FILON DE ALEJANDRIA

Es conocido también como †œFilón el judí­o†. Sabio y filósofo judí­o, nacido en Alejandrí­a alrededor del año 20 a. de J.C. Alejandrí­a tení­a una antigua tradición de sabios judí­os y Filón provení­a de una rica familia de sacerdotes. Se conocen pocos detalles de su vida, excepto que en el año 39 de esa era participó de una embajada que fue a Roma a defender el caso de los judí­os cuyos privilegios religiosos, que Roma habí­a decidido sabiamente reconocer, estaban siendo ahora amenazados por el demente Calí­gula. Filón vivió hasta los 50 años y fue un prolí­fico autor. Sus escritos incluyen obras filosóficas, históricas, de apologética y comentarios sobre el Pentateuco. El buscaba una sí­ntesis de sus propias tradiciones helení­sticas y judí­as. Clemente y Orí­genes utilizaron sus obras. Los Padres latinos, generalmente siguiendo sus métodos de interpretación alegórica, establecieron una forma tradicional de exégesis que algunos aún siguen.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

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Judí­o natural de Alejandrí­a, famoso por su erudición y cultura. Participó en una misión a Roma para pedir la ayuda del Emperador Claudio contra las persecuciones de los judí­os, sin que tuviera éxito ante el desprecio imperial.

Armonizó los estudios filosóficos de los grandes maestros antiguos con las interpretaciones religiosas al estilo judaico y sus perspectivas basadas en la Biblia.

Su filosofí­a estuvo inspirada en el platonismo y, a su vez, ofreció muchas ideas a los gnósticos posteriores, sobre todo en torno a los espí­ritus o eones.

La principal idea de Filón fue la necesidad de admitir un “Logos” que actúa en el mundo. Entendí­a a Dios como misterio incomprensible pero activo, aunque su acción la realiza por el “Logos” o potencia creada y creadora, a través de la cual dirige el mundo, según la enseñanza platónica.

Sus obras más significativas fueron: “Sobre el artesano del mundo o Comentarios a Moisés”, “Dios ser inmutable”, “Sobre la vida contemplativa”, “De la eternidad del mundo”.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Pensador judí­o, contemporáneo de Jesús (vivió aproximadamente entre el 20 a.C. y el 50 d.C.); tradujo y formuló la experiencia israelita en moldes helenistas, en la lí­nea del platonismo medio. Influyó de manera decisiva no sólo en la exégesis de los cristianos alejandrinos (Clemente, Orí­genes), sino también en su misma visión de Dios, a quien concibe como creador y padre de todas las cosas. A su juicio, Dios es Padre todopoderoso por ser Creador, es decir, porque suscita y dirige todas las cosas que existen. La misma paternidad, en cuanto tal, es creadora, conforme al esquema filosófico que Platón habí­a expuesto en el Timeo, cuando afirma que hay una especie de Madre universal, como materia receptiva, que acoge el semen activo del Padre divino. En esta lí­nea, sólo el Padre es creador, pues sólo él suscita la “forma” y engendra. Dando un paso más se puede afirmar que, según Filón, Dios es Padre del cosmos, porque es emisor del semen de vida que lo ha suscitado: sólo Dios posee la paternidad activa sobre todas las cosas y la ejerce emitiendo su semen espiritual (de ideas creadoras) sobre la materia pasiva del mundo. El Dios de Filón sigue siendo básicamente el de Ex 3,14, ho dn, aquel que Es, el Ser fundante, Aquel que hace existir todas las cosas. Se trata, además, de un Dios trascendente, que no puede confundirse con ninguna de las cosas de la tierra. Pero en el fondo de su acción creadora sigue influyendo el sí­mbolo de la generación, propio de la filosofí­a platónica y, de un modo especial, de la religión egipcia (en la que se dice que Osiris, que es forma escondida, fecunda a Isis, que es materia tierra). De esa manera, la paternidad de Dios se interpreta desde una perspectiva ontológica, en la que se distinguen y vinculan las formas (ideas) activas y la materia receptiva. Los profetas de Israel, que hablaban en un lenguaje simbólico más hondo, podí­an presentar a Dios como padre materno. Filón, en cambio, no le puede presentar de esa manera, porque se encuentra muy determinado por una concepción más biologista que interpreta el conjunto de la realidad a partir de la división de los dos sexos. De todas formas, su visión sigue siendo polivalente, de manera que puede interpretarse desde diversas perspectivas.

(1) Filón puede hablar de un Padre Dios que lo es todo; de esa forma entiende a la materia (Madre) como puro vací­o. Esta es la traducción más normal del esquema religioso de los grandes mitos hierogámicos, leí­dos desde la perspectiva filosófica de la creatividad masculina. Dios aparece así­ como Gran Padre, que actúa de manera engendradora sobre la Gran Madre, que es puro vací­o, simple y absoluta capacidad acogedora. De todas formas, esta Madre, en la que Dios deposita su semilla creadora, no es Madre-Nada (puro no ser), sino Madre-Receptividad, abierta al don de la vida.

(2) Filón puede hablar también de una paternidad-maternidad dialogal: Madre Sabidurí­a. Acogiendo y desarrollando en clave israelita un tema que podrí­a hallarse latente en el mito de Osiris e Isis (por citar un ejemplo ya evocado), algunos libros sapienciales habí­an personificado de algún modo la Sabidurí­a divina (la vieja diosa Maat), presentándola como esposa o consorte simbólica de Dios. Este simbolismo estaba ya latente en algunos libros de la Biblia de los LXX, como Eclesiástico y Sabidurí­a, pero Filón lo ha desarrollado: el Padre Dios no fecunda simplemente a la Materia-nada (acogedora), sino a la Diosa-Madre sabidurí­a, para que de ella nazcan las Ideas, que son los principios y el sentido de todo lo que existe. En ese aspecto, junto al PadreDios puede ponerse, al menos simbólicamente, la Madre-Sabidurí­a.

(3) Paternidad histórica: Padre del Pueblo. Interpretando en otra lí­nea ese mismo simbolismo, Filón puede entender la historia israelita desde la visión de un Dios que va engendrando virtudes y caminos de vida dentro de la misma historia israelita. Desde esta perspectiva ha leí­do las historias patriarcales, presentando a las matriarcas de Israel (Sara, Rebeca, Lí­a, Raquel…) como signo del pueblo y del conjunto de la humanidad, a la que Dios fecunda, para que pueda engendrar de esa manera las más altas ideas, las virtudes más profundas, en una lí­nea que algunos exegetas han aplicado a la concepción* virginal de Jesús. Sea como fuere, la humanidad en su conjunto aparece así­ como femenina ante Dios, en una imagen que se enraí­za en la experiencia profética y que ha sido desarrollada por los grandes pensadores cristianos de tradición alejandrina, especialmente por Clemente y Orí­genes, pero también por Gregorio de Nisa. Este es un modelo donde el género masculino, entendido de forma paterna y/o esponsal, aparece como creador y activo, frente al femenino, que viene a presentarse como acogedor y femenino. Ciertamente, ese modelo, tomado en sentido espiritual y poético, ha podido tener y ha tenido elementos positivos, pero no responde a la experiencia radical del Dios israelita ni de Jesús de Nazaret.

Cf. J. CAZEAUX, Filón de Alejandrí­a, de la gramática a la mí­stica, Documentos en Torno a la Biblia 9, Verbo Divino, Estella 1984; J. DANIELOU, Ensayo sobre Filón de Alejandrí­a, Taurus, Madrid 1962; J. M. TREVIí‘O, Filón de Alejandrí­a. Obras completas I-V, Acervo, Buenos Aires 1976.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Filón Judeo

Contenido

  • 1 Su vida
  • 2 Escritos
  • 3 Doctrina
  • 4 Bibliografía

Su vida

Nació hacia el 25 a.C. Su familia, de una línea sacerdotal, era una de las más poderosas de la populosa colonia judía de Alejandría. Su hermano Alejandro era el mayordomo de la segunda hija de Antonio y casó a uno de sus hijos con la hija de Herodas Agripa, que le debía dinero. El hijo de Alejandro, Tiberio Alejandro, apostató y se convirtió en procurador de Judea y prefecto de Egipto. Filo debió haber recibido una educación judía, estudiando las leyes y las tradiciones nacionales, pero también siguió el plan de estudios griegos (gramática con lectura de los poetas, geometría, retórica, dialéctica) que consideraba como una preparación para la filosofía. A pesar de la falta de información directa sobre su preparación filosófica, sus obras muestran que tuvo un conocimiento de primera mano sobre las teorías estoicas prevalecientes entonces, de los diálogos de Platón, de las obras neo-pitagóricas y de la literatura moral popular, resultado del cinismo. Sin embargo, permaneció profundamente adherido a la religión judía con todas las prácticas que eso implicaba entre los judíos de la diáspora y cuya base era la unidad de culto en el Templo de Jerusalén.

Respecto a la comunidad alejandrina y los deberes que le requerían, su actitud era quizás variable; en su juventud mostró gusto por una vida exclusivamente contemplativa y los retiros en soledad; y se queja de una función oficial que le obligó a abandonar sus estudios. Más tarde entró de lleno en los intereses materiales y morales de la comunidad. Su “Comentario Alegórico” a menudo alude a las vocaciones a que estaban sujetos los judíos de Alejandría; dedica un tratado especial a la persecución de Flaco, prefecto de Egipto. El episodio más conocido de su vida es el viaje que hizo a Roma en el 39; había sido elegido como director de la embajada que presentaría ante el emperador Cayo Calígula las quejas de los judíos sobre la introducción de las estatuas del emperador en las sinagogas. Esta opresión, debida a los alejandrinos, era tanto más odiosa para los judíos puesto que desde hacía tiempo eran conocidos por su lealtad, y su devoción al imperio era sin duda una de las causas principales del antisemitismo en Alejandría. La redacción del propósito de la embajada poco después de la muerte de Calígula (41) es el último hecho conocido de la vida de Filo.

Escritos

Sus escritos contienen una información muy valiosa no sólo de la situación intelectual y moral de la comunidad judía de Alejandría, sino sobre todo sobre el sincretismo religioso y filosófico prevaleciente en la civilización griega. Se pueden dividir en: (1) Exposición de la ley judía; (2) obras apologéticas;(3) tratados filosóficos.

1. Las exposiciones de la Ley están en tres obras de carácter variado:

  • a “La Exposición de la Ley”, que comienza por un tratado sobre la creación del mundo (comentarios sobre el primer capítulo del Génesis) y continúa con tratados sobre Abraham, Isaac, Jacob y José (se han perdido los que trataban de Isaac y Jacob). Cada patriarca es considerado como el tipo de una virtud y la vida como una ley natural o no escrita. Luego sigue una serie de tratados sobre las leyes escritas por Moisés, agrupadas en orden según los Diez Mandamientos. La exposición se cierra con las leyes referentes a las virtudes generales (sobre la Justicia y el Valor) y un tratado sobre la recompensa reservada a los que obedecen la ley. (Ver “De Præmiis et Pœnis”, §§ 1, 2).
  • b El gran “Comentario Alegórico sobre el Génesis” es la principal fuente de información sobre las ideas de Filo; en él aplica sistemáticamente el método de la interpretación alegórica. El comentario sigue el orden de los versículos desde Gén. 2,1 a 4,17, con algunas lagunas más o menos importantes. No se sabe si la obra comenzaba con un tratado sobre el capítulo 1, sobre la creación; en todo caso, se ve por las alusiones a este capítulo que Filo tenía un sistema de interpretación sobre este punto. A pesar de su forma, esta obra no es una serie de interpretaciones reunidas verso a verso; el autor considera al Génesis en su conjunto como una historia del alma desde su formación en el mundo inteligible hasta el desarrollo completo de su sabiduría después de su caída y restauración por el arrepentimiento (ver ed. Mangey, “De Posteritate Caini”, p. 259). El objeto de su método alegórico es discerner en cada persona y en sus acciones el símbolo de alguna fase en la caída o en la restauración del alma.
  • c “Preguntas y Soluciones” son una serie de preguntas establecidas en cada verso de los libros mosaicos. Una traducción armenia ha conservado las preguntas sobre el Génesis (Gén. 2,4 – 23,8, con lagunas) y las preguntas sobre el Éxodo (Éx. 12,2 – 28,38), algunos fragmentos en griego de estas obras y de las preguntas sobre el Levítico, una traducción en latín mediocre de la última parte de las preguntas sobre el Génesis (4,154 ss.). En Sansón y Jonás hay mucha menos unidad que en las precedentes. El primer grupo de obras se dirige a lectores ya iniciados en la ley de Moisés, es decir, a los correligionarios del autor.

2. Es muy diferente en sus escritos apologéticos. La “Vida de Moisés” es un resumen de la ley judía, escrita para un público más amplio. El tratado “Sobre el Arrepentimiento” se escribió para la edificación de los recién convertidos. El tratado “Sobre la Humanidad”, que siguió al de “Sobre la Piedad”, parece por su introducción que pertenece a la “Vida de Moisés” y no a la “Exposición de la Ley” como afirman la tradición y algunos eruditos contemporáneos. La Upothetiná (fragmentos en Eusebio, “Preparación Evangélica” VIII, V, VI) así como la “Apología por los Judíos” (ibid., VIII, X) fueron escritos para defender a sus correligionarios de las calumnias, mientras que “Vida Contemplativa” se proponía cultivar los mejores frutos del culto mosaico. “Contra Flaco” y la “Embajada a Cayo”, con otra obra perdida sobre la persecución de Sejano, tenían el propósito de establecer la verdad respecto a la pretendida impiedad de los judíos

3. Finalmente tenemos los tratados puramente filosóficos: “Sobre la libertad del Sabio”, “Sobre la Incorruptibilidad del Mundo” (Barnays discute su autenticidad, generalmente admitida ahora), “Sobre la Providencia”, “Sobre los Animales” (estos dos últimos en las traducciones armenias). El breve tratado “De Mundo” es solamente una compilación de pasajes de otras obras. La pregunta de la cronología es más difícil que la de la clasificación. La solución de la dificultad sería de gran valor especialmente por las subdivisiones del primer grupo de escritos, para entender el desarrollo de las doctrinas de Filo; pero hay grandes divergencias de opinión sobre este punto. Sin embargo, es probable que la “Exposición de la Ley” que con frecuencia apela a la autoridad de los maestros y su cautelosa forma de introducir las interpretaciones alegóricas, es anterior al “Comentario Alegórico”, que muestra más seguridad e independencia de pensamiento.

Doctrina

La obra de Filo pertenece en su mayor parte a la inmensa literatura de comentarios sobre la Ley, y se le debe considerar especialmente como comentador. Pero en este aspecto ocupa un lugar único. En primer lugar utiliza la traducción griega de los Setenta. Las diferencias que se han señalado entre su texto y el de los Setenta actual se pueden explicar satisfactoriamente, no por la interpretación del texto hebreo (Ritter), sino por el hecho de que nuestra recensión es de una fecha posterior que la que él usó. Además, su método de interpretación aparece como algo nuevo y original entre los comentarios jurídicos de los rabíes palestinos. Eliminando lo que formaba la base común de todos los comentarios de esta clase—la interpretación de los nombres propios hebreos (Filo les da a veces una etimología griega), las reglas particulares para las señales que indican que Moisés quería que viéramos más allá del sentido literal (Sigfried), las tradiciones orales añadidas al relato del Pentateuco (y de nuevo, al principio de la “Vida de Moisés”, estas tradiciones son claramente de origen alejandrino) y las prescripciones del culto de Jerusalén—quedan dos rasgos esenciales: primero la convicción de que la ley judía es idéntica a la natural; y después la interpretación alegórica. La primera, según la cual los hechos de los profetas y las prescripciones de Moisés son vistos como ideales que se conforman con la naturaleza (en el sentido estoico) dan a la religión judía una universalidad incompatible con el estrecho mesianismo nacional de las sibilas judías. Filo abandona así completamente las promesas mesiánicas; no hay tradición nacional que excluya a los gentiles del judaísmo. Para encontrar sus precursores hemos de retroceder hasta los profetas; él revive las tradiciones pero sólo con modificaciones serias. A la idea de universalidad moral, él añada la idea de naturaleza que recibió de los estoicos. Su interpretación se inclina completamente a identificar las prescripciones mosaicas con la ley natural.

La segunda característica es la interpretación alegórica. Sin duda Filo tuvo sus predecesores entre los alejandrinos. La prueba de esto no está en los fragmentos de Aristóbulo (que son groseramente falsos y posteriores a Filo), sino en la obra de Filo mismo, que se basa a veces en la autoridad de sus predecesores, en la “Sabiduría de Salomón” (una obra alejandrina del primer siglo a.C. que contiene algunos restos de este método), y finalmente en la descripción que Filo ha dado de las ocupaciones de los terapeutas y los esenios. Sin embargo, la tradición así formada no puede haber sido muy importante porque no prevalece ante la inspiración personal y carece de unidad. Esta interpretación nos parece como una creación día a día de ese momento y en las obras de Filo podemos seguir una alegoría en proceso de formación, por ejemplo, la interpretación del hombre “según la imagen de Dios”. El desarrollo de la vida moral interior como la concebía Filo siempre está unido a su método alegórico, el cual Método difiere del de todos sus predecesores griegos que buscaban medios artificiales de producir concepciones filosóficas en los textos de antigua reputación, como los de Homero.

Como norma, no busca en el Texto Sagrado ninguna teoría estrictamente filosófica; más bien las pone de manifiesto por sus propios méritos. Aunque a veces se manifiesta entusiasta en su admiración de los filósofos griegos, no trata de presentarlos como discípulos no declarados de Moisés. Lo que busca en el Génesis no es esta o aquella verdad, sino la descripción de las actitudes del alma hacia Dios, como la inocencia, el pecado, el arrepentimiento. El método alegórico de Filo no prueba ni intenta probar nada; no es un método apologético. En la “Vida de Moisés”, por ejemplo, apenas se usa este método; la única característica apologética es la presentación de la gran importancia de la elevada moral de las leyes judías tomadas en su sentido literal. Pero el método es indispensable para la vida interior; da la imagen concreta que necesita el místico para explicar sus efusiones y hace que los libros judíos sean provechosos en la vida espiritual, la cual consiste en el sentimiento de confianza que nos da la fe en Dios, un sentimiento que coincide con la nada del hombre dejado a sus propias fuerzas. La fe en Dios no es en sí misma la condición sino la coronación de su vida, y la vida humana oscila entre la confianza en sí mismo y la confianza en Dios. Este Dios concebido en sus relaciones con las necesidades morales del hombre, tiene la omnipotencia e infinita bondad del Dios de los profetas. No es en absoluto el Dios de los estoicos, en directa relación con el comos en vez de con el hombre.

Bajo esta influencia, el culto según Filón, se convierte en eminentemente moral: la originalidad del filonismo consiste en su interpretación moral de las acciones de la divinidad sobre el mundo, que hasta entonces se habían considerado más en su aspecto físico. La idea fundamental es la de los poderes divinos concebidos a la manera de los judíos como bondad y soberanía en relación con el hombre. Es de notar que con esta idea el poder cósmico de la filosofía o de la religión griega es transformado por Filo en un poder moral. La sabiduría divina es sin duda como la de Isis en los tratados de Plutarco, madre del mundo, pero sobre todo madre de la bondad en el alma virtuosa. El “Hombre de Dios” es la conciencia moral del hombre más bien que el prototipo o ideal. El espíritu divino es transformado del éter material al principio de la inspiración moral. Reconocemos, es verdad, las huellas del origen cósmico de los intermediarios divinos; los ángeles son intermediarios materiales así como espirituales y Filo acepta la creencia en el poder de los cuerpos celestes como un grado inferior de sabiduría. Sin embargo hizo lo que pudo para suprimir cualquier intermediario material entre el hombre y Dios. Esto es bastante evidente en la famosa teoría del Logos de Dios. Este Logos que según los estoicos es el lazo de unión entre las diferentes partes del mundo y según los seguidores de Heráclito la fuente de las oposiciones cósmicas, es considerado por Filo como la palabra divina que revela Dios al alma y calma las pasiones (ver el Logos).

Finalmente, es desde este punto de vista de la vida interior desde el que Filo transforma la concepción moral de los griegos que conocía sobre todo en las formas más populares (diatribas cínicas); descubre en ellos la idea de conciencia moral aceptada pero poco desarrollada por los filósofos hasta ese momento. Un punto de vista muy interesante es la consideración de los varios sistemas morales de los griegos, no simplemente como verdaderos o falsos sino como otras tantas indicaciones del progreso del alma o del retroceso en las distintos etapas.

Bibliografía

Consultar varias ediciones de las obras de Filo: MANGEY (2 vols., Londres 1742); COHN Y WENDLAND, I-V (Berlín, 1896-1906); CUMONT, De Æternitate Mundi (Berlín, 1891); CONYBEARE, Filo sobre la Vida Contemplativa (Oxford, 1895); HARRIS, Fragmentos de Filo Judeo (Cambridge, 1886); WENDLAND, Neuentdeckte Fragmente Philos (Berlín, 1891). Escritos: GROSSMANN, De Philonis operum continua serie, I (Leipzig, 1841), II (1842); MASSEBIEAU, Le Classement des Œuvres de Philon in Biblioth. de l’Ecole des hautes études, I (1889), 191; MASSEBIEAU AND BRÉHIER, Chronologie de la Vie et des Œuvres de Philon in Revue d’hist. des Relig. (1906), 1-3. Doctrina: DRUMMOND, Filo Judeo (2 vols., Londres, 1888); HERRIOT, Philon le Juif; Essai sur l’Ecole Juive d’Alexandrie (Paris, 1898); MARTIN, Philon (París, 1907); BRÉHIER, Les Idées Philosophiques et Religieuses de Philon d’Alexandrie (París, 1908); SCHÜRER, Gesch. des Judischen Volkes im Zeitalter Jesu Christi (3ra ed., Berlín, 1909); SIEGFRIED, Philo v. Alexandria als Ausleger d. A. T. (Jena, 1875).
Bréhier, Emile. (1911).

Fuente: Bréhier, Emile. “Philo Judæus.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911.
http://www.newadvent.org/cathen/12023a.htm

Traducido por Pedro Royo. L H M

Fuente: Enciclopedia Católica