FORMACION PERMANENTE
Un proceso necesario, integral, armónico
La formación inicial de toda vocación cristiana es insuficiente para poder afrontar «las circunstancias de la sociedad moderna» (OT 22), si no se continúa por un proceso permanente durante toda la vida. Esta formación continuada servirá para «adquirir un conocimiento más acabado de los métodos pastorales y de la ciencia teológica, así como fortalecer su vida espiritual y comunicar mutuamente con sus hermanos las experiencias apostólicas» (PO 19).
Esta formación es exigencia del propio carisma que hay que «reavivar» continuamente (2Tim 1,6). Y es también un derecho de la comunidad eclesial. Es un signo de «amor a Jesucristo y coherencia consigo mismo. Pero es también un acto de amor al Pueblo de Dios… un acto de justicia verdadera y propia» (PDV 70). Es una «exigencia intrínseca» (VC 69) de la propia consagración (bautismo, sacerdocio, vida consagrada) y una «llamada a crecer, a madurar continuamente, a dar siempre más fruto» (CFL 57). Corresponde a la realidad cristiana, que es «camino de conversión y medio de fidelidad» (Santo Domingo 72).
Se llama «formación permanente» al proceso formativo que abarca, de modo armónico e integral, toda la vida de la persona dedicada al servicio del Reino de Dios, según la propia vocación. Esta formación no consiste sólo en programar unos cursos para actualizarse, sino que abarca todos los aspectos de la vida. Por esto, una buena programación debe «responder de modo adecuado a la grandeza del don de Dios y a la gravedad y exigencias de nuestro tiempo» (PDV 78; cfr. VC 69).
En un proyecto formativo ideario, objetivos, etapas, medios
El proyecto formativo contiene un ideario claro y sólido, unos objetivos definidos, unas etapas que recorrer, unos medios concretos y unos responsables y animadores, además de la organización de servicios. Se trata, pues, de «hacer un proyecto y establecer un programa, capaces de estructurar la formación permanente no como un mero episodio, sino como una propuesta sistemática de contenidos, que se desarrolla por etapas y tiene modalidades precisas» (PDV 79).
La formación permanente mantiene vivo el proceso de crecimiento o maduración respecto a la propia vocación y misión, profundizando en la fidelidad generosa, rectitud de intenciones y motivaciones, libertad interior, idoneidad en todos los aspectos humano-cristiano, espiritual, intelectual, apostólico, comunitario, carismático… Esta formación ayudará a superar el sentido de inseguridad y de duda, de soledad y de fracaso, potenciando a los evangelizadores a todos cuantos han consagrado su vida al evangelio.
Niveles y medios concretos
Se puede distribuir en cinco los niveles de formación permanente humano-cristiano (maduración armónica de la personalidad criterios, valores, actitudes, descanso, salud); espiritual (liturgia, oración, seguimiento evangélico, virtudes); intelectual (capacidad de estudio, actualización, profundización, en torno al misterio de Cristo y a la actualidad); pastoral (disponibilidad apostólica, dedicación, conocimiento de la realidad, evaluación, compromisos); comunitario (conocimiento mutuo, compartir, convivencia, amistad, colaboración); carismático (conocer, apreciar, respectar, practicar el propio carisma personal y grupal) (cfr. PDV 74; VC 71; CFL 57-63).
Toda programación sobre formación permanente necesita concretar unos medios que correspondan a los niveles señalados, a la luz de un ideario y según las etapas correspondientes. Son medios que favorecen la vida personal y comunitaria contemplación de la Palabra (y relación personal con Cristo); celebración y adoración de la Eucaristía; Liturgia de las Horas; vida fraterna (convivencia, conocimiento mutuo, compartir, cooperación); vivencia gozosa de la «unidad de vida» en la acción apostólica; estudio sistemático; medios concretos de revisión y renovación espiritual (sacramento de la reconciliación, examen, retiros, Ejercicios, consejo y dirección espiritual, devoción mariana); medios de equilibrio y maduración humana (conocerse, equilibrio afectivo, descanso, ayuda económica, solidaridad), etc.
Referencias Formación, formación espiritual-humana-intelectual-misionera-pastoral, vocación.
Lectura de documentos PO 19; OT 22; AG 25-26; AA 28-32; PDV 70-81; Directorio 69-97; VC 69-71; CFL 57-63.
Bibliografía J.M. ARANCIBIA, C.M. GALLI, Formación sacerdotal permanente nuestro camino reciente Criterio (1992) 655-663; (Congregación para los Institutos de Vida Consagrada) Orientaciones sobre la formación en los institutos Religiosos (1990); E. BORDA, La formazione pastorale dei sacerdoti nell’esortazione apostolica «Pastores dabo vobis» Annales Theologici 6 (1992) 289-318; CELAM, Las dimensiones de la formación sacerdotal (Bogotá 1990); (Conferencia Episcopal Colombiana) Formación sacerdotal permanente (Bogotá 1978 y 1990); M. MACIEL, La formación integral del sacerdote ( BAC, Madrid, 1990); J. de J. MARTINEZ CEPEDA La educación permanente en la Iglesia local (México, Com. Episc. Clero, 1982); L. RUBIO, La formación sacerdotal de los sacerdotes en la situación actual (Salamanca, Sígueme, 1991).
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización