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INTELECTUALISMO

INTELECTUALISMO

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Estilo de pensamiento que considera la inteligencia como única facultad humana directora de la vida y del pensamiento, con olvido más o menos consciente de lo que las otras facultades representan.

Conduce a una visión parcial de la personalidad

En cierto sentido se desví­a por camino del racionalismo (solo la razón), del idealismo (objetivos e ideas o ideales ante todo) o incluso del criticismo (todo juzgado por la propia aceptación o rechazo)

Se opone al voluntarismo (la voluntad cuenta), al intuicionismo (la intuición es más que lógica), al afectivismo (los sentimientos son decisivos), y sobre todo al personalismo, que aspira a dar valor y sentido a todos los rasgos que constituyen las facultades diversas y armónicas del ser humano.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Este término tuvo al principio, y tiene aún a menudo, un sentido peyorativo: actitud que exagera el papel del entendimiento abstractivo con detrimento de otras actividades: observación, intuición, voluntad, sentimiento. Pero hoy dí­a se emplea frecuentemente en sentido positivo: actitud que reconoce el papel preponderante del entendimiento en la actividad consciente del hombre. Por otra parte, la cuestión del papel del entendimiento se plantea en diferentes terrenos. Hay que distinguir por tanto diversas formas de i. y enjuiciar por separado cada una de ellas.

1. El i. epistemológico o noético defiende la función fundamental y la importancia del entendimiento para el -> conocimiento humano como facultad del -> ser en cuanto tal en su carácter transcendental, como lugar de la -> verdad y de la certeza, pues el entendimiento alcanza (por lo. menos en alguna medida) el «en sí­» de las cosas, sus relaciones necesarias y su causa primera. Este i. asegura la posibilidad de la -> metafí­sica y de la -> teologí­a natural; y es una doctrina esencial del -> aristotelismo y de todas las filosofí­as escolásticas hasta el siglo xiv, en particular del -> tomismo. Las principales exageraciones del i. son el -> idealismo (que reduce todo conocimiento auténtico a las ideas, al pensamiento, a la actividad intelectual, descuidando la aportación de la experiencia sensible), el -> racionalismo (que valora excesivamente el papel de la razón discursiva con detrimento de la intuición) y el panlogismo (que pretende deducir el orden universal por la actividad discursiva de la razón). El i. se opone a todas las formas de empirismo, al -> pragmatismo y al – voluntarismo metafí­sico (Schopenhauer).

1. El i. psicológico, teorí­a que reduce todas las funciones psí­quicas al conocimiento intelectual (Herbart), es una posición universalmente rechazada hoy dí­a.

2. El i. ético, que reconoce el papel primordial del entendimiento en la actividad moral, particularmente en el ejercicio de la -> libertad y en la obtención del fin último, es una posición caracterí­stica del tomismo. Las formas extremas del i. ético son el i. socrático (que identifica el bien moral con el conocimiento del bien, y el mal moral con el error en el ámbito de la moralidad) y el determinismo psicológico (según el cual, el motivo de obrar presentado como el mejor por la inteligencia determina la voluntad). El i. ético se opone al -> voluntarismo, que acentúa la independencia de la voluntad en el acto libre y atribuye a un acto de la misma la obtencí­ón del fin último (doctrinas profesadas sobre todo por Juan Duns Escoto y la escuela teológica de los franciscanos).

3. El i. pedagógico valora en exceso la formación intelectual con detrimento de los otros aspectos de la educación.

4. El i. religioso o teológico atribuye al entendimiento una función rectora en la vida religiosa del hombre, y concretamente la capacidad de expresar las verdades reveladas en -~ dogmas o fórmulas dogmáticas, es decir, en enunciados conceptuales precisos e irreformables. Esta actitud, común a toda la tradición teológica, es el presupuesto de las definiciones dogmáticas. Implica el reconocimiento de la función esencial del entendimiento en la actividad moral de la persona humana y, particularmente, en el conocimiento y reconocimiento de las verdades religiosas, en la aceptación de la revelación divina por la fe y en el ejercicio de la vida de fe. Pues la vida de fe entraña un esfuerzo, humilde pero intenso, encaminado a comprender el mensaje de Dios a los hombres, según la fórmula de san Agustí­n (crede ut intelligas) y de san Anselmo (fides quaerens intellectum). Este esfuerzo da origen a la ->teologí­a, que es una ciencia humana (conceptual y discursiva) elaborada por el entendimiento. Y a su vez la teologí­a es un precioso auxiliar del magisterio en la elaboración de las fórmulas dogmáticas promulgadas por el papa cuando habla ex cathedra o por un concilio ecuménico, con el fin de definir una verdad o un hecho revelado que está amenazado por una herejí­a o por un grave error teológico. El i. teológico ha sido vivamente combatido por los modernistas (-> modernismo), como una forma de -> racionalismo que desfigura la revelación y pone en peligro la auténtica vida religiosa. Puede, por lo demás, adoptar formas falsas, como, por ejemplo, cuando valora excesivamente el estudio de la teologí­a con detrimento de la vida religiosa; cuando identifica las fórmulas dogmáticas con la realidad y verdad transmitida por ellas; y, sobre todo, cuando cae en el racionalismo teológico, el cual concede una función tan amplia al entendimiento, que sufre detrimento la primací­a de la fe.

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Fernand Van Steenberghen

K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972

Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica