En la antigua Canaán, el lugar alto era normalmente un lugar de adoración. Cerca de cada villa y algunas veces dentro de las ciudades (véanse Jer. 7:23; 19:6; Ez. 6:3) existían tales santuarios equipados con un altar, pilares de piedra o massebot que servían como objetos del culto masculino y asherim, objetos del culto femenino en forma de postes de madera. Un lebrillo era provisto para los lavamientos ceremoniales. Algunos lugares altos poseían objetos especiales tales como los becerros de oro puestos por Jeroboam, un efod o un arca. Estos requerían un templo para protegerlos. En Silo tal estructura, denominada la †œcasa de Dios†, fue erigida como un templo para el arca del pacto (1 S. 1:9; 3:3).
El lugar alto fue un lugar de sacrificio. En los primitivos tiempos, cada adorador oficiaba su propio sacrificio, pero más tarde fue establecida una orden de sacerdotes. Con el establecimiento del templo en Jerusalén, los lugares altos fueron considerados lugares ilegítimos de adoración (véase 2 R. 23:4-20). La tendencia de asociarlos con la adoración a *Baal y otras deidades cananeas hicieron como resultado que los profetas israelitas reprobaran esos cultos paganos. El altar central de Jerusalén servía como una lección objetiva a la unidad de Jehová, mientras que la proliferación de lugares altos tendía a fomentar el concepto de deidades locales.
Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico
bamah (hm;B; , 1116), «lugar alto». Este nombre se halla en otras lenguas semíticas con el significado del lomo de un animal o la espalda de un hombre (ugarítico), la ladera o «lomo» de una montaña (acádico) o el «bloque» de piedra o tumba de un santo (árabico). En hebreo bíblico, bamah se usa unas 100 veces y por primera vez en Lev 26:30 (rva): «Destruiré vuestros lugares altos, derribaré vuestros altares donde ofrecéis incienso, amontonaré vuestros cuerpos inertes sobre los cuerpos inertes de vuestros ídolos, y mi alma os abominará». La mayoría de los casos se encuentran en los libros de Reyes y Crónicas, con el significado de un «lugar alto» de culto. Son contadas las veces que el término se encuentra en el Pentateuco o en la literatura poética o profética. Bamah con la simple acepción de «espalda» o «lomo» también se halla en el Antiguo Testamento: «Tus enemigos tratarán de engañarte, pero tú pisotearás sus lugares altos» (Deu 33:29 rva nrv; «alturas» rvr; «espaldas» bj). El uso metafórico en la Biblia de los «lomos» (bamah) de las nubes y de las olas del mar causa problemas a los traductores: «Sobre las alturas [«el dorso» nbe] de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo» (Isa 14:14 rvr), y «Por sí solo extiende los cielos y camina sobre las ondas [«alturas» rv; «dorso» nbe] del mar» (Job 9:8). Un problema parecido se encuentra en Psa 18:33 (rva) (cf. 2Sa 22:34; Hab 3:19): «Hace que mis pies sean ágiles como los del venado, y me mantiene firme sobre mis alturas». En estos pasajes, bamah se debe entender como una expresión idiomática que expresa «autoridad». Metafóricamente el vocablo sirve para describir al Señor que provee para su pueblo: «Le hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra, y le hizo comer los productos del campo. Hizo que chupara miel de la peña, aceite del duro pedernal» (Deu 32:13 rva; cf. Isa 58:14). El modismo, «cabalgar sobre las alturas de la tierra», expresa, en términos hebreos, cómo protege Dios a su pueblo. Señala la naturaleza exaltada de Israel, cuyo Dios es el Señor. No todos los bamah fueron literalmente «lugares altos» cúlticos; el término puede referirse sencillamente a una unidad geográfica; cf.: «Por tanto, por culpa de vosotros Sion será arada como campo. Jerusalén será convertida en un montón de ruinas; y el monte del templo, en cumbres boscosas» (Mic 3:12 rva; cf. Am 4.13). Antes de llegar los israelitas, los cananeos sirvieron a sus dioses sobre estos montes, en los que sacerdotes paganos presentaban sus sacrificios a los dioses: Israel imitó tal práctica (1Ki 3:2), aun cuando sacrificaban al Señor. Los lugares altos de las naciones circunvecinas estaban dedicados a Quemós (1Ki 11:7 rva), Baal (Jer 19:5) y otras divinidades. Sobre el «lugar alto» se construía un templo que se consagraba al dios: «También hizo [Jeroboam] santuarios en los lugares altos e instituyó sacerdotes de entre la gente común, que no eran hijos de Leví» (1Ki 12:31 rva). Los santuarios se decoraban con símbolos cúlticos; por lo que los pilares sagrados ( El término heb. bāmâ, traducido “lugar alto” por °vrv2 se emplea más de 100 veces en el Los 20 usos no cúlticos se encuentran todos en plural y en pasajes poéticos. En contraste con otras palabras que significan altura, el plural bāmôṯ siempre tiene connotaciones de dominio y control. A menudo las batallas se desarrollaban en las faldas de los cerros; por lo tanto, la posesión de las alturas daba dominio sobre la tierra circundante (Nm. 21.28; 2 S. 1.19, 25). De este modo Israel afirmaba que Dios “pasa” sobre las alturas o puede “hollarlas” (Am. 4.13; Mi. 1.3), o que hace subir a Israel (Dt. 32.13; Is. 58.14), y “hace estar firme sobre (las) alturas” al individuo (2 S. 22.34; Sal. 18.33; Hab. 3.19). Algunos sellos cilíndricos muestran a *Baal a horcajadas sobre las montañas, y en los textos de Ras Shamra se lo llama rkb rpt, ‘jinete de las nubes’, Tanto el acádico como e ugarítico tenían términos estrechamente relacionados que significaban alturas, o la región media del cuerpo (cf. Job 9.8).
La asociación de las alturas con las posibilidades de dominio puede explicar su elección como ubicación para santuarios. Se ha sugerido que, a pesar de las advertencias de Moisés (Dt. 12, etc.), Israel se apropió de los santuarios cananeos después de la conquista. Por cierto que hubo adoradores fieles de Dios que se valieron de bāmâṯ en las primeras épocas de la monarquía. Samuel ofició un sacrificio especial cuando Saúl fue ungido ante huéspedes invitados (1 S. 9), y posteriormente Saúl fue con un grupo de profetas que bajaban de una bāmâ precedidos por salterio, pandero, flauta y arpa (1 S. 10.5). En la época de Salomón, Gabaán había alcanzado una posición especial, y se la conocía como “el gran lugar alto”. Allí estaba el *tabernáculo y el altar de bronce que “Bezaleel hijo de Uri, hijo se Ur” había hecho, y fue en Gabaón donde Dios se le apareció a Salomón en un sueño relacionado con el carácter de su reino (1 R. 3; 2 Cr. 1).
Después de la división del reino en 922 Los primeros estudios de las bāmôṯ revelan el desconcierto de los héroes de Israel ante el uso de estos santuarios. El Talmud y los rabinos distinguían claramente entre las “grandes” y las “pequeñas” bāmôṯ, o sostenían que la prohibición se levantaba periódicamente. J. Wellhausen solucionó el problema sugiriendo que la ley del santuario único no entró en vigor hasta la época de Josías; el libro de Deuteronomio no era sino un “fraude piadoso”. Es más probable que Samuel, Saúl y Salomón simplemente quisieron utilizar estos santuarios para Dios sin darse cuenta de los peligros del sincretismo, que Moisés había visto claramente, y que la historia atestigua en forma harto clara.
W. F. Albright pensaba que las bāmôṯ eran básicamente santuarios de tumbas, pero ninguno de los santuarias excavados, o referencias bíblicas no corregidas, muestran asociaciones claras con tumbas. P. H. Vaughan sugiere que las bāmôṯ eran plataformas de culto redondas o planas sobre las que se celebraba el servicio de adoración. Sin embargo, aunque algunas bāmôṯ pueden haber contenido una plataforma, resulta más natural tomar el término como referido a toda la zona vinculada con el culto, incluido el altar, las piedras, las casas, etc.
Puede discernirse una evolución gradual en la ubicación de las bāmôṯ. Los santuarios en las alturas eran típicos del período primitivo (Nm. 22.41; 1 S. 9), mientras que los posteriores se encuentran en las ciudades (2 R. 17.9) o, en un caso, en un valle (Jer. 7.31). Hacia el final de la época de la monarquía el término se aplicaba a muchos tipos de santuarios locales. De este modo 2 R. 23 llama bāmôṯ a los pequeños santuarios en las puertas de la ciudad, centros reales dedicados a dioses extranjeros, los grandes santuarios públicos y los sencillos santuarios locales.
Los publicitados descubrimientos en Gezer y el “lugar alto de Conway en Petra” ya no se consideran bāmôṯ. A pesar de la fase en la que se daba por sentado lo que todavía no era seguro, la arqueología ha revelado ejemplos de los principales tipos de bāmôṯ bíblicas. Santuarios ubicados fuera de los asentamientos se conocen en Nahariyah, Samaria, Jerusalén, y “el gran lugar alto de Petra”. Hay bāmôṯ sobre colinas en ciudades, como en Meguido y Arad. Santuarios en lugares más bajos se conocen en Hazor, Dan, y Jerusalén. Altares pequeños en las puertas de las ciudades se conocen en Tirsa y Dan. Los descubrimientos arqueológicos ilustran acerca de las referencias bíblicas relativas a la estructura, el culto, y la tendencia de los santuarios a cambiar de importancia, revelando así un cuadro detallado del período en el que, “según el número de tus ciudades, oh Juda, fueron tus dioses” (Jer. 2.28).
Bibliografía. “Lugar alto”, W. F. Albright, Supplement to Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico