EXTASIS

v. Sueño, Visión
Act 10:10 pero mientras le .. le sobrevino un é
Act 11:5 vi en é una visión; algo semejante a un
Act 22:17 orando en el templo me sobrevino un é


Extasis (gr. ékstasis, “estar fuera”, “trance”; por extensión, “cualquier desplazamiento, en especial de la mente”). Condición de la mente en que la conciencia del yo queda suspendida, con su correspondiente percepción del ambiente natural, y los procesos mentales se predisponen para estar en comunicación con un poder sobrenatural. Este término se usa con respecto a la experiencia de Pedro (Act 10:10; 11:5) y de Pablo (22:17). La idea de éxtasis también está presente en Num 24:4,16, pero no hay en esos texto, una palabra hebrea que se corresponda con el término griego.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ver arrebatamiento.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(gr., ekstasis, un arrebato de la mente fuera de su estado normal).

Estado mental en el cual los sentidos son parcial o totalmente suspendidos, y la persona está inconsciente del ambiente mientras contempla algún objeto extraordinario (Act 10:9-16; Act 22:17-21; comparar Num 24:4, Num 24:16; Isa 6:1-13; Ezequiel 8—11, 40—48; Apocalipsis 4—22).

Probablemente cada visión registrada en la Biblia que vino a una persona estando despierta, vino cuando la misma estaba en éxtasis.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Suspensión parcial de los sentidos, abstrayéndose la persona de su medio ambiente, mientras contempla algo extraordinario, Hec 10:10, Hec 11:5, Hec 22:17 : (Pablo), Mt.17: (el Tabor).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Traducción de una palabra: ékstasis, la cual se utilizaba en el griego profano para señalar la confusión, el enajenamiento o la locura. Sólo la usa Lucas en Hchhos. A Pedro †œle sobrevino un é.† en †¢Jope y tuvo la visión del †œgran lienzo† con los animales (Hch 10:9-17; Hch 11:5). También a Pablo, mientras oraba en el †¢templo en Jerusalén, †œle sobrevino un é.† (Hch 22:17). Se quiere aludir con este término a una experiencia psí­quica en la cual la persona, influenciada por una fuerza extraña, viene a estar fuera de su estado normal. La idea está contenida en la expresión que dijeron de él los familiares del Señor Jesús: †œEstá fuera de sí­† (Mar 3:21).

Algunos entienden que las palabras de 1Co 14:19 (†œ… prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida†) hacen referencia a un é.
el AT encontramos experiencias que podrí­an llamarse é. o trance, como el caso de los ancianos de Israel en Num 11:24-29; o el ejemplo de Balaam, el varón †œcaí­do, pero abiertos los ojos† (Num 24:3-4); los profetas que encontró Saúl (1Sa 10:5-6); etcétera.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

ver, VISIí“N

vet, Estado en el que las funciones sensoriales e intelectuales quedan suspendidas, en tanto que el alma, despreocupada del cuerpo, contempla lo sobrenatural. Extasis: de Pedro (Hch. 11:5); de Pablo (Hch. 22:17). Véase VISIí“N.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Literalmente significa “salida del alma”, salir de sí­, arrobamiento. Y se alude con el término a la situación del que queda bajo los efectos de una intensa contemplación como efecto natural de la adhesión intelectual o afectiva o como resultado de una incomprensible e inexplicable gracia divina.

El éxtasis natural ha sido conocido por diversas religiones y por contemplativos de variado signo, sin que se puedan excluir de él determinados fenómenos vinculados a fuerzas preternaturales
El éxtasis ya sobrenatural, que a veces puede ir acompañado de efecto admirable, aunque secundarios, como resplandor, levitación, visiones celestes, insensibilidad natural inexplicable, gozo inmenso del alma. Aparecen en algunas biografí­as de santos: de S. Francisco de Así­s, de Sta. Teresa de Jesús, de San Antonio Marí­a Claret, de los videntes de Lourdes y Fátima y de otros más. Pero estos hechos no deben ser presentados como importantes o imprescindibles en la catequesis, pues directamente no tienen que ver con la fe.

La Iglesia presenta estos hechos extraordinarios como signos de presencia divina. Nunca los aprueba como importantes, pues considera que, con la Revelación divina que se halla en las Escritura Sagrada y que terminó con los Apóstoles, las fuentes de la fe han terminado. Pero indirectamente respeta la acción de Dios y declara, mediante comprobaciones adecuadas, que, de ser ciertas y reales, “nada hay en ellas opuesto a la fe o a las costumbres cristianas” y que son de libre aceptación por los fieles.

En ocasiones se habla de éxtasis y de visiones en la Sda. Escritura, como al aludir al resplandor del rostro de Moisés después de ver al mismo Dios (Ex. 24. 33; y 34.29-35) o al explicar las palabras de Pablo que referí­a su encuentro con Dios y sus dones (2 Cor. 12.3).

Estas y otras referencias indican que, en la tradición cristiana, la comunicación excepcional con Dios existe como una posibilidad, pero que esos fenómenos, desde la perspectiva de la fe, son sólo incidencias complementarias y signos de cercaní­a divina.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. fenómenos extraordinarios)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

En la fenomenologí­a de la vida espiritual el éxtasis es una experiencia común a diversas tipologí­as religiosas y visiones filosóficas. En el cristianismo primitivo el Espí­ritu Santo se manifestaba como fuerza extática, aunque no podemos determinar la naturaleza de la misma. Más tarde, Montano destacó el carácter pasivo/receptivo del hombre en este estado: los éxtasis de los primeros monjes van acompañados a menudo de visiones, pero no producen un estado más allá de la inteligencia o de la composición consciente. A continuación, la literatura cristiana intentó también una sistematización del tema. Nilo define la oración como “un rapto del espí­ritu y un éxtasis total fuera de lo sensible”, hasta aquella pureza moral que, en definitiva, se materializa en una oración sin distracciones. El éxtasis, según Evagrio, exige una “ignorancia infinita” del ambiente, hasta la pureza absoluta del entendimiento, que se convierte en luz; aquí­ no se trata va de éxtasis, sino de catástasis, una especie de naturaleza dirigida únicamente a la visión y contemplación de Dios.

Más analí­ticamente, el éxtasis se suele situar en el contexto de la mí­stica de las tinieblas, o como itinerario cognoscitivo hacia Dios; Gregorio de Nisa señala las etapas de la luz, de la niebla, de las tinieblas, donde el entendimiento se ve ante su incapacidad de contemplar a Dios con sus limitaciones, sin salir de sí­ mismo (ex-stare/ek stasis). Este éxtasis, de carácter intelectivo-unitivo, se des cribe en las experiencias históricas a través de la implicación del cuerpo o del sistema de la sensibilidad psicofisiológica: son conocidos los casos de san José de Copertino y de santa Verónica Giuliani. Esta implicación del cuerpo o éxtasis corporal y el fenómeno de la levitación no son fenómenos independientes, sino que están ligados a una experiencia interior como fenómenos bio-psicofí­sicos que acompañan, aunque no necesariamente, al hecho interno. Fundamentalmente cada uno de estos fenómenos son éxtasis: el primero, es decir, el éxtasis corporal, toma el nombre de “éxtasis inmóvil”, ya que deja al cuerpo sin movimiento; el segundo, es decir, la levitación, se llama también “éxtasis móvil”. Este se llama “ascensional” (y en lenguaje corriente “levitación”) cuando se dirige hacia arriba; pero cuando alcanza alturas notables se llama más propiamente “vuelo extático”; pero si el movimiento es rectilí­neo, a ras de tierra, se llama “carrera extática”.

El éxtasis, como fenómeno mí­stico, supone una salida de los sentidos y se diferencia notablemente del trance de los médiums o de los chamanes, así­ como de cualquier estado de desfallecimiento patológico: en el éxtasis mí­stico se verifica la suspensión de los sentidos externos, al menos parcialmente, pero no la pérdida de la conciencia, que por el contrario se encuentra en un estado de superconcentración gracias a la comunicación divina que se le concede al mí­stico. En el trance del médium o del chamán, así­ como en el desfallecimiento patológico, con la pérdida de los sentidos va también unida la pérdida de la conciencia; por eso, el interesado, al salir del éxtasis, no recuerda nada de lo que sucedió, tanto en estado de hipnosis como de catalepsia.

En esta fenomenologí­a de la vida espiritual no pueden excluirse levitaciones o éxtasis de otro origen, como el éxtasis diabólico en los obsesos o el de los médiums/chamanes; pero la diferencia con el fenómeno mí­stico es substancial, a pesar de la concomitancia de análisis en las expresiones externas. A propósito de la causa divina del éxtasis, salvo algunos pocos autores que adscriben este fenómeno a una especial intervención divina, hay otros, comenzando por san Juan de la Cruz, que lo consideran como causado inmediatamente por la contemplación: se trata de un fenómeno que es siempre gratuito, con la caracterí­stica fundamental de que nunca es voluntario, sino que se verifica imponiéndose.

G. Bove

Bibl.: T. ílvarez, Extasis, en DE, 11, 92-97. B. Jiménez, Teologí­a de la mistica, BAC, Madrid 1963; F. Ruiz Salvador Caminos del espí­ritu, Espiritualidad, Madrid 1978.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

La palabra gr. ekstasis (lit. ‘estar fuera’ o ‘ser puesto fuera’, e. d. del estado mental normal) se traduce “éxtasis” en Hch. 10.10; 11.5; 22.17, donde expresa la condición de una visión. El estado extático o de trance nunca ha sido plenamente explicado, pero comprende la anulación del estado normal de conciencia y percepción. En las dos únicas apariciones de la extraña palabra heb. sanwērı̂m, traducida “ceguera” en Gn. 19.11 y 2 R. 6.18, resulta claro que se trata de un estado de sugestibilidad hipnótica semejante al de un trance.

Bibliografía. J. Schattenmann, L. Coenen, “Éxtasis”, °DTNT, t(t). II pp. 154–157; J. Mouroux, “Experiencia religiosa”, Sacramentum mundi, 1976, t(t). III, pp. 79–82.

J.S.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico