Biblia

INTERPRETACION DE LA BIBLIA

INTERPRETACION DE LA BIBLIA

ver, EXEGESIS, TEXTO, VERSIONES CLíSICAS DE LA BIBLIA

vet, Una de las primeras ciencias que debe conocer quien quiera estudiar la Biblia es la Hermenéutica, o interpretación bí­blica. La «hermenéutica», del griego «hermenevein», es el «arte de interpretar los textos», y precede a la exégesis. Tiene por objeto comprender, dentro de lo posible, el proceso por el cual el autor (en nuestro caso los hagiógrafos) compuso su texto y hacerlo comprensible al lector moderno. El mismo apóstol Pedro, hablando de las Escrituras, dice que «hay algunas difí­ciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras (las del Antiguo), para perdición de sí­ mismos» (2 P. 3:16). El Espí­ritu Santo es el primer intérprete de las Escrituras y asiste a los creyentes para que las entiendan y las apliquen a sus vidas, pero es preciso recordar que las variadas circunstancias que concurrieron en la producción del maravilloso libro requieren de los expositores un estudio detenido y siempre «conforme a ciencia» y a principios hermenéuticos. La interpretación bí­blica tiene una doble vertiente: (a) El problema del lenguaje, que comprende el estudio del texto, y (b) el significado del Mensaje. El descubrimiento del verdadero significado de todas las palabras y términos de un pasaje bí­blico es el principio de la interpretación. Se requiere una interpretación del lenguaje, y ello encierra diferentes disciplinas, como la crí­tica textual, que está al alcance solamente de los especialistas y traductores, pues libros tan antiguos, raros y difí­ciles no es extraño que se hayan copiado muchí­simas veces, y en ocasiones con variantes de un pasaje determinado que necesariamente debe ser esclarecido siguiendo reglas precisas que se aplican a los manuscritos más fieles. El texto de la Biblia ha sido fijado con gran exactitud en nuestros dí­as gracias al paciente análisis de famosos estudiosos. Son muchas las ciencias auxiliares en la interpretación, así­ la geografí­a bí­blica, la historia, la literatura, la psicologí­a, la numismática, etc. Como los creyentes bien sabemos, la Biblia, cuando se la lee como libro de salvación, es sencilla y comunica su mensaje que hace al creyente «sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús» (2 Ti. 3:14-17). Cuando se lee con fe, la Escritura habla con sencillez y claridad; en todas partes se encuentran mensajes de perdón de pecados, de deberes cristianos, de sabidurí­a práctica, de inspiración para solucionar problemas de todos los dí­as. Cosas a tener en cuenta: (A) Es preciso leer el texto fijándonos en el contexto, porque la Biblia es su propio intérprete, la Biblia es explicada por la Biblia misma; así­, un pasaje oscuro se entiende por otros más claros y luminosos. (B) Es preciso tomar las palabras en su sentido usual y ordinario en cuanto sea posible; esta regla sencilla es de suma importancia, pues olvidándola se cae en el peligro de dar a la Escritura un sentido arbitrario y caprichoso. Aquí­ se habrá de tener en cuenta los hebraí­smos y peculiaridades del estilo oriental, las costumbres y modo de proceder de los judí­os. (C) Es preciso tomar las palabras en el sentido que indica el conjunto de la frase, porque una palabra puede tener distintos significados según el contexto y según la materia de que trate el autor. Aquí­ se ha de tener en cuenta el mensaje que el autor trata de comunicar y situar la palabra en el discurso. (D) Es necesario tomar las palabras en el sentido que indica el contexto, a saber, los versí­culos que preceden y siguen al texto que se estudia. Aquí­ topamos, a veces, con interrupciones bruscas del relato, con divisiones que oscurecen el texto, porque como se sabe, la división en capí­tulos y versí­culos data solamente de hace unos pocos siglos y fue hecha para facilitar el estudio, pero no fue conocida por los autores sagrados. (E) Es preciso tomar en consideración el objeto o designio del libro o pasaje en que ocurren las palabras o expresiones oscuras. Así­, por ejemplo, algunas epí­stolas de Pablo fueron escritas con ocasión de los errores, que con gran daño procuraban implantar los judaizantes o «falsos maestros». Si nosotros leemos estos pasajes a la luz del ministerio del apóstol, de su historia personal, de sus luchas, etc., los comprenderemos mejor. Algunos pasajes fueron escritos para ser usados en la liturgia del Templo o para ser cantados por un coro, como algunos salmos que traen el subtí­tulo de «graduales» y se entonaban mientras se subí­a por las gradas del Templo. (F) Es necesario consultar los pasajes paralelos, como dice el texto griego en 1 Co. 2:13: «Explicando las cosas espirituales por las espirituales.» Así­, además de aclarar el pasaje, se aprenden conocimientos bí­blicos exactos en cuanto a doctrinas y prácticas cristianas. Aquí­ conviene recordar que existen paralelos de palabras, paralelos de ideas y paralelos de enseñanzas generales. Al consultar esta clase de paralelos se debe primeramente aclarar el sentido de la palabra oscura en el mismo libro o autor en que se halla, luego en los demás libros de la misma época y finalmente cualquier libro de la Escritura. Este método, combinado con el histórico-gramatical, es excelente para llegar al sentido original de las Escrituras. Cuando somos humildes, el Espí­ritu nos abre las Escrituras tal como Cristo las abrió a los dos discí­pulos en camino hacia Emaús (Lc. 24:25). El estudioso de la Biblia sabe muy bien que hay cosas que escapan a los libros de consulta que necesariamente ha de usar en sus investigaciones. Los diccionarios, las gramáticas, los libros de historia son preciosos para entender lo que dice un autor y lo que quiere decir en lo que dice, pero la clave para leer la Biblia cristianamente es la fe en Cristo Jesús (Véanse EXEGESIS, TEXTO Y VERSIONES CLíSICAS DE LA BIBLIA.) Bibliografí­a: E. Lund: «Hermenéutica»; Trenchard, Barrat Ernesto: «Normas de interpretación bí­blica», Ed. Lit. Bí­b., 1973; A. R. Miles: «Introducción popular a las Sagradas Escrituras», Ed. Caribe (reedición), 1977; Tim LaHaye: «Cómo estudiar la Biblia por sí­ mismo», Ed. Betania, 1977; Varios autores: «Manual Bí­blico ilustrado», Ed. Caribe, 1976; Berkhof: «Principios de interpretación bí­blica», Ed. Clí­e, 1973; Chafer, L. S.: «Teologí­a Sistemática», Ed. Pub. Españolas, 1974.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado