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JERICO (NUEVO TESTAMENTO)

JERICO (NUEVO TESTAMENTO)

La antigua Palestina nunca vio un constructor más prolí­fico que Herodes el Grande. Aun Salomón ocupa el segundo lugar en comparación con Herodes. La Jericó del Nuevo Testamento fue la más singular de todas las ciudades que Herodes construyó. En realidad, era una ciudad italiana en Palestina. Su arquitectura opus reticulatum era la misma que Augusto habí­a introducido en Roma; y Jericó es realmente la única ciudad en el Oriente fuera de Italia donde se ha encontrado este tipo de arquitectura. Para apreciar la a Jericó del Nuevo Testamento se necesita mirar a Pompeya y entonces proyectar esa ciudad en la super lujosa capital de invierno de Herodes en Palestina.
Jerusalén no tiene muy a menudo una temperatura de bajo cero en el invierno pero el aire de la ciudad es tan húmedo que el frí­o penetra hasta la médula de los huesos, y los visitantes del dí­a de hoy rara vez creen que los registros termométricos son exactos. Pequeños braceros de carbón fueron los únicos medios de calefacción en las antiguas casas palestinenses y aún así­ uno tení­a que sentarse cerca de ellos para recibir un poco de calor. Esto explica por qué los oficiales importantes del gobierno en Jerusalén, los ricos mercaderes y el alto clero pasaban sus inviernos en Jericó donde se puede andar en mangas de camisa en pleno invierno. Jerusalén está a ca. 800 mts. sobre el nivel del mar y Jericó a 244 mts. bajo el nivel del mar.
Herodes escogió para construir una nueva capital de invierno un sitio ca. 2 kms. al sur del Jericó del Antiguo Testamento y en el extreme occidental de la llanura del Jordán donde el Wadi Qelt brotaba desde la altí­sima serraní­a que se elevaba sobre la ciudad dándole así­ una perfecta ubicación. A ambos lados del arroyo que tení­a una buena cantidad de agua en el invierno él levantó sus numerosos edificios públicos. Las villas privadas que debieron haber sido muy similares a las de Pompeya estaban concentradas en el lado norte. Algunos de los edificios públicos tení­an paredes de concreto de un metro de espesor, dendo así­ una idea de su tamaño y magnificencia. Habí­a también parques y piscinas y Herodes habí­a ahogado a un influyente cuñado en una de ellas durante una fiesta. Los excavadores encontraron un gran jardí­n hundido de ca. 107 mts. de largo. Detrás de éste habí­a una gran muralla de contención que tení­a cincuenta nichos de estatuas en forma rectangular y semicircular alternadamente. En el centro de esta muralla de contención habí­a un jardí­n de terraza cuyas bancas tení­an exactamente la altura de los asientos del teatro. Detrás de cada hilera de asientos habí­a flores; los floreros, colocados a 30 cms. uno del otro, estaban aún intactos en sus lugares. Aquí­ la corte real podí­a observar los dramas griegos y romanos en el jardí­n hundido. En frente de las estatuas y del jardí­n del la terraza habí­a una piscine que reflejaba, el revoque de la cual era aún impermeable cuando fue excavado. En cada uno de los extremos del jardí­n hundido habí­a edificios macizos y en uno de éstos habí­a una gran escalera de 4 mts. de ancho que tení­a una base arqueada y se elevaba a 46 mts. de altura terminando en un magnifico edificio levantado en lo que originalmente habí­a sido un fuerte en los tiempos Macabeos.
Del perí­odo inicial de construcción cuando Herodes estaba usando construcción sillar en lugar del opus reticulatum, los excavadores descubrieron un gran gimnasio con baños romanos en los cuarteles para los oficiales del ejército. Este edificio era ca. 52 x 44 mts. Las referencias literarias también hablan de un teatro, un anfiteatro y un hipódromo. Sim embargo, las ruinas del sitio sugieren que habóa también otros edificios grandes así­ como las suntuosas villas de los ricos. La provisión de agua para la ciudad fue siempre suficiente y era suministrada de diferentes fuentes provenientes de los picos de las montañas detrás del sitio. La ciudad estaba situada en una arboleda de bálsamo que era una fuente tan valiosa de recursos económicos que en un tiempo Marco Antonio se la habí­a dado a Cleopatra como regalo para halagarla.
Herodes murió en Jericó e inmediatamente se levantó una revuelta allí­ en la cual su palacio y otros edificios fueron quemados. Su hijo Arquelas, sin embargo, reparó rápidamente el daño y la ciudad continuó prosperando. Jericó fue la última ciudad visitada por Cristo antes de ir a Jerusalén para ser crucificado. Allí­ tuvo lugar el episodio de Zaqueo (Lc. 19:1-10) y Cristo fue recibido por él en una de las más eleganted casas de la ciudad. Los árboles de sicómoro aún crecen en Jericó y su presencia anterior puede probarse por la madera que fue preservada cuando fue excavado un fuerte del perí­odo de los Macabeos. Los Evangelios sinópticos mencionan la historia de Cristo y los mendigos. Los mendigos, naturamente, operarí­an en ciudades ricas como Jericó. Cuando Cristo abandonó la ciudad, ascendió la empinada cuesta sur del Wadi Qelt. Allí­ estuvo muy pronto en medio del desierto donde habí­a sido tentado por Satanás al principio de su ministerio.
Las ruinas de la Jericó del Nuevo Testamento se conocen hoy como Tulu Abu el-ílayiq. Charles Warren, que esperaba encontrar la Jericó del Nuevo Testamento aquí­, excavó una trinchera de oriente a occidente a través del tell del sur pero se desilusionó con la hallado y pensó que estaba en el sitio equivocado. Ernst Sellin trabajó aquí­ brevemente antes de la Primera Guerra Mundial mientras excavaba el Jericó del Antiguo Testamento. El excavó una trinchera exploratoria de norte a sur pero falló en reconocer la naturaleza única de la ciudad. James L. Kelso excavó también allí­ en 1950 y al año siguiente James B. Pritchard continuó el trabajo. Sus hallazgos fueron publicados en el AASOR , Vols. XXIX–XXX y XXXII–XXXIII.
El sitio fue ocupado en las edades calcolí­tica y del bronce inferior después de lo cual parece haber sido abandonado hasta los tiempos intertestamentarios. Los dos tell del sitio, uno en cada lado del wadi, fueron originalmente torres defensives en los tiempos de los Macabeos (1 Mac. 9:50). El tell sur fue cuadrado en el exterior y circular en el interior, una excelente forma para defense militar. Este mismo tell fue más tarde usado de nuevo por Herodes como sitio para el edificio que él erigió a la cabecera de las grandes escaleras que ascendí­am hasta la montaña desde abajo, en la ribera del wadi. Pompeyo capturó estas dos torres defensivas en el 63 a. de J.C. Sobre el bastión de la montaña arriba de Jericó en el lado sur del wadi estaba Kypros, una ciudadela que Herodes el Grande dio a su madre. En el lado norte del wadi sólo una pequeña torre, sin embargo, guardaba el pico correspondiente.
En su campaña contra Jerusalén, Vespasiano tomó a Jericó pero no la destruyó. En lugar de eso, estableció grandes guarniciones allí­ y Tito, más tarde, trajo la décima legión desde Jericó para ayudarle en la conquista de Jerusalén. Después de la conquista romana en el 70 d. de J.C. , no hubo judí­os ricos para mantener a Jericó florenciente, y rápidamente declinó hasta convertirse en el asiento del gobierno del condado y puesto militar. De nuevo llegó a tener un valor militar estratégico para los romanos en la revuelta de los judí­os contra Adriano en los años 132–135 d. de J.C. Un poco más trade, en el siglo IV, la Jericó del Nuevo Testamento fue reemplazada por Eriha o la Jericó bizantina a menos de 1, 6 kms. hacia el oriente. Esta es tambiéb la Jericó moderna. Los conquistadores musulmanes erigieron un pequeño puesto militar en el sur del tell en el siglo VIII para guardar el camino a Jerusalén. Una plancha de mármol encontrada aquí­ durante las excavaciones habí­a sido usada como libro de copia para algunas suras (capí­tulos) del Corán. Estas son muy valiosas para la crí­tica textual de ese libro.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico