H241

Diccionario Strong

איזֶן

ozén

de H238; amplitud, i.e. (concretamente) oído (de su forma física en el hombre): oído, oír, oreja, presencia.

—-

Diccionario Chávez

אֹזֶן Oreja, oído (Gén 35:4). — galáh ózen = descubrir la oreja = revelar en secreto (1Sa 9:15). — Const. אֹזֶן; Suf. אָזְנֶךָ; Dual, אָזְנַיִם.

—-

Diccionario Vine AT

‘ozen (איזֶֶן, H241), «oído, oreja». El nombre es común en las lenguas semíticas. En el Antiguo Testamento aparece 187 veces, sobre todo para designar una parte del cuerpo. El primer caso está en Gén 20:8 : «Entonces Abimelec se levantó de mañana y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera».

En las «orejas» se colgaban aretes (Gén 35:4); por lo mismo podían horadarse en señal de servidumbre perpetua (Éxo 21:6).

Varios verbos guardan relación con el «oído»: «informar» (Eze 24:26), «prestar atención» (Sal 10:17), «escuchar» (Sal 78:1), «tapar» (Isa 33:15), «ensordecer» (Isa 6:10) y «retiñir» (1Sa 3:11). Los animales tienen «orejas» (Pro 26:17). Metafóricamente se dice que Dios tiene «oídos»: «No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; apresúrate a responderme el día que te invocare» (Sal 102:2). Dice la RVR en otro pasaje: «Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová» (1Sa 8:21). En forma más idiomática la NBE traduce: «Las comunicó [«repitió» LVP] al Señor». El Señor «abre» los «oídos» (Sal 40:6), los hace (Sal 94:9) y los sana (Pro 20:12 LBD) a fin de permitirle al hombre recibir dirección de su Creador. Como el creador, también es capaz de oír y responder a las necesidades de su pueblo (Sal 94:9). El Señor revela sus palabras a los «oídos» de los profetas: «Un día antes que llegase Saúl, Jehová le había revelado al oído a Samuel, diciendo» (1Sa 9:15 RVA). Cuando no respondieron al mensaje profético, los israelitas se ensordecieron espiritualmente: «Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye» (Jer 5:21). Después del cautiverio, el pueblo experimentaría un despertar espiritual, una nueva receptividad a la Palabra de Dios que Isaías califica de «abrirles el oído» (Isa 50:5).

Fuente: Varios Autores