LUIS DE GRANADA. FRAY

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Asceta español, de familia humilde de repobladores de Granada, huérfano y monaguillo de la Santa Cruz, iglesia animada por los dominicos. Ingresó en la Orden en 1524 y fue predicador y autor de libros que le merecieron un lugar primordial en las letras ascéticas castellanas y de la Iglesia de todos los tiempos.

Excelente y erudito prosista, fue modelo de escritores religiosos y profanos. La fama de sus predicaciones le llevó a ser pedido como confesor y director espiritual por diversos nobles. Fue prior del convento de Scala Dei, en Córdoba.

Se le trasladó a Portugal, en 1556, tal vez huyendo de sospechas de la Inquisición y para evitarle «pesquisas». Con todo fue acusado ante la Inquisición, que incluyó injustamente algunos escritos suyos en el «índice de libros prohibidos».

Allí­ llevó una vida ascética. Rechazó cargos y honores que se le ofrecieron, además de obispados. Fue desposeí­do de sus cargos por Felipe II, al no ponerse de su parte en sus reclamaciones del trono portugués, pero fue pronto rehabilitado ante su prestigio social. Su vida apostólica resultó muy intensa durante los años portugueses y su disponibilidad apostólica fue admirable.

Entre sus obras latinas fueron conocidas la «Rethorica «ecclesiástica» y entre las portuguesas las más significativa fue el «Compendio de Doctrina cristiana».

Entre sus libros en castellano, que son los más cuidados en estilo y en fondo, sobresale la «Guí­a de Pecadores» editada en 1556, tratado ascético y a la vez doctrinal, de gran sensibilidad filosófica y moral. Otros libros como «Introducción del sí­mbolo de la fe» (1583), «Cántico a las obras creadoras de Dios», «Libro de la oración y meditación», el «Memorial de la vida cristiana», el «Compendio de la doctrina espiritual», «Los Sermones» y las «Meditaciones muy devotas», resultaron admirables y le acreditaron como verdadero maestro de espí­ritu y serio conocedor de la doctrina de la Iglesia, que siempre exponí­a en sus obras, a pesar de las reticencias de los inquisidores.

Diversas traducciones como la «Escala Espiritual» de San Juan Clí­maco o «La imitación e Cristo» de Kempis, así­ como biografí­a hermosas que salieron de su pluma («San Juan de Avila», «Fray Bartolomé de los mártires», «Sor Ana la Concepción»), completaron su producción escrita, fecunda, correcta, modélica y singularmente educadora de espí­ritus selectos, objetivo de este dominico recto en doctrina y maestro en el estilo.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa