­. Del mismo modo, tampoco pueden identificarse los rí­os Pisón y Gihón (Gen 2:11-13), aunque para el 1o se han propuesto el Ganges e Indo en la India, algunos rí­os de Armenia y otros; y el Nilo y otros para el 2o. En tiempos postdiluvianos, Cus era Etiopí­a (ahora Sudán), mientras que no se sabe qué representa Havila; pero la ubicación de estos paí­ses postdiluvianos no tiene ninguna relación con el Edén del mundo prediluvial. Las expresiones “Edén”, “el huerto de Jehová”, “el huerto de Dios” o el “huerto de Edén” (Gen 13:10; ls. 51:3; Eze 28:12; 31:9, 16-18; 36:35; Jl. 2:3) probablemente son referencias al jardí­n del Edén. En tiempos modernos se habla de este jardí­n como del Paraí­so, palabra tomada del persa, que significa “parque”. El término correspondiente en hebreo, pardês (Neh 2:8; Ecc 2:5; Son 4:13), se refiere a bosques o parques. Esta palabra y la persa pairidaéza parecen tener un origen común. Nunca se usa como designación o nombre para el huerto del Edén. El término griego correspondiente (parádeisos) fue usado por los traductores de la LXX en el informe del Génesis para identificar el hogar de nuestros primeros padres. 2. Paí­s en la parte norte de Mesopotamia (2Ki 19:12; etc.). Véase Bet-Edén. 3. Levita de la familia de Gersón en los dí­as de Ezequí­as (2Ch 29:12; 31:15).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

raí­z hebrea, dn, delicias. †œLuego plantó Yahvéh Dios un jardí­n en Edén, al oriente†, se dice en Gn 2, 8. Este sitio llamado E. ha sido imposible de situar, y tal vez signifique estepa, del sumerio edinn. La versión griega de los Setenta lo tradujo como paradeisos, paraí­so. Se dice también que de E. salí­a un rí­o que se dividí­a en cuatro brazos llamados Pisón, Guijón, Tigris y Eufrates, Gn 2, 10-14, de los cuales sólo se conocen los dos últimos. En este jardí­n de E. Dios puso al primer hombre. E. puede ser la ciudad de Bit Adini, mencionada en los textos asirios, a orillas del medio Eufrates, 2 R 19, 12; Is 37, 12; Ez 27, 23; Am 1, 5.

En la Escritura E. se usa como lo contrario de lo estéril, de lo desierto, Is 51, 3. E, también, es el †œjardí­n de Dios†, Ez 28, 13; 31, 9.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., †™eden, deleite).
1. El distrito en el cual el Señor Dios plantó un huerto para el hombre recién creado, Adán. En él crecí­a todo árbol agradable para la vista y bueno para comer, incluyendo el árbol de la vida y el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. Adán y Eva vivieron allí­ hasta que pecaron al comer el fruto prohibido y fueron expulsados (Génesis 2—3). Más adelante las Escrituras mencionan al Edén como una ilustración de un lugar encantador (Isa 51:3; Eze 28:13; Eze 31:9, Eze 31:16, Eze 31:18; Eze 36:35; Joe 2:3).
2. Un Edén mencionado por los asirios como conquista (2Ki 19:12; Isa 37:12; comparar Eze 27:23). La casa de Edén, o Bet-edén (Amo 1:5), probablemente se encontraba cerca de Damasco.
3. Un gersonita que vivió en la época de Ezequí­as y sirvió bajo Coré, el portero de la puerta oriental del templo, en la administración de las ofrendas santas (2Ch 29:12; 2Ch 31:15).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(delicias).

Paraí­so de Adán y Eva: (Gen 2:8). Se cree que estuvo en la región de los rí­os Tigris-Eufrates, en Irak: (cerca de Ur, donde nació Abraham).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Delicias). Nombre de lugares y de una persona del AT.

1. Lugar donde Dios puso a Adán y Eva. Allí­ residieron hasta la †¢caí­da. Fue un huerto plantado por Dios con †œtodo árbol delicioso a la vista y bueno para comer†. También estaban allí­ †œel árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal† (Gen 2:8). De E. salí­a un rí­o que se dividí­a en cuatro brazos (Gen 2:10-14). La responsabilidad de Adán consistí­a en labrar el huerto y guardarlo (Gen 2:15). Ezequiel hace una hipérbole comparando a Faraón con un árbol que llegó a darle envidia a †œtodos los árboles de E.† (Eze 31:1-18). Después de la †¢caí­da, Dios impidió el acceso al huerto (Gen 3:24).

A través de la historia muchos han hecho esfuerzos por identificar el sitio donde se encontraba el E., todos con resultados negativos. Incluso Cristóbal Colón, ante la exuberancia del paisaje americano, creyó haberlo encontrado. Casi siempre se olvida que el †¢diluvio bien pudo hacer imposible esa identificación.

2. Ciudad de Mesopotamia conquistada por los asirios. †¢Rabsaces la menciona en su famosa alocución ante los muros de Jerusalén en dí­as de Ezequí­as (2Re 19:12; Isa 37:12). Ezequiel la menciona entre las que comerciaban con Tiro (Eze 27:23). Se desconoce su ubicación exacta.

. Levita que en tiempos de †¢Ezequí­as trabajó en la limpieza de la casa de Jehová (2Cr 29:12). Era uno de los encargados †œde la distribución de las ofrendas a Jehová y de las cosas santí­simas† que las repartí­an entre sus hermanos (2Cr 31:14-16).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, LUGA BIOG CONS TRIB HOMB HOAT TIPO

ver, DILUVIO, PARAíSO

vet, = “delicias”. (a) El huerto de Edén, donde moraron Adán y Eva durante el espacio de tiempo antes de que pecaran. Allí­ Dios hizo crecer todo árbol placentero a la vista y bueno para comer. Allí­ se hallaban también el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 2:8-15). Un lugar fructí­fero es comparado como el huerto de Edén (Is. 51:3; Ez. 36:35; Jl. 2:3). La caí­da de Faraón, bajo la figura de un árbol exaltado, es mencionada como consoladora para los árboles de Edén, que recibe el nombre de “huerto de Jehová” etc. (Is. 51:3; Ez. 28:13; 31:9, 16, 18). Habiendo sido plantados por Dios, los árboles de Edén se usan en este último pasaje como sí­mbolo de las varias naciones plantadas por Dios en la tierra, siendo Israel el centro (Dt. 32:8). Adán fue puesto en el huerto de Edén para cuidarlo; pero en su caí­da fue echado fuera, y fueron puestos querubines para cerrar el acceso al árbol de vida (Gn. 3:23, 24). Un rí­o salí­a de Edén, que luego se dividí­a en cuatro. Se han hecho muchos intentos de identificarlos, pero han fracasado, lo mismo que los intentos de situar el Paraí­so. Como bien afirma Leupold, “la solución al problema evidentemente está en el hecho de que lo que el relato describe fue realidad en el pasado, aunque no podamos nunca llegar a identificar los dos primeros rí­os. Pero los extensos cambios provocados en la geografí­a terrestre por aquel inmenso cataclismo, el Diluvio, han perturbado totalmente el antiguo orden” (Leupold, H. C.: “Exposition of Genesis”, Baker Book House, Grand Rapids, 1942/1981, vol. 1, p. 124). (Véanse DILUVIO, PARAíSO). (b) Una nación llamada “los hijos de Edén” que moraba en Telasar, territorio conquistado por Asiria. Suministraban a Tiro telas de gran precio (2 R. 19:12; Is. 37:12; Ez. 27:23). Su situación es desconocida. (c) Casa de Edén o Bet-Edén (Am. 1:5). Parece que era una residencia de los reyes de Damasco, probablemente situada en algún lugar placentero. (d) Hijo de Joa, gersonita; posiblemente el mismo que ayudó en la distribución de las porciones (2 Cr. 29:12; 31:15).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[011]

Nombre que se da en el Génesis al Paraí­so. En hebreo Edén es “lugar de gozo” y se alude así­ al lugar de delicias (Gen 2. 8 y 4. 14) en donde Dios colocó al hombre al crearlo “para que lo cultivase” (Gn. 2. 15)

En otros lugares de la Escritura se mantendrá el nombre y el recuerdo: Ex. 36. 35; Joel 2.3; Ecclo. 40. 29; 2 Rey. 19. 12; Is. 37.12; Am. 1.5
La idea hebrea del Paraí­so pasará luego a los cristianos y se identificará con “el lugar celeste” localizado por encima de la tierra. Y pasará al mahometismo con la esperanza de que sea lugar de las delicias celestes para los fieles.

