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JERICO (ANTIGUO TESTAMENTO)

JERICO (ANTIGUO TESTAMENTO)

Un promontorio alargado conocido como Tell es-Sultán cubre los restos del Jericó prehistórico y del Antiguo Testamento. Descansa a 19 kms. al norte del mar Muerto sobre el lado occidental del valle del Jordán. Un copioso manantial brota constantemente del extremo oriental del promontorio y llena el moderno oasis de Eriha que se extiende hasta el rí­o Jordán. La fuente atrajo colonizadores para el año 8000 a. de J.C. y para el año 7000 a. de J.C. , se construyó una ciudad amurallada de 3 ha. , la ciudad más antigua que se conoce en el mundo.
Al estar a 25 mts. bajo el nivel del mar, Jericó tiene un clima semitropical. Las temperaturas alcanzan a 480 C., en el verano, y la caí­da anual de agua es de 10 cms. Sin embargo, sus valores estratégicos siempre han superado sus desventajas. La ciudad dominó el mercado de la sal, el azufre y el betún, productos naturales de la región del mar Muerto y se ubicaba a ambos lados de la histórica entrada oriental al terreno montañoso de Palestina. Jericó fue destruida en el siglo XIV a. de J.C. , presumiblemente por el ejército de Josué y dejó de ser una ciudad de importancia hasta los tiempos del Nuevo Testamento.
Por ca. 100 años la atención de los arqueólogos fue grande hacia Jericó. Charles Warren comenzó un trabajo exploratorio en el extremo sur del promontorio en 1867 y habiendo hecho la excavación en el centro de una pared de adobe de la edad del bronce inferior, declaró que no habí­a nada que hallar en el sitio. Una expedición austroalemana dirigida por E. Sellin y C. Watzinger llevó a cabo excavaciones extensas en 1907–1909 y penetró los niveles neolí­ticos de la trinchera sur. Pero a causa del limitado conocimiento técnico disponible en ese tiempo el significado cronológico e histórico de los hallazgos no fue descubierto.
John Garstang dirigió la expedición de la Escuela Británica de Arqueologí­a que excavó el sitio desde 1930 hasta 1936 y trajo a luz los niveles neolí­ticos precerámicos que datan del 5000 a. de J.C. Garstang descubrió unas 25 tumbas que se extendí­an desde el bronce inferior hasta la edad del hierro II y las excavaciones en el promontorio revelaron la rica historia de la ciudad durante las edades inferior e intermedia del bronce. Para los eruditos bí­blicos el descubrimiento más interesante de Garstang fue su ciudad IV que pertenecí­a al perí­odo superior del bronce la cual él dijo que fue destruida alrededor del 1400–1385 a. de J.C. , por el ejército de Josué.
Una expedición de la Escuela Británica de Arqueologí­a dirigida por Kathleen M. Kenyon excavó en Jericó desde 1952 hasta 1958. Fueron perfeccionadas y utilizadas técnicas avanzadas de excavación estratigráfica controlada y recuperada mucha información hasta entonces perdida en el basural. La singular ciudad prehistórica de Jericó fue resucitada del polvo de los adobes gastados y de las piedras caí­das. Fue recuperada una secuencia precisa de las culturas desde la primera colonización allá por la primavera del 8000 a. de J.C. a la ciudad que cayó ante los invasores israelitas. Desde el fenomenal descubrimiento de 505 tumbas adicionales, una cantidad de materiales funerarios como la cerámica, ornamentos personales, depósitos de comida, vestidos, armas, muebles, restos de esqueletos y aun dibujos en la roca produjeron información que dio vida al marco de referencia de las culturas sucesivas y puso a los pueblos nuevamente en el escenario de la historia.
I. Perí­odos de Ocupación. Es evidente, por los informes preliminares de las excavaciones de 1952 al 1958, que las designaciones de los niveles por Garstang serán revisadas en el Vol. III de Kenyon Excavaciones en Jericó próximo a salir. Por lo tanto, los perí­odos de ocupación indicados por los últimos informes se describen aquí­.
A. Mesolí­tico. Mientras el hombre *natufiano habitaba en cavernas en el monte Carmelo, una colonización se llevó a cabo junto a la fuente de Jericó. Madera carbonizada de una estructura en forma de altar en la base del promontorio sobre el lecho rocoso produjo una fecha por el carbono 14 de 7800 a. de J.C. (con una aproximación de más o menos 210 años). Pedernales en forma de luneta y una cabeza de carbón de hueso asociaron la colonización con la cultura natufiana en el monte Carmelo. De este modo, Jericó parece ser la primera ciudad del Antiguo Testamento que puede trazar su historia remontándose arqueológicamente a la prehistoria cuando el hombre hizo la transición de la vida nómada a la de un habitante sedentario de villas y probablemente un agricultor. Unos 4 mts. de los niveles de ocupación de tierra apisonada permanecen en el núcleo del promontorio de las habitaciones circulares de paredes de cuero de estos pueblos.
B. Neolí­tico. Cuatro culturas neolí­ticas distintas han sido identificadas en Jericó las que cubren ca. el perí­odo de 7000 a 4000 a. de J.C. Las 2 que preceden la introducción de la cerámica ca. 5000 a. de J.C. , se designan precerámica neolí­tica A y B, mientras que las otras 2 culturas posteriores al 5000 a. de J.C. , son llamadas cerámica neolí­tica A y B.
1. Precerámica Neolí­tica A. Un pueblo increí­blemente enérgico capturó la villa de Jericó y construyó la primera ciudad amurallada de que se tenga noticia en el mundo. Una pared de piedra de 2 mts. de ancho y 0, 8 kms. en circunferencia fue construida sin la ayuda de herramientas metálicas o máquinas transportadoras. La pared sobrevive en un punto a 4 mts. de altura y probablemente alcanzaba 7 mts. en su altura original. Alrededor de su base exterior la muralla fue incrustada en un pozo de roca sólida de 8 mts. de ancho y 3 mts. de profundidad. Una torre de piedra circular, estilizada de acuerdo con las casas de piedra curvilí­neas, fue construida a una altura de 9 mts. dentro de la muralla oriental. Carbones de madera de la fase última de una casa asociada dicron la fecha del radio carbono 14 de 6850 a. de J.C. , (con ca. más o menos 210 años). La torre original y las defensas datarí­an del 7000 a. de J.C.
Al principio se pensó que un sistema elaborado de irrigación fue responsable por la repentina riqueza evidente en Jericó. Es más probable, sin embargo, que la ciudad controlara el comercio de la sal, el azufre y el betún, productos naturales del mar Muerto y de estos productos adquirió la riqueza necesaria para su empresa única de construcción.
2. Precerámica Neolí­tica B. Para el año 6250 a. de J.C. (con una aproximación de más o menos 200 años) la ciudad fue abandonada y, después de un lapso apreciable, fue ocupada de nuevo por un pueblo con nuevas tradiciones culturales. Caracterí­sticamente ellos construyeron casas rectangulares de adobe y les pusieron piso de yeso que fue barnizado con un acabado brillante. Posteriormente las murallas de la ciudad fueron reconstruidas sobre las ruinas de la cultura anterior. ¡El perí­odo largo de ocupación por parte del pueblo llamado †˜piso de yeso†™, causó una acumulación de escombros en el montí­culo a una elevación de 14 mts. sobre el lecho rocoso!
Como sus predecesores, la gente del precerámico neolí­tico B enterró a sus muertos debajo de los pisos de sus casas. Es probable que se creyera que los muertos tení­an futuro sólo asociados con los miembros vivientes de la familia. Un descubrimiento sorprendente de 10 calaveras enyesadas enfatiza la estrecha asociación entre los vivos y los muertos. Las calaveras fueron removidas de algunos individuos después del entierro inicial y los rasgos faciales fueron modelados en las calaveras hasta el punto de insertar conchas en las órbitas de los ojos y pintarrajear arriba de la boca para el bigote. Las calaveras enyesadas probablemente se veneraban por los miembros vivos de la familia y la presencia casi fí­sica de la persona representada por la calavera debe haber sido de considerable influencia.
3. Cerámica Neolí­tica A y B. Después de una considerable brecha de ocupación durante la cual el tiempo arrojó polvo hasta cubrir las ruinas de la cultura precedente, Jericó fue colonizada ca. 4750 a. de J.C. , por los moradorcs de hoyos que conocieron el arte de la manufactura de la cerámica. Estos representan una regresión cultural debido a que las casas medio subterráneas y las superficies de los sitios de campamento fueron inferiores a la arquitectura de las culturas precerámicas. Antes del 4000 a. de J.C. , al pueblo de la cerámica A se le unieron elementos culturales nuevos designados como cerámica B, los cuales introdujeron un tipo crudo de arquitectura de adobes. Este último pueblo ofrece un ví­nculo con las culturas de otros lugares. Cerámica similar se encontró en el valle de Yarmuk, Siquem, Biblos y otros sitios alrededor del lí­mite norte del fértil creciente.
C. Edad del Bronce Inferior. Jericó estuvo desocupada durante el perí­odo calcolí­tico (4000–3250 a. de J.C. ) de la vecina Ghassul, pero para el 3250 a. de J.C. , los nómadas estaban acampados en el montí­culo. De la fase del campamento que Kenyon llama protourbana permanecen algunas tumbas interesantes de roca cortada. La tumba A 94 contiene evidencias de posibles cremaciones. Es posible que estos esqueletos acumulados fueran quemados en una cámara subterránea para hacer lugar para entierros adicionales. De modo que las cremaciones no eran de cuerpos completos. El descubrimiento de más de 300 calaveras en la tumba K2, data inmediatamente después de la tumba A 94 e indica que la cremación de huesos acumulados fue descontinuada y la mayorí­a de los huesos, con excepción de las calaveras, fueron simplemente arrojados fuera de la tumba.
Jericó tení­a una variada historia como ciudad amurallada entre 2900 y 2300 a. de J.C. Diecisiete fases de reconstrucción son evidentes en el lado occidental de las murallas. Los terremotos, que ocurrí­an tan a menudo como cuatro veces en un siglo, a menudo derrumbaban las defensas de adobe, y en una ocasión un enemigo amontonó matorrales en la pared sur prendiéndoles fuego lo cual dejó 1, 8 mts. de cenizas, quemando las vigas de madera de la pared y de la ciudad. Alrededor del 2300 a. de J.C. , los invasores nómadas destruyeron la ciudad e introdujeron una nueva cultura llamada intermedia entre el bronce inferior y el bronce intermedio por Kenyon.
D. Edad del Bronce Intermedio. La fase intermedia entre 2300 y 1900 a. de J.C. , está representada principalmente por unas 400 tumbas que contienen dagas de cobre, cerámica cruda y generalmente tumbas individuales. Esta fue principalmente una fase de campamento ya que sólo un nivel muy pequeño de arquitectura en el promontorio puede ser asociado con ella. La última parte de este perí­odo ha sido asociada con Abraham por Glueck y Albright, pero el perí­odo del bronce intermedio II A de Albright de 1900–1750 a. de J.C. , con el cual Wright asocia a Abraham se encuentra en Jericó en los restos de sólo una tumba.
Cinco fases del perí­odo de los hiksos 1750–1550 a. de J.C. han sido identificadas por Kenyon en Jericó. Durante la mayor parte del tiempo la ciudad estuvo fortificada con una inmensa pendiente revocada que alcanzaba la parte inferior del promontorio. En la parte superior del declive estaba la muralla de la ciudad, una parte de la cual aún sobrevive en el extremo norte del promontorio como su resto más alto. La larga falda de 350 era una protección contra los recientemente creados arietes.
De las tumbas de este perí­odo vienen los únicos depósitos conservados de alimento de los tiempos antiguos. Se encontraron platos grandes de cordero asado, bandejas de granadas y vasos recubiertos de sedimento de un lí­quido no identificado. De una manera extraña, fueron depositados huevos de avestruz con los entierros. Parece que habí­a un significado religioso en los depósitos de alimentos ya que las granadas eran sí­mbolos de la religión de la fertilidad, con los árboles algunas veces representando al árbol de la vida. La inclusión de carne de cordero sólo puede indicar que el baalismo con sus sí­mbolos de bueyes no habí­a penetrado en Jericó en este tiempo. Esto es interesante en vista del hecho de que el patriarca José debe ser ubicado en alguna parte del perí­odo de los hiksos.
E. Edad del Bronce Superior. Después de la destrucción egipcia del Jericó de los hiksos ca. 1550 a. de J.C. , hubo un lapso en la ocupación de la ciudad hasta el 1400 a. de J.C. , La cerámica de las tumbas 4, 5 y 13 indica que la ciudad estuvo ocupada a lo menos nominalmente entre 1400 y 1300 a. de J.C. Sobre el promontorio mismo se encontraron sólo los fundamentos de una pared y 1 mt.2 del piso de una casa, los cuales pueden fecharse en este perí­odo. Ni las murallas de la ciudad ni otras estructuras sobrevivieron a la erosión de largos siglos de abandono después del siglo XIV a. de J.C. Presumiblemente esta es la ciudad cuyas murallas cayeron ante el ejército de Josué.
F. Edad del Hierro. No hay evidencia de una ciudad de Jericó amurallada en la edad del hierro. Un número de edificios fechables a los siglos VIII o VII a. de J.C. , fueron excavados por la expedición austro-alemana y fueron encontradas estructuras del siglo VII a. de J.C. , en las últimas excavaciones. Cerámica y estructuras fueron encontradas en las faldas inferiores del montí­culo indicando así­ que la colonización fue extensa y sin fortificaciones. Esta ocupación probablemente continuó hasta cautividad babilónica en el 587 a. de J.C.
II. Josué y la Caí­da de Jericó. El dramático relato de la captura de Jericó se encuentra en jos. 6:1-27. Rodeada por las fuerzas israelitas, la ciudad fue sellada en preparación para un ataque. Sorpresivamente, Josué ordenó a su ejército marchar alrededor de la ciudad en lugar de montar un ataque. Por seis dí­as los sacerdotes guiaron a los guerreros de Josué una vez al dí­a alrededor de la ciudad y después de marchar alrededor de ésta siete veces, al séptimo dí­a, los sacerdotes tocaron las trompetas, la multitud gritó y las paredes de Jericó cayeron. Los israelitas entraron en la ciudad y la tomaron. Cuando las casas hubieron sido saqueadas de sus objetos valiosos, la ciudad fue quemada y abandonada en ruinas bajo maldición.
Aceptando la identificación correcta del sitio del Jericó del Antiguo Testamento con Tell es-Sultán, hay dos hechos relacionados con la captura de la ciudad por Josué que debieran ser iluminados por las excavaciones. Primero, se indica que las paredes cayeron, aparentemente por una gran fisura, la cual hizo que se inclinaran hacia la falda del montí­culo. Y segundo, la destrucción de la ciudad entera por fuego debiera haber dejado un apreciable depósito de cenizas sobre las ruinas de la ciudad del bronce superior.
A. La interpretación de Garstang de la caí­da Jericó. El primer arqueólogo que trató de encontrar evidencias de las ruinas de la ciudad fue John Garstang y sus descubrimientos evidentemente tuvieron éxito, siendo aceptados por la erudición en general, aun en algunos de los últimos comentarios sobre la Biblia. Tres lí­neas mayores de evidencia arqueológica se usaron para reconstruir el saqueo de Jericó por los israelitas bajo Josué.
Del informe de campo de Garstang fechado el 2 de marzo de 1930 está tomada la siguiente descripción: †œLas principales defensas de Jericó en la edad del bronce superior seguí­an el borde superior del promontorio de la ciudad y abarcaban dos murallas paralelas, la exterior de 2 mts. y la interior de 4 mts. de espesor. Las investigaciones a lo largo del lado occidental muestran constants rastros de destrucción y conflagración. La pared exterior sufrió más, cayendo sus restos por la falda. La muralla interior se preservó sólo donde colinda con la ciudadela o torre, a una altura de 5, 5 mts. †¦ Trazas de fuego intenso son fáciles de ver, incluyendo las masas rojizas de ladrillo, las piedras partidas, la madera carbonizada y las cenizas. Las casas a lo largo de la muralla se encontraron quemadas hasta el piso, sus techos caí­dos sobre la cerámica doméstica adentro.† Fueron publicadas buenas fotografí­as y una sección escalada de las paredes tipo casamata para apoyar la interpretación anterior.
Dentro de las ruinas de las murallas se encontraron evidencias de la ciudad quemada. Sobre un borde de ladrillo de la esquina de un cuarto fue encontrada la provisión de una familia de dátiles, cebada, oliva, una pieza de pan y una cantidad de masa sin hornear, toda chamuscada pero distinguible. Esta era la triste evidencia de un pueblo aniquilado estando en plena actividad. En otra parte, la residencia real con sus cámaras de almacenaje llenas estaba quemada y una capa de 40 cms. de cenizas blancas y escombros chamuscados cubrí­an las ruinas. La abigarrada capa de cenizas era en verdad tan espesa y la quemazón tan completa que Garstang conjetura que el fuego habí­a sido encendido después de una deliberada preparación. Una capa de 1, 5 mts. de espesor de cenizas entre las paredes de la ciudad apoyan su teorí­a. Al consagrar la ciudad como un holocausto, †œconsumieron la ciudad y todo lo que en ella habí­a† (Jos. 6:24).
Desafortunadamente la evidencia de cerámica para fechar las paredes caí­das y el palacio quemado fue incierta. Sin embargo, en las tumbas 4 y 5 se encontraron escarabajos sagrados de Amenhotep III quien reinó sólo en Egipto hasta ca. 1385 a. de J.C. , en la época cuando el herético Akhenatón, su hijo, llegó a ser corregente. Garstang dedujo que ni los escarabajos sagrados ni la cerámica de las tumbas de la ciudad IV o del tell podí­an ser fechados más tarde que el 1385 a. de J.C. , y que el saqueo de Jericó ocurrió entre 1411 y 1385 a. de J.C. Cuando esta conclusión fue comparada con 1 R. 6:1 en donde dice que el éxodo ocurrió 480 años antes que Salomón comenzar a edificar el templo, se halló que la evidencia bí­blica de la caí­da de Jericó ca. 1400 a. de J.C. , armonizaba con la evidencia arqueológica. Por lo tanto, la caí­da de la ciudad IV fue la que se describe en el libro de Josué y Garstang concluyó que el relato incorporaba la tradición de un testigo ocular.
B. Revisión del trabajo de Garstang por Kenyon. Las excavaciones en Jericó desde 1952 a 1958 requieren un nuevo examen radical de las interpretaciones de Garstang. Un cuidadoso análisis estratigráfico de las paredes de la ciudad en el pozo I indica que las paredes paralelas de Garstang eran en realidad de la edad del bronce inferior, las que pertenecieron a la ciudad mil años antes del tiempo de Josué. Además, las murallas no eran de la misma época ya que una capa de escombros que estaba sobre las paredes interiores se curvaba hacia abajo y llegaba a ser parte del fundamento de la muralla exterior. Una parte del declive de los hiksos cubrí­a ambas murallas, pero no fue reconocida por las primeros excavadores. Los restos más altos de la muralla que permanecen en el sitio eran de la edad del bronce intermedio fechables por lo menos 150 años antes de Josué y en ninguna parte se encontraron las paredes de la ciudad de la edad del bronce superior.
El palacio de la ciudad IV de Garstang con sus cámaras de almacenaje se halló que pertenecí­a a la edad del bronce intermedio y que aparentemente fue destruido por los egipcios alrededor del 1550 a. de J.C. , después de la expulsión de los hiksos de Egipto. La abigarrada gruesa capa de cenizas que cubrí­a las ruinas del palacio provení­a de la destrucción egipcia. Durante el perí­o do de 150 años de abandono, de 1550 a 1440 a. de J.C. , las cenizas y escombros de la cima del tell erosionaron las faldas cubriendo las ruinas de la edad del bronce intermedio hasta una profundidad de 1, 5 mts. Esta capa no puede ser atribuida al tiempo de Josué ya que precede a la llegada más antigua posible de los israelitas por 150 años.
C. Conclusiones Presentes. Entonces ¿qué se conserva de la ciudad que cayó en manos de los israelitas

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico