LIBERACION. TEOLOGIA DE LA

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Movimiento propio de los paí­ses del tercer mundo en el que se mezclan actitudes y posturas religiosas e implicaciones sociológicas, económicas y polí­ticas.

En unas ocasiones, el concepto de “teologí­a” apellidada “liberadora” adquiere cierta dimensión dialéctica y polí­tica, lo que significa descender al terreno de las estrategias o metodologí­as terrenas. Se esconden sus promotores en una terminologí­a difusa y más o menos tienden a la hábil cobertura de planteamientos sociológicos opuestos al capitalismo salvaje y a la pobreza en que se asume con él a gran parte de la población mundial, sobretodo en paí­ses pobres.

Pero la mayor parte de las veces los planteamientos y exigencia se mueven en la noble intención de promover la justicia social que haga a los hombres libres de la miseria material, de la opresión polí­tica y social y de la ignorancia o indigencia cultural. Son muchos los que ha analizado la situación en estos paí­ses, tanto desde dentro de sus sociedades, como teorizando desde los paí­ses más desarrollados, es decir “liberados”.

Esos planteamientos intentan no sólo analizar la situación, sino buscar cauces de solución: más conciencia social, mejores estructuras macroeconómicas, cultivo del respeto y diseños polí­ticos de sincera y eficaz democracia. Así­ entienden la voluntad de Dios en el contexto social de las sociedades menos promocionadas.

La injusticia estructural oprime a muchas personas en esos paí­ses. Cuando se habla de “liberación”, se habla de mejora social. Y cuando se habla de “teologí­a”, se intenta leer la realidad a la luz de un Evangelio comprometedor, por encima de meras lecturas piadosas o morales. En este sentido, la corriente de la teologí­a de la liberación surca los ámbitos eclesiales de Suramérica desde mediado del siglo XX y compromete a muchos intelectuales cristianos en incluso a los pastores eclesiales.

Entre los “teólogos de la liberación” más significativos se hallan nombres y escritos de Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, E. Dussel, P. Richard, Jon Sobrino. Y entre las jerarquí­as eclesiásticas más sinceras se habló mucho de Hélder Cámara, Pedro Casaldáliga, Oscar Romero. Uno y otros confluyen en la doble vertiente de condenar las estructuras de injusticia (desigualdad, dictaduras, violencia, ignorancia, explotación) y de sugerir caminos para una mejora social.

Las Conferencias episcopales del Continente (CELAM), sobre todo en dos ocasiones: Medellí­n en 1968 y Puebla en 1979, fueron clarividentes y valientes en los postulados y directrices que reclamaron para un Continente en el que numéricamente se encuentra la mayor parte de la Iglesia católica.

El final del siglo XX y el comienzo del XXI ha sido testigo de algunas mejoras (libertad polí­tica, conciencia de respeto a las minorí­as y mejora cultural), pero conocen también los escasos avances en otros aspectos: mejor distribución de la riqueza, incremento de la violencia en los núcleos urbanos masificados, juventud desempleada y sin esperanzas). Aunque en las dos últimas décadas la reflexión teológica pareció menos comprometida ante la ausencia de figuras de vanguardia, existe una más extensa acción educadora que sin duda dará sus frutos en tiempos venideros.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa