IGLESIA PARTICULAR
Concretización a nivel particular de la única Iglesia
La «Iglesia de Dios», de que habla San Pablo, se concreta especialmente en las comunidades cristianas que él o los demás Apóstoles habían fundado (1Tes 2,14). Estas Iglesias están fundamentadas sobre la «piedra», que es Cristo, y sobre los «fundamentos», que son lo Apóstoles (Ef 2,20). Los obispos y presbíteros están al servicio de esta «casa de Dios» (1Tim 3,15). Todos los fieles son igualmente «los familiares de Dios» (Ef 2,19).
En la Iglesia particular (con sus diversas modalidades), tiene lugar la Iglesia universal. Por esto se puede considerar una concretización, presencialización, «encarnación» e imagen de la Iglesia universal. La Iglesia universal se concretiza en el «aquí y ahora» de cada Iglesia particular lugar y espacio, carismas y valores culturales.
La realidad de la Iglesia universal, esencialmente misionera, debe darse analógicamente en la Iglesias particulares, «en la cuales y desde las cuales existe la Iglesia católica una y única» (can. 368). «La Iglesia universal se encarna de hecho en las Iglesias particulares» (EN 62).
En cada Iglesia particular, aparece la realidad eclesial según sus diversos títulos o características «sacramento» (signo transparente y portador), «pueblo» (propiedad esponsal y signo ante todos los pueblos), «cuerpo» (fraternidad y familia), «esposa» (consorte), «madre» (transmisora de nueva vida). «Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legítimas reuniones locales de los fieles, que, unidos a sus pastores, reciben también el nombre de Iglesia en el Nuevo Testa¬mento (cfr. Hech 8,1; 14,22-23; 20,17). Ellas son, cada una en su lugar, el Pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y plenitud (cfr. 1 Tes., 1,5). En ellas se congregan los fieles por la predicación del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Señor a fin de que por el cuerpo y la sangre del Señor quede unida toda la fraternidad» (LG 26).
En relación con la sucesión apostólica
Esta comunidad eclesial «tipo» es regida por un sucesor de los Apóstoles, ayudado por los miembros de su Presbiterio (presbíteros y diáconos). «La diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la apaciente con la cooperación del presbite¬rio, de forma que unida a su pastor y reunida por él en el Espí¬ritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía, constituye una Iglesia particular, en la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica» (ChD 11; can. 369).
El carisma episcopal tiene la misión de ser «principio y fundamento visible de unidad» en la Iglesia particular (LG 23), en comunión con el sucesor de Pedro y con el Colegio Episcopal.
Su servicio a la comunión es para garantizarla y custodiarla, suscitando la vida de fe, de perfección y santidad, de acción evangelizadora y de organización disciplinar.
La Iglesia local o particular se construye haciendo que surjan en la comunidad vocaciones nativas y ministerios inculturados, siempre en comunión con los sucesores de los Apóstoles, especialmente con el sucesor de Pedro, quien nunca es forastero. Los servidores o ministros son custodios cualificados de una historia de gracia que es herencia apostólica. En esta «familia» todos tienen la misma dignidad de hijos de Dios, aunque los ministerios y los carismas son diferenciados para servir a los demás hermanos en una actitud de donación.
Dimensión misionera de la Iglesia particular
La «particularidad» de una Iglesia, con su herencia apostólica y su historia de gracia, no está condicionada a los límites socioculturales de naciones o estados, sino que, por su sacramentalidad, su catolicidad y su apostolicidad, se abre a la universalidad de la misión, de dar y de recibir los dones que son de todos. «Todo el misterio de la Iglesia está contenido en cada Iglesia particular, con tal de que ésta no se aisle, sino que permanezca en comunión con la Iglesia universal y, a su vez, se haga misionera» (RMi 48).
Hay reconocer la prioridad de la responsabilidad misionera para las Iglesias particulares, con su Obispo y su Presbiterio (RMi 61-64, 67-68), puesto que la responsabilidad misionera se encuentra principalmente en los sucesores de los Apóstoles «Los Doce son los primeros agentes de la misión universal» (RMi 61). Esta realidad apostólica continúa en los sucesores de los Apóstoles y en cada Iglesia particular «Toda la Iglesia y cada Iglesia es enviada a las gentes» (RMi 62). Por eso, «en ese vínculo esencial de comunión entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares se desarrolla la auténtica y plena condición misionera» (ibídem). La consecuencia que deriva de estos principios es que toda diócesis, por ser misionera, debe hacerse misionera «Toda la diócesis se haga misionera» (AG 38), porque «toda Iglesia particular debe abrirse generosamente a las necesidades de los demás» (RMi 64).
Referencias Iglesia, Obispo, Presbiterio, sacerdote diocesano.
Lectura de documentos LG 23; ChD 11; AG 19-20; EN 62-64; RMi 48-49, 64; OE 2-6; CEC 832-835, 1560; CIC 368-374.
Bibliografía B. ALVAREZ, La Iglesia diocesana (Málaga 1996); A. ANTON, Iglesia universal, Iglesias particulares Estudios Eclesiásticos 47 (1972) 409-435; Y.M. CONGAR, Théologie de l’Eglise particulière, Mission sans frontières (Paris 1960); H. DE LUBAC, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal (Salamanca, Sígueme, 1974); J. ESQUERDA BIFET, Teología de la evangelización ( BAC, Madrid, 1995) cap. VI; Idem, Dimensión misionera de la Iglesia local (Madrid, Com. Episcopal Misiones, 1975); H.M. LEGRAND, Nature de l’Eglise particulière et rôle de l’Evêque dans l’Eglise, en La Charge pastorale des Evêques (Paris 1969); F. MARTIN, Estructura pastoral de la Iglesia diocesana (Barcelona, Flors, 1965); X. SEUMOIS, Les Eglises particulières, en L’activité missionnaire de l’Eglise (Paris, 1967) 281-299; P. TENA, Eglise, en Dict. Sipiritualité, IV 370-384; J.M.R. TILLARD, Iglesia de Iglesias (Salamanca, Sígueme, 1990); J.R. VILLAR, Teología de la Iglesia particular (Pamplona, Univ. de Navarra, 1989); J. VODOPIVEC, La Chiesa locale e la missione, en Chiesa e missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1990) 97-139; A.Mª ZULUETA, Vaticano II e Iglesia local (Bilbao, Desclée, 1994).
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización