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ESPIRITUALIDAD MARIANA

ESPIRITUALIDAD MARIANA

Dimensión mariana de la espiritualidad cristiana

La espiritualidad cristiana es eminentemente mariana, tanto por su misma esencia (vida de fidelidad a la Palabra y al Espí­ritu), como por la realidad de la presencia activa y materna de Marí­a en todo el itinerario de la vida espiritual.

La expresión «espiritualidad mariana» indica una actitud permanente de la Iglesia y de cada creyente, a modo de «vida de fe» y de «comunión de vida» con ella (RMa 45, nota 130). Ya no se trata sólo de unos momentos o actos de devoción y culto, sino también de una actitud permanente durante todo el proceso de la vida espiritual. «Se trata aquí­ no sólo de la doctrina de fe, sino también de la vida de fe y, por tanto, de la auténtica «espiritualidad mariana», considerada a la luz de la Tradición y, de modo especial, de la espiritualidad a la que nos exhorta el concilio» (RMa 48).

Marí­a, en este camino de fe, es «maestra de vida espiritual» (MC 21), modelo, intercesora y madre. Su «presencia activa y materna» se concreta en «influjo salví­fico» (LG 60), como de quien es «nuestra Madre en el orden de la gracia» (LG 61).

La mariologí­a dedica siempre un capí­tulo al culto y devoción a Marí­a. La espiritualidad mariana indica un paso más presentar en cada tí­tulo mariano la función vivencial, señalando pistas para la contemplación, perfección y disponibilidad misionera en su dimensión mariana. La espiritualidad mariana es también la vivencia de los temas marianos.

Contenidos de la espiritualidad mariana

La «espiritualidad mariana» es la misma vida «espiritual» o «cristiana», pero a modo de «consagración a Cristo por manos de Marí­a, como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo» (RMa 48). La fuente inspiradora de esta dimensión mariana de la espiritualidad, serán las numerosas figuras históricas que durante veinte siglos han querido «tener los sentimientos de Cristo Jesús» (Fil 2,5), viviendo «con Marí­a y como Marí­a» (RMi 92). Se trata de una realidad histórica en la vida y en la doctrina de la Iglesia, y, de modo especial, en la vida y doctrina de los santos y de las comunidades eclesiales de todos los tiempos (cfr. RMa 48).

Esta espiritualidad mariana lleva a vivir la «presencia activa y materna» de Marí­a (cfr. RMa 1, y 24) en todo el proceso de la vocación y de la vida de contemplación, perfección, comunión y misión. Es un proceso de abrirse, con Marí­a y como ella, a los planes salví­ficos de Dios en Cristo y en el Espí­ritu. Con Marí­a y como ella, la Iglesia emprende el camino de la vocación, respondiendo a la llamada Lc 1,38; de la contemplación, recibiendo la Palabra Lc 2,19.51; del seguimiento evangélico, asociándose a Cristo Jn 2,4-5; 19,25; de la comunión, en la fraternidad eclesial Hech 1,14; de la misión, como signo transparente y portador de Cristo Apoc 12,1ss (cfr. Jn 19,25-27).

Actitudes espirituales marianas

Los contenidos de la espiritualidad mariana pueden girar en torno a tres lí­neas armónicamente relacionadas que se desprenden de cada tí­tulo mariano la actitud vivencial, concretada en el «afecto filial» (LG 53), de conocerla, amarla, imitarla, celebrar sus fiestas y pedir su intercesión; la intimidad o relación de «comunión de vida» (RMa 45, nota 130); la aceptación afectiva y efectiva de su «influjo salví­fico» (LG 60).

La espiritualidad mariana ayuda a la Iglesia a vivir la relación esponsal con Cristo, como realidad profundamente bí­blica, que es base de la teologí­a patrí­stica, de la vida litúrgica y de la vida evangélica del seguimiento radical de Cristo. Leyendo con atención los documentos marianos, conciliares y postconciliares, se nota en ellos no sólo un contenido doctrinal de conceptos, sino también una invitación a adoptar unas actitudes eclesiales (personales y comunitarias) respecto a Marí­a. Estas actitudes son de fidelidad a la Palabra, a la voluntad de Dios, a la acción del Espí­ritu Santo, así­ como de relación personal con Cristo, con Marí­a y con la Iglesia. «La Iglesia, meditando piadosamente sobre ella, y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, llena de reverencia, entra más a fondo en el soberano misterio de la Encarnación y se asemeja cada vez más a su Esposo» (LG 65).

Espiritualidad mariana, eclesial, misionera

La vida espiritual, como vida de fe y de fidelidad a la Palabra y a la acción del Espí­ritu, se concreta en cada vocación apostólica diferenciada. La vocación es don de Dios, que reclama una cooperación libre. Marí­a es modelo de respuesta generosa a la vocación «En í­ntima unión con Cristo, Marí­a, la Virgen Madre ha sido la criatura que más ha vivido la plena verdad de la vocación, porque nadie como Ella ha respondido con un amor tan grande al amor inmenso de Dios» (PDV 36). Si Marí­a «coopera con amor materno» a la «generación y educación» de los fieles cristianos (LG 63), ello tendrá lugar de modo especial en todo el proceso de discernimiento y de fidelidad vocacional en el inicio (Caná Jn 2,1-12), en los momentos de difí­cil perseverancia (cruz Jn 19,25-27) y en los momentos de renovación (Cenáculo de Pentecostés Hech 1,14ss).

La «espiritualidad mariana», por ser eminentemente eclesial (y no de un carisma particular), profundiza la vida espiritual de Marí­a (presencia, afecto, modelo, ayuda como mediación materna), la vida espiritual de la Iglesia (conciencia, afecto. imitación, petición) y la relación entre ambas. El «influjo salví­fico» de Marí­a (LG 60) y la «piedad filial» de la Iglesia (LG 53), se entrecruzan en todo el camino de la vida espiritual vocación, contemplación, perfección, comunión y misión. Así­ se acepta vivencialmente la maternidad de Marí­a en relación con la maternidad ministerial y misionera de la Iglesia.

Referencias Espiritualidad, espiritualidad mariana del apóstol, espiritualidad misionera, Iglesia madre, Madre de la Iglesia, Marí­a en la misión de la Iglesia, Marí­a memoria de la Iglesia, mariologí­a, Virgen Marí­a…

Lectura de documentos Marí­a en la vocación laical AA 4; CFL 64; CT 73; FC 86; MD 2. En la vocación de vida consagrada LG 46; RD 17; RMa 39; VC 18,23,28,34,94-97,112. En la vocación sacerdotal PO 18; OT 8; PDV 82; Directorio 68.

Bibliografí­a AA.VV., Fundamentos teológicos de la piedad mariana Estudios Marianos 48 (1983); AA.VV., La spiritualití  mariana della Chiesa alla luce dell’enciclica «Redemptoris Mater» (Roma, Teresianum, 1988); AA.VV., La spiritualití  mariana legitimití , natura, articolazione (Roma, Marianum, 1994); P. De ALCANTARA, La espiritualidad mariana según el concilio Vaticano II Estudios Marianos 32 (1969) 105-128; B. CUEVA, Al Hijo por la Madre, espiritualidad mariana (Madrid, PPC, 1986); J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad mariana de la Iglesia (Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1994); T. GOFFI, Espiritualidad, en Nuevo Diccionario de Mariologí­a (Madrid, Paulinas, 1988) 661-679; E. LLAMAS, Noción y sentido de la espiritualidad mariana Estudios Marianos 36 (1972) 9-33; S.M. RAGAZZINI, Maria vita dell’anima (Frigento 1984); A. ROYO, La Virgen Marí­a. Teologí­a y espiritualidad mariana ( BAC, Madrid, 1968); R. SANCHEZ CHAMOSO, Marí­a y la vocación en la Iglesia Seminarios 33 (1987) 221-246; STRADA, Marí­a y nosotros. Manual de Teologí­a y Espiritualidad mariana (Buenos Aires 1980).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización