H5771

Diccionario Strong

עָוין

avón

o עָווין avón (2Re 7:9; Sal 51:5 [7]); de H5753; perversidad, i.e. mal (moral): castigar, castigo (de iniquidad), falta, iniquidad, mal, maldad, malo, delito, pecado.

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Diccionario Chávez

עָוֹן

1) Pecado, maldad, iniquidad (2Sa 22:24; Gén 15:16).

2) Culpa (Núm 15:31; Núm. 30:16/Núm 30:15).

3) Castigo por la culpa (Gén 4:13). — Var. עָווֹן; Const. עֲוׄן, עֲווֹן; Suf. עֲוׄנוֹ, עֲוׄנֵכִי; Pl. עֲוׄנוֹת; Suf. עֲוׄנֹתָם, עֲוׄנֵינוּ, עֲוׄנֶיךָ.

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Diccionario Vine AT

‘awon (עַוין, H5771), «iniquidad; culpa; castigo». Este nombre, que se encuentra 231 veces en el Antiguo Testamento, se limita al hebreo y arameo bíblico. Los libros proféticos y poéticos usan ‘awon con frecuencia. En todo el Pentateuco hay unos 50 casos del vocablo. Además, el uso en los libros históricos es infrecuente. La primera enunciación de ‘awon proviene de los labios de Caín, con la connotación especial de «castigo»: «Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado» (Gén 4:13).

El significado básico de ‘awon es «iniquidad». El término indica una ofensa, intencional o no, en contra de la Ley de Dios. Posee el mismo significado veterotestamentario fundamental con jatta’t, «pecado», por lo que los vocablos jatta’t y ‘awon son virtualmente sinónimos: «He aquí que esto [el carbón encendido] ha tocado tus labios [los de Isaías]; tu culpa [‘awon] ha sido quitada, y tu pecado [jatta’t] ha sido perdonado (Isa 6:7 RVA).

La «iniquidad» merece castigo porque es una ofensa a la santidad de Dios. Se advierte que Dios castiga nuestras transgresiones: «Cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera» (Jer 31:30). Hay además un sentido colectivo en que el uno es responsable por los muchos: «No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen» (Éxo 20:5 RVA). Ninguna generación, no obstante, debe considerarse bajo el juicio de Dios por la «iniquidad» de otra generación: «Y si preguntáis: ¿Por qué es que el hijo no cargará con el pecado de su padre? Es porque el hijo practicó el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los puso por obra; por eso vivirá. El alma que peca, esa morirá. El hijo no cargará con el pecado del padre, ni el padre cargará con el pecado del hijo. La justicia del justo será sobre él, y la injusticia del impío será sobre él» (Eze 18:19-20 RVA).

Israel fue llevada al cautiverio por los pecados de los padres y los suyos: «Las naciones sabrán también que la casa de Israel fue llevada cautiva por causa de su pecado. Porque se rebelaron contra mí, yo escondí de ellos mi rostro y los entregué en mano de sus enemigos; y todos ellos cayeron a espada» (Eze 39:23 RVA).

A pesar de la seriedad con que Dios trata la «iniquidad» dentro de la relación del pacto entre él y su pueblo, se le recuerda al pueblo que él es el Dios viviente y que está dispuesto a perdonar la «iniquidad»: «¡Jehová, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación!» (Éxo 34:7 RVA). Dios requiere confesión de pecado: «Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis rebeliones a Jehová y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Sal 32:5 RVA); él también espera una actitud de confianza y fe cuando le pedimos con humildad: «Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado» (Sal 51:2).

En Isaías 53 aprendemos que Dios colocó sobre Jesucristo nuestras «iniquidades» (v. 6), para que él, herido por nuestras «iniquidades» (v. 5), justificara los que en él creyeren: «Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho: por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre sí las iniquidades de ellos» (Isa 53:11 NRV).

El sentido de ‘awon abarca las dimensiones de pecado, juicio y «castigo» por el pecado. El Antiguo Testamento enseña que el perdón divino de nuestra «iniquidad» incluye el propio pecado, la culpa del pecado, el juicio de Dios sobre este pecado y el castigo divino por el pecado: «Bienaventurado el hombre a quien Jehová no atribuye iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño» (Sal 32:2 RVA).

En la Septuaginta el vocablo tiene las siguientes acepciones: adikia («maldad; iniquidad»); hamartia («pecado; error») y anomia («sin ley; anarquía»). En las traducciones en castellano (sobre todo en las protestantes) el término «iniquidad» es bastante uniforme, aunque también se encuentra el vocablo «pecado» y términos más especializados como «culpa», «delito», «maldad» y «falta» (particularmente en traducciones católicas).

‘awon (עָוין, H5771), «iniquidad». Este vocablo derivado de la raíz ‘awah, significa «doblado, doblegado, torcido, pervertido» o bien «torcer y perverso». El cognado arábigo ‘awa quiere decir «torcer, doblegarse»; algunos estudiosos consideran que el verdadero cognado es el término arábigo ghara («desviarse del camino»), pero hay menos justificación para esta interpretación. ‘Awon presenta el pecado como perversión de la vida («torcerla fuera del camino correcto»), una perversión de la verdad («torcer hacia el error»),o una perversion de la voluntad («doblar la rectitud a una desobediencia deliberada»). El vocablo «iniquidad» es la mejor palabra equivalente, a pesar de que el significado real de la raíz latina iniquitas es «injusticia; falta de equidad; hostilidad; contrariedad».

‘awon aparece a menudo en el Antiguo Testamento en paralelismo con otros vocablos que expresan pecado, tales como jattatt («pecado») y pesha’ («transgresión»). Algunos ejemplos se encuentran en 1Sa 20:1 : «David … acudió a Jonatán y le dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad [‘awon], o cuál es mi pecado [jatta’t] contra tu padre, para que él trate de quitarme la vida?» (RVA; cf. Isa 43:24; Jer 5:25). Véase también Job 14:17 (RVA): «Mi transgresión [pesha] tienes sellada en una bolsa y recubres mi iniquidad [‘awon]» (cf. Sal 107:17; Isa 50:1).

El malhechor penitente reconoce su «iniquidad» en Isa 59:12 (RVA): «Porque nuestras transgresiones se han multiplicado delante de ti, y nuestro pecado ha testificado contra nosotros. Porque con nosotros permanecen nuestras transgresiones; reconocemos nuestras iniquidades» (cf.1Sa 3:13). La «iniquidad» debe confesarse: «Aarón pondrá sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo y confesará sobre él todas las iniquidades, las rebeliones y los pecados de los hijos de Israel» (Lev 16:21 RVA). «Los del linaje de Israel … confesaban sus pecados y la iniquidad de sus padres» (Neh 9:2 RVA; cf. Sal 38:18).

La gracia de Dios puede quitar o perdonar la «iniquidad»: «Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala» (Zac 3:4 RVA; cf. 2Sa 24:10). La propiciación divina puede cubrir nuestra «iniquidad»: «Con misericordia y verdad se expía la falta, y con el temor de Jehová uno se aparta del mal» (Pro 16:6; cf. Sal 78:38).

‘awon puede indicar la «culpa de la iniquidad», como en Eze 36:31 : «Y os acordaréis de vuestros malos caminos … y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades, y por vuestras abominaciones» (cf. Eze 9:9). El vocablo puede también indicar el «castigo por la iniquidad»: «Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto» (1Sa 28:10). En Éxo 28:38, ‘awon sirve de complemento a nasha («cargar, llevar, perdonar»), y señala cargar el castigo por la «iniquidad» de otros. En Isa 53:11 leemos que el siervo de Yahveh carga con las consecuencias de las «iniquidades» de una humanidad pecaminosa, incluyendo Israel.

Fuente: Varios Autores