GREGORIO I EL GRANDE
Papa (590-604). Vida: Nacido en una familia aristocrática romana, su tatarabuelo fue el papa Félix II (483-492) y entre sus antepasados estuvo también el papa Agapito I (535-536). En el 537 Gregorio era prefecto de Roma pero abandonó el funcionariado para convertirse en monje. Fundó así el monasterio de san Andrés, en Roma, y otros seis en Sicilia. Llamado por Pelagio II, regresó a Roma donde se le ordenó diácono siendo, posteriormente, enviado a Constantinopla como representante episcopal. Allí se mezclaría en una fuerte controversia con Eutiques. A la muerte de Pelagio II, en 590, Gregorio fue elegido para sucederlo. Se convirtió así, muy a su pesar, en el primer monje papa. Aunque unificó la administración eclesial, se negó a usar el título de patriarca ecuménico. Su labor pacificadora con los lombardos, ocasionado por el deseo de evitar las penalidades de la población, le enfrentó con Constantinopla.
Obras: Gregorio fue primeramente un exegeta. Sólo han llegado completos sus comentarios a Job y I Reyes, pero fue autor de otras de Proverbio, el Cantar, etc. Los Diálogos narran la vida de diversos santos italianos y la Regla pastoral se ocupa del tratamiento del ministerio episcopal, especialmente en lo que a predicación se refiere. Su influencia en la liturgia, contra lo que se pensó en otras épocas, se limitó prácticamente a la redacción de oraciones.
Teología: Gregorio fue un gran difusor del pensamiento agustiniano. Del Padre africano tomó su insistencia en el estado caído del hombre, la primacía de la gracia de Dios en la salvación y la doctrina de la predestinación. Contribuyó asimismo a la elaboración gradual de la doctrina del purgatorio.
VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrística, Verbo Divino, Madrid, 1992
Fuente: Diccionario de Patrística