Con el tiempo la idea de local se hará más inmaterial, transcendente y espiritual, superando la sensorialización de vivencias en él y de los antropomorfismos.

Es conveniente tomar muy en serio la esperanza del Paraí­so en la tarea educadora, pues el hombre vive de esperanza y la confianza de que, después de la muerte, hay una vida dichosa en Dios es básica en el cristianismo. Pero es frecuente dejarse llevar por antropomorfismos en la presentación de la “salvación eterna”. En la medida en que el educando se hace capaz de abstraer y descubrir la trascendencia hay que superar la idea de paraí­so fí­sico (músicas, banquete celeste, gozos mundanos) y llegar a la realidad profunda del misterio trascendente. El texto de Jesús: “La vida eterna consiste en conocerte a ti, solo dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú has enviado” (Jn. 17.3) debe ser la referencia final de toda buena educación escatológica.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

—> Paraí­so

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

(Placer).

1. Región en la que el Creador dispuso un parque o jardí­n como hogar original para la primera pareja humana. El que se diga que el jardí­n estaba †œen Edén, hacia el este†, debe indicar que ocupaba solo una porción de la región llamada Edén. (Gé 2:8.) Sin embargo, después se le llama †œel jardí­n de Edén† (Gé 2:15), y en textos posteriores se le denomina †œEdén, el jardí­n de Dios† (Eze 28:13) y †œel jardí­n de Jehovᆝ. (Isa 51:3.)
La Versión de los Setenta tradujo la palabra hebrea para †œjardí­n† (gan) por la palabra griega pa·rá·dei·sos. A este hecho se debe la asociación de la palabra española †œparaí­so† con el jardí­n de Edén.
Génesis 2:15 dice que †œJehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardí­n de Edén†. Estas palabras no significan que la creación del hombre se efectuó fuera del jardí­n, sino simplemente que Dios †˜tomó†™ al hombre en el sentido de que lo formó y creó de los elementos de la tierra, y luego lo dejó en el jardí­n en el que tendrí­a que vivir. La asignación de trabajo del hombre era cultivar y cuidar del jardí­n. Entre los árboles y las plantas de Edén se hallaban todas aquellas especies que embellecí­an el paisaje, así­ como las que proveí­an alimento en amplia variedad. (Gé 2:9, 15.) Este hecho por sí­ solo indica que el jardí­n debió tener una extensión considerable.
Existí­a una gran variedad de vida animal en el jardí­n. Dios puso ante Adán †œtodos los animales domésticos y […] las criaturas voladoras de los cielos y […] toda bestia salvaje del campo†, y una de las primeras tareas de Adán consistió en poner nombre a todos ellos. (Gé 2:19, 20.) Las aguas del rí­o †œque procedí­a de Edén† regaban el suelo de Edén. (Gé 2:10.) El hecho de que el hombre estaba desnudo permite suponer que el clima era templado y agradable. (Gé 2:25.)

¿Qué fue el fruto prohibido de Edén?
El hombre podí­a comer de todos los árboles frutales de Edén †œhasta quedar satisfecho†. (Gé 2:16.) Sin embargo, habí­a un árbol, el †œdel conocimiento de lo bueno y lo malo†, que estaba acotado para la pareja humana. Eva mencionó la prohibición que Jehová habí­a impuesto a su esposo, entendiendo que incluí­a hasta el †˜tocar†™ el árbol, lo que resultarí­a en la pena de muerte por falta de respeto y violación de la ley divina. (Gé 2:17; 3:3.) Las explicaciones tradicionales en cuanto a qué era el fruto prohibido han sido varias. Se ha dicho que es sí­mbolo de las relaciones sexuales, representadas por una †œmanzana†; el mero conocimiento de lo bueno y lo malo, y el conocimiento obtenido al alcanzar la madurez y mediante la experiencia, un conocimiento al que puede darse un buen o un mal uso. No obstante, en vista del mandato divino de †˜ser fructí­feros y hacerse muchos y llenar la tierra†™ (Gé 1:28), es obvio que el fruto prohibido no puede representar las relaciones sexuales. Tampoco puede significar la mera capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, pues para obedecer el mandato de Dios el hombre sin pecado debí­a poder hacer uso de esta distinción moral. Ni tampoco podrí­a referirse al conocimiento obtenido con la madurez, porque no serí­a un pecado por parte del hombre alcanzar este estado, ni serí­a lógico que su Creador le obligara a permanecer en un estado inmaduro.
Las Escrituras no dicen a qué género pertenecí­a el árbol. No obstante, es evidente que el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo simbolizó la prerrogativa divina que se reserva el Creador del hombre de designar lo que es †œbueno† y lo que es †œmalo† para sus criaturas, y luego requerir que se practique lo que se ha declarado bueno y se evite lo que se ha pronunciado malo a fin de permanecer aprobado por Dios, el Gobernante Soberano. (Véase íRBOL.) Tanto la prohibición como la sentencia que se pronunció sobre la pareja desobediente ponen de relieve el hecho de que fue el acto de desobediencia de comer el fruto prohibido lo que constituyó el pecado original. (Gé 3:3.)
Aunque a algunos crí­ticos modernos les extraña la sencillez del relato edénico, deberí­a ser obvio que en aquellas circunstancias era más apropiada una prueba simple. La vida del hombre y la mujer recién creados era sencilla, no estaba complicada y sobrecargada con todos los problemas complejos, las situaciones difí­ciles y la perplejidad que la desobediencia a Dios ha traí­do desde entonces a la raza humana. No obstante, a pesar de su sencillez, la prueba expresa de manera concisa y admirable la verdad universal de la soberaní­a de Dios, así­ como la dependencia y deber del hombre para con El. Y hay que decir que aunque el relato de los acontecimientos ocurridos en Edén es sencillo, su nivel es infinitamente más elevado que aquellas teorí­as que colocan el comienzo del hombre, no en un jardí­n, sino en una cueva, y lo representan como un bruto carente de sentido moral. La sencillez de la prueba puesta en Edén ilustra el principio que declaró milenios más tarde el Hijo de Dios: †œLa persona fiel en lo mí­nimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en lo mí­nimo es injusta también en lo mucho†. (Lu 16:10.)
Sin embargo, es obvio que el propósito del árbol prohibido de Edén no era servir de espina en la carne para la pareja humana, ni fue designado así­ con el fin de plantear un problema o servir de objeto de controversia. Si Adán y Eva hubieran reconocido la voluntad de Dios y respetado sus instrucciones, su hogar jardí­n no se habrí­a perdido y seguirí­a siendo un lugar de placer y deleite. El registro muestra que fue el adversario de Dios quien impuso ante la humanidad la cuestión y la controversia sobre el árbol, junto con la tentación de violar el mandato de Dios. (Gé 3:1-6; compárese con Rev 12:9.) El que Adán y Eva ejercieran su libre albedrí­o para rebelarse contra la legí­tima soberaní­a de Dios les llevó a la pérdida del Paraí­so y de la bendición de vivir dentro de sus confines. Como consecuencia aún más grave, perdieron la oportunidad de comer de otro de los árboles de Edén, el que representaba el derecho a la vida eterna. El relato dice que Jehová †œexpulsó al hombre, y al este del jardí­n de Edén apostó los querubines y la hoja llameante de una espada que continuamente daba vueltas para guardar el camino al árbol de la vida†. (Gé 3:22-24.)

Ubicación de Edén. La ubicación original del jardí­n de Edén es conjetural. El medio principal de identificar su emplazamiento geográfico es la descripción del rí­o †œque procedí­a de Edén†, y que más tarde se dividí­a en cuatro †œcabeceras† y daba lugar a los rí­os llamados Eufrates, Hidequel, Pisón y Guihón. (Gé 2:10-14.) El Eufrates (heb. Peráth) es bien conocido, e †œHidequel† es el nombre que se usaba para el Tigris en las inscripciones antiguas. (Compárese también con Da 10:4.) Sin embargo, no se han identificado los otros dos rí­os, el Pisón y el Guihón. (Véanse CUS núm. 2; HAVILí núm. 1.)
Calvino y Delitzsch, entre otros, situaron Edén cerca de la cabecera del golfo Pérsico, en la Baja Mesopotamia, donde los rí­os Tigris y Eufrates se hallan más cerca uno del otro, y creyeron que el Pisón y el Guihón eran canales que uní­an esos dos rí­os. No obstante, si ese fuera el caso, el Pisón y el Guihón serí­an tributarios más que ramificaciones de una fuente original. El texto hebreo favorece más bien una ubicación en la región montañosa que se halla al N. de las llanuras de Mesopotamia, la zona donde hoy dí­a nacen los rí­os Tigris y Eufrates. The Anchor Bible (1964) dice en sus notas sobre Génesis 2:10: †œEn heb[reo] la desembocadura del rí­o se llama †˜fin†™ (Jos XV 5, XVIII 19); por eso el plural de ro´s, †˜cabeza†™, debe referirse aquí­ al curso alto. […] Este último uso está bien atestiguado por la palabra afí­n ac[adia] resu†. El que en la actualidad los rí­os Tigris y Eufrates no procedan de la misma fuente y no sea posible identificar con seguridad al Pisón y al Guihón tal vez se deba al diluvio del tiempo de Noé, que debió alterar la topografí­a terrestre de forma considerable, al rellenar las cuencas de algunos rí­os y crear otros.
La ubicación tradicional del jardí­n de Edén es una zona montañosa que se halla a unos 225 Km. al SO. del monte Ararat y a unos cuantos kilómetros al S. del lago Van, en la parte oriental de la Turquí­a moderna. Es posible que Edén haya estado rodeado por una barrera natural, quizás de montañas, pues el registro indica que se colocaron querubines tan solo al E. del jardí­n, por donde habí­an salido Adán y Eva. (Gé 3:24.)
Se supone que después del destierro de Adán del jardí­n paradisiaco, estarí­a habitado solo por animales y crecerí­a en él abundante vegetación, pues no habí­a nadie que †œlo cultivara y lo cuidara†. Centenares de años más tarde, las agitadas aguas del Diluvio hicieron desaparecer el jardí­n de Edén, por lo que su ubicación llegó a ser desconocida. La única constancia que quedó de su existencia fue la del registro divino. (Gé 2:15.)

2. Importante centro comercial, mencionado junto con Harán y Cané, que suministraba a Tiro sobre todo prendas de vestir suntuosas, alfombras y sogas. (Eze 27:23, 24.) Se cree que es una forma abreviada del nombre Bet-edén, referido en Amós 1:5. †œLos hijos de Edén† se cuentan entre los habitantes de lugares que conquistaron las fuerzas asirias (2Re 19:12; Isa 37:12), y algunos piensan que este Edén (Bet-edén) era el pequeño distrito de Bit-adini, situado a la altura del curso medio del rí­o Eufrates. (Véase BET-EDEN.)

3. Uno de los levitas que respondió al llamamiento del rey Ezequí­as para efectuar reformas; fue asignado a trabajar bajo Qoré, †œel portero al oriente†, en la distribución de las contribuciones santas a las divisiones sacerdotales. (2Cr 29:12; 31:14, 15.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. Nombre del levita o los levitas que compartieron las reformas de Ezequías (2 Cr. 29.12; 31.15).

2. Un lugar que comerciaba con Tiro, asociada con Harán y Cane (Ez. 27.23). Esta Edén y su pueblo son idénticos al Bet-edén (casa de Edén) de Am. 1.5 y a los “hijos” de Edén de 2 R. 19.12; Is. 37.12, los que, a su vez, comprenden la provincia asiria (y anteriormente reino) de Bit-Adini entre Harán y el Éufrates en Carquemis. Véase además * Telasar, * Bet-edén, y la literatura mencionada allí.

K.A.K.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico