HORA

v. Día, Tiempo
Est 4:14 ¿y quién sabe si para esta h has llegado
Ecc 3:1 que se quiere debajo del cielo tiene su h
Mat 20:12 postreros han trabajado una sola h
Mat 24:36 del día y la h nadie sabe, ni aun los
Mat 24:44; Mat 25:13; Luk 12:40 a la h que no pensáis
Mat 24:50; Luk 12:46 vendrá .. a la h que no sabe
Mat 26:40; Mar 14:37 no habéis podido velar .. h
Mat 26:45; Joh 12:23 ha llegado la h, y el Hijo del
Luk 10:21 en aquella misma h Jesús se regocijó en
Luk 22:53 esta es vuestra h, y la potestad de las
Joh 2:4 ¿qué tienes .. Aún no ha venido mi h
Joh 4:21 la h viene cuando ni en este monte ni
Joh 4:52 a qué h había comenzado a estar mejor
Joh 7:30; 8:20


Hora (heb. shaâh; gr. hora). En tiempos antiguos, la 12ª parte del perí­odo de luz diurna (Joh 11:9; cf Mat 20:1-12), por lo que la longitud de la hora variaba algo de acuerdo con las 564 estaciones, quizá calculada en forma aproximada mirando al sol; por cierto, para los propósitos corrientes no se medí­a el tiempo con exactitud. Pero ya en los dí­as de Isaí­as los hebreos tení­an evidentemente algún método para saber la hora mediante la sombra que arroja el sol, porque la señal milagrosa otorgada a Ezequí­as fue el movimiento hacia atrás de la sombra en el “reloj”* de Acaz (o en las gradas de la escalera que llevaba a la cámara de Acaz; 2Ki 20:11). En Egipto ya existí­an relojes de agua que indicaban la hora del dí­a por la cantidad del lí­quido que habí­a salido por una abertura cuidadosamente medida. Las escalas, que diferí­an de acuerdo con los meses del año, compensaban la diferencia de longitud de las horas (fig 429). Véase Dí­a (2). Horario simplificado que muestra la relación de las horas judí­as y romanas con las modernas. Para una mayor explicación acerca de las horas y las vigilias del dí­a y de la noche, véanse Dí­a; Noche.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ver dí­a.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Esta palabra se encuentra en el AT únicamente en Daniel, como traducción del aram. she†™a†™ : un tiempo breve, un momento (Dan 3:6, Dan 3:15; Dan 4:33; Dan 5:5; RVA, RVR-1960, DHH y BA presentan variantes de traducción:
inmediatamente, en la misma hora, ahora mismo, en ese mismo instante, en aquel momento). En 4:19 RVA, DHH y BA tienen por un momento, RVR-1960 traduce: †œcasi una hora†. El dí­a se dividí­a en grados (2Ki 20:9-11; Isa 38:8, según traduce RVR-1960 y BA; ver nota; pero RVA y DHH traducen gradas) en relación con la gra-derí­a o escalera del reloj de Acaz. En Ecc 9:12 se encuentra la palabra hora (DHH) como traducción del heb. †™eth, tiempo (RVA, BA).

En el NT, el término gr. hora, (hora) a menudo se usa como referencia a una porción de tiempo (por ej., Mat 8:13). El dí­a tení­a 12 horas (Joh 11:9). La parábola de la viña (Mat 20:1-16) menciona la tercera, sexta, novena y undécima horas. Dado que estas son horas de trabajo, obviamente se iniciaban temprano en la mañana; esta era la manera palestina de computar el tiempo. Las siguientes referencias en Apocalipsis —Mat 8:1 (media hora); Mat 9:15 (para la hora); Mat 17:12; Mat 18:10, Mat 18:17, Mat 18:19 (una hora)— enfatizan un perí­odo de tiempo bastante breve.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(tiempo).

En la Biblia se refiere a un momento del dí­a, o a un perí­odo de tiempo: (Mat 8:13, Rev 17:12).

Horas del Dí­a.

– Empieza a las 6 de la mañana.

– Tercia, a las 9.

– Sexta, a las 12.

– Nona, a las 3 de la tarde, cuando murió Jesús: – Duodécima, las 6 de la tarde.

Horas de la noche.

– Primera vigilia, 6 de la tarde.

– Segunda vigilia, de 9 a 12.

– Tercera vigilia, o canto del gallo, desde las 12 a las 3 de la mañana.

– Cuarta vigilia, de 3 a 6 mañana.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

En el AT no se conocí­a la división del dí­a en h. Esto vino a practicarse después del exilio. Pero en tiempos del NT ya se utilizaba la división en doce h. (†œ¿No tiene el dí­a doce h.?† [Jua 11:9]). El dí­a comenzaba a contarse a partir de las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde. Ese es el sistema que se utiliza mayormente en la Escritura. Así­, †œla h. tercera del dí­a† (Mat 20:3) correspondí­a a las nueve de la mañana; †œla h. sexta†, a las doce del mediodí­a; †œla h. novena†, a las tres de la tarde (Mat 20:5), etcétera. El evangelio según Juan, sin embargo, utiliza el método romano para dividir el dí­a, por lo cual en Jua 19:14, cuando Pilato sacó al Señor Jesús ante el pueblo, era †œcomo la h. sexta†. En el método romano †œla h. sexta† equivalí­a a las doce m. (Jua 4:6), †œla h. décima†, a las cuatro de la tarde (Jua 1:39); etcétera. Los otros evangelistas, al hablar de las h., usaron el método judí­o.

También se utiliza el término para señalar la idea del †œmomento preciso†, indicándose que era o no el momento adecuado u oportuno para una cosa. Así­, †œtodo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su h.† (Ecl 3:1). Hubo ocasiones en las cuales se intentó hacer daño al Señor Jesús, pero no se pudo †œporque aun no habí­a llegado su h.† (Jua 7:30; Jua 8:20). †¢Dí­a. †¢Tiempo.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, MEDI

vet, Este término se usa en las Escrituras con diversos significados. (a) Un periodo indefinido, en el que el término tiempo darí­a el mismo sentido: “La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre” (Jn. 4:21). (b) Un punto determinado en el tiempo, pudiéndose usar “instante” o “en el acto” como sinónimos: “Y la mujer fue salva desde aquella hora” (Mt. 9:22). (c) La división del dí­a en doce horas, que por lo general se considera desde la salida hasta la puesta del sol. Esto variaba en Palestina desde diez de nuestro cómputo en el invierno hasta catorce en verano, de manera que las horas de verano eran casi la mitad más prolongadas que las del invierno. Las horas en las Escrituras se cuentan por lo general como desde las 6 de la madrugada hasta las 6 de la tarde, lo que hace que la hora tercera se corresponda con las 9 de la mañana; la hora sexta con las doce del mediodí­a; la hora novena con las 3 de la tarde, etc. Esta correspondencia es aplicable a todas las horas mencionadas en el NT excepto en el Evangelio de Juan. Este evangelista seguí­a el cómputo romano, de medianoche a medianoche. Esto da explicación a la dificultad que se halla en Jn. 19:4, que registra que el juicio estaba en marcha en la hora sexta, en tanto que en Mr. 15:25 se dice “era la hora tercera cuando le crucificaron”. Una comparación de todos los pasajes muestra que el juicio tuvo comienzo a una hora muy temprana, y las 6 de la mañana en nuestro cómputo se ajusta bien; y la crucifixión a las 9 de la mañana, la hora tercera de los judí­os, concuerda con Marcos. Las otras horas concretas mencionadas en Juan se hallan en Jn. 1:39; 4:6, 52, 53, y nuestro cómputo de tiempo concuerda bien con todas estas menciones.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

DJN

Para nosotros la palabra hora designa un momento determinado del dí­a o del tiempo en general. Damos a este término un sentido cronológico. Pero su utilización frecuente en los evangelios, y en momentos cruciales, nos obliga a pensar en un nivel más profundo, llamémoslo ógico. Teniendo en cuenta el origen del vocablo, que procede de la mentalidad apocalí­ptica, nos vemos obligados a pensar en un momento especial del futuro en el que Yahvé llevarí­a a feliz término la realidad prometida que colmase las esperanzas de Israel, algo así­ como “el dí­a del Señor”.

Este significado es conocido tanto por los Sinópticos como por Juan: En cuanto al dí­a y a “la hora”, nadie sabe nada; ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre”… “Lo mismo vosotros, tenéis que estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a “la hora” en que menos penséis” (Mt 24,36.44).

El significado teológico más profundo nos lo ofrece el cuarto evangelio. Las 26 veces que utiliza la palabra en cuestión habla de su importancia . Pero, mucho más importante, es su importancia : la vida de Jesús está marcada por su . En la primera parte del evangelio no ha llegado su hora (Jn 2,4, en la escena de Caná de Galilea; 7,30, cuando intentan arrestar a Jesús y no lo lograron porque no habí­a llegado su hora). Llegará en el momento de la pasión: “La ví­spera de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que le í­a llegado la hora de pasar de este mundo al Padre…” (Jn 13,1).

La escena de Getsemaní­, que el cuarto evangelio adelanta, en lo que se refiere a “la agoní­a de Jesús”, es considerada como una anticipación de su hora: “Me encuentro sumamente abatido; pero, ¿qué es lo que puedo decir? ¿Pediré al Padre que me libre de esta “hora”? De ningún modo, porque he venido precisamente para aceptar esta “hora” (Jn 12,27).

Como hemos insinuado, la anticipación es debida al traspaso de esta pequeña sección (Jn 12,27-29) al lugar que ocupa como preparación de la pasión. En el lugar que le corresponderí­a (Jn 18,1-11; la escena del aplanamiento moral de Jesús -el abatimiento ante su hora- desautorizarí­a la dignidad de Jesús que, incluso en su pasión, sigue siendo el Señor, en la presentación que nos hace el cuarto evangelio.

Desde el momento en que Jesús comienza su “ministerio público”, debe actuar movido únicamente por la voluntad del Padre. No admitirá injerencias de nadie, ni siquiera de su madre. Esto es lo que justifica la respuesta dura que le dirige y cuyo contenido hemos traducido así­: , deja de intervenir en mi vida. La hora que no ha llegado en Caná es la que llega en la cruz; es el momento en el que Jesús cumple de una manera exhaustiva y total su misión redentora. >Juan; pasión.

F. Ramos

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

La palabra griega ho·ra se usa en las Escrituras Griegas Cristianas para indicar un perí­odo de tiempo corto, un tiempo fijo, definido, o una división del dí­a. En las Escrituras Hebreas no aparece ningún término para hora. Los antiguos israelitas tal vez hayan dividido el dí­a en cuatro partes. (Ne 9:3.) En vez de hablar de horas, las Escrituras Hebreas usan las expresiones †œmañana†, †œmediodí­a† y †œatardecer† como indicadores de tiempo. (Gé 24:11; 43:16; Dt 28:29; 1Re 18:26.) Otras designaciones más precisas eran: †œen cuanto brille el sol† (Jue 9:33), †œla parte airosa del dí­a† (Gé 3:8), †œal calor del dí­a† (Gé 18:1; 1Sa 11:11) y †œal tiempo de ponerse el sol† (Jos 10:27; Le 22:7). El sacrificio pascual tení­a que degollarse †œentre las dos tardes†, expresión con la que al parecer se indica el tiempo posterior a la puesta del Sol y anterior al comienzo de la noche. (Ex 12:6.) Este es el punto de vista de algunos doctos, así­ como de los judí­os caraí­tas y los samaritanos, aunque los fariseos y los rabinistas opinaban que era el tiempo que transcurrí­a desde que empezaba a descender el Sol hasta que se poní­a.
Dios mandó que las ofrendas quemadas se hicieran sobre el altar †œpor la mañana† y †œentre las dos tardes†. Junto con estas, también se presentaba una ofrenda de grano. (Ex 29:38-42.) De modo que expresiones como †œascender la ofrenda de grano† (el contexto indicaba si era por la mañana o por la tarde; 1Re 18:29, 36) y el †œtiempo de la ofrenda de la dádiva de la tarde† (Da 9:21) obtuvieron con el tiempo una connotación cronológica.
La noche se dividí­a en tres perí­odos llamados †œvigilias†. En este sentido se hace mención de: las †œvigilias de la noche† (Sl 63:6), la †œvigilia intermedia de la noche† (Jue 7:19) y la †œvigilia matutina† (Ex 14:24; 1Sa 11:11).

El dí­a de veinticuatro horas. Se le ha atribuido a Egipto la división del dí­a en veinticuatro horas: doce para el dí­a y doce para la noche. Estas horas no durarí­an siempre lo mismo, debido al cambio de las estaciones, haciendo que en verano las horas del dí­a fuesen más largas y las de la noche, más cortas (excepto en el ecuador). Nuestra división actual del dí­a en veinticuatro horas de sesenta minutos es el resultado de la combinación del cálculo egipcio y las matemáticas babilonias: un sistema sexagesimal (basado en el número 60). El cómputo del dí­a desde medianoche hasta medianoche —eliminando, por lo tanto, la variación en la duración de las horas según las estaciones— fue un método posterior, quizás romano.

En el siglo I. En el siglo I E.C. los judí­os dividí­an el perí­odo diurno en doce horas, empezando al amanecer. Jesús dijo: †œHay doce horas de luz del dí­a, ¿no es verdad?†. (Jn 11:9.) Esto hací­a que la duración de las horas variase de un dí­a a otro, según las estaciones. Solo durante el tiempo de los equinoccios duraban lo mismo que hoy dí­a. Esta ligera variación, que no serí­a tan grande en Palestina, no supondrí­a ninguna inconveniencia importante. El comienzo del dí­a corresponderí­a más o menos con las seis de la mañana de nuestro horario. En la ilustración de los obreros de la viña, Jesús hizo mención de la hora tercera, la sexta, la nona, la undécima y el †œanochecer† (que serí­a la duodécima). Estas horas corresponderí­an con nuestras ocho a nueve y once a doce de la mañana, y dos a tres, cuatro a cinco y cinco a seis de la tarde, respectivamente. (Mt 20:3, 5, 6, 8, 12; Hch 3:1; 10:9.) La medianoche y el †œcanto del gallo† son designaciones de tiempo que también se usan en las Escrituras Griegas Cristianas. (Mr 13:35; Lu 11:5; Hch 20:7; 27:27; véase CANTO DEL GALLO.) Parece ser que bajo la dominación romana los judí­os adoptaron la división romana de la noche en cuatro vigilias, en lugar de tres. (Lu 12:38; Mt 14:25; Mr 6:48.)

Una aparente discrepancia. Algunas personas han señalado la existencia de una aparente discrepancia entre Marcos 15:25, que dice que se colgó en un madero a Jesús para †œla hora tercera†, y Juan 19:14, que indica que era †œcomo la hora sexta† cuando terminó el juicio final de Jesús ante Pilato. Juan tení­a acceso al relato de Marcos y sin duda pudo haber repetido la misma hora que este habí­a registrado. Por consiguiente, debe haber tenido una razón para dar una hora diferente a la que dio Marcos.
¿Por qué esta aparente discrepancia? Se han dado varias explicaciones, pero ninguna es del todo satisfactoria. Sencillamente, no tenemos suficiente información para saber con seguridad la razón de la diferencia entre los dos relatos. Tal vez las referencias a la hora hechas tanto por Marcos como por Juan fueran parentéticas, no cronológicas. En cualquier caso, una cosa es cierta: ambos escribieron inspirados por espí­ritu santo.
Los evangelios sinópticos indican con claridad que para la hora sexta, o mediodí­a, Jesús llevaba suficiente tiempo colgado en el madero como para que los soldados hubieran echado suertes sobre sus prendas de vestir y los principales sacerdotes, los escribas, los soldados y otros transeúntes le injuriaran. También muestran que Jesús murió para las tres de la tarde. (Mt 27:38-45; Mr 15:24-33; Lu 23:32-44.) Lo verdaderamente importante que debe recordarse es que Jesús murió por nuestros pecados el dí­a 14 de Nisán del año 33 E.C. (Mt 27:46-50; Mr 15:34-37; Lu 23:44-46.)

Otros usos. En las Escrituras Griegas Cristianas la palabra ho·ra se utiliza con frecuencia para dar a entender †œinmediatamente† o en un espacio de tiempo muy corto. Por ejemplo: una mujer que tocó el fleco de la prenda exterior de vestir de Jesús sanó †œdesde aquella hora†. (Mt 9:22.) El término †œhora† también podí­a referirse a un momento especial o trascendental de duración indeterminada, o al comienzo de un perí­odo de tiempo. Jesús dijo: †œRespecto a aquel dí­a y hora nadie sabe† (Mt 24:36), †œviene la hora en que todo el que los mate se imaginará que ha rendido servicio sagrado a Dios† (Jn 16:2) y †œviene la hora en que ya no les hablaré en comparaciones†. (Jn 16:25.)
Por otra parte, la palabra †œhora† podí­a designar cualquier tiempo del dí­a, como cuando los discí­pulos le dijeron a Jesús en cuanto a la multitud de personas que le habí­an seguido a un lugar solitario: †œEl lugar es solitario y la hora es ya muy avanzada; despide a las muchedumbres†. (Mt 14:15; Mr 6:35.)

Uso figurado o simbólico. Cuando el término †œhora† se usa de manera simbólica o figurada, significa un perí­odo de tiempo relativamente corto. Jesús dijo a la muchedumbre que fue contra él: †œEsta es su hora y la autoridad de la oscuridad†. (Lu 22:53.) Se dice que los diez cuernos de la bestia salvaje de color escarlata representan diez reyes que reciben autoridad como tales con la bestia salvaje durante †œuna hora†. (Rev 17:12.) Se exclama sobre Babilonia la Grande: †œÂ¡[…] En una sola hora ha llegado tu juicio!†. (Rev 18:10.) Además, en armoní­a con las palabras de Jesús referentes al trigo y la mala hierba (Mt 13:25, 38), las advertencias de Pablo en cuanto a la apostasí­a venidera (Hch 20:29 y 2Te 2:3, 7) y la declaración de Pedro en 2 Pedro 2:1-3, el apóstol Juan —el que sobrevivió a los demás apóstoles— muy bien pudo decir: †œNiñitos, es la última hora, y, así­ como han oí­do que el anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora†. Era un tiempo muy breve, de hecho, la †œúltima hora†, la parte final del perí­odo apostólico, después del cual la apostasí­a brotarí­a en toda su plenitud. (1Jn 2:18.)
Según Revelación 8:1-4, el apóstol Juan vio durante un silencio celestial †œcomo por media hora† a un ángel que ofrecí­a incienso junto con las oraciones de todos los santos. Esta visión recuerda lo que se hací­a en el templo de Jerusalén †œa la hora en que se ofrecí­a el incienso†. (Lu 1:10.) Alfred Edersheim, en El Templo: Su ministerio y servicios en tiempo de Cristo (traducción de Santiago Escuain, CLIE, 1990, pág. 184), presenta el relato judí­o tradicional de esta †œhora†: †œLentamente, el sacerdote del incienso y sus ayudantes ascendí­an los peldaños hasta el lugar santo […]. A continuación, uno de los asistentes extendí­a reverentemente los carbones sobre el altar de oro; el otro preparaba el incienso; y entonces el principal sacerdote oficiante se quedaba a solas en el lugar santo, esperando la señal del presidente antes de quemar el incienso […]. Al dar el presidente la orden, que señalaba que †˜habí­a llegado el momento del incienso†™, †˜toda la multitud del pueblo [que estaba] fuera†™ se retiraba del atrio interior, y se postraba delante del Señor, extendiendo sus manos en silenciosa oración. […] [Era] este momento de […] gran solemnidad, cuando por todos los inmensos edificios del Templo caí­a un profundo silencio sobre la multitud adorante, mientras que dentro del santuario mismo el sacerdote poní­a el incienso sobre el altar de oro, y la nube de †˜perfumes†™ se levantaba delante del Señor†.

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. jora (wra, 5610), de donde procede el término latino hora, igual en castellano, denotaba primariamente cualquier tiempo o perí­odo, especialmente una estación. En el NT se usa para denotar: (a) una parte del dí­a, especialmente una doceava parte del dí­a o de la noche, una hora (p.ej., Mat 8:13; Act 10:3, 9; 23.23; Rev 9:15); en 1Co 15:30 “cada hora” significa “todo tiempo”; en algunos pasajes expresa duración (p.ej., Mat 20:12; 26.40; Luk 22:59); en forma imprecisa, en frases como “por un tiempo” (2Co 7:8; Gl 2.5: “por un momento”; “por un poco de tiempo”; 1Th 2:17, lit., “por el tiempo de una hora”); (b) un perí­odo más o menos extenso (p.ej., 1 Joh 2:18 “ya es el último tiempo”); (c) un punto determinado de tiempo (p.ej., Mat 26:45 “ha llegado la hora”; Luk 1:10; 10.21; 14.17, lit., “a la hora de cenar”; Act 16:18; 22.13; Rev 3:3; 11.13; 14.7); un punto en el tiempo cuando debe comenzar una acción predeterminada (Rev 14:15); en Rom 13:11, “es ya hora”, indicando que un punto de tiempo ha llegado más tarde de lo que hubiera sido el caso si se hubiera estado consciente de la responsabilidad. En 1Co 4:11 indica un punto de tiempo con anterioridad al cual han existido ciertas circunstancias. Véanse MOMENTO, TIEMPO. 2. jemioron (hJmivwron, 2256), media hora (jemi, medio, y jora), se usa con jos, “alrededor de”, de un perí­odo de silencio en el cielo después de la apertura del séptimo sello, perí­odo correspondiente al tiempo generalmente dedicado en el templo a la adoración silenciosa durante la ofrenda del incienso.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

En la Biblia se divide sin duda la historia en épocas, en meses, en dí­as y en horas; pero tiempo, dí­a y hora desbordan con frecuencia esta acepción cronológica y presentan un significado religioso. Como el *tiempo de la *visita de Yahveh o el *dí­a de la salvación, la hora marca las etapas decisivas del *designio de Dios.

1. La hora escatológica. La apocalí­ptica judí­a, convencida de la proximidad de los últimos tiempos, los tiempos de la *plenitud, descompone en dí­as y en horas el tiempo previsto para la intervención divina; todos los instantes importan cuando se acerca el fin. Daniel se entera de que su visión se refiere a “la hora del tiempo” y que la *ira actuará “para las horas del tiempo del fin” (Dan 8,17.19), “pues el tiempo corre hacia horas” (11,35). En realidad habrá una hora definitiva, la de la consumación, que verá la ruina del *enemigo (11,40.45; cf. Ap 18,10.17.19). Igualmente el libro apócrifo de Henoc cuenta las horas en que se suceden los pastores de Judá; en Qumrán se piensa en el “tiempo del fin”.

En este clima anuncia Cristo la hora del triunfo final del Hijo del hombre. Hora perfectamente desconocida a los humanos: tal es la hora del *juicio (Mt 24,36.44.50 p; Jn 5, 25.28), la de la siega (*mies) (Ap 14, l5ss). No menos imprevista será la hora de las diversas *visitas que anunciarán la hora final: pruebas generales (Ap 3,10) o particulares (9, 15). El creyente debe mantenerse pronto para esta hora precisa, aunque indeterminada (Mt 25,13). Por lo demás, sabe que la hora está próxima y que, en cierto sentido, ha llegado ya (Jn 4,23) y está en marcha (5,25.28): es la “última hora” (lJn 2,18), la de la “vigilancia activa (Rom 13,11), pero también del *culto perfecto, en la intimidad del Padre, por el Espí­ritu (Jn 4,23).

2. La hora mesiánica. En realidad, de una manera menos espectacular, la hora viene con Jesús: la hora del anuncio del reino (quizá Jn 2,4), sobre todo la de su pasión y de su gloria, que lleva a .remate el desarrollo del plan salvador de Dios.

Los sinópticos la designan con una fórmula sencilla y solemne: “He aquí­ que ha llegado la hora, etc.” (Mt 26, 45 p). Más que un preciso momento del tiempo, la hora corona el conjunto de la fase suprema de su actividad, como lo hace la hora de la mujer, cuyos dolores marcan la aparición de una nueva vida (Jn 16,21). Es una hora de sufrimiento, cuya aproximación desencadena un rudo combate interior (Mc 14,35). Porque es también la hora del *enemigo y del triunfo aparente de las tinieblas (Le 22,53). Pero todaví­a más es la hora de Dios, fijada por él solo y vivida por Jesús según la voluntad del Padre. Venido para hacer esta *voluntad, acepta esta hora, a pesar de la angustia que le proporciona (Jn 12,27): ¿no es también la de su *gloria (12,23) y la de su plena actividad salví­fica (12,24)?

Según Juan, Jesús la llama una vez “mi hora”: hasta tal punto hace suya esta voluntad de Dios. Toda su actividad de taumaturgo y de profeta la ordena en función de esta hora. Nadie, ni siquiera la madre de Jesús, puede derogar el plan divino y solicitar un milagro sin que Jesús evoque la venida de su hora (Jn 2,4) (para afirmarla o negarla, según las opiniones divergentes de los crí­ticos). El evangelista generaliza hablando de “su hora”. Todo intento de arresto o de lapidación es vano en tanto no haya llegado su hora (7,30; 8,20): las veleidades humanas se estrellan contra esta determinación divina. Pero cuando llega da hora de pasar de este mundo al Padre” (13,1), hora del amor llevado hasta el extremo, el Señor va a la muerte libremente, dominando los acontecimientos, como un pontí­fice que ejecuta los ritos de su liturgia (cf. 14,29s; 17,1).

Así­, tras la apariencia, según la cual los acontecimientos se suceden sin coordinación, todo va dirigido hacia un fin que se ha de lograr a su tiempo, en su dí­a, en su hora. Las horas de esta marcha están determinadas, como io estarí­an hoy dí­a las de un plan económico o polí­tico. Las hay dolorosas, como la hora en que Jesús es abandonado por sus discí­pulos (Jn 16.32); pero todas tienden ala gloria, la hora del retorno del Señor glorificado; en su precisión misma dan todas testimonio del *designio de Dios que guí­a la historia (Act 1,7).

–> Designio de Dios – Tiempo – Visita.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas

En el NT la palabra hōra se usa para referirse a la doceava parte de un día, del período que está comprendido entre la salida y la puesta del sol (Jn. 11:9; Mt. 20:1–12). La noche se dividía de la misma manera (Lc. 12:39; Hch. 16:33; 23:23). En cuanto a referencias de interés acerca de diversas horas, véase Hch. 2:15 (hora tercera), Hch. 10:9 (la hora sexta o mediodía), y Hch. 3:1 (hora novena, la hora de la oración). El carácter de la revelación del NT como revelación en forma de historia está claramente indicado por su marco temporal, marco señalado a menudo por la palabra hōra (cf., p. ej., Mr. 15:25, 33, 34).

Se da especial interés al uso de hōra en conexión con la «hora» de nuestro Señor, el tiempo de su muerte y la gloria que vendría luego (Jn. 7:30; 8:20; 13:1; y véase también Jn. 2:4; 12:23–27; 17:1; Mt. 26:45; Mr. 14:35, 41; y cf. Lc. 22:53). La referencia a la «hora» de Cristo ayuda a ubicar todo su ministerio en una perspectiva correcta y señalar la correcta interpretación de su muerte.

La palabra hora se usa también con una importante referencia escatológica. Se emplea, por ejemplo, del tiempo cuando vendrá otra vez el Hijo del Hombre en exaltación (Mt. 24:36, 42, 44; 25:13; y véase Dn. 7:13, 14).

BIBLIOGRAFÍA

Arndt; Robert Law en HDCG; MM; Joseph Muir en HDCG; H. Porter en ISBE; Thayer-Grimm.

John H. Skilton

HDCG Hastings’ Dictionary of Christ and the Gospels

ISBE International Standard Bible Encyclopaedia

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (300). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

(heb., arm. šā˓â; gr. hōra se usa en la Escritura en un sentido preciso y en un sentido más general.

1. En su sentido más preciso (que probablemente sea posterior al sentido más general), una hora es igual a una doceava parte del período de luz: “¿No tiene el día doce horas?” (Jn. 11.9). Se contaban desde la salida hasta la puesta del sol, así como las tres (judaicas) o cuatro (romanas) vigilias en que se dividía el período de oscuridad se contaban desde la puesta hasta la salida del sol. Ya que tanto la salida como la puesta del sol variaban según la época del año, las horas bíblicas no pueden traducirse exactamente en horas según las marca un reloj de nuestros días; y en cualquier caso la ausencia de cronómetros de precisión significaba que la hora del día se indicaba en términos mas generales que lo que lo hacemos nosotros. No es de sorprender que las horas que más se mencionan sean la tercera, la sexta, y la novena. Estas tres se mencionan en la parábola de los obreros de la viña (Mt. 20.3, 5), como también la hora undécima (vv. 6, 9), que se ha hecho proverbial para hacer referencia a la última oportunidad. Los dos discípulos de Jn. 1.35ss se quedaron con Jesús el resto del día luego de haberlo acompañado hasta la casa, “porque era como la hora décima” (v. 39), e. d. alrededor de las 4 de la tarde, y se hubiera hecho de noche antes de que pudieran terminar su conversación con él. La hora tercera, la sexta, y la novena se mencionan en el relato de la crucifixión en los sinópticos (Mr. 15.25, 33s). La dificultad para reconciliar la “hora sexta” de Jn. 19.14 con la “hora tercera” de Mr. 15.25 ha llevado a algunos a suponer que en Juan las horas se cuentan desde la medianoche, no desde la salida del sol. La única prueba concreta en relación con esto (la afirmación en el Martirio de Policarpo (21) de que Policarpo fue martirizado “a la hora undécima, donde para algunos las 8 de la mañana es más probable que las 2 de la tarde) es insuficiente en comparación con el hecho perfectamente establecido de que los romanos y los judíos por igual contaban las horas desde la salida del sol. (El hecho de que los romanos consideraban que el día civil comenzaba a la medianoche, mientras que los judíos consideraban que el de ellos comenzaba con la puesta del sol, no tiene nada que ver con la forma de numerar las horas.) La séptima hora de Jn. 4.52 es la 1 de la tarde; la dificultad que pueda representar la referencia a “ayer” en dicho versículo no se resuelve interpretando la hora en forma distinta. En Ap. 8.1 “media hora” representa el gr. hēmiōrion.

2. En forma mas general, la palabra “hora” significa un punto de tiempo bastante bien definido. “En aquella misma hora” (Dn. 5.5, °vrv2; “en aquel momento”, °vm; “de pronto” °bj) significa “cuando el rey y sus invitados estaban en la culminación de su orgía sacrílega”. “En aquella misma hora” (Mt. 8.13) significa “en el mismo momento (°nbe) en que Jesús le aseguró al centurión que su ruego por la curación de su siervo había sido concedido”. Con frecuencia se hace referencia a alguna ocasión particularmente crítica con el vocablo “hora”. Por ejemplo la hora en que Jesús fue traicionado (Mr. 14.41; cf. Lc. 22.53, “vuestra hora”, e. d. “vuestro breve período de poder”); la hora de su parusía, con la resurrección y el juicio concomitantes (Mt. 25.13; Jn. 5.28s). En Juan el momento señalado para la pasión y glorificación de Jesús se menciona repetidamente como su “hora” (cf. Jn. 2.4; 7.30; 8.20; tamb. 12.23; 17.1). La situación actual entre los tiempos es “la hora postrera” (1 Jn. 2.18, °vm ); el surgimiento de muchos anticristos indica que Cristo vendrá pronto.

Bibliografía. H.-C. Hahn, “Tiempo, hora”, °DTNT, t(t). IV, pp. 276–280; J. Finegan, Manual de cronología bíblica, 1975; R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985, pp. 591–598; E. Jenni, “Tiempo”, °DTMAT, t(t). II, cols. 471–489.

W. M. O’Neil, Time and the Calendars, 1975; H.-C. Hahn, NIDNTT 3, pp. 845–850.

F.F.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico