La carta de Judas -sólo 25 versículos- se abre con un saludo inicial (vv. 1 -2) y concluye con una doxología (vv. 24-25). No se-identifica al autor, No se trata del apóstol Judas del que nos habla el evangelio (Lc 6,16 y Hch 11,13): el redactor del escrito afirma ser «hermano de Santiago»‘, probablemente de ese Santiago autor de la carta homónima. Por lo demás, no tendría reparos en presentarse como apóstol, pero se distingue de ellos (y. 17): debe tratarse entonces de un personaje de prestigio. Parece difícil determinar el tiempo y – el ambiente de esta carta. La manera de referirse a la tradición apostólica muestra que los orígenes están ya lejos. La opinión más probable es que se remonta a los últimos decenios de la época apostólica. La segunda carta de Pedro absorbió casi por completo a la carta de Judas. La concordancia entre ambas cartas en el contenido y en el texto es tan relevante que resulta difícil excluir una dependencia literaria directa (cf. Jds 4-16 y 2 Pe 2,1-8). El elemento de novedad en Judas está constituido por la utilización de algunos libros pertenecientes al patrimonio judío esenio (Libro de Henoc, Asunción de Moisés; cf. vv. 6-7), que la segunda carta de Pedro elimina totalmente, presentando una teología más elaborada.
El cuerpo de la carta está constituido por la denuncia de los falsos maestros (vv 3-16), que siembran errores sobre todo en el terreno moral, y por varias exhortaciones a la comunidad (vv. 17-23) en la línea de la tradición apostólica.
Al comienzo y al final del escrito se presenta una síntesis teológica de gran riqueza de contenido y de elegancia expresiva (cf. vv. 1-3 y20-21) sobre la condición del cristiano que se cualifica en términos de fe, esperanza y amor. La fe es un don de Dios, transmitido una vez para siempre; la esperanza se basa en el amor misericordioso que se realizó en Jesucristo y finalmente el amor se conserva en los corazones gracias a la acción del Espíritu, en el seno de la oración cristiana.
R. Chiarazzo
Bibl.: E. H, Maly Epístolas de Santiago, Judas y Pedro, Sal Terrae, Santander 1966; A. Stonger Carta de san Judas – Segunda carta de Pedro – Comentario para la lectura espiritual, Herder, Barcelona 1973.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
SUMARIO: I. Origen histórico literario: 1. Canonicidad; 2. Autor, fecha y lugar de composición; 3. Situación vital; 4. Género literario y fuentes. II. Estructura y mensaje: 1. Estructura; 2. Mensaje teológico-espiritual.
La carta de Judas es uno de los escritos más breves del NT, ya que sólo tiene 25 versículos en un solo capítulo. Este hecho explica quizá en parte el escaso interés y el poco conocimiento que ha tenido este texto en la historia de la exégesis hasta nuestros días. Pero la autoridad espiritual del remitente, «Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago», y la fuerza incisiva de su estilo, así como la proposición del mensaje en forma esencial, lo recomiendan a la atención de los lectores cristianos.
1. ORIGEN HISTí“RICO Y LITERARIO. Estos dos aspectos del escrito suscitan problemas que merecen una breve aclaración antes de emprender su lectura.
1. CANONICIDAD. La carta de Judas, que forma parte actualmente del grupo de las siete epístolas católicas, es conocida y acogida como canónica en Roma ya en el siglo H (canon de Muratori, hacia el año 180). Es además conocida como texto canónico por Clemente de Alejandría y por Orígenes, a pesar de que existen algunas dudas sobre su canonicidad. Eusebio de Cesarea la coloca entre los escritos «discutidos», pero señala que muchas iglesias conocen la carta de Judas y la leen (Hist. Eccl. II, 23,25; III, 25,3). En la Iglesia africana, Tertuliáno la considera canónica y es reconocida como tal por el concilio de Cartago y por san Agustín. En las Iglesias de Siria (Antioquía) se observan algunas dudas e incertidumbres sobre su canonicidad. Las razones de esta perplejidad se deben en parte al recurso que se hace en nuestro escrito a los textos apócrifos judíos. Pero están contrapesadas por la autoridad del remitente, que se presenta como un personaje importante de la primera tradición cristiana.
2. AUTOR, FECHA Y LUGAR DE COMPOSICIí“N. El remitente de la carta se presenta a sí mismo como «Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago» (Jud 1:1). De las cuatro personas que en el NT llevan el nombre de Judas, procediendo por exclusión, se llega a uno de los cuatro hermanos o parientes de Jesús (cf Mat 13:55; Mar 6:3). Este Judas no pertenece al grupo de los doce, conocidos como apóstoles, pues en ese caso habría señalado este título en la dedicatoria de la carta. Por otra parte, el autor no se presenta como «hermano de Jesús», sino de Santiago, refiriéndose al personaje más conocido en los ambientes judeo-cristianos de la primera generación, bajo cuyo nombre y autoridad figura también una carta [/ Santiago]. Para la identificación de este Judas no hay ningún dato preciso en el escrito. Existen, por el contrario, algunas dificultades reales para hacer coincidir al autor de nuestro escrito con el Judas histórico: el buen nivel de la lengua griega, la explícita colocación en el período posapostólico (Jud 1:17). También el contexto histórico-cultural al que alude la carta supone un período posterior a la primera generación cristiana. En cambio, se pueden deducir algunos datos orientativos para trazar la figura del autor, del uso del AT y de algunos textos apócrifos judíos. Juntando todos estos elementos podemos decir que el autor de la carta de Judas es un cristiano anónimo, quizá un discípulo de Judas o que de todas formas pertenece al ambiente y a la tradición de Santiago. También el lugar de composición de este escrito guarda relación con estos datos: el ambiente siro-palestino, o bien el egipcio-alejandrino. Por lo que se refiere a la fecha de composición, hay que tener en cuenta el probable uso o el conocimiento de la carta de Judas por el autor de la / 2Pe. Por consiguiente, nuestro escrito existía y estaba en circulación ya a finales del siglo I.
3. SITUACIí“N VITAL. La finalidad del escrito se indica inmediatamente después del saludo: «Queridísimos, tenía un gran deseo de escribiros acerca de nuestra común salvación, y me he visto obligado a hacerlo para exhortaros a luchar por la fe, que de una vez para siempre ha sido transmitida a los creyentes. Porque se han filtrado entre vosotros algunos hombres, destinados desde antiguo a caer en la condenación, gente malvada que han convertido en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a nuestro único dueño y Señor, Jesucristo» (Jud 1:3-4. Los dos objetivos perseguidos por el autor son entonces: la denuncia polémica de algunos «malvados» que se han infiltrado en la comunidad, y el deseo de poner en guardia a los cristianos fieles y consolidarlos en la fe tradicional. El frente adversario es dificil de identificar sobre la base del texto, que recurre a los modelos de la denuncia de estilo profético. Lo que se dice de estos disidentes no obedece a la preocupación de hacer de ellos un retrato objetivo, sino más bien a la de desenmascararlos y denunciarlos ante la comunidad cristiana. Se trata de tendencias sincretistas teórico-prácticas, caracterizadas por un espiritualismo gnostizante, que desemboca en el libertinaje ético. El grupo de disidentes, que vive todavía dentro de la comunidad (Jud 1:12), parece ser que no reconoce el señorío absoluto de Jesucristo, sino que se apoya más bien en las especulaciones esotéricas sobre los seres espirituales, los ángeles. Partiendo quizá de una falsa concepción de la libertad del Espíritu y de una antropología dualista, los promotores de esta disidencia caen en cierto laxismo permisivo, que desemboca en desórdenes sexuales (Jud 1:8.11). También la identificación de los destinatarios resulta precaria, dada la generalidad de las fórmulas empleadas. El saludo inicial suena así: «A los elegidos y amados de Dios Padre y conservados para Jesucristo» (Jud 1:1). Se puede pensar en una comunidad cristiana de la segunda generación, de origen judío o al menos familiarizada con los textos de la tradición bíblica y con algunos escritos de la apocalíptica judía, pero expuesta a las tendencias sincretistas. El conjunto de todos estos elementos hace pensar en una o varias comunidades de judíos convertidos, con una presencia de pagano-cristianos.
4. GENERO LITERARIO Y FUENTES. El escrito, puesto bajo el nombre y la autoridad de Judas, se presenta como una carta en su forma externa. El estilo es el de un discurso o predicación de exhortación, pero con fuertes acentos de carácter profético apocalíptico. El escrito de Judas se distingue por el uso -citas, alusiones, expresiones- característico del AT, interpretado en clave actualizante y tipológica (Jud 1:5.7.11). Aparecen algunas afinidades y semejanzas con los escritos del NT, en particular con la carta de Santiago y las cartas pastorales. A su vez, es un hecho único y excepcional no sólo la referencia implícita a textos apócrifos judíos, sino la cita explícita de uno de estos apócrifos: 1 Henoc 1,9/Jud 1:14-15; cf Asunción de Moisés/ Jud 1:9; Testamentos de los 12 patriarcas/ Jud 1:6-7
II. ESTRUCTURA Y MENSAJE. La breve composición de Jds no presenta dificultades para la definición de su estructura, favorecida por un estilo incisivo, que recurre fácilmente a los procedimientos retóricos de las palabras gancho.
1. ESTRUCTURA. La forma o modelo exterior es la de una carta con dedicatoria -remitente, destinatarios, saludo (Jud 1:1-2- y una doxología de conclusión como saludo final (Jud 1:24-25). Tras la introducción temática, en la que se indica la ocasión y el motivo (Jud 1:3-4, el escrito se articula en dos partes bastante lineales:
1.° Denuncia polémica de los falsos maestros (Jud 1:5-16;
2.° Exhortación a los cristianos fieles (Jud 1:17-23).
La primera parte se desarrolla a su vez en pequeñas secciones: a) anuncio del juicio de condenación sobre la base de los ejemplos de la tradición bíblica (Jud 1:5-8; b) ejemplo del arcángel Miguel, que condena la necia arrogancia de los aberrantes (Jud 1:9-10; c) tres figuras bíblicas de rebeldes -Caín, Balaán y Coré-, prototipos de los impíos (Jud 1:11-13); d) la profecía de Henoc del juicio de Dios sobre los impíos (Jud 1:14-16). Tras esta parte negativa y polémica viene la positiva en forma de exhortación, en dos momentos: a) recuerdo de las palabras proféticas de los apóstoles para los últimos tiempos (Jud 1:17-19); b) invitación a la fe perseverante que ha de tener la comunidad (Jud 1:20-23).
2. MENSAJE TEOLí“GICO-ESPIRITUAL. La intención polémica de nuestro escrito no excluye por completo la alusión, aunque discreta, a las motivaciones de la fe tradicional. En el fondo puede vislumbrarse una cristología sacada de las fórmulas y títulos tradicionales y un proyecto de vida cristiana. Jesucristo es proclamado como único Señor (Jud 1:4.17.21). Es notable en la última exhortación la estructura trinitaria de la existencia cristiana: «Vosotros, en cambio, queridos, asentaos en el cimiento de vuestra santa fe, orad en el Espíritu Santo; conservaos en el amor de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna» (Jud 1:20-21). A esta exhortación con una sólida base teológica corresponde el texto espléndido de la doxología final, donde el estilo eficaz del autor se conjuga con un planteamiento teológico seguro: «Al único Dios, nuestro salvador, que es poderoso para guardaros sin pecado y presentaros intachables ante su gloria con alegría, gloria, majestad, soberanía y poder con Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre, ahora y por los siglos de los siglos. Amén» (Jud 1:24-25).
Partiendo de esta cristología esencial y de la teología tradicional se puede vislumbrar el proyecto de vida cristiana, bien en términos negativos como contraposición a las desviaciones de los disidentes, bien en términos positivos como invitación a conservar la fe en una santidad de vida y coherencia ética, que tiene su centro en la caridad (Jud 1:23-24). En resumen, el pequeño escrito de Judas, dictado por la urgencia polémica, propone la experiencia cristiana en sus rasgos tradicionales contra el riesgo de deformaciones típicas de un ambiente de frontera religiosa y cultural.
BIBL.: Además de la bibliografía correspondiente a / 2Pe, cf CANTINAT J., Les építres de Saint Jacques et de Saint Jude, Gabalda, París 1973; DELCOR M., Le mythe de la chute des anges et de I ‘origine des géants comme explication du mal dans le monde, dans l’ ápocalyptique juive. Histoire des traditions, en «RHR» 190 (1976) 353-364; Du PLESSIS O.J., The Authorship of the epistle of Jude, en Biblical Essays, Pro-Rege-Pers, Potcherfstroom 1966, 191-199; ELLIs E.E., Prophecy and Hermeneutic in Jude, en Prophecy and Hermeneutic in Early Christianity. NTEssays, Eerdmans, Grand Rapids 1978, 221-236; EYBERS I.H., Aspects of the Background in the Letter of Jude, en «Neotestamentica» 9 (1975) 113-123; KuBo S., Textual Relationships in Jude, en Studies in NT Language and Texts, Fs. G.D. Kilpatrick, Brill, Leiden 1976, 276-282; LAWLOR G.L., Translation and exposition in the Letter of Jude. An Inter. Library of Phil. and Theol. Biblical and Theological Studies, Presbyterian and Reformed, Nueva York 1972; MAIER F., Zur Erkldrung des Judasbriefes (Jud 1:5), en «BZ» 2 (1904) 377-397; SCHELKE K.H., Der Judasbrief bei Kirchenvdtern, Fs. O. Michel, Brill, Leiden 1963, 405-416; Io, en Wert und schrift, Düsseldorf 1966, 300-308; TATFORD F.A., Jude’s Apostates. An Exposition of the Epistle of Jude, Upperton Pr., Eastburne 1975; WISSE F., The Epistle ofJude in the History of Heresiology, en Essays on the Nag Hammadi Texts, Fs. A. Bóhlig (M. Krause), Brill, Leideñ 1972, 133-143.
R. Fabris
P Rossano – G. Ravasi – A, Girlanda, Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, San Pablo, Madrid 1990
Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica
Sumario; 1. Origen histórico literario: 1. Canonicidad; 2. Autor, fecha y lugar de composición; 3. Situación vital; 4. Género literario y fuentes. II. Estructura y mensaje: 1. Estructura; 2. Mensaje teológico-espirituaí.
La carta de Judas es uno de los escritos más breves del NT, ya que sólo tiene 25 versículos en un solo capítulo. Este hecho explica quizá en parte el escaso interés y el poco conocimiento que ha tenido este texto en la historia de la exégesis hasta nuestros días. Pero la autoridad espiritual del remitente, †œJudas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago†, y la fuerza incisiva de su estilo, así como la proposición del mensaje en forma esencial, lo recomiendan a la atención de los lectores cristianos.
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1. ORIGEN HISTORico Y LITERARIO.
Estos dos aspectos del escrito suscitan problemas que merecen una breve aclaración antes de emprender su lectura.
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1. Canonicidad.
La carta de Judas, que forma parte actualmente del grupo de las siete epístDIAS católicas, es conocida y acogida como canónica en Roma ya en el siglo II (canon de Muratori, hacia el año 180). Es además conocida como texto canónico por Clemente de Alejandría y por Orígenes, a pesar de que existen algunas dudas sobre su canonicidad. Eusebio de Cesárea la coloca entre los escritos †œdiscutidos†, pero señala que muchas iglesias conocen la carta de Judas y la leen (Hist. EccI. II, 23,25; III, 25,3). En la Iglesia africana, Tertuliano la considera canónica y es reconocida como tal por el concilio de Cartago y por san Agustín. En las Iglesias de Siria (Antioquía) se observan algunas dudas e incerti-dumbres sobre su canonicidad. Las razones de esta perplejidad se deben en parte al recurso que se hace en nuestro escrito a los textos apócrifos judíos. Pero están contrapesadas por la autoridad del remitente, que se presenta como un personaje importante de la primera tradición cristiana.
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2. Autor, fecha y lugar de composición.
El remitente de la carta se presenta a sí mismo como †œJudas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago† Jud 1). De las cuatro personas que en el NT llevan el nombre de Judas, procediendo por exclusión, se llega auno de los cuatro hermanos o parientes de Jesús (Mt 13,55; Mc 6,3). Este Judas no pertenece al grupo de los doce, conocidos como apóstoles, pues en ese caso habría señalado este título en la dedicatoria de la carta. Por otra parte, el autor no se presenta como †œhermano de Jesús†™, sino de Santiago, refiriéndose al personaje más conocido en los ambientes judeo-cristianos de la primera generación, bajo cuyo nombre y autoridad figura también una carta [1 Santiago]. Para la identificación de este Judas no hay ningún dato preciso en el escrito. Existen, por el contrario, algunas dificultades reales para hacer coincidir al autor de nuestro escrito con el Judas histórico: el buen nivel de la lengua griega, la explícita colócación en el período posapostólico (Jud 17). También el contexto histó-rico-cultural al que alude la carta supone un período posterior a la primera generación cristiana. En cambio, se pueden deducir algunos datos orientativos para trazar la figura del autor, del uso del AT y de algunos textos apócrifos judíos. Juntando todos estos elementos podemos decir que el autor de la carta de Judas es un cristiano anónimo, quizá un discípulo de Judas o que de todas formas pertenece al ambiente y a la tradición de Santiago. También el lugar de composición de este escrito guarda relación con estos datos: el ambiente siro-palestino, o bien el egipcio-alejandrino. Por lo que se refiere a la fecha de composición, hay que tener en cuenta el probable uso o el conocimiento de la carta de Judas por el autor de la / 2P. Por consiguiente, nuestro escrito existía y estaba en circulación ya a finales del siglo 1.
1632
3. Situación vital.
La finalidad del escrito se indica inmediatamente después del saludo: †œQueridísimos, tenía un gran deseo de escribiros acerca de nuestra común salvación, y me he visto obligado a hacerlo para exhortaros a luchar por la fe, que de una vez para siempre ha sido transmitida a los creyentes. Porque se han filtrado entre vosotros algunos hombres, destinados desde antiguo a caer en la condenación, gente malvada que han convertido en libertinaje la gracia de-nuestro Dios y niegan a nuestro único dueño y Señor, Jesucristo† (Jud 3-4). Los dos objetivos perseguidos por el autor son entonces: la denuncia polémica de algunos †œmalvados† que se han infiltrado en la comunidad, y el deseo de poner en guardia a los cristianos fieles y consolidarlos en la fe tradicional. El frente adversario es difícil de identificar sobre la base del texto, que recurre a los modelos de la denuncia de estilo profético. Lo que se dice de estos disidentes no obedece a la preocupación de hacer de ellos un retrato objetivo, sino más bien a la de desenmascararlos y denunciarlos ante la comunidad cristiana. Se trata de tendencias sincretistas teórico-prácticas, caracterizadas por un espiritualismo gnostizante, que desemboca en el libertinaje ético. El grupo de disidentes, que vive todavía dentro de la comunidad (Jud 12), parece ser que no reconoce el señorío absoluto de Jesucristo, sino que se apoya más bien en las especulaciones esotéricas sobre los seres espirituales, los ángeles. Partiendo quizá de una falsa concepción de la libertad del Espíritu y de una antropología dualista, los promotores de esta disidencia caen en cierto laxismo permisivo, que des-, emboca en desórdenes sexuales (Jud 8; Jud 11). También la identificación de los destinatarios resulta precaria, dada la generalidad de las fórmulas empleadas. El saludo inicial suena así: †œA los elegidos y amados de Dios Padre y conservados para Jesucristo† (Jud 1). Se puede pensar en una comunidad cristiana de la segunda generación, de origen judío o al menos familiarizada con los textos de la tradición bíblica y con algunos escritos de la apocalíptica judía, pero expuesta a las tendencias sincretistas. El conjunto de todos estos elementos hace pensar en una o varias comunidades de judíos convertidos, con una presencia de pagano-cristianos.
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4. Género literario y fuentes.
El escrito, puesto bajo el nombre y la autoridad de Judas, se presenta como una carta en su forma externa. El estilo es el de un discurso o predicación de exhortación, pero con fuertes acentos de carácter profético apocalíptico. El escrito de Judas se distingue por el uso -citas, alusiones, expresiones- característico del AT, interpretado en clave actualizante y tipológica (Jud 5; Jud 7; Jud 11). Aparecen algunas afinidades y semejanzas con los escritos del NT, en particular con la carta de Santiago y las cartas pastorales. A su vez, es un hecho único y excepcional no sólo la referencia implícita a textos apócrifos judíos, sino la cita explícita de uno de estos apócrifos: 1 Henoc 1 ,9/Jud ?? 5; cf Asunción de Moisés 1 Jud 9; Testamentos de los 12 patriarcas /Jud 6-7.
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II. ESTRUCTURA Y MENSAJE.
La breve composición de Jud no presenta dificultades para la definición de su estructura, favorecida por un estilo incisivo, que recurre fácilmente a los procedimientos retóricos de las palabras gancho.
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1. Estructura.
La forma o modelo exterior es la de una carta con dedicatoria -remitente, destinatarios, saludo (Jud 1-2)- y una doxo-logía de conclusión como saludo final (Jud 24-25). Tras la introducción temática, en la que se indica la ocasión y el motivo (Jud 3-4), el escrito se articula en dos partes bastante lineales:
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1.0 Den uncia polémica de los falsos maestros (Jud 5-16);
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2.° Exhortación a los cristianos fieles (Jud 17-23).
La primera parte se desarrolla a su vez en pequeñas secciones: a) anuncio del juicio de condenación sobre la base de los ejemplos de la tradición bíblica (Jud 5-8); b) ejemplo del arcángel Miguel, que condena la necia arrogancia de los aberrantes (Jud 9-10); c) tres figuras bíblicas de rebeldes -Caín, Balaán y Coré-, prototipos de los impíos (Jud 11-13); d) la profecía de Henoc del juicio de Dios sobre los impíos (Jud 14-16). Tras esta parte negativa y polémica viene la positiva en forma de exhortación, en dos momentos: a) recuerdo de las palabras proféticas de los apóstoles para los últimos tiempos (Jud 17-19); b) invitación a la fe perseverante que ha de tener la comunidad (Jud 20-23).
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2. Mensaje teológico-espiriTUAL.
La intención polémica de nuestro escrito no excluye por completo la alusión, aunque discreta, a las motivaciones de la fe tradicional. En el fondo puede vislumbrarse una cristología sacada de las fórmulas y títulos tradicionales y un proyecto de vida cristiana. Jesucristo es proclamado como único Señor (Jud 4; Jud 17; Jud 21). Es notable en la última exhortación la estructura trinitaria de la existencia cristiana:
†œVosotros, en cambio, queridos, asentaos en el cimiento de vuestra santa fe, orad en el Espíritu Santo; conservaos en el amor de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna† (Jud 20-21). A esta exhortación con una sólida base teológica corresponde el texto espléndido de la doxología final, donde el estilo eficaz del autor se conjuga con un planteamiento teológico seguro: †œAl único Dios, nuestro salvador, que es poderoso para guardaros sin pecado y presentaros intachables ante su gloria con alegría, gloria, majestad, soberanía y poder con Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre, ahora y por los siglos de los siglos. Amén† (Jud 24-25).
Partiendo de esta cristología esencial y de la teología tradicional se puede vislumbrar el proyecto de vida cristiana, bien en términos negativos como contraposición a las desviaciones de los disidentes, bien en términos positivos como invitación a conservar la fe en una santidad de vida y coherencia ética, que tiene su centro en la caridad (Jud 23-24). En resumen, el pequeño escrito de Judas, dictado por la urgencia polémica, propone la experiencia cristiana en sus rasgos tradicionales contra el riesgo de deformaciones típicas de un ambiente de frontera religiosa y cultural.
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BIBL.: Además de la bibliografía correspondiente a 12P, cf Cantinat J., Les épitres de Saint Jacques et de SaintJude, Gabalda, París 1973; Delcor M., Le mythe de la chute des anges etde ¡†˜origine des géants comme explica-tion du maldansie monde, dans I†™apocalyptiquejuive. Histoire des traditions, en †œRHR† 190 (1976) 353-364; Du Plessis O.J., The Authorship of the epistie of Jude, en Bíblica! Essays, Pro-Rege-Pers, Potcherfstroom 1966,191-1 99; Ellis E.E., ProphecyandHermeneuticin Jude, en Prophecyand
Hermeneuticin Early Christia-nity. NTEssays, Eerdmans, Grand Rapids 1978, 221-236; Evbers I.H.,
Aspects of the Back-ground in the LetterofJude, en †œNeotestamen-tica 9 (1975) 113-123; Kubo 5.,
Textual Rela-tionships in Jude, en Studies in NT Language and Texis, Fs. G.D. Kilpatrick, Brili, Leiden
1976, 276-282; Lawlor G.L., Translation and exposition in the Letter of Jude. An ínter. Li-brary ofPhll. and
Theol. Biblicaland Theologi-cal Studies, Presbyterian and Reformed, Nueva York 1972; Maier F., Zur
Erkldrung des Judas-briefes (Jud 5), en †œBZ† 2 (1904) 377-397; Schelke K.H., Der Judasbrief bel
Kirchenva-tern, Fs. O. Michel, Brili, Leiden 1963, 405-416; Id, en Wertundschríft, Dusseldorf 1966, 300-
308; Tatford F.A., Jude†™s Apostates. An Exposition ofthe Epistie ofjude, Upperton Pr., East-burne 1975;
Wisse F., The Epistie ofJude in the History of Heresiology, en Essays on the Nag Hammadi Texts, Fs. A.
Bóhlig (M. Krause), Brili, Leiden 1972, 133-143.
R. Fabris
Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica