Movimiento evangélico inglés. El nombre, que estos cristianos recibieron de sus enemigos, pudiera significar «balbuceador» o «murmurador». Eran seguidores académicos de Juan Wycliffe, escritor y reformador evangélico del siglo XV, pero se les obligó a la retractación.
El primer grupo lo integraron estudiosos de Oxford dirigidos por Nicolás de Hereford, traductor bíblico. Más adelante, los lolardos se convirtieron en una especie de secta, con sus propios ministros y hasta con representación parlamentaria. En 1401, el Parlamento aprobó el estatuto De heretico comburendo (acerca de la quema de herejes) dirigido contra los lolardos, quienes, al ser juzgados y declarados culpables de herejía, debían entregarse al brazo secular para ser quemados.
La teología de los lolardos se resumía en las «Doce conclusiones». Condenaban la jerarquía eclesiástica, el celibato sacerdotal, la transustanciación, las oraciones por los muertos, las romerías, la guerra y, sobre todo, el poder temporal de la iglesia. Su énfasis recaía en la predicación y lectura de las Escrituras, todo en lengua vernácula.
Los lolardos se involucraron en rebeliones y conspiraciones contra la corona, acusada por ellos de sometimiento al clero romano. Sobrevivieron en forma limitada y clandestina, pero resurgieron durante la Reforma apoyando la política anticlerical del rey y cualquier movimiento favorable al protestantismo al que se unieron.
Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas
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Miembros de una cofradía piadosa que apareció en el siglo XIV los Países Bajos y en algunos lugares de Italia y Francia y se dedicaban a cuidar enfermos durante la epidemias e iban con hábito de penitentes. Probablemente el nombre se lo dieron en referencia al hereje del siglo XIII Gualterio Lollard o Lolardo, que fundó una secta diabólica que se extendio por Bohemia, Alemania y Suiza
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa