EPICUREOS

Act 17:18.


Epicúreos (gr. Epikouréioi). Seguidores de una escuela de filosofí­a originada por Epicuro y sus discí­pulos. Epicuro (“ayudador”), nacido en el 342/41 a.C. de padres atenienses, probablemente en la isla de Samos, mostró interés por la filosofí­a a los 14 años. Después de haber estudiado con varios filósofos, comenzó una escuela propia, primero en Mitilene, más tarde en Lampsacus, y finalmente en Atenas. Aquí­, durante 36 años (hasta el momento de su muerte acaecida en el 261/70 a.C.) enseñó en su propia casa con su famoso jardí­n. Era muy venerada y tení­a un gran número de alumnos y seguidores, entre ellos, mujeres. Escribió numerosas obras (se dice que un total de 300 rollos), la mayorí­a de las cuales se a perdido. No creí­a en un dios creador, pero consideraba que toda la naturaleza estaba compuesta por átomos, que podí­an cambiar, aunque en sí­ mismos eran eternos. De acuerdo con Epicuro, no hay vida después de la muerte, ya que el cuerpo regresa a sus átomos originales. Admití­a la existencia de dioses, pero no creí­a que tuvieran un papel importante en los asuntos humanos ni se interesó en ellos. Apuntaba a obtener el mayor “placer” -que entendí­a como estar libre de dolor (imperturbabilidad)-, y a desterrar el temor y la superstición. Sin embargo, por placeres él no quiere decir el goce de los sentidos ni el carnal, como se a supuesto erróneamente; consideraba la ética y la moral como de un orden superior al conocimiento. Los miembros de este grupo filosófico le dieron la oportunidad para que Pablo expusiera sus enseñanzas, pero rechazaron su mensaje después de oí­rlo, ya que ellas eran radicalmente diferentes de sus propios conceptos (Act 17:18-32). Bib.: N. W. DeWitt, Epicurus and His Philosophy [Epicuro y su filosofí­a] (Minneapolis, Minn., 1954); A. J. Festugiere, Epicurus and His Gods [Epicuro y sus dioses] (Oxford, 1955).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

seguidores del filósofo griego Epicuro, 341-370 a. C. Este fundó en Atenas una escuela llamada el Jardí­n, donde se cultivaba la amistad.

Epicuro profesaba el atomismo y el materialismo y por lo tanto, negaba la inmortalidad del alma. Su filosofí­a consistí­a en buscar la felicidad, que consistí­a en llegar a la ataraxia, es decir, la tranquilidad, la serenidad, mediante el hedonismo, esto es, en el placer medido y ponderado, y la eliminación del temor a los dioses y a la muerte. Es una doctrina decadente, individualista, pues el hombre, para encontrar la ecuanimidad, debe renunciar a la familia, alejarse de la sociedad y de la polí­tica. En la época en que el apóstol Pablo visitó Atenas, estaba en boga esta doctrina, lo mismo que la estoica, y con sus seguidores trabó conversación, los cuales lo llevaron al Areópago, donde dijo su discurso, Hch 17, 18-34.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Seguidores de Epicuro, filósofo griego que vivió en 341-270 a. de J.C. Enseñaba que la verdadera realidad es la naturaleza antes que la razón; no existe nada aparte de los átomos y el vací­o, es decir, la materia y el espacio.

El propósito principal del hombre es lograr la felicidad. Tiene libre albedrí­o para planear y vivir una vida de placer. Epicuro le dio el más amplio alcance al asunto del placer, interpretándolo como la evasión del dolor, así­ que el mero hecho de disfrutar de buena salud serí­a un placer. Para el filósofo se halla el mayor gozo en las actividades mentales e intelectuales, pero para las almas menores las metas de satisfacción sensual logran el mayor placer. Es así­ que no se mantuvieron las altas normas del fundador y la filosofí­a se ganó una mala reputación. Estaba ampliamente difundida en la época de Cristo. Pablo se topó con ella en Atenas cuando se encontró con los filósofos de aquella ciudad (Act 17:16-33). No les causaba buena impresión sus enseñanzas acerca de la creación, el juicio y la resurrección, ya que la filosofí­a epicureana negaba todas estas doctrinas.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Filósofos seguidores de Epicuro. Senalaban la meta del hombre alcanzar la felicidad en la tierra. Negaba la existencia después de la muerte, Hec 17:16-33.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Pertenecientes a la escuela filosófica fundada por Epicuro, que nació en la isla de Samos en el año 341 a.C. Cuando Pablo visitó †¢Atenas por primera vez †œalgunos filósofos de los e. y de los estoicos disputaban con él† (Hch 17:18). Estas escuelas eran las más populares entonces en aquella ciudad. En la teorí­a del conocimiento de los e. los sentidos eran la única fuente de certeza, importando en última instancia lo que ellos nos dijeran. El fin de la vida del hombre era la búsqueda de la felicidad. Y como sólo los sentidos nos muestran la verdad, la felicidad habí­a que buscarla a través de éstos. Esto conducí­a a los e. a un sensualismo que luego degenerarí­a a dimensiones que no fueron los originalmente propuestos por Epicuro. El alma, para ellos, no era substancialmente diferente del cuerpo. Por lo tanto, todo terminaba con la muerte, de la cual no habí­a que tener miedo, puesto que no habí­a responsabilidad posterior para el hombre frente a los dioses, los cuales no existí­an, o si existí­an estaban muy lejos de los asuntos humanos, sin intervenir nunca en la historia. Era natural, entonces, su reacción negativa ante el mensaje del apóstol Pablo sobre la resurrección y el juicio venidero (Hch 17:32).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, ESCU

vet, Una escuela de filósofos que derivaban su nombre de Epicuro, que habí­a tenido su “jardí­n” en Atenas. Su teorí­a era que el objetivo de la vida humana debí­a ser el de experimentar emociones placenteras, y que el epí­tome de la felicidad era la tranquilidad apacible de la mente. Su clave era la experiencia, no la verdad. Pablo intentó hacer volver el pensamiento de los atenienses de sus filosofí­as inventadas, y de sus í­dolos hechos de manos, al Dios único y verdadero (Hch. 17:18).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Seguidores del filósofo griego Epicuro (341-270 a. E.C.).
La filosofí­a de Epicuro floreció durante siete siglos. Giraba alrededor de la idea de que el placer personal es el mayor o único bien en la vida. Por lo tanto, Epicuro propugnaba vivir de tal modo que se pudiese conseguir el mayor placer durante la existencia, haciéndolo, no obstante, con moderación, a fin de evitar el sufrimiento que proviene de abusar de tales placeres. Se realzaban los placeres del espí­ritu más bien que los fí­sicos. Por lo tanto, según Epicuro, es más importante con quién se come, que lo que se come. Se debí­an suprimir los deseos innecesarios y sobre todo los que se producen de manera artificial. Se desaconsejaba la educación seglar, la cultura y la civilización, así­ como la participación social o polí­tica, puesto que estas cosas podí­an hacer surgir deseos difí­ciles de satisfacer y, como consecuencia, perturbar la paz del espí­ritu. Tan solo se buscaba el conocimiento para liberarse de supersticiones y temores religiosos, siendo el temor a los dioses y el temor a la muerte, los dos principales que debí­an eliminarse. Epicuro creí­a que el matrimonio y todo lo que lo acompaña eran una amenaza para la paz del espí­ritu, por lo que vivió una vida célibe, aunque no impuso esta restricción a sus seguidores.
Esta filosofí­a se caracterizó por una ausencia total de principios. Se aconsejaba no violar la ley solo por la vergüenza que pudiera acarrear el ser descubierto y castigado. El vivir con el temor a ser descubierto y castigado restarí­a placer, de modo que no era prudente cometer un mal, ni siquiera en secreto. Para los epicúreos, la virtud en sí­ misma no tení­a valor, y solo era de provecho como medio para obtener felicidad. Se recomendaba la reciprocidad, no porque fuera lo correcto y lo noble, sino por sus buenos resultados. Se fomentaba la amistad por las mismas razones egoí­stas, es decir, el placer que podí­a producir. Aunque la búsqueda del placer era el punto central de la filosofí­a, paradójicamente Epicuro se refirió a la vida como un †œdon amargo†.
Los epicúreos creí­an en la existencia de dioses, pero pensaban que, como todo lo demás, estaban hechos de átomos, aunque de composición más refinada. También pensaban que los dioses estaban demasiado lejos de la Tierra como para tener algún interés en lo que el hombre hací­a, por lo que no era de ningún provecho orarles o hacerles sacrificios. Creí­an que los dioses no habí­an creado el universo, ni castigaban ni bendecí­an a nadie; sin embargo, estos dioses eran completamente felices, y esta era la meta que los seres humanos debí­an alcanzar durante su vida. No obstante, insistí­an en que los dioses no podí­an ayudar a nadie en este respecto. Afirmaban que la vida llegó a existir por accidente en un universo mecánico y que la muerte termina con todo, al liberar al individuo de la pesadilla de la vida. Aunque se creí­a que el hombre tení­a un alma, se pensaba que esta se componí­a de átomos y que se disolví­a con la muerte del cuerpo, tal como se derrama el agua de un jarrón que se rompe.
A la luz de lo ya mencionado, se comprende muy bien que hubiera filósofos epicúreos entre aquellos que polemizaban con Pablo en el mercado de Atenas, y que dijeran: †œ¿Qué es lo que este charlatán quisiera contar?†. †œParece que es publicador de deidades extranjeras.† (Hch 17:17, 18.) La filosofí­a de los epicúreos, con su idea: †œComamos y bebamos, porque mañana hemos de morir†, negaba la esperanza de la resurrección que enseñaban los cristianos en su ministerio. (1Co 15:32.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Adherentes del filósofo griego Epicuro (341–270 a.C.). Él fundó una comunidad en Atenas en la que condenaba el exceso y enseñaba una manera simple de vivir. Criticaba la ambición y aconsejaba el retiro del mundo. Los dioses no eran seres sobrenaturales, controlando la naturaleza desde fuera. El alma es una sustancia corporal. La felicidad y la ausencia de dolor son los principales fines de la vida. Los sentimientos son la piedra angular de la conducta (cf. 1 Co. 15:32). El judaísmo rabínico usó el nombre como un sinónimo para el materialismo o la infidelidad. El hedonismo de Bentham es una versión moderna de la enseñanza epicúrea.

Richard E. Higginson

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (210). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Algunos de los filósofos con quienes se encontró Pablo en Atenas (Hch. 17.18) eran de esta escuela, cuyo discípulo más conocido es el poeta romano Lucrecio. El fundador, Epicuro, nació en 341 a.C. en la isla de Samos. Sus primeros estudios bajo Nausifanes, discípulo de Demócrito, le enseñaron a considerar al mundo como el resultado del movimiento casual y la combinación de partículas atómicas. Vivió por un tiempo en el exilio y la pobreza. Gradualmente reunió alrededor de sí un núcleo de amigos y comenzó a enseñar sus doctrinas características. En 306 se estableció en Atenas en el famoso “Jardín”, que se convirtió en la sede de la escuela. Murió en el 270 tras grandes sufrimientos provocados por una dolencia interna, pero con paz interior.

Las experiencias del fundador, unidas a la general incertidumbre de la vida en los últimos siglos antes de Cristo, proporcionaron un marco particular a las enseñanzas epicúreas. Todo el sistema tiene un fin práctico, el logro de la felicidad mediante una serena objetividad. El atomismo de Demócrito eliminaba todo temor a la intervención divina en la vida o al castigo después de la muerte; los dioses siguen a la perfección la vida de serena objetividad y no intervienen para nada en la existencia humana, y la muerte ocasiona la dispersión final de los átomos de que estamos constituidos.

Los epicúreos encontraban satisfacción en la limitación del deseo, y en los goces y consuelos de la amistad. La búsqueda de los placeres extravagantes que le dan a la palabra “epicúreo” su connotación moderna es una perversión posterior originada en la búsqueda de la felicidad que los caracterizaba.

Es fácil ver por qué los epicúreos encontraban extraña la enseñanza de Pablo sobre la resurrección, además de inaceptable. Los rabinos judíos usan la palabra apipôrôs para referirse al que niega la vida después de la muerte, y posteriormente como sinónimo de “infiel”.

Bibliografía. J. Ferrater Mora, “Epicúreo”, Diccionario de filosofía, 1982, t(t). II, pp. 953–957; J. Leipoldt, W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973, t(t). I, pp. 361–366.

Usener, Epicurea, 1887; A. J. Festugiere, Epicurus and his Gods, trad. ing. 1955; N. W. de Witt, Epicurus an his Philosophy, 1954.

M.H.C.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico