IDIOMAS

El primer idioma hablado por las tribus invasoras israelitas en Palestina era el heb., una lengua semita relacionada con el fenicio, con los dialectos cananeos de las tribus que ellos desalojaron y con el habla de Moab.

El heb. sobrevivió permanentemente como el idioma literario. En el uso coloquial fue sustituido por el arameo. La fecha cuando este cambio ocurrió es difí­cil de determinar con exactitud. La súplica de Eliaquim al comandante de asuntos militares de Senaquerib (2Ki 18:26) que hablaran en arameo (un idioma oriental diplomático común) y no en heb. indica que ésta era todaví­a la lengua vernácula judí­a en el año 713 a. de J.C. Dos siglos más tarde, en los dí­as de Nehemí­as, la situación era la misma.

Algunas frases en el NT en la lengua vernácula palestina (p. ej., Mat 27:46; Mar 5:41) son sin lugar a duda arameo. El otro dialecto coloquial del tiempo del NT era el gr., que también proveyó el idioma literario para los escritos del NT.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

tip, ABEC

ver, BABEL, GRIEGO, HEBREO, ARAMEA

vet, La diversidad de lenguas se remonta a la confusión de Babel (Gn. 11). Así­, el lenguaje, herramienta básica de comunicación, vino a ser inútil para la empresa común a que se habí­a dedicado la humanidad en su desafí­o a Dios, y sobrevino la dispersión. La Biblia misma fue escrita en dos idiomas principales, el hebreo para el AT, con unos pocos pasajes en arameo, en tanto que el NT fue redactado en griego. Sin embargo, los diferentes escritos evidencian rastros lingüí­sticos de las épocas y circunstancias históricas en que fueron redactados. En el Pentateuco se advierte una influencia egipcia en muchos nombres y ciertos términos; en cambio, en el libro de Daniel hay términos administrativos tomados del persa, y nombres de instrumentos musicales que habí­an venido de Grecia conservando su nombre griego. La influencia persa se advierte también en el vocabulario de Esdras, Nehemí­as y Ester. En el NT se advierten también las diferentes influencias sobre los autores dependiendo de su origen, aunque usaran todos ellos el griego “koinë” de los pueblos helenizados de Oriente. (Véanse BABEL, GRIEGO BíBLICO, HEBREO BíBLICO, ARAMEA [LENGUA].)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Formas fonéticas, semánticas y sintácticas de expresarse en una colectividad. El idioma, (lo que es propio, en griego “idios”) se construye por parte del hombre a lo largo de sus proceso de hominización de la forma más natural que es la oral. Sólo en los últimos estadios evolutivos se llega a la forma gráfica (pictórica, ideográfica y fonográfica o incluso iconográfica o simbólica).

Los idiomas han sido innumerables en la historia reciente y arcaica. Hoy se hablan en el mundo cerca de los 6.000 y han llegado a ser escritos varios centenares, algunos de gran extensión: chino mandarí­n, inglés, castellano; y otros en la última fase de su extinción (algunos amazónicos o de etnias africanas).

Cada idioma tiene en su estructura campos semánticos diferentes: matemático, fí­sico, artí­stico, biológico, económico, etc. También hay en cada idioma una terminologí­a religiosa y moral peculiar y cada idioma ofrece su peculiar facilidad o dificultad para acomodar los conceptos a la estructura terminológica, pabellón que muestra la base conceptual.

Los misioneros y catequistas misionales de todos los tiempos han sabido por experiencia lo que se debe trabajar, si se quiere expresar en otros idiomas el mensaje cristiano. Sobre todo los idiomas primitivos y poco orientados a la abstracción, plantean dificultades para expresar los conceptos religiosos elaborados en el propio idioma. Al no contar con hechos de experiencia para comunicar el misterio, la idea pura, la figura trascendente, la educación de la fe se encuentran con la dificultad añadida de la insuficiencia de la abstracción.

Las lenguas orientales recurren con frecuencia a la parábola, a la metáfora, a la hipérbole, a la figura natural, para superar esa dificultad y conseguir cierta abstracción. Y los que no tienen idiomas muy desarrollados semántica y sintácticamente se encuentran con dificultades insalvables.

Son impresionantes ejemplos de creatividad los esfuerzos de los evangelizadores américanos o asiáticos, con sus maravillosos “catecismos de adaptación”. Ellos constituyen una de las páginas más gloriosas de la Historia de la Iglesia, como mil años antes del descubrimiento de América lo fueron los escritos de San Cirilo y San Metodio para evangelizar a los pueblos eslavos. Los primeros tiempos de la Iglesia tuvieron que hacer lo mismo, con sorpresa de todos, los enviados de Jesús “para que, con la ayuda del Espí­ritu Santo, cada uno de los oyentes les entendieran en su propia lengua”. (Hech. 2. 8-9)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa