EPISTEMOLOGIA
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Es la rama de la Filosofía que trata del conocimiento en general. Suele incluirse luego en su campo la Lógica, la Crítica, la Dialéctica, la Apologética, la Metodología, en cuanto estas ramas filosóficas tratan del conocer en diversos modos diferentes: coherencia, conformidad con la realidad, polémica, defensa, sistematización. La epistemología implica una visión general del conocer.
También hay una dimensión religiosa en la Epistemología, en cuanto abarca los conocimientos religiosos y trata de dilucidar dónde están los limites de ese conocer humano cuando tiene por objeto hechos o misterios divinos. Se trata de delimitar el grado de objetividad y realidad que también exigen los conocimientos religiosos y cómo se puede hacer para evitar el error o la confusión.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
La epistemología es la ciencia de la naturaleza y posibilidades del conocimiento. La epistemología religiosa es la ciencia del conocimiento religioso. La relación de los conceptos de pensamiento con la realidad religiosa y de conocimiento religioso con el conocimiento en general, son cuestiones de la filosofía y teología contemporáneas. En la mesa de las discusiones se encuentran preguntas tales como: ¿En qué sentido es la teología una ciencia? ¿Es el conocimiento cristiano de Dios una forma de conocimiento en general (aunque en una forma especial), o tiene validez por sí mismo? ¿Existe una fuente única, y/o un criterio único en el conocimiento cristiano? Estas preguntas exigen una definición del conocimiento basada en el derecho de la religión a reclamar un nivel de conocimiento para sus afirmaciones, y basado sobre la validez de la declaración cristiana de un conocimiento distintivo de Dios por sobre cualquier otra religión en el mundo.
- Términos bíblicos. La Biblia no presenta sistemáticamente una teoría del conocimiento, por lo que excluye muchas teorías e implica una de su propia elaboración. Su enfoque no es abstracto y especulativo, sino ético-religioso (cf. Gn. 2:17; Jn. 8:32). Su marco de referencia es Dios como Verdad (cf. Jn. 1:1, donde el Logos se identifica con la divinidad), el universo como una creación racional (cf. Gn. 1–2), y el hombre como el único portador de la imagen divina (Gn. 1:26). El Logos es la fuente de todo conocimiento, no simplemente del conocimiento de Dios (Jn. 1:4, 9). Todo conocimiento por lo tanto, en algún sentido tiene el carácter de revelación. La razón humana está divinamente diseñada como un instrumento para su comprensión.
El hombre está en una perpetua relación con Dios, con los demás y con el mundo. Su conocimiento natural de Dios brota de una relación inmediata a través de la conciencia, no simplemente por inferencia de la naturaleza y de la historia en la que el creador también se ha revelado (Sal. 19, Ro. 1–2).
El problema del conocimiento nunca se enfoca en la Escritura simplemente a través de un análisis del conocimiento humano. El hombre, el conocedor, es un ser condicionado por la voluntad y las emociones así como por el pensamiento. De la misma manera como la verdad y la bondad están unidas en la naturaleza divina, así, el conocimiento existe con un propósito de obediencia espiritual y moral. Las Escrituras enfatizan este punto en frases que pueden sonar extrañas a los lectores modernos a causa de la influencia filosófica griega sobre Occidente. Ellas no hablan simplemente de conocer la verdad, sino de hacer la verdad (cf. Jn. 3:21; Gá. 3:1; 1 Jn. 1:6, 7; 2:8–11; 2 Jn. 4; 3 Jn. 3). El hombre fue hecho en la creación divina para una obediencia y compañerismo espiritual.
Aunque inmediatamente relacionado a Dios mediante la conciencia, y confrontado continuamente en la naturaleza y la historia con la revelación de la existencia de Dios, el hombre caído busca constantemente suprimir la idea de Dios (Ro. 1:18ss.) y distorsiona ésta para su propio disfrute y conveniencia en el pecado. Las Escrituras no enseñan que el hombre, en tanto que es pecador, tiene un conocimiento confiable de Dios únicamente basado en la revelación general; en lugar de ello, aunque enfatizan el hecho de la revelación divina general, desnudan la ceguera del hombre en su pecado y la realidad de una revelación especial redentora dirigida a él. En vista de la rebelión moral del hombre contra el Creador y su vida en pecado, su restauración al conocimiento verdadero y a la comunión con Dios es una obra de la gracia divina. La revelación Escritural del amor redentor objetivamente revela la naturaleza y propósito de Dios, manteniendo simultáneamente la perspectiva de la remisión de los pecados. Ontológicamente, el punto más alto de esa revelación especial es Jesús de Nazaret; epistemológicamente, las Sagradas Escrituras.
En un impresionante cambio de vocabulario, la Biblia emplea el término «conocer» (hebreo, yādaʿ; griego, ginōskō) para referirse a la intimidad más personal en la relación entre seres humanos, por ejemplo en la relación sexual entre el hombre y su esposa (Gn. 4:1, 17, 23; Mt. 1:25) y también para hablar de la comunión personal con Dios, privilegio del pecador redimido (Jn. 14:7; 17:3).
- Cuestiones relacionadas. La imago Dei, rota por el pecado, pero no destruida, sobrevive en cada vida humana como punto de contacto para el evangelio, el Dios de la creación y de la redención (Jn. 1:3, 14). Pero la rebelión del hombre contra Dios llega a ser más pronunciada a medida que la interpretación de la vida y de la existencia se formaliza desde un punto de vista de pecado y de rebelión. Como sistemas de pensamiento, las grandes religiones y filosofías deben observarse no simplemente como inadecuadas sino como falsas. El énfasis del cristianismo como la religión verdadera contrasta con el hecho de que el platonismo, aristotelismo, hegelianismo y otros, como sistemas de pensamiento, bosquejan falsos dioses. Sin embargo, en algunos sentidos, incluso los planteamientos seculares inevitablemente parecen depender de algunas facetas de la ideología bíblica (incluso las exposiciones distorsionadas y paganas, el Dios viviente no se ha quedado «sin testimonio», cf. Hch. 17:28), aunque como sistemas especulativos proceden sobre principios antitéticos a la revelación cristiana. No obstante, como personas, los hombres mantienen un punto de contacto con el evangelio en la dañada imago Dei.
La teología contemporánea todavía está afectada por la influencia de la filosofía crítica de Kant, quien excluye el conocimiento cognitivo del mundo sobrenatural, y deriva el contenido del conocimiento exclusivamente de la sensación. En tanto que Kant insiste en que las formas de la razón son innatas, arbitrariamente él rechaza el punto de vista que éstas son creadas divinamente, por lo que ese hombre como portador de la imago Dei está especialmente capacitado para conocer de Dios y de sus obras. Como el teísmo bíblico es verdadero, el hombre no es en último análisis creativo en cuanto al conocimiento. Con todo, el hombre tampoco es pasivo en el conocimiento, sino que fue formado para pensar los pensamientos de Dios.
Presuponiendo algún conocimiento genuino como algo posible o accesible al hombre, enfrentamos la pregunta si este pretendido conocimiento religioso es válido. Como una experiencia de todo el ser, el conocimiento puede encerrar voliciones y sentimientos, pero el elemento cognitivo lo discrimina como intelectual. Aquello que está más allá de nuestro entendimiento conceptual también está más allá de la posibilidad efectiva de transmitirlo a otros; el conocimiento comunicable consiste de juicios que satisfagan la ley de no contradicción. Mientras sea necesaria la distinción entre el conocimiento religioso y el conocimiento en general, una distinción absoluta no está garantizada. El conocimiento es uno; debe satisfacer las pruebas de la consistencia y la coherencia lógicas, o no es conocimiento. El cristianismo es una religión (cf. Stg. 1:27: «religión pura») y no puede contrastarse en todos los sentidos con la religión (cf. Institución de la Religión Cristiana de Juan Calvino), aunque es una religión peculiar de una revelación histórica especial. El cristianismo encierra una avenida única de conocimiento, por lo tanto: una revelación divina especial basada en la iniciativa del Dios viviente. Tiene, por lo tanto, sus propias condiciones—arrepentimiento y fe—para el acceso viviente a esta manera de conocimiento. Sin embargo, ni el instrumento del conocimiento (cognición) ni la prueba o criterio de conocimiento (consistencia y coherencia) son únicos. Por esta razón, aunque la revelación cristiana comunica un alto conocimiento, tanto en la medida que trata con realidades sobrenaturales así como cuando cubre lo que en todo caso está más allá de las posibilidades del hombre, el contenido de la revelación tiene un status de conocimiento genuino. La validez del conocimiento es único en categoría, aunque sus fuentes y métodos pueden ser múltiples.
La relación del objeto religioso y del Diosconcepto, así como la relación del conocimiento religioso al conocimiento general, permanece como una cuestión fundamental en el pensamiento contemporáneo. Las representaciones más influyentes son: (1) el conocimiento religioso es una especie de conocimiento general, aunque la religión hebreo-cristiana encierra una revelación histórica especial de Dios en la que se implica un método especial y una avenida del conocimiento (Agustín, Calvino). (2) El conocimiento religioso es una especie de conocimiento general, que no encierra una forma distintiva de verdad ni una metodología distintiva (D.C. Macintosh). (3) El conocimiento religioso no es una especie de conocimiento en general (Kant). (4) El conocimiento cristiano no es una especie de conocimiento en general; éste encierra no únicamente una avenida y método especiales, sino un criterio especial, siendo no conceptual y autovalidatorio (Barth). Existe una dificultad dual inherente en los enfoques que afirman la existencia de la realidad religiosa independientemente del conocimiento mental, que, sin embargo, niegan una coincidencia epistemológica de los conceptos humanos y del objeto religioso: por una parte evitar el agnosticismo religioso, y por otra preservar en última instancia la unidad del conocimiento.
Véase también Verdad, Conocer, Conocimiento.
BIBLIOGRAFÍA
Karl Barth, The Doctrine of the Word of God; Emil Brunner, Revelation and Reason; Gordon H. Clark, Thales to Dewey; Calvin, Institutes; Carl F.H. Henry, The Drift of Westem Thought; J. Gresham Machen, What is Faith?; D.C. Macintosh, The Problem of Religious Knowledge; C. Van Til, The New Modernism; B.B. Warfield, Studies in Theology.
Carl F.H. Henry
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (211). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología
Etimología y definición
(Epistéme, conocimiento, ciencia y lógos, discurso, palabra, pensamiento).
En un sentido muy general, epistemología es la rama de la filosofía que se preocupa del valor del conocimiento humano. El nombre de epistemología, de origen reciente, pero especialmente desde la publicación de Ferrier «Institutes of Metaphysics: the Theory of Knowing and Being» (1854), se ha usado en vez de otros términos, que aún se usan, como lógica aplicada, lógica material, filosofía inicial o crítica etc. Algunos autores de libros de texto latinos de la escuela de Lovaina dan a la misma parte de la filosofía el nombre de criteriología.
El campo exacto de la epistemología está aún imperfectamente determinado. Los dos puntos de vista más importantes corresponden a los dos significados de la palabra griega episteme.
En el sentido más general como conocimiento o en su sentido más específico como conocimiento científico, la epistemología es “la teoría del origen, naturaleza y límites del conocimiento” (Baldwin, «Dict. of Philos. and Psychol.», New York, 1901, s.v. «Epistemology», I, 333; cf. «Gnosiology»,I,414); o «la filosofía de las ciencias», y más exactamente “el estudio crítico de los principios, hipótesis y resultados de las varias ciencias, designada para determinar su origen lógico ( no psicológico), su valor e importancia objetiva” («Bulletin de la Société française de Philos.», junio, 1905, fasc. no. 7 del vocabulario filosófico. «Epistémologie», 221; cf. agosto, 1906, fasc. 9 del vocab. «Gnoséologie», 332). El uso italiano coincide con el francés. Según Ranzoli («Dizionario di seienze filosofiche», Milan, 1905, vocablo «Epistemología», 226; cf. «Gnosiologia», 286), la epistemología “determina los objetos de y todas las ciencias asegurando sus características diferenciadoras, fija sus relaciones y principios comunes, las leyes de su desarrollo y sus métodos especiales”
Aquí se considerará la epistemología en el sentido más general que se aplica a la teoría del conocimiento, el alemán Erkenntnistheorie, i.e. «esa parte de la filosofía que, en primer lugar, describe, analiza, examina genéticamente los hechos del conocimiento en cuento tales (psicología del conocimiento), y entonces y entonces comprueba principalmente el valor del conocimiento y de sus varias formas, sus condiciones de validez, alcance y límites (crítica del conocimiento)” (Eisler, Wörterbuch der philos. Begriffe, 2ª ed., Berlín, 1904, I, 298). En ese sentido, epistemología no trata meramente con ciertas asunciones de la ciencia sino que dedica a comprobar la facultar cognitiva misma en todas sus funciones.
Esquema histórico
Los primeros esfuerzos de los pensadores griegos se centran alrededor del estudio de la naturaleza. Esta filosofía es casi exclusivamente objetiva y supone, sin examinarla, la validez del conocimiento. Después, con los desacuerdos de los filósofos, surgieron las dudas al determinar los elementos primaros de la naturaleza al discutir sobre la naturaleza y los atributos de la realidad.
Parménides mantiene que es inmutable; Heráclito que está constantemente cambiando; Demócrito le atribuye un movimiento inherente eterno mientras que Anaxágoras requiere un motor independiente e inteligente. Esto lleva a los Sofistas a cuestionar la posibilidad de la certeza, preparando el camino para sus tendencias escépticas.
Con Sócrates, Platón y Aristóteles, que se oponen a los sofistas, se reivindica el poder de la mente para conocer la verdad y alcanzar la certeza a la vez que se examinan las condiciones para la validez del conocimiento. Pero las preguntas epistemológicas no son tratadas aún por sus propios méritos ni se distinguen suficientemente de de las preguntas puramente lógicas y metafísicas. La filosofía de los estoicos es en primer lugar, práctica, poniendo el conocimiento como un mero medio de vivir correctamente como condición para la felicidad.
Puesto que el hombre debe actuar según los principios guías y las convicciones racionales, la acción humana supone la posibilidad de conocimiento. Subordinando la ciencia a la ética, los epicúreos admiten la necesidad del conocimiento para la conducta. Y puesto que la ética epicúrea se apoya esencialmente en la experiencia del placer y del dolor, estas sensaciones son en último lugar el criterio práctico de la verdad.
El conflicto de opiniones, la imposibilidad de demostrar todo, la relatividad de la percepción se convirtieron de nuevo en los principales argumentos del escepticismo. Pirro dice que la naturaleza de las cosas es incognoscible y consiguientemente debemos abstenernos de juzgar: en eso consiste la felicidad y la virtud humana.
Los representantes de la Academia Media también son escépticos, aunque de manera menos radical. Argesilao , al mismo tiempo que niega la posibilidad de certeza y afirma que el deber del sabio es rehusar su asentimiento a toda proposición , sin embargo admite que hay un cierto grado de probabilidad que se puede alcanzar que es suficiente para la vida del hombre. Carnéades desarrolla la misma doctrina y enfatiza su aspecto escéptico. Los escépticos posteriores Enesidemo, Agripa y Sexto Empírico ya no añaden nada esencial.
Los Padres de la Iglesia se ocupan principalmente de defender los dogmas cristianos y así, indirectamente, muestran la armonía de la verdad revelada con la razón.
Agustín va más allá que ningún otro en el análisis del conocimiento y en la investigación de su validez. Escribió un tratado especial contra los escépticos de la Academia que no admiten conocimiento cierto, sino solamente probable. ¿Qué es probabilidad, pregunta en un argumento ad hominem, sino la similitud de o un acercamiento a la verdad y a la certeza? Y entonces ¿cómo puede hablar de probabilidad el que no admite la certeza? En un ponto al menos, en la existencia del sujeto pensante, la duda es imposible. Si el hombre o duda de todo o cae en error, el mero hecho de dudar o ser engañado implica la existencia. También los primeros principios lógicos son ciertos. Aunque no se pueda confiar en los sentidos, el conocimiento perfecto es el conocimiento intelectual basado en los datos de los sentidos y subiendo más allá de ellos a las causas generales.
En la filosofía medieval el principal asunto epistemológico es el valor objetivo de las ideas universales. Siguiendo a Platón y a Aristóteles, los escolásticos mantiene que no hay ciencia de lo individual en cuanto tal. Puesto que la ciencia trata de los principios generales y leyes, para saber hasta donde está legitimada la ciencia es necesario conocer primero el valor de las nociones generales y las relaciones de lo universal con lo individual.
¿Existe lo universal en la naturaleza o es meramente un producto mental? Esa fue la cuestión planteada por Porfirio en su introducción a las “Categorías “de Aristóteles. Hasta finales del siglo doce las contestaciones se limitan a dos, correspondientes a las dos posibilidades mencionadas por Porfirio. Así pues si se habla de Realismo en ese período, no parece correcto hablar al mismo tiempo de Conceptualismo o Nominalismo en el sentido bien definido que estos términos han adquirido desde entonces (ver De Wulf, Hist. de la phil. médiévale, 2ded., Lovaina 1905).
Más tarde se introduce una distinción que Santo Tomás formula claramente y que evita ambos extremos. El universal en cuanto tal no existe en la naturaleza, sino solamente en la mente. Pero no es solo el producto de una actividad mental, sino que tiene una base en las cosas existentes, es decir por sus características individuales y comunes, las cosas existentes ofrecen a la mente una base para el ejercicio de sus funciones de abstracción y generalización. Esto es Realismo Moderado, llamado así por oposición a Conceptualismo por una parte y por otra al Realismo exagerado o absoluto, que es esencialmente la doctrina de Duns Escoto. Prevaleció en la escuela hasta el período de decadencia cuando el Nominalismo o Terminismo fue introducido por Occam y sus seguidores.
En tiempos modernos, hay que mencionar a Descartes por su duda metódica y su solución en el Cogito, ergo sum, i.e. “pienso, luego existo”.pero Locke en su «Essay concerning Human Understanding», es el primero en hacer un a clara manifestación epistemológicos. Comenzar con las discusiones ontológicas el comenzar “por el lugar equivocado” y “tomar un camino equivocado”. De ahí “vino a mi pensamiento que…antes de dedicarnos a inquirir sobre la naturaleza, era necesario saber qué objetos eran capaces de tratar nuestras capacidades intelectuales y cuales no” (Carta al lector). El propósito de Locke es descubrir “la certeza, evidencia y extensión” del conocimiento humano (I, i, 3), para hallar “o horizonte que pone la línea divisoria entre las partes iluminadas y oscuras de las cosas, entre lo que es y lo que no es comprensible para nosotros (I, i, 7), y » para distinguir los limites entre opinión y conocimiento” (I, i, 3). Que refleje las contradicciones entre los hombres y las seguridades con las que cada hombre mantiene su propia opinión “puede quizás que haya razones para sospechar que o no hay en absoluto tal cosa como la verdad o que la humanidad no tiene suficientes medios para llegar a un conocimiento cierto de ella” (I, i, 2). Esta investigación nos ahorrará embarcarnos en el estudio de cosas que están más allá de nuestras capacidades” (I, i, 4), y será una cura del escepticismo y la ociosidad” (I, i, 6). Tal es el problema. Entre los principales puntos de su solución los siguientes han de ser mencionados: “ Tenemos el conocimiento de nuestra propia existencia por intuición; de la existencia de Dios por demostración y de otras cosas por sensación” (IV, ix, 2).
La naturaleza del alma no puede ser conocida y la confianza en la veracidad de los sentidos se extiende a “cualidades secundarias”; a fortiori, la substancia y las esencias son incognoscibles. Estas y otras conclusiones, sin embargo, no se alcanzan por un verdadero método epistemológico, es decir, por la crítica del proceso y los postulados del conocimiento, sino casi exclusivamente por el método psicológico del análisis mental.
Siguiendo los pasos de Locke y procediendo más allá, Berkeley negó la objetividad hasta de las cualidades primarias de la materia y Hume mantuvo un fenomenalismo universal y radical.
Despertado de su “sueño dogmático” por el escepticismo de Hume, Kant volvió sobre el mismo problema de la extensión validez y límites del conocimiento humano. Esta es la tarea d criticismo, no del criticismo de los libros y los sistemas, sino de la razón misma en toda la extensión de sus capacidades y con respecto a su habilidad para alcanzar el conocimiento transcendiendo la experiencia. Por decirlo brevemente, la solución a la que llegó Kant es que conocemos las- cosas-como-aparecen, o fenómenos, pero no los noumenos o cosas-en-si-mismas. Estas, precisamente porque están fuera de la mente, están también fuera de la posibilidad de conocimiento.
Los sucesores de Kant, identificando la teoría del ser con la teoría del conocer, elaboraron su “Critica” en un sistema de metafísica en el que cada existencia de las cosas-en-si-mismas se negaba. Después de Kant se llega al presente período en la evolución de los problemas epistemológicos
Problemas
Hoy, la epistemología está en al frente de las ciencias filosóficas. Lo dicho hasta ahora, sin embargo indica, indica que fue la última en constituirse como una investigación distinta y en recibir un tratamiento especial sistemático.
El los filósofos anteriores se hallan discusiones parciales todavía no coordinadas y solo respecto a algunos aspectos del problema. El problema en sí no se formuló antes de Locke y no se intentó una solución verdaderamente epistemológica antes de Kant.
El comenzar la investigación filosófica, así como en el principio de la vida cognitiva del individuo, el conocimiento y la certeza se aceptan como hechos evidentes que no admiten discusión. Llena de confianza en sus propias capacidades, la razón enseguida se eleva a las más altas consideraciones metafísicas sobre la naturaleza, sobre los elementos esenciales y el origen de la materia y del alma humana pero las contradicciones y el conflicto de opiniones obliga a la mente a volverse sobre si misma, para reflexionar para comparar, probar y quizás revisar sus propias conclusiones. Porque las contradicciones causan duda y la duda lleva a la reflexión sobre el valor del conocimiento.
A lo largo de la historia, el interés en cuestiones epistemológicas surge principalmente después de períodos caracterizados por investigaciones ontológicas que implican la asunción de ola validez del conocimiento. A medida que la psicología del conocimiento se desarrolla, los problemas de epistemología hacen más numerosos y variados. Originalmente la elección está casi exclusivamente en afirmar el valor del conocimiento o negarlo, porque para el que observa el conocimiento como un simple hecho, esas son las dos posibles alternativas. Después de que la psicología haya mostrado la complejidad del proceso de conocimiento, señalado sus varios elementos, examinado su génesis y seguido su desarrollo, el conocimiento ya no se trata sólo de considerarlo válido o inválido en su totalidad. Se pueden rechazar algunas de sus formas y aceptar otras o el conocimiento se puede considerar valido hasta un punto pero no más allá de un cierto punto. De hecho no se halla ya hoy un dogmatismo absoluto o ilimitado ni un total y puro escepticismo. Las opiniones varían entre los dos extremos. De ahí viene, al menos en parte, la confusión de términos con los que se designan varios puntos – un laberinto por el que ni siquiera los más expertos hallan el camino. Mencionaremos unos pocos sistemas, usando sus nombres en el más general y obvio sentido.
Los principales problemas de la epistemología pueden reducirse convenientemente a los siguientes: Comenzando desde el hecho de la certeza espontánea, la primera pregunta es: ¿Justifica la reflexión la certeza? ¿Está al alcance del hombre ciertos conocimientos. En general el Dogmatismo responde que sí y el escepticismo que no. El moderno agnosticismo intenta señalar los límites del conocimiento humano y concluye que la realidad última es incognoscible.
Esto lleva a un Segundo problema: ¿Cómo surge el conocimiento y qué modos de conocimiento son válidos? El Empirismo no admito ninguna información digna de confianza distinta de la experiencia, mientras que el Racionalismo reclama la razón como facultad especial más importante.
Una tercera cuestión se presenta: ¿Qué es el conocimiento? La cognición es un proceso de la mente con la característica especial de referirse a algo fuera de la mente, de representar alguna realidad extramental. ¿Cual es el valor de este aspecto representativo? ¿Es simplemente el resultado de la actividad interior de la mente como dice el Idealismo? O es la mente también pasiva en el acto de conocer y de hecho refleja otra realidad, como afirma el Realismo? Y si existen tales realidades, ¿podemos conocer algo sobre ellas además del hecho de su existencia? ¿Cuál es la relación entre la idea en la emane y la cosa fuera de la mente?
Finalmente aunque el conocimiento sea válida, es innegable el factor error ¿qué criterio hace falta para distinguir la verdad del error? ¿Que señales deciden si la certeza se justificada en algún caso?
Sistemas tales como el Intelectualismo, Misticismo, Pragmatismo, Tradicionalismo, etc., han intentado responder a estas preguntas de distintas maneras.
Como otras ciencias, la epistemología debería empezar por hechos evidentes, como los del conocimiento y la certeza. Comenzar, como hizo Descartes con una duda universal es deshacerse de los hechos en vez de interpretarlos y además no es posible salir consistentemente de tal duda. El principio de Locke de que “el conocimiento está íntimamente asociado con nuestras ideas” es contrario a la experiencia, pues de hecho es solo para el psicólogo las ideas se convierten en objetos de conocimiento. Aislar primero absolutamente a la mente de la realidad externa y después preguntar como puede a pesar de ello ponerse en contacto con su realidad, es proponer un problema insoluble.
Respecto a la actitud kantiana se ha criticado reiteradamente por examinar la validez del conocimiento con la facultad de conocer, por hacer a ala razón su propio crítico y juez mientras que sus luces para conocer y juzgar siguen siendo dudosas.
La epistemología, la ciencia del conocimiento, está íntimamente relacionada con la metafísica, la ciencia del ser, y es su introducción necesaria ya que gradualmente conduce a ella. El tema epistemológico principal no puede se afrontado sin dar pasos inmediatamente sobre suelo metafísico, puesto que la facultad de conocimiento no puede ser examinada sino cuando se ejerce y por consiguiente de los contenidos del conocimiento. La Lógica en su sentido estricto es la ciencia de las leyes del pensamiento; está interesada en la forma, no en la materia del conocimiento en esto difiere de la epistemología. La Psicología trata del conocimiento como un hecho mental aparte de su verdad o falsedad; trata de determinar las condiciones de los procesos no solo cognitivos sino de todos los mentales y de descubrir las relaciones y las leyes de su secuencia. Así, lógica y epistemología complementan la obra de la psicología en dos direcciones diferentes y la epistemología forma una transición de la psicología y la lógica a la metafísica.
La importancia de la epistemología no puede ser subestimada puesto que trata del trabajo básico del conocimiento mismo y por consiguiente de todos los principios científicos, filosóficos, morales y religiosos.
En estos tiempos es un requisito indispensable para la apologética porque son las mismas bases de la religión las doctrina más frecuentemente vistas como más allá del alcance de la inteligencia humana. Muchas discusiones sobre el valor del conocimiento han surgido el terreno de la apologética para comprobar el valor de las creencias religiosas.
Si, contra las definiciones del Concilio Vaticano I, la existencia de Dios y al menos algunos de sus atributos no se pueden demostrar, es evidente que no hay posibilidad de revelación y de fe sobrenatural. Como dice Pío X (Encycl. «Pascendi», 8 sept., 1907), confinar la razón dentro del campo de los fenómenos y no darle el derecho ni el poder de ir más allá de esos límites es hacerla “incapaz de elevarse hacia Dios y de reconocer su existencia por medio de las cosas visibles… y entonces todos percibirán ciertamente lo que sucede con la teología natural, los motivos de credibilidad y de la revelación externa”. (ver escepticismo, certeza, duda).
Fuente: Dubray, Charles. «Epistemology.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909.
http://www.newadvent.org/cathen/05506a.htm
Traducido por Pedro Royo
Fuente: Enciclopedia Católica