HALAKAH

Se deriva del verbo h-alak (caminar, andar). En el lenguaje de la tradición rabí­nica designaba la «sentencia religiosa normativa, la prescripción en vigor y, más tardí­amente, indicó también todo el sistema jurí­dico del judaí­smo.

En sentido metafórico, h-alak indica la conducta o el comportamiento, y por tanto el obrar en conformidad con la voluntad de Dios, expresado en normas y mandamientos. La halakah nace y se desarrolla como un esfuerzo de adaptación y de aplicación de la Torá bí­blica.

Según la antigua tradición judí­a, dio origen a 248 preceptos positivos y a 365 prohibiciones. Estas 613 prescripciones se refieren al culto, al templo, a las comidas, a las condiciones de pureza, a las fiestas, al derecho civil, En efecto, halakah designó genéricamente la totalidad del sistema legal del judaí­smo, el conjunto de leyes y observancias. Puesto que la Torá permití­a en algunas ocasiones interpretaciones distintas por parte de los diversos grupos (saduceos, fariseos, judí­os helenistas, esenios de Oumrán), la tradición rabí­nica discutió sus posibles aplicaciones. En el Nuevo Testamento aparecen indicios de estas controversias; por ejemplo a propósito del sábado (Mc 2,23ss y par.), de lo puro e impuro (Mc 7 lss y par.), del atar y desatar (Mt 16,19; 18,18; que hay que entender en relación con lo qué está permitido y lo que está prohibido).

Sobre el carácter vinculante de la tradición interpretativa «oral», los saduceos y los fariseos sostení­an tesis opuestas: los primeros defendí­an la Torá escrita como única autoridad, los segundos apelaban por el contrario a la tradición oral o «tradición de los padres». De aquí­ vino la idea rabí­nica de las dos Torá, una escrita y la otra oral, dadas ambas a Moisés por Dios en el Sinaí­. En efecto, los rabinos enseñaban también preceptos que no estaban contenidos en la Biblia, pero que eran considerados como «halakah dada por Moisés en el Sinaí­». El tratado Pirqe Abot se expresa de esta manera: «Moisés recibió la Torá (escrita y oral) en la montaña del Sinaí­ y se la transmitió a Josué…». La diferencia de interpretación de la Torá dio origen a corrientes o escuelas diversas y contrapuestas: por ejemplo, la de Hillel y la de Shammai.

Por el año 200 d.C. se redactó la Misná, donde se recoge por escrito la tradición oral, dando origen a 63 tratados. Poco después se compuso la Tosefta, otra colección de tradiciones halákicas. El judaí­smo rabí­nico produjo también interpretaciones halákicas o actualizantes de las Escrituras; son los midrashim halákicos. El Talmud, tanto palestino que recoge las tradiciones de las escuelas de Tiberí­ades, como el babilonio que contiene las tradiciones de las escuelas de Mesopotamia, es una colección posterior de las tradiciones rabí­nicas. Está formado por la Misná «, por el comentario de los diversos rabinos. La importancia de la halakah en el perí­odo rabí­nico fue tan grande que se puede hablar para aquella época, de «judaí­smo halákico». En efecto, tiene la finalidad de aplicar la palabra escrita de la Torá a la vida y a la historia del pueblo judí­o. Es una actualización de la Torá que compromete a la libertad y a la sabidurí­a del maestro.

A. Bonora

BibI.: H. L. Strack – G. Stemberger, Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, Institución San Jerónimo.. Valencia 1988; P. Lenhardt – M, Collin, La Torá oral de los fariseos, Verbo Divino, Estella 1991; P Stefani, Lectura judí­a de la Biblia, en NDTB, 998-1018; C. del Valle (ed.), La Misná, Editora Nacional, Madrid 1981.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico