MANASES

rey de Judá 2Ki 21:1-18; 2Ch 33:1-20.


Manasés (heb. Menashsheh, [el que causa o] “hace olvidar”; Menashshî, “manasitas” [Deu 4:43, BJ: 2Ki 10:33; 1Ch 26:32]; gr. Manasses). 1. Hijo mayor de José y Asenat, la hija Potifera, sacerdote de On (Gen 41:50, 51). Por ello era mitad egipcio, a menos que el sacerdote de On fuera uno de los semfticos hicsos. Cuando Jacob bendijo a Manasés y a su hermano Efraí­n antes de morir, el anciano patriarca indicó, al cruzar sus brazos y poner su mano izquierda sobre Manasés, que Efraí­n, aunque era menor, llegarí­a a ser superior (48:8-21). Esta profecí­a se cumplió más tarde cuando los descendientes de Manasés, aunque conformaban una tribu influyente en Israel, fueron sobrepasados en importancia por la que descendí­a de Efraí­n. Véase Manasés 2. 2. Tribu que descendió del hijo mayor de José (Jos 16:4). Aunque su antepasado fue sólo uno de los nietos de Jacob, él y su hermano fueron adoptados por el patriarca como sus propios hijos (Gen 48:5), y sus descendientes siempre fueron tratados por los israelitas como 2 tribus separadas, iguales a las que descendí­an de los demás hijos de Jacob. La tribu de Manasés estaba constituida por 7 familias tribales: una fue fundada por Maquir, y las otras 6 surgieron del nieto de Manasés, Galaad (Gen 50:23; Num 26:28-34; Jos 17:1, 2). Media tribu recibió parte del territorio de Transjordania de los reyes amorreos de Hesbón y Basán conquistado bajo la conducción de Moisés. Los descendientes de Manasés no podí­an ocupar esta tierra hasta que hubieran ayudado a las otras tribus a conquistar los territorios asignados al oeste del Jordán (Num 32:20-42). La región destinada a la media tribu de Manasés cubrí­a la parte norte de Galaad y todo Basán (Deu 3:13-15, Jos 3:29-33), una zona que consistí­a en parte de bosques y en parte de tierra labrantí­a. La otra mitad de la tribu recibió un gran territorio en Canaán: tení­a como lí­mites por el sur a Efraí­n, y por el norte a Isacar, Zabulón y Aser. Su lí­mite sur corrí­a desde el Jordán hasta Taanat-silo, cerca de Siquem, y luego seguí­a el “arroyo de Caná” (Wâd§ Qânah), terminando en el Mediterráneo (Jos 17:5-10). La fluidez de este lí­mite es evidente, sin embargo, por el hecho de que la tribu de Efraí­n poseyó ciudades dentro del territorio de Manasés (16:9), mientras que, al mismo tiempo, Manasés poseí­a varias ciudades en los territorios de Isacar y Aser (Jos 17:11; cf 1Ch 7:29). Como las otras tribus, no pudo expulsar inmediatamente a los cananeos de muchas de las ciudades fortificadas, pero con el tiempo los hicieron tributarios (Jos 17:12, 13; Jdg 1:27, 28). Dos ciudades de Manasés en Basán fueron asignadas a los levitas (Jos 20:8; 21:27; 1Ch 6:71). Los miembros de la tribu que viví­an al este del 744 Jordán extendieron su territorio por medio de la guerra contra los agarenos y otros (1Ch 5:18-23). El miembro de manasés más famoso de la historia bí­blica fue Gedeón, el héroe y juez que libró a los israelitas de los madianitas (Jdg 6:15). Algunos de la tribu se unieron ha David Siclag (1Ch 12:19, 20), y 18.000 le ofrecieron sus servicios mientras era rey de Judá en Hebrón (1Ch 12:31; cf vs 37). Manasés llegó a ser parte del reino del norte después que se dividió el reino de Salomón, pero algunos de la tribu fueron a Asa de Judá cuando vieron que Jehová estaba con él (2Ch 15:9). Tiglat-pileser III de Asiria llevó el grueso de la población al cautiverio en el s VIII a.C. (1Ch 5:23-26), pero ciertos restos quedaron en el paí­s, puesto que algunos miembros de esta tribu asistieron a la Pascua del rey Ezequí­as (2Ch 30:1, 10, 11, 18), y como resultado de ese reavivamiento espiritual regresaron a su territorio y destruyeron los lugares de culto dedicados a dioses paganos (31:1). También tomaron parte en la reforma del rey Josí­as (34:6, 9). A la tribu de Manasés se la menciona en las visiones de Ezequiel (Eze 48:4) y de Juan (Rev 7:6). Véase Manasés 1. 3. Nombre que aparece en el texto masorético de Jdg 18:30, donde, sin embargo, se deberí­a leer Moisés. El nombre Manasés resulta de modificar el texto consonántico hebreo en el que los masoretas insertaron una n sobre la lí­nea del nombre Moisés, aparentemente para oscurecer el hecho de que uno de sus descendientes habí­a llegado a ser el jefe de un sacerdocio idolátrico. Véase Jonatán 1. 4. Decimocuarto rey del reino sureño de Judá (2Ki 20:21). Reinó 55 años (c 697-c 642 a.C.); durante parte de ese tiempo aparentemente fue corregente de su padre Ezequí­as. Un antiguo sello hebreo, publicado en 1963, lleva la inscripción: “Perteneciente a Manasés, hijo del rey”. Por consideraciones paleográficas, el sello puede ser fechado en los ss VIII o VII a.C. Por lo tanto, es posible que este sello haya pertenecido a Manasés, el hijo del rey Ezequí­as, antes de ascender al trono, aunque pudo haber pertenecido a otro prí­ncipe real del mismo nombre que haya vivido algo antes o algo después del rey Manasés. No siguió el buen ejemplo de su padre, sino que fue más impí­o que sus predecesores: reestableció los lugares altos, erigió un altar a Baal e hizo objetos de culto a Asera; adoró muchos otros dioses en los atrios del templo y sacrificó a unos de sus hijos por fuego. Ignoró las advertencias del profeta acerca de las consecuencias de su mala conducta y persiguió a muchos seguidores del verdadero Dios, como lo indica obviamente la afirmación de que derramó mucha sangre inocente (2Ki 21:1-16; 2Ch 33:1-10). Como castigo por sus actos impí­os, Dios lo entregó en manos de los reyes de Asiria. Tanto Esar-hadón como Asurbanipal mencionan que Manasés les pagó tributos; uno de los reyes escribe su nombre Menasi y el otro Minsie. Sin embargo, parece haber sido un vasallo desleal, porque en una ocasión fue llevado cautivo a Babilonia -que en ese tiempo era parte del Imperio Asirio- por Esar-hadón o Asurbanipal. Con todo, se le permitió regresar cuando el rey asirio aparentemente se convenció de que de allí­ en adelante serí­a leal. Aunque no se ha encontrado aún confirmación extrabí­blica de la cautividad de Manasés en las fuentes cuneiformes, su experiencia tiene paralelos. Por ejemplo, el faraón Necao (I), rey de Saïs, fue hecho rey vasallo de Egipto por Esar-hadón. Después de la muerte de Esar-hadón, Necao se rebeló contra Asiria y fue llevado como prisionero a la Mesopotamia. Mientras estuvo allí­ consiguió ganar la confianza de Asurbanipal, que le perdonó y lo restableció en su trono en Saïs. Mientras Manasés estuvo cautivo en Babilonia, se arrepintió, y al regresar a Jerusalén trató de deshacer lo que su anterior impiedad habí­a hecho quitando la idolatrí­a de su reino y del templo. Pero no abolió los lugares altos, aunque admitió sólo la adoración al verdadero Dios en ellos. El cronista registra que se ocupó de extensas actividades de construcción en Jerusalén y que reforzó el ejército (2Ch 33:11-17). Después de un reinado más largo que el de cualquier otro rey hebreo, Manases murió, dejando el trono a su hijo Amón. Fue sepultado en el jardí­n de su propia casa (2Ki 21:18; 2Ch 33:20). Bib.: N. Avigad, IEJ 13 (1963):133-136; ANET 291, 294. 5. Judí­o casado con una mujer extranjera en tiempos de Esdras (Ezr 10:30). 6. Otro judí­o casado con una mujer extranjera en tiempos de Esdras (Ezr 10:33). Mandamientos. Véanse Diez Mandamientos: Ley.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

me ha hecho olvidar. Nombre de varón. 1. Hijo primogénito de José y de la egipcia Asnat, hija de Poti Fera, sacerdote de On, nacido en Egipto, Gn 41, 50-51; 46, 20. Antes de morir, Jacob adoptó a M. y a Efraí­m, su hermano menor, como hijos suyos, Gn 48, 5. Al bendecir Jacob a los hijos de José, cruzó las manos, puso la derecha sobre la cabeza de Efraí­m y la izquierda sobre la de M., siendo el primogénito, Gn 48, 13-14. José quiso corregir a su padre, pero éste le respondió que lo sabí­a, que M. también serí­a grande, pero que lo serí­a más su hermano menor, y, así­ fue, la tribu de Efraí­m fue la más importante de las del Norte, del reino de Israel, Gn 48, 18-19. M. tuvo un hijo, Makir, Gn 50, 23.

La tribu de M. se asentó parte en Cisjordania entre la llanura de Yizreel y la montaña de Efraí­m, y parte en Transjordania, al sureste del lago de Genesaret. Gedeón y Yaí­r, jueces de Israel, pertenecí­an a esta tribu, Jc 6, 11; 10, 3. Muchos de la tribu de M. se unieron a David y llegaron a ser jefes en el ejército, 1 Cro 12, 20-22. Los de M. participaron en la reforma religiosa llevada a cabo por Asá, rey de Judá, 911-870 a. C, 2 Cro 15, 9; muchos acudieron a la convocatoria para celebrar la Pascua en Jerusalén, hecha por Ezequí­as, rey de Judá, 716-687 a. C., 2 Cro 30, 11. 2. M., rey de Judá, 687-642 a. C., hijo y sucesor de Ezequí­as, 2 R 20, 21; su madre se llamaba Jefsí­ Baj, 2 R 21, 1. Comenzó a reinar muy joven, y el suyo es el reinado más largo de Judá así­ como uno de los más perversos. Acabó con la reforma religiosa llevada a cabo por su padre, en su tiempo se dieron todas las abominaciones idolátricas de la época, cananeas, asirias, babilónicas; la adivinación, la astrologí­a, el espiritismo, la nigromancia, un verdadero sincretismo religioso. Levantó altares paganos en el Templo, donde instaló una imagen de Aserá; construyó lugares altos. Incluso, llegó a arrojar su hijo a la pira de fuego. Además, fue cruel, inundó todo Judá de sangre de inocentes; según dice la tradición judí­a, martirizó al profeta Isaí­as, 2 R 21, 1-18; 2 Cro 33, 1-10.

En el relato de 2 Cro 33 11-20, se dice que M. fue castigado por sus maldades por Dios, que fue llevado prisionero por los asirios a Babilonia, en donde se arrepintió y oró, por lo que le fue concedido volver a su reino; que al recuperar su trono, fortificó a Jerusalén y llevó a cabo una reforma religiosa, destruyó los í­dolos y los altares idolátricos; reconstruyó el altar de Yahvéh y ofreció sacrificios. Sin embargo, en documentos asirios consta que M. fue vasallo de Asarjaddón y Asurbanipal, pero no que hubiese estado cautivo en Babilonia, como tampoco se dice en Reyes.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., menashsheh, el que se olvida).
1. El hijo mayor de José que nació en Egipto (Gen 41:51). Jacob los aceptó a él y a su hermano menor Efraí­n como a sus propios hijos, y cuando los bendijo predijo que Efraí­n serí­a más grande que Manasés (Gen 48:5, Gen 48:19).
2. Rey de Judá e hijo de Ezequí­as. Tení­a sólo 12 años cuando subió al trono en 687 a. de J.C. Llegó a ser un idólatra fanático, trayendo una multitud de prácticas paganas a su reino. También puso un altar pagano en el templo y más tarde transportó la imagen tallada de Asera a su casa (2Ki 21:1-7).

También dedicó caballos y carros al sol (2Ki 23:11).

Manasés hizo pasar por fuego a su hijo, practicó la adivinación, utilizó encantos, se dio el gusto de practicar hechicerí­a, evocó a los muertos y a espí­ritus familiares (2Ki 21:6; 2Ch 33:6). Persiguió a las personas devotas que seguí­an fieles a Jehovah (2Ki 21:6). La tradición judí­a dice que él partió en dos con serrucho al profeta Isaí­as. La reforma posterior de Josí­as no pudo hacer que el pueblo volviera al verdadero culto de Jehovah (Jer 15:4).

Fue llevado cautivo a Babilonia. Poco después se arrepintió de sus pecados y fue devuelto a su trono en Jerusalén donde trató de deshacer lo malo que habí­a hecho (2Ch 33:10-13, 2Ch 33:15-17).

Un sacerdote de un í­dolo en Dan (Jdg 18:30; algunas versiones tienen Moisés, ver nota de la RVA).
4. Uno que se casó con una mujer extranjera (Ezr 10:30).
5. Otro que hizo lo mismo (Ezr 10:33).
6. Los de Manasés (heb., menashshi, olvidando) se refiere a los descendientes del hijo mayor de José (Gen 41:51). Una tribu de noble reputación la cual Galaad, bajo Jefté, rescató de los efrateos con el uso de la contraseña Shibólet (Jdg 12:4-6). Moisés les dio una ciudad de refugio en Basán (Deu 4:41-43). Por causa de la maldad bajo Jehú, Dios causó la destrucción de los de Manasés (2Ki 10:31-33).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(el que olvida).

Hijo de José Gen 41:50-51).

La mitad de su tribu se asentó en el este del Jordán, y la otra mitad en el oeste: (Num 32:33-42, Jos 17:5-10 ).

2- Decimocuarto Rey de Judá, sucedió a su padre Ezequí­as; fue muy malo. Castigado por Dios hasta el destierro en Babilonia, pero se arrepintió, y Dios lo perdonó, y volvió a ser Rey de su pueblo. Algo así­ como el Hijo Pródigo de Lc.15, ¡pero real, no parábola!: (2 R.21, 2 Cr.33).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Causa de olvido). Nombre de personas del AT.

1. Primogénito de †¢José. Su madre fue †œAsenat, hija de Potifera sacerdote de On† en Egipto (Gen 41:50-51). Su nombre le fue puesto como expresión del cambio en la suerte de José. Jacob †œpuso a Efraí­n antes de M.† al dar su bendición final, a pesar de la primogenitura de M. (Gen 48:14-20). Fue cabeza de la tribu que llevó su nombre. M. tomó como concubina a una mujer siria, de quien tuvo a Asriel y †œa Maquir padre de Galaad† (1Cr 7:14).

. Tribu de los descendientes del primogénito de José. Cada patriarca dio origen a una tribu, pero de José salieron dos (Jos 14:4). La tribu de Manasés ocupó dos territorios; por lo cual la parte que se estableció al E del Jordán es conocida como una †œmedia tribu†. El territorio que le correspondió estaba en la Transjordania, en Galaad, †œel reino de Sehón amorreo y el reino de Og rey de Basán†, junto con las tribus de Rubén y Gad (Num 32:33; Num 34:14; Deu 29:8). Allí­ quedaron sus mujeres, sus hijos y sus ganados mientras los varones cruzaban el Jordán para ayudar a las demás tribus en la conquista de la tierra de Canaán (Jos 1:12-18). †œTuvo también M. en Isacar y en Aser† otras ciudades, al oeste del Jordán, de las cuales no pudo desalojar al cananeo pero luego lo hizo tributario (Jos 17:11-13; Jue 1:27). Después de un tiempo Josué les felicitó por cumplir con su compromiso al acompañar a sus hermanos y los devolvió a su heredad (Jos 22:1-6). De regreso, edificaron junto con los de Gad †œun altar de grande apariencia† junto al Jordán, lo cual estuvo a punto de suscitar una guerra civil porque las demás tribus creyeron que se trataba de un movimiento separatista idolátrico. Pero aclarado el caso, el conflicto se evitó (Jos 22:10-34). Gedeón era de la media tribu de M. que se estableció al O del Jordán y bajo su liderazgo esta media tribu tuvo gran preponderancia en Israel. Los miembros de la media tribu establecida al E del Jordán eran famosos como guerreros (1Cr 5:18-22). Algunos miembros de M. se pasaron a David cuando éste huí­a de Saúl (1Cr 12:19, 1Cr 12:31). Tras la partición del reino en dos, M. pertenecí­a al Reino del Norte, pero muchas veces participó en movimientos de renovación que tení­an por centro a Jerusalén, como en tiempos de Asa (2Cr 15:9) y Ezequí­as (2Cr 31:1). Sin embargo, finalmente fue transportada con las demás tribus a Asiria (1Cr 5:26). Tras el retorno del exilio †œhabitaron en Jerusalén† algunos †œde los hijos … de M.† (1Cr 9:3).

. Rey de Judá (698-643 a.C.). Hijo de Ezequí­as. Subió al trono cuando era de doce años y reinó durante cincuenta y cinco años. †œHizo lo malo ante los ojos de Jehovᆝ (2Re 21:1-2). Durante su reinado Judá estaba supeditado a Asiria, cuando reinaron Senaquerib, Esar-hadón y Asurbanipal. Tropas de M. acompañaron a Asurbanipal en su expedición contra Tirhaca, faraón egipcio. Algunos piensan que parte de ellas quedaron como una guarnición en Egipto, lo que dio origen allí­ a la comunidad judí­a de Elefantina. M. se entregó a la idolatrí­a †œy puso una imagen de Asera que él habí­a hecho, en la casa de … Jehovᆝ (2Re 21:7), †œderramó … mucha sangre inocente† (2Re 21:16), †œedificó … altares a todo el ejército del cielo…. y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom … era dado a adivinaciones† (2Cr 33:5-6). En su tiempo fueron abundantes las amonestaciones de los profetas que denunciaban sus malas obras (2Re 21:10-15). Como un juicio de Dios †œlos generales del ejército del rey de los asirios … aprisionaron con grillos a M., y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia† (2Cr 33:11). Allí­ se arrepintió y oró a Dios. Se ha conservado una oración tradicionalmente atribuida a M. y que es incluida entre los libros apócrifos del AT. Fue perdonado por los asirios (2Cr 33:12-13) y regresó a Jerusalén, donde hizo una reforma religiosa (2Cr 33:14-16). Los derramamientos de sangre en su reinado parecen el resultado de luchas internas entre los que opinaban favorablemente en cuanto a la sumisión a Asiria y los patriotas que seguí­an a los profetas. Finalmente se impuso una rebelión contra los asirios, lo cual motivó la prisión y deportación de M. El hecho de que le perdonaran los asirios no es único, pues se tienen noticias de otro rey vasallo, de Egipto, que fue perdonado y devuelto a su paí­s.

. Uno de los que volvieron del exilio en tiempos de Esdras. Se habí­a casado con mujer extranjera y fue obligado a separarse de ella. Era †œde los hijos de Pahat-moab† (Esd 10:30).

. Uno de los que volvieron del exilio en tiempos de Esdras. Habí­a casado con mujer extranjera y fue obligado a separarse de ella. Era †œde los hijos de Hasum† (Esd 10:33).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG REYE ARQU HOMB HOAT

ver, JONATíN

vet, A. EL NOMBRE: (forma gr.) = “que hace olvidar”. (a) Hijo primogénito de José, nacido en Egipto; su madre fue Asenat, hija de Potifera, un sacerdote de On. Manasés, al igual que su hermano Efraí­n, era medio hebreo y medio egipcio (Gn. 41:50, 51). Cuando Jacob quiso bendecir a los dos muchachos, José puso a Efraí­n a su izquierda y a Manasés a su derecha. Pero Jacob, moribundo, cruzando los brazos, puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraí­n y su izquierda sobre la de Manasés, para indicar que Efraí­n engendrarí­a un pueblo más numeroso (Gn. 48:8-21). (b) Modificación intencional del nombre de Moisés (Jue. 18:30). (Véase JONATíN, a.) (c y d) Uno de los hijos de Pahat-moab y uno de los hijos de Hasum. Esdras persuadió a cada uno de ellos a que despidieran a sus mujeres extranjeras. (e) Hijo y sucesor del rey Ezequí­as. A la edad de 12 años, hacia el año 693 a.C., accedió al trono. Destruyó la obra reformadora de su padre, erigiendo santuarios paganos sobre los lugares altos, para honrar a Baal, erigiendo en el templo de Jerusalén altares dedicados al culto de los astros; inmoló también a uno de sus hijos a Moloc. Manasés no prestó atención alguna a las severas advertencias de los profetas; llenó Jerusalén de sangre inocente. Persiguió especialmente a aquellos que, por fidelidad a Jehová, se oponí­an a sus decretos (2 R. 21; 1- 16). La tradición rabí­nica lo acusa de haber dado muerte al profeta Isaí­as aserrándolo por medio; en el NT parece hacer referencia a ello (cfr. He. 11:37). Dios entregó a este rey al enemigo. Esar-hadón y Assurbanipal, reyes de Asiria, declaran haber recibido tributo de Manasés. Manasés se arrepintió profundamente cuando su reino le fue devuelto. Destruyó entonces los í­dolos, causa de su ruina, y restableció el culto a Jehová; fortificó Jerusalén (2 Cr. 33:12-19). Su reinado, el más largo de los de los reyes de Judá, duró 55 años. Manasés murió alrededor del año 639 a.C., dejando en el trono a su hijo Amón (2 R. 21:17, 18; 2 Cr. 33:20). B. Arqueologí­a: Los anales asirios no hablan del desplazamiento de Manasés a Babilonia (2 Cr. 33:11). Pero en una inscripción de Esar-hadón se relata una visita forzada que tuvo que hacer a Ní­nive, alrededor del año 678 a.C. Esar-hadón dice en ella: “… y yo convoqué (después de haber construido un palacio real más grande) a los reyes de Siria; … Baalu, rey de Tiro; Manasés, rey de Judá; Kaushgabri, rey de Edom; Mussuri, rey de Moab… (etc.). Veinte reyes en total. Les di mis órdenes.” (D. D. Luckenbill, “Ancient Records of Syria and Babilonia 2”, Secc. 690). Los crí­ticos creen por ello que la deportación de Manasés tuvo lugar a Ní­nive, y no a Babilonia como afirma el texto bí­blico. Sin embargo, las inscripciones cuneiformes demuestran que Esar-hadón habí­a reconstruido y embellecido Babilonia, destruida por su padre Senaquerib (ibid., Secc. 646-647); es perfectamente posible que llevara a estos veinte reyes congregados a que vieran aquel esplendor. Y, desde luego, no se puede aducir del silencio que Manasés no hubiera sido enviado allí­. La Estela de Esar-hadón, también llamada de Endjirli, muestra a Baalu, rey de Tiro, maniatado y en actitud suplicante ante el rey de Asiria. A su lado se encuentra Tirhaca, el rey de Etiopí­a (2 R. 19:9), con los labios atravesados por un garfio unido a una cuerda sostenida por Esar-hadón (S. Caiger, “Bible and Spade”, 1947, PP. 163-164). C. La tribu: Surgida de Manasés comprendí­a siete clanes. Maquis, hijo de Manasés, fundó uno; los otros seis descendí­an de Galaad, nieto de Manasés (Gn. 50:23; Nm. 26:28-34; Jos. 17:1, 2). Durante el primer censo en el desierto, Manasés contaba con 32.200 hombres capaces de llevar armas (Nm. 1:34, 35); en el segundo censo, 38 años después, contaba con 52.700 (Nm. 26:34). Cuando Moisés hubo vencido a Sehón, rey de Hesbón, y a Og, rey de Basán, una mitad de la tribu de Manasés se unió a las tribus de Rubén y de Gad para pedir permiso para quedarse al este del Jordán. Recibieron este permiso con la condición de que pasaran en armas delante de sus hermanos, para ayudarles a conquistar el paí­s al oeste del Jordán (Nm. 32:33-42; cfr. Nm. 32:1-32; 34:14, 15; Dt. 3:12, 13; 29:8; Jos. 12:4-6; 18:7). Cumplieron esta condición (Jos. 1:12-18; 4:12). Después de haber conseguido la victoria, volvieron a las regiones que habí­an escogido. Un malentendido acerca de la construcción de un altar hizo peligrar la concordia, que pronto se restableció (Jos. 22:1-34). El paí­s asignado a la media tribu de Manasés, al este del Jordán, englobaba una parte de Galaad y todo el Basán (Dt. 3:13-15), a partir de Mahanaim (Jos. 13:29-33). Este territorio se extiende 100 Km. de este a oeste, y 65 o más de norte a sur. Está formado en gran parte por una meseta de 760 m. de altura, una de las regiones más ricas de Palestina y uno de los principales graneros de Siria. Está llena de ruinas de ciudades. La otra media tribu atravesó el Jordán y recibió su herencia en la Palestina central, al oeste del Jordán. Sus lí­mites eran: al sur, Efraí­n; al noroeste, Aser; al noreste, Isacar. Su frontera meridional pasaba por Janoa y Taanat-silo, cerca de Siquem; seguí­a la orilla septentrional del arroyo de Caná hasta su desembocadura en el Mediterráneo (Jos. 16:6, 7; 17:5-10). Pero los hijos de Efraí­n tuvieron ciudades entre los hijos de Manasés (Jos. 16:9) y estos últimos poseí­an ciudades en el interior de Isacar y de Aser: Bet-seán, Ibleam, Dor, Endor, Taanac, Meguido (Jos. 17:11; cfr. 1 Cr. 7:29). Los descendientes de Manasés no echaron a los moradores de las ciudades cananeas, sino que se conformaron con exigirles tributo (Jos. 17:12, 13; Jue. 1:27, 28). Hubo ciudades de Manasés destinadas a los levitas, como en las demás tribus: Golán, en Basán, al este del Jordán, era una de las seis ciudades de refugio (Jos. 20:8; 21:27). Gedeón, héroe y juez, fue el más ilustre de los descendientes de Manasés (Jue. 6:15; cfr. 6:35; 7:23). Hubo hombres de Manasés que se unieron a David en Siclag (1 Cr. 12:19, 20), y 18.000 de ellos se pusieron a su disposición en Hebrón (1 Cr. 12:31; cfr. 1 Cr. 12:37). La media tribu al este del Jordán, asociada con Rubén y Gad, guerreó contra los agarenos y se apoderó del territorio de ellos. Después, Tiglat-pileser deportó a estos israelitas (1 Cr. 5:18-26). De Manasés se unieron a Asa de Judá, cuando vieron que Jehová estaba con él (2 Cr. 15:9). También de esta misma tribu acudieron a la gran Pascua celebrada bajo Ezequí­as, y después a la de Josí­as (2 Cr. 20:1, 10, 11, 18; 31:1; 34:6, 9).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[012]

Tribu de Israel, descendiente de este personaje, hijo mayor de José, a quien Jacob adoptó como hijo junto a su hermano Efraim.

El nombre, que literalmente significa “el que olvida”, también fue llevado por otros personajes, como el rey duodécimo de Judá (693-639), a quien los cronistas le consideraron malvado e idólatra por no haber seguido la reforma de su padre Ezequí­as.

(Ver Patriarcas 7)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(Que Hace Olvidadizo; Que Hace Olvidar).

1. Primogénito de José y nieto de Jacob. Cuando José obtuvo el cargo de administrador del alimento de Egipto, Faraón le dio por esposa a Asenat, la hija de Potifera (el sacerdote de On), con la que tuvo dos hijos: Manasés y Efraí­n. José llamó a su primogénito Manasés, pues dijo: †œDios me ha hecho olvidar todas mis desgracias y toda la casa de mi padre†. (Gé 41:45, 50-52.)
Cuando Jacob los bendijo, insistió en colocar su mano derecha sobre Efraí­n, el más joven, y la izquierda sobre Manasés, con el objeto de poner al más joven por delante del mayor (Gé 48:13-20) para indicar que Efraí­n llegarí­a a ser más grande que Manasés.
Manasés tuvo hijos de una concubina siria (1Cr 7:14); José vivió lo suficiente como para ver a los hijos de Makir, un hijo de Manasés. (Gé 50:22, 23.)

2. La tribu de Israel que descendió de Manasés, el hijo de José, y que estaba formada por siete familias tribales. Aproximadamente un año después de que los israelitas salieron de Egipto, la tribu de Manasés tení­a 32.200 hombres robustos mayores de veinte años. (Nú 1:34, 35.) Entre ellos estaba Gaddí­, uno de los diez hombres que dieron un mal informe después de espiar la Tierra Prometida. (Nú 13:1, 2, 11, 25-33.) Cuando se hizo un segundo censo, unas cuatro décadas más tarde, el número de varones de esa tribu habí­a aumentado a 52.700, sobrepasando a la tribu de Efraí­n en 20.200. (Nú 26:28-34, 37.) Por lo tanto, cuando Moisés habló de las †œdecenas de millares de Efraí­n†, pero de los †œmillares de Manasés†, obviamente se referí­a al papel de menor importancia que habí­a de desempeñar Manasés en el futuro. (Dt 33:17.)
En el desierto, la tribu de Manasés, dirigida por el principal Gamaliel, hijo de Pedahzur, acampaba al O. del tabernáculo, junto a Efraí­n y Benjamí­n. Esta división de tres tribus era la tercera en el orden de marcha. (Nú 1:10, 16; 2:18-24; 7:54; 10:23.)

Conquistas en ambos lados del Jordán. Cuando los israelitas derrotaron a los reyes amorreos Sehón y Og, Moisés concedió aquella tierra a los rubenitas, a los gaditas y a media tribu de Manasés, con la condición de que esas tribus participasen en conquistar el territorio que quedaba al O. del Jordán. (Nú 32:20-33; 34:14, 15; Dt 29:7, 8.) Debieron ser principalmente los manasitas quienes tomaron la sección septentrional de la zona oriental del Jordán, aunque también participaron en la conquista Jaí­r, Nóbah y los †œhijos de Makir†. Por este motivo Moisés les asignó a ellos esta región. (Nú 32:39-42; Dt 3:13-15; 1Cr 2:21, 22.)
Luego, los hombres de la †œmedia tribu de Manasés† que habí­an recibido su herencia cruzaron el Jordán y colaboraron en la conquista de la tierra que quedaba al O. del rí­o. (Jos 1:12-18; 4:12.) También hubo manasitas entre los que se congregaron frente al monte Guerizim cuando Josué †œleyó en voz alta todas las palabras de la ley, la bendición y la invocación de mal†. (Dt 27:12; Jos 8:33, 34.) Bajo el acaudillamiento de Josué, los israelitas acabaron con la hegemoní­a cananea, derrotando a 31 reyes en el transcurso de unos seis años. (Jos 12:7-24.) Aunque para entonces todaví­a habí­a territorio sin conquistar, Josué, ayudado por el sumo sacerdote Eleazar y por representantes de las diez tribus nombrados divinamente (como el manasita Haniel, hijo de Efod), dividieron la tierra en porciones hereditarias. (Nú 34:17, 23; Jos 13:1-7.)

Herencia de la tierra. Media tribu de Manasés ya tení­a su herencia al E. del Jordán, que comprendí­a Basán y una parte de Galaad. (Jos 13:29-31.) Al S. estaba Gad; Mahanaim era la ciudad fronteriza. (Jos 13:24-26, 30.) Toda esta región era una alta meseta, cuya elevación media era de 610 m. Allí­ estaba ubicada Golán, una de las seis ciudades de refugio, y Beesterá (Astarot), otra ciudad levita. (Jos 20:8, 9; 21:27; 1Cr 6:71.)
La mitad restante de la tribu de Manasés recibió su herencia de territorio al O. del Jordán. (Jos 17:2, 5.) Este territorio lindaba al S. con Efraí­n; al NO., con Aser; al NE., con Isacar, y al O., con el mar Mediterráneo. El lí­mite entre Efraí­n y Manasés se extendí­a desde Micmetat hasta Tapúah, continuaba a lo largo del valle torrencial de Qaná y terminaba en el Mediterráneo. (Compárese con Jos 16:5-8; 17:7-10.) Los efraimitas tení­an algunas ciudades enclavadas en el territorio de Manasés, mientras que a los manasitas les asignaron ciudades tanto en Isacar como en Aser (Bet-seán, Ibleam, Dor, En-dor, Taanac, Meguidó y sus respectivos pueblos dependientes). (Jos 16:9; 17:11.) Sin embargo, los manasitas no expulsaron a los cananeos que las habitaban, aunque con el tiempo los sometieron a trabajos forzados. (Jos 17:11-13; Jue 1:27, 28; compárese con 1Cr 7:29.) Dos de los enclaves en otro territorio —Taanac (Aner[?]) e Ibleam (Bileam o Gat-rimón[?])— pasaron a los levitas qohatitas. (Jos 21:25, 26; 1Cr 6:70.)

Historia. Una vez repartida la tierra, Josué bendijo a los hombres de Rubén, Gad y la †œmedia tribu de Manasés† del lado oriental y los exhortó a que continuasen sirviendo a Jehová. (Jos 22:1-8.) Ellos se marcharon de Siló, viajaron hasta el Jordán y edificaron un altar cerca del rí­o, lo que estuvo a punto de originar una guerra civil, ya que las otras tribus lo consideraron un acto de infidelidad y rebelión. Sin embargo, la cuestión se zanjó de manera pací­fica cuando explicaron que el altar no se habí­a erigido para ofrecer sacrificios, sino como constatación de su fidelidad a Jehová. (Jos 22:9-31.)
Posteriormente Jehová se valió del juez manasita Gedeón para librar a los israelitas de la opresión de Madián. (Jue 6:11-16, 33-35; 7:23; 8:22.) Jefté fue otro de los jueces manasitas, y durante su judicatura se liberó a Israel del hostigamiento ammonita. (Jue 11:1, 32, 33.)
Durante el reinado de Saúl, el primer rey de Israel, los rubenitas, los gaditas y la †œmedia tribu de Manasés† del lado oriental consiguieron una victoria decisiva sobre los hagritas y sus aliados. (1Cr 5:10, 18-22.) Por ese entonces, algunos manasitas, entre los que habí­a hombres de extraordinario valor, abandonaron a Saúl para unirse a David. (1Cr 12:19-21.) Muertos Saúl y su sucesor, Is-bóset, 18.000 manasitas de la región que quedaba al O. del Jordán y otros miles procedentes de la zona que quedaba al E. del rí­o fueron a Hebrón para hacer a David rey sobre todo Israel (1070 a. E.C.). (1Cr 12:31, 37, 38.)
Años más tarde, las notables reformas religiosas emprendidas por el rey Asá de Judá impulsaron a muchos manasitas a abandonar el reino norteño †˜cuando vieron que Jehová su Dios estaba con Asᆙ. (2Cr 15:8, 9.) Con ocasión de una gran asamblea celebrada en el decimoquinto año del reinado de Asá (963 a. E.C.), entraron en un pacto a fin de buscar a Jehová. (2Cr 15:10, 12.) Igualmente, durante el reinado de Ezequí­as de Judá (745-717 a. E.C.), aunque muchos se mofaron de los mensajeros que él envió para extender la invitación de ir a Jerusalén para celebrar la Pascua, algunos manasitas estuvieron dispuestos a humillarse y respondieron favorablemente. Estos fueron los que más tarde participaron en destruir los objetos idolátricos. (2Cr 30:1, 10, 11, 18; 31:1.)
Con anterioridad (c. 760 a. E.C.), Tiglat-piléser (Tilgat-pilnéser) III se habí­a llevado al exilio a los manasitas que viví­an al E. del Jordán. (1Cr 5:23-26.) Parece ser que para ese tiempo existí­an conflictos entre las tribus de Efraí­n y Manasés, si bien estaban unidas en su oposición a Judá. (Isa 9:20, 21.)
Casi un siglo después de que el reino de diez tribus llegó a su fin, el rey Josí­as de Judá extendió su campaña de destrucción de altares, estantes de incienso, postes sagrados e imágenes utilizadas en la adoración falsa hasta los lugares devastados de Manasés y otras regiones fuera de Judá (desde el año 648 a. E.C. en adelante). Este rey de Judá también efectuó trabajos de reparación en el templo, trabajos que se financiaron con las contribuciones que hicieron los israelitas de diversas tribus, entre las que estaba la de Manasés. (2Cr 34:1-11.)
Después del regreso del exilio en Babilonia (537 a. E.C.), algunos manasitas fijaron su residencia en Jerusalén. (1Cr 9:1-3.)
En la visión de Ezequiel, la asignación de tierra perteneciente a Manasés estaba entre las de Neftalí­ y Efraí­n. (Eze 48:4, 5.) Manasés también figura entre las tribus del Israel espiritual. (Rev 7:6.)

3. Nombre que aparece en el texto masorético en Jueces 18:30 debido a una modificación del escriba. El relato trata sobre la apostasí­a danita. La Traducción del Nuevo Mundo dice que †œJonatán hijo de Guersom, hijo de Moisés, él y sus hijos llegaron a ser sacerdotes para la tribu de los danitas†. (Véanse también BJ, NBE, NC, TA, Val y otras.) Los escribas judí­os insertaron una letra en voladita (nun = n) entre las primeras dos letras del nombre original hebreo para que leyera †œde Manasés† en vez de leer †œde Moisés†, seguramente por consideración a este último. De este modo los escribas intentaron evitar oprobio al nombre de Moisés debido a la acción de Jonatán. Además de aparecer en el texto masorético alterado, la expresión †œde Manasés† se encuentra en el Manuscrito Vaticano núm. 1209 de la Septuaginta griega y en la Peshitta siriaca. Sin embargo, tanto el Manuscrito Alejandrino de la Septuaginta griega como la Vulgata latina leen †œde Moisés† en este texto.

4. Rey de Judá; hijo y sucesor del rey Ezequí­as. (2Re 20:21; 2Cr 32:33.) La madre de Manasés fue Hefziba. A los doce años ascendió al trono como el decimocuarto rey de Judá después de David, y gobernó en Jerusalén durante cincuenta y cinco años (716-662 a. E.C.). (2Re 21:1.) Hizo lo que era malo a los ojos de Jehová. Reedificó los lugares altos que su padre habí­a destruido, levantó altares a Baal, adoró a †œtodo el ejército de los cielos† y edificó altares para la religión falsa en dos patios del templo. Hizo pasar a sus hijos por el fuego, practicó la magia, la adivinación y fomentó el espiritismo. Además, puso dentro de la casa de Jehová la imagen tallada del poste sagrado que habí­a hecho. Indujo a Judá y Jerusalén a †œhacer lo que era malo, más que las naciones que Jehová habí­a aniquilado de delante de los hijos de Israel†. (2Re 21:2-9; 2Cr 33:2-9.) Aunque Jehová envió profetas, no les prestó atención. También fue culpable de derramar mucha sangre inocente. (2Re 21:10-16.) Según los escritos de los rabí­es judí­os, entre sus ví­ctimas estuvo Isaí­as, quien, de acuerdo con estos escritos, fue aserrado en pedazos por mandato de Manasés. (Compárese con Heb 11:37.)
Jehová castigó a Manasés por no prestar atención a su advertencia, haciendo que el rey de Asiria se lo llevara cautivo a Babilonia, una de las ciudades reales del monarca asirio. (2Cr 33:10, 11.) Se menciona a †˜Manasés de Judᆙ en una lista del monarca asirio Esar-hadón de †œ22 reyes de Hatti, del litoral y de las islas† que pagaban tributo. Su nombre también aparece en una lista similar de Asurbanipal. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, págs. 237, 238.)
Mientras estaba cautivo, Manasés se arrepintió, se humilló y oró a Jehová. Dios oyó su solicitud de favor y le volvió a dar el reino de Jerusalén. (2Cr 33:12, 13.) Más tarde, Manasés †œedificó un muro exterior para la Ciudad de David†, puso jefes militares en las ciudades fortificadas de Judá y quitó los dioses extranjeros y †œla imagen-í­dolo de la casa de Jehovᆝ, así­ como los altares que habí­a edificado †œen la montaña de la casa de Jehová y en Jerusalén†. Luego preparó el altar de Jehová, empezó a ofrecer sacrificios y animó a otros a servir a Jehová. Sin embargo, el pueblo no dejó de ofrecer sacrificios en los lugares altos, aunque los ofrecí­an a Jehová. (2Cr 33:14-17.) Cuando Manasés murió, su hijo Amón le sucedió en el trono. (2Cr 33:20.)

5. Israelita †œde los hijos de Pahat-moab† que se contaba entre los que aceptaron esposas extranjeras y las despidieron †œcon sus hijos† en los dí­as de Esdras. (Esd 10:30, 44.)

6. Otro israelita †œde los hijos de Hasum† que se contaba entre los que despidieron a sus esposas extranjeras debido a la firme postura de Esdras a favor de la adoración pura. (Esd 10:33, 44.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

(‘que hace olvidar’). 1. Hijo mayor de José, nacido en Egipto de *Asenat, egipcia, hija de *Potifera, sacerdote de On (Gn. 41.51). Israel aceptó a Manasés y Efraín a igual nivel que Rubén y Simeón, pero Manasés perdió el derecho de la primogenitura (beḵôr) frente a su hermano menor Efraín (Gn. 48.5, 14). Hay un interesante paralelo primitivo en la literatura ugarítica, la Leyenda de Keret (Tab. 128, 3.15): “Al menor de ellos lo haré primogénito (abrkn).”

2. La tribu de Manasés provenía de siete familias: una de Maquir, y las otras seis de Galaad. Ocuparon tierras a ambos lados del Jordán; la porción oriental fue asignada por Moisés, y la occidental por Josué (Jos. 22.7). Después de cruzar el Jordán y de establecerse en la tierra, Josué permitió a la media tribu de Manasés, junto con Rubén y Gad, retornar al territorio conquistado a Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán (Nm. 32.33). La parte oriental de la media tribu de Manasés cubría parte de Galaad y todo Basán (Dt. 3.13). La parte occidental de la tribu recibió buenas tierras al N de Efraín, y al S de Zabulón e Isacar (Jos. 17.1–12). Esta parte occidental fue dividida en diez porciones: cinco para las familias que tenían descendientes varones, y cinco para la sexta familia de Manasés, o sea a posteridad de Hefer, todas mujeres e hijas de Zelofehad (Jos. 17.3). Manasés occidental incluía una cadena de fortalezas cananeas y ciudades fortificadas, entre las cuales estaban *Meguido, *Taanac, *Ibleam y *Bet-sán. No pudieron conquistarlas, pero finalmente obligaron a sus habitantes a pagar tributo. Aunque la posición asignada a Manasés y Efraín, la tribu de José, era extensa, se quejaron y pidieron más tierras a Josué. Este les aconsejó que mostraran su valía desmontando los bosques sin dueño (Jos. 17.14–18). Golán, ciudad de Basán, en Manasés oriental, fue una de las seis *“ciudades de refugio” (Jos. 20.8; 21.27; 1 Cr. 6.71).

Esta tribu era renombrada por su coraje; entre sus héroes se encontraba Gedeón en el O (Jue. 6.15), y Jefté en el E (Jue. 11.1). Parte de la tribu de Manasés desertó a favor de David en Siclag (1 Cr. 12.19–20), y también se puso a su lado en Hebrón (v. 31). Entre los deportados a Asiria por Tiglat-pileser (1 Cr. 5.18–26) había descendientes de Manasés.

Las genealogías de la tribu de Manasés que aparecen en Nm. 26.28–34; Jos. 17.1–3; 1 Cr. 2.21–23; 7.14–19 (véase HDB bajo “Manasés”) han creado problemas. Pero si aceptamos que el texto de 1 Cr. 7.14–15 contiene fallas, es posible restaurar la armonía. Es probable que las palabras “Hupim y Supim” en el vv. 15 sean glosas tomadas del vv. 12, y posiblemente la palabra “Asriel” sea un caso de ditografía o repetición no intencional.

La comparación del texto heb. de estos vv. con la LXX, la Peshita sir., y la Vg. indica que el texto original puede haber sido redactado de la siguiente manera: “El hijo de Manasés (Asriel) … de quien su concubina siria … tuvo a Maquir padre de Galaad y Maquir tomó una esposa … y el nombre de su hermana es Maaca y el nombre del … Zelofehad y Zelofehad tuvo hijas …” Aparte de estos versículos, las genealogías no ofrecen problemas.

3. Hijo se Ezequías y Hepsiba, que comenzó a reinar en Jerusalén a la edad de doce años y reinó 55 (2 R. 21.1; 2 Cr. 33.1); probablemente como corregente con su padre 696–686 a.C., y como único monarca en 686–642 a.C. (E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings, 1951, pp. 154ss). Su reinado se caracterizó por un retroceso religioso provocado por el terror de Asiria y la fascinación que provocaban sus cultos. Como consecuencia, hubo sincretismo entre el baalismo, culto de Astarté en los “lugares altos”, la adoración de los astros, y el espiritismo y la adivinación. Su largo reinado fue sanguinario y reaccionario, y notorio por la introducción de altares ilegales en los atrios del templo, y porque “pasó a su hijo por fuego” en el valle del hijo de Hinom.

El nombre “Manasés, rey de Judá” aparece en el prisma de Esar-hadón (Me-na-si-i šar Ia-ú-di) y en el de Asurbanipal (Mi-in-si-e šar Ia-ú-di) entre veintidós tributarios de Asiria (ANET, pp. 291, 294). El Cronista narra la deportación de Manasés a Babilonia, su arrepentimiento y liberación (2 Cr. 33.10–13). Hay un paralelo de esto en la captura y la subsiguiente liberación de Necao I, rey de Egipto, por Asurbanipal (Rassam Cylinder, ANET, pp. 295). Como durante el reinado de Manasés se produjo una revuelta contra Asiria en apoyo de Samas-sum-ukín, virrey de Babilonia, es muy probable que estuviera comprometido en la misma (ANET, pp. 298). Parecería que su reforma fue superficial y que fue anulada durante el reinado de su hijo.

Bibliografía. R. de Vaux, Historia antigua de Israel, 1975, t(t). II, pp. 113–118, 163–173; J. A. Larraya, “Manasés”, °EBDM, t(t). IV, cols. 1232–1236; L Arnaldich, “Manasés, Tribu de”, °EBDM, t(t). IV, cols. 1236–1239; J. Bright, Historia de Israel, 1970, pp. 320ss.

R.J.A.S.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

El nombre de siete personas de la Biblia, una tribu de Israel y uno de los escritos apócrifos.

Los Individuos

(1) Manasés (Heb.***, Los Setenta Manassê), el mayor de los hijos de José y de la egipcia Asnat (Gen. 41,50-51; 46,20). El nombre significa, “el que causa olvido”. José le puso este nombre porque consideraba que había desatendido sus deberes: “Dios me ha hecho olvidar todo mi trabajo y la casa de mi padre” (Gen. 41,51). Jacob bendijo a Manasés (Gen.48); pero dio preferencia al hijo más joven, Efraín, a pesar de las protestas del padre a favor de Manasés. Por medio de esta bendición, Jacob puso a Manasés y a Efraín al mismo nivel que Rubén y Simeón (v. 3-5), y dio base para la fundación de las tribus de Manasés y Efraín.

(2) Manasés esposo de Judit, murió por insolación en Betulia (Jud. 8,2-3).

(3) Manasés un personaje en la historia de Ahikar (no en la Vulgata, pero sí en Los Setenta), nombrado por Tobías al momento de la muerte. El Códice Vaticano menciona a Manasés (Manassês) como alguien “que daba limosnas y que escapó al cepo de la muerte”; El Códice Sinaítico no lo menciona, pero claramente se refiere al acto de dar limosnas y a alguien que escapó de Akiakaro. La interpretación del Manuscrito Vaticano es probablemente un error (“Rev. Bibl.”, enero 1899).

(4) Manasés hijo de Bani, uno de los acompañantes de Esdras, quien se casó con mujeres extranjeras (Esd. 10,30).

(5) Manasés hijo de Jasum, otro de los acompañantes de Esdras (Esd.10,33).

(6) Manasés (de acuerdo al k´thibh del texto masorético y a los Setenta) un antepasado de Jonatán, un sacerdote de la tribu de Dan (Jc. 18,30). La Vulgata y k´ri del texto masorético dicen Moisés, lo cual es la interpretación correcta.

(7) Manasés, el decimotercero rey de Judá (692-638 a.c. -cf. Schrader, “Keilinschr. und das A. T.”), hijo y sucesor de Ezequías (2 Rey. 20,21 s.). El historiador en el Segundo Libro de los Reyes nos dice mucho acerca de la maldad que había en su reino (21,2-10), y el castigo de ello anunciado por los profetas (v. 10-15), pero prácticamente nada sobre el resto de las acciones de Manasés. Él trajo de nuevo las abominaciones de Ajaz, importó la adoración de “todos los ejércitos de los cielos”, aparentemente los mitos solares, lunares y astrales de Asiria; introdujo las otras abominaciones mencionadas en los textos sagrados; e “hizo pasar a su hijo por el fuego” (v. 6) en el culto a Moloc. Es muy probable que en este frenesí de diversas formas de idolatría “Manasés derramó también sangre inocente en tan gran cantidad que llenó a Jerusalén de punta a cabo” (v. 16). El historiador del Libro Segundo de las Crónicas cuenta la misma historia y agrega que, en castigo, el Señor hizo venir a los asirios sobre Judá. Ellos se llevaron a Manasés a Babilonia. El Señor escuchó su plegaria por perdón y liberación, y lo trajo de vuelta a Jerusalén, donde Manasés hizo su parte para contener la oleada de idolatría que él anteriormente había impuesto a Judá (2 Cron. 33,11-20). En cierto tiempo, se tuvo dudas sobre la historicidad de esta narrativa en el segundo libro de Crónicas, debido a que el segundo libro de los Reyes omite el cautiverio de Manasés. Schrader (op. cit., 2nd ed., Giessen, 1883, 355) da registros cuneiformes de veintidós reyes que se sometieron a Asuhadón, durante su expedición contra Egipto; el segundo en la lista es Mi-na-si-i Sar ir Yaudi (Manasés, rey de la ciudad de Judá). Schrader también ofrece la lista de los veintidós reyes que se encuentran registrados en una tabla cuneiforme como tributarios de Asurbanipal, en la tierra de Hatti; segundo en esta lista es Mi-in-si-i sar mat Ya-u-di (Manasés, rey de la tierra de Judá). Ya que un ladrillo babilonio confirma el registro del historiador del segundo libro de Crónicas, la reputación es un tanto más segura en los círculos racionalistas. Winckler and Zimmern admiten la presencia de Manasés en Babilonia (véase su revisión del “Keilinschr. und das A. T.” de Schrader, I, Berlin, 1902, 274). Conjeturas de la escuela Pan-Babilónica sobre las causas del retorno de Manasés, los fundamentos de la narrativa en el segunda libro de los Reyes, etc., no militan contra el valor histórico de los registros inspirados.

La Tribu

Deriva su nombre de Manasés, hijo de José. Esta tribu fue dividida en dos medias tribus: la oriental y la occidental. La tribu al este del Jordán fue representada por los descendientes de Makir (Jueces 5,14). Makir fue el primogénito de Manasés (Josué 17,1). Los hijos de Makir tomaron Galaad (Números 32,39). Moisés dio la tierra de Galaad a Makir (v. 40). Otros dos hijos de Manasés, Yair y Nobáj, también tomaron pueblos en Galaad, y les dieron sus propios nombres (v. 41-42).

El territorio de la media tribu occidental está esbozada en términos generales en Jos.16,1-3. Fue la parte de Samaria que se extiende entre el Jordán y el Mediterráneo, la planicie de Esdrelón y los pueblos de Jericó, Siquem y Samaria. La media tribu oriental ocupó el norte de Galaad, todo Basán, y Argob (Jos. 13,30-31; cf. Deut. 3,13): un inmenso territorio que se extiende desde el este del Jordán hasta la actual ruta a La Meca (darb elhaj), y más lejos, hasta incluir el Hauran.

El Escrito

La Oración de Manasés es un escrito apócrifo el cual quiere dar la oración a la cual se hace referencia en 2 Cron. 33,13.18-19. El original está en griego. Nestle piensa que la oración y otras leyendas de Manasés en su forma actual no son anteriores a la “Apost. Const.”, XI, 22; y que la oración logró su inclusión en algunos manuscritos de los Setenta como parte, no de los Setenta, pero sí del “Apost. Const.” (véase “Septuaginta Studien”, III, 1889). La oración no está en el canon de Trento, y nunca parece haber tenido algún serio reclamo sobre su establecimiento en el canon.

Fuente: Drum, Walter. “Manasses.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910.
http://www.newadvent.org/cathen/09583c.htm

Traducido por Giovanni E. Reyes. L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica