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Siglas del movimiento «Juventud Católica Obrera». Se inició en Bélgica en 1925 con el grupo de obreros del barrio de Ecken, en Bruselas, donde el entonces sacerdote José Cardinj inició encuentros y grupos de influencia cristiana. En Francia apareció en 1926 y en España en 1932 con el nombre de JOAC (Juventud Obrera de Acción Católica). Luego se extendió a casi todas las naciones.

En algunos paí­ses, como España, hubo algunas experiencias asociativas que provocaron desconfianza en la jerarquí­a por su aroma reivindicativo proletario. En 1946 surgió con cierta difusión la Hermandad Obrera de Acción Católica (H.O.A.C.) y trató de absorber lo estrictamente jocista (lo juvenil), sin conseguirlo del todo pero fomentando rivalidades y tensiones.

El llamado «método de encuesta» (o revisión de vida), que menospreciaba el de los «cí­rculos de estudios», y la apertura a los compromisos sociales, más que polí­ticos, fueron distintivos del movimiento en diversos paí­ses y a duras penas fue tolerado por la CIJOC (Coordinadora Intenacional de la JOC).

Por lo demás, las influencias sindicales de diverso signo también hicieron mella en el movimiento y terminaron por resaltar más lo obrero que lo católico.

Otros movimientos de Acción Católica se extendieron también con cierta resonancia internacional en él ámbito obrero.

Tales fueron el Movimiento Rural de Acción Católica y la Acción Social Patronal, que pasaron por ser ramas de Hombres de Acción Católica.

También surgió la Acción Católica Femenina, con fuertes implantes parroquiales y predominio de lo cultural, lo caritativo-asistencial y lo catequético sobre lo estrictamente social y misionero.

Pí­o XI habí­a dicho al ya Cardenal Cardinj: «La J.O.C. ha interpretado perfectamente mis directrices sobre la Acción Católica.» Y Pí­o XII moderó en varias ocasiones la exclusividad del movimiento, indicando que la «Acción Católica» organizada no agotaba toda la «acción católica» de la Iglesia, que era mucho más abierta y pluriforme.

Las siglas relacionadas con los movimientos católicos se multiplicaron en todos los paí­ses, unas veces fragmentando la referencia a la Juventud Católica y otras haciendo los ámbitos obreros compatibles con todas las opciones apostólicas y sociales: J.A.R.C., J.E.C., J.I.C., J.O.C., J.U.C, Junior, etc. El sentido asociativo se vio convulsionado desde el Concilio Vaticano II y ante las circunstancias del final del siglo XX. Muchas de las tensiones que surgieron fueron más ideológicas que organizativas.

Con la evolución acelerada del postconcilio, cierta tensión y desconfianza surgió en la Jerarquí­a de algunos paí­ses (Italia, España, Suramérica) hacia algunos Movimientos Especializados de la Acción Católica Obrera. Las crí­ticas a los modos de formación y la reticencia antes declaraciones públicas de los hechos sociales y polí­ticos alejó a los más «sindicalistas» de los movimientos jocistas, sobre todo en entornos polí­ticos difí­ciles.

En España, por ejemplo, la aprobación de los Estatutos de la Acción Católica en 1967 no ayudó a disipar la desconfianza mutua entre Jerarquí­a y Jocismo. En septiembre de 1966 se produjo el cese de diversos dirigentes nacionales y meses después la dimisión por solidaridad de otros dirigentes significativos.

Desde 1970 los movimientos y los grupos se desmantelaron casi por completo. Muchos de los dirigentes activos se integraron en grupos polí­ticos, sindicales o culturales. Los jóvenes obreros de mediados de siglo se volvieron adultos conservadores a finales del mismo. El siglo XX terminó con una debilitación de los sistemas asociativos formales y con una proliferación asombrosa de ONGs y grupos sustitutorios de los movimientos obreros de tiempos pasados. En general se superó con la caí­da del comunismo los viejos mitos de la lucha de clase y se comenzó a hablar más de justicia social, de reparto equitativo de los bienes, de solidaridad y compromiso terreno.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